miércoles, 27 de febrero de 2008

Votar o no votar, that's the question

En cierto foro, alguien saca el tema de a quién votar y aclara que sólo dos partidos de ámbito estatal, IU e Izquierda Republicana, prestan atención a lo que dice el movimiento laicista (se trata de un foro sobre ateísmo); afirma también que el PSOE, en materia educativa y de financiación de la Iglesia, no ha hecho más que aumentar el poder de los obispos, y teme que los ciudadadanos se dejen llevar por "la falacia del voto útil" (con un power point que explica dicha falacia) por miedo a que gane la derecha.
El caso es que un tipo hace la siguiente asociación (no me atrevo a llamarlo silogismo): abstención=preferir la dictadura en lugar de la democracia, voto en blanco=indiferencia ante quien gane. Le exijo simplemente respeto para las personas que deciden no votar o hacer lo en blanco y un exhaltado me acusa nada menos que de no dejar expresar una opinión (¿opinión es dogmatizar y acusar a todo un colectivo?) y de totalitarismo (???).

Algúna ácrata irreductible manifiesta, con una nada sútil metáfora, que no entiende por qué debe elegir entre diferentes tipos de mierda. Otro que interviene habla de la elecciones del 36, ganadas por el Frente Popular gracias al numeroso voto anarquista, a lo que se le contesta, con una magnífica obviedad, que ahora estamos en otra época. Un cachondo más habla ya de una ruptura en la I Internacional Atea entre Marx y Bakunin y expresa su deseo de elegir una mierda menor, dado que no parece que se vaya a acabar pronto "el abastecimiento general de mierda" (viene a decir que hay que pringarse, vamos, ¡qué asco!).

Ante la defensa ferrea de la abstención que hacen (¿hacemos?) algunos, alguien vuelve al origen y manifiesta que podría ser contraproducente una abstención alta ya que alguien se lo tomaría como que la gente está "hasta los cojones de la democracia" y llega la dictadura. También se comenta el bajo nivel de la sociedad española y que , paradójicamente y seguro que con datos muy fiables, la clase obrera vota al PP y el lumpen pide "gobiernos fuertes que nos libren de los inmigrantes".

En fin, además de mi indignación porque me insulte un fanático irreflexivo, el "debate" cansa bastante. Yo me quedo con el comentario de un lúcido amigo mío que me comentó que, si se trata de votar por apoyar a la democracia, por qué no hacerlo a, por ejemplo, un partido nazi (que, además, tiene poco de religioso, apunte gracioso ya que la discusión se daba en un foro ateo). Otro problema de ciertos fanáticos de la "democracia" (de una manera de entender la democracia, of course) es que hay que votar sí y hay que hacerlo además a cierta tendencia.
Yo respeto, y puedo entender, a quienes deciden votar y, dado que la derecha en este país apesta, a que su vínculo con el franquismo nunca se rompió, lo hagan a una opción de izquierdas. Es verdad que este gobierno de ZP ha tenido una mayor sensibilidad social que los anteriores de Aznar (no muy difícil), que decidió no apoyar la Guerra de Irak para acto seguido reforzar la guerra en otras partes del mundo también lo es. Que las diferencias económicas entre los dos grandes partidos son escasas es también cierto. Que otras opciones de izquierda apestan en su autoritarismo interno y en su apoyo a dictaduras, para mí también es un hecho. De izquierdas con algún prurito nacionalista mejor ni hablo.
Lo que quiero decir es que todas las posturas pueden ser comprensibles (o no, depende de la argumentación) y no me gusta por ello, a pesar de mi tendencia libertaria, hacer campaña por la abstención. Lo qué sí hay que hacer, paralelamente o al margen del voto, es seguir trabajando porque la lucha por un mundo mejor esté en la calle, porque las personas seamos más conscientes y seamos capaz de decidir nuestro futuro libremente, por darle un auténtico significado participativo a la palabra "política".
Y este sistema político y económico, gobiernen unos u otros, y a pesar de los matices, va en una dirección opuesta.
Eso opino yo, sin ningún ánimo de dogmatizar ni, por supuesto, sin ningún afán totalitario. Lo que sí creo es que, desgraciadamente, sí existe una izquierda (o varias) de tendencia dogmática y totalitaria.

lunes, 25 de febrero de 2008

Plumas y anarquía


El 23 de febrero tuvo lugar, en el Centro Cívico Las Sirenas de Sevilla, un homenaje al filósofo y activista gay Paco Vidarte, fallecido hace cosa de un mes. Los asistentes podíamos contemplar un bello diaporama, con imágenes de la vida y la obra de este irreductible "enemigo del imperio", al fondo de la sala, a espaldas de las personas que hablaron emotivamente, amigos y compañeros de diferentes batallas, sobre la persona de Vidarte y leyeron pasajes de su última obra, "Ética marica. Proclamas libertarias para una militancia LGTBQ", escrita desde las tripas y desde el corazón ante el panorama que observó lúcidamente el filósofo.
Javier Sáez nos habló de cómo consideraba Vidarte que una ley aparentemente progre como la del cambio del sexo constituía una patologización de la transexualidad, de cómo Vidarte contempló esperanzadamente cierto florecimiento alternativo frente a una notable falta de movilización y de contenido ideológico provocada por los aparentes logros de la última legislatura. También comentó Sáez algunas ideas presentes en el libro: el hecho de que no se plantee una ética universal y considere que hay una ética propia en cada individuo; el cuestionamiento de valores tradicionales intocables como la democracia (considerada heterosexual), el Estado, los derechos humanos o, incluso, el individuo; su negativa a la negociación, al diálogo, al entendimiento, que supone dejarse atrapar por el poder; su no, de la misma manera, a la igualdad, a la integración, que supone plegarse al código heterosexual -¡somos diferentes, vivimos con nuestras diferencias!-; el considerar que la orientación sexual no es algo accesorio, sino lo primordial y tiene un potencial subversivo; una reflexión sobre la poca utilidad política de la teoría queer; el hecho de que la lucha del colectivo gay tendrá que articularse con otros colectivo explotados, ya que la lucha contra la homofobia no está aislada, sino en un conjunto de explotaciones diversas; el miedo, la humildad, el sometimiento a la autoridad... consideraba Vidarte que eran una herencia franquista; también se atrevía el filósofo a refutar al mismísimo Ortega, frente a la frase "yo soy yo y mis circunstancias", hay que dejar claro que las circunstancias -los privilegios- se dan de antemano.
Fueron leídos enjundiosos pasajes del libro, escrito con una envidiable sencillez y sentido del humor, que escondían "cargas de profundidad" brillantes y subversivas.
Me quedo también con bellas palabras, pronunciadas por otra persona cercana a Vidarte, describiéndole como "todo plumas y anarquía" y afirmando que las "tímidas escorrantías" algún día se unirán a una "oleada de revolución".

domingo, 24 de febrero de 2008

Cuba, la revolución que no fue (3/3)

Un monopolio absoluto sobre la vida del ciudadano, dictadura militar y estado policial en toda regla, una propaganda totalmente controlada y reducida a proclamas... imposible resulta justificar un régimen, y mucho menos desde una perspectiva libertaria, a pesar de sus repetidos logros en educación -con la sombra constante del adoctrinamiento político, no lo olvidemos- y sanidad. Como ya he comentado en ese breve apunte sobre el anarquismo en Cuba, en el régimen castrista están prohibidas las ideas libertarias -cosa que no debe extrañar a nadie con dos dedos de frente-, no hay ninguna posibilidad de que florezca un movimiento anarquista, que tiene que mostrarse forzosamente latente en todos los rincones del planeta -me atrevo a decir que es algo inherente a la condición humana-. Así es y así me atrevo a decirlo, a pesar de las previsibles acusaciones de todo tipo: en nuestra débil democracia electiva, y en el injusto y embrutecedor sistema capitalista, existe la posibilidad de organizarse, instruirse y crecer individual y colectivamente en el movimiento libertario; existe la posibilidad de seguir luchando, cosa que en el sistema totalitario cubano no. ¿Que el Estado, sea cual sea su forma, se enfrentará a quien lo combate? Por supuesto, pero hasta que ese momento llegue debemos demostrar que las ideas y la acción anarquista se muestran vivas y en desarrollo, debemos demostrar que nuestras ideas están presentes en la sociedad y llenas de fuerza; personalmente, rechazo a priori todo proyecto utópico pospuesto para una sociedad futura, ya que el propósito es que no exista división entre ideas y praxis. El socialismo de Estado ya es historia, basta de falsos mitos, su fracaso ha sido una triste realidad; habrá quien todavía sostenga que en las grandes revoluciones marxistas pudo haber una orientación libertaria, lo dudo mucho: ejecución, cárcel o exilio ha sido lo que ha esperado a los anarquistas, y a toda oposición, en esos regímenes. Los anarquistas no debemos posponer la ética para una supuesta sociedad futura, la ética debe ser también un medio para la consecución de todo bello fin; es por eso que me resulta lamentable toda mitificación de una acción violenta o la arbitraria connivencia con aquellos (tan deseosos de convertirse en Estado) que adoptan la lucha armada contra un Estado o contra el sistema capitalista.

viernes, 22 de febrero de 2008

Cuba, la revolución que no fue (2/3)

Numerosas personas que se consideran progresistas se muestran condescendientes con la "revolución" cubana, debido al rechazo al monstruo estadounidense y su criminal bloqueo -tan criminal como el bloqueo al que somete Castro a la población cubana-. No es posible elegir entre lo malo y lo peor, como tantas veces nos indica un pobre análisis de la realidad, debe existir una vía que asegure la justicia y la libertad: la respuesta está en las proposiciones libertarias, llevadas a cabo en su momento histórico por pioneros de la cuestión social y que han sufrido y resistido en Cuba desde el colonialismo español hasta el actual sistema totalitario. El régimen cubano, al margen de su despotismo, me parece doblemente perverso: por la triste magnificación de sus logros, y por dotarse de una autoridad moral apoyada en su supuesta naturaleza revolucionaria. Creo en la revolución social -naturalmente, hay toda una discusión en el concepto; igualmente en el de "reforma"-, lo que rechazo es esa pureza revolucionaria -Ernesto Guevara habló de hombres con "una conciencia revolucionaria superior"- que, copiando los patrones religiosos, conduce a la persecución religiosa y al castigo de herejes.
El futuro es nebuloso para la Isla después de la desaparición de Fidel Castro; su hermano Raúl parece empeñado en hacer llegar el mensaje a los Estados Unidos de que Cuba no es la URSS ni existe una figura parecida a Gorbachov que lidere una supuesta transición -¿una transición hacia dónde?, penoso ejemplo el de la Rusia actual, pero del agrado del depredador norteamericano-. Sí parece existir un debate sobre el fin del caudillismo si desaparecen las figuras principales del Régimen; mal que le pese a cierta izquierda, Castro ha supuesto una continuidad histórica en ese aspecto. No obstante, la capacidad de Fidel de perpetuar su legado es digna de asombro; hay quien sostiene que Cuba ya ha entrado en una nueva etapa y que la sucesión es un hecho: el Partido Comunista de Cuba sería el heredero legítimo del legado fundacional de Castro. Más allá de toda esta retórica propagandística, la cuestión está también en qué pasará con el modelo económico estatalista, es perentoria la liberación de ese monopolio absoluto; la libertad individual resulta imprescindible, sin dejar la isla en manos del capitalismo. El modelo centralista ha demostrado su incapacidad para cubrir las necesidades de más de 11 millones de cubanos, no todo puede ser atribuible al bloqueo. Aunque Castro siempre se negó a ese camino, otra triste vía, dentro de esta continuidad comunista, sería la aplicación del modelo chino: aperturismo hacia el capitalismo e integración en la Organización Mundial del Comercio. Que los propios cubanos decidan su futuro económico, así como en todos los aspectos de la vida, la respuesta siempre será una mayor profundización democrática, sin represión interna, sin injerencias autoritarias externas, ni aplicación de modelos ajenos a la población. Como Frank Fernández menciona al final de su libro, el discurso anarquista no ha muerto en cuba; su tradición de lucha, a diferencia del marxismo, continúa vigente y propiciará un renacimiento "de un arquetipo elevado de la condición humana".

miércoles, 20 de febrero de 2008

Cuba, la revolución que no fue (1/3)

El régimen cubano suscita pasiones por doquier, a favor y en contra, la mayor parte de las veces sin posibilidad de matizar entre los dos extremos. Los comunistas originados en Marx, a pesar de haber visto fracasar una y otra vez su doctrina "científica" y su praxis política, encuentran nuevas referencias -ahí está el inefable Chávez y su anacrónico populismo bolivariano- y persisten en algunas viejas, como es el caso de la cubana, a pesar de su negación de la libertad en todos los ámbitos de la vida -por otra parte, común en todas las dictaduras comunistas creadas en el siglo XX-.
Si los anarquistas cubanos participaron activamente, como es lógico, en la lucha contra la dictadura de Batista, pronto se encontrarán con una represión en las filas anarcosindicalistas a la llegada de Castro al poder; advertirán en sus publicaciones sobre el centralismo estatal y el autoritarismo, señalarán la excesiva influencia del Partido Comunista Cubano y reclamarán democracia en los sindicatos. La autogestión y la emancipación de la clase trabajadora estarán, una vez más, muy alejadas de la praxis comunista; la deriva del Estado cubano, con su falta de libertad y de iniciativa propia, estaba cada vez más cerca del totalitarismo soviético. Conscientes de este desastre los anarquistas, en 1960 existió una Declaración de Principios llevada a cabo por la Agrupación Sindicalista Libertaria (siglas que escondían, por miedo a la represión, a la Asociación Libertaria de Cuba) en la que se atacaba al Estado de todas las formas posibles, al centralismo agrario propuesto por la Reforma Agraria Gubernamental, así como al nacionalismo, al militarismo y al imperialismo. Los anarquistas hacían énfasis una vez más en la libertad individual (como base para la libertad colectiva), en el federalismo y en la educación libre. Era un sincero y feroz ataque ideológico a la llamada Revolución Cubana, y las acusaciones a sus autores de estar a sueldo de los Estados Unidos no tardaron en llegar. Acusaciones que, desgraciadamente, llegan hasta nuestros días contra todos aquellos críticos con la dictadura de Castro. Después de aquello, el anarcosindicalismo no pudo ejercerse al erradicarse la libertad de prensa y no poder hacerse propaganda de las ideas. Pocos militantes quedaron en Cuba, sufriendo un miserable despotismo. A mediados de 1960 comenzó el éxodo de los anarquistas hacia Estados Unidos, país elegido numerosas veces por aquellos perseguidos que lo consideraban un lugar con oportunidad de ganarse el sustento y también por su cercanía para proseguir la lucha. En el verano de 1961 se constituyó en Nueva York el Movimiento Libertario Cubano en el Exilio (MLCE); paralelamente, nació en Miami otro grupo similar. Por otra parte, en agosto de 1961 se publicó en Santiago de Chile un panfleto firmado por la Federación Anarquista Internacional con el nombre de Manifiesto de los anarquistas de Chile sobre la Revolución Cubana ante los imperialismos yanqui y ruso, que tuvo una pobre distribución y sufrió el boicoteo marxista; en él se denunciaba el castrismo por primera vez a nivel hemisférico y seguía la misma línea del publicado en La Habana por los libertarios. La posición anarquista con respecto al castrismo estaba ya clara, a pesar de las ambigüedades de ciertas figuras del anarquismo internacional, especialmente en Europa. Mas la incansable actividad intelectual de algunos anarquistas cubanos hace que se exponga con claridad meridiana conceptos como los siguientes: "expropiar empresas capitalistas, entregándolas a los obreros y técnicos, eso es revolución"; "pero convertirlas en monopolios estatales en los que el único derecho del productor es obedecer, esto es contrarrevolución". En 1963 vio la luz en Buenos Aires un folleto de cerca de 100 páginas llamado Revolución y dictadura en Cuba, escrito por el anarquista cubano Abelardo Iglesias, donde se especifican la sumisión a la política exterior soviética y la "táctica correcta" que supone la "Guerra revolucionaria". No obstante, como señala Frank Fernández en su libro El anarquismo en Cuba -Fundación Anselmo Lorenzo, 2000-, a finales de la década la propaganda del castrismo parecía estar ganando la batalla y demasiados medios libertarios de Europa y América Latina tendían cada vez más a apoyar la Revolución Cubana, teniendo que soportar el MLCE nuevas acusaciones de estar al servicio de la reacción. Fernández sitúa un punto de inflexión con la publicación en 1976 en Canadá del libro The Cuban Revolution: A Critical Perspective (La Revolución cubana: un enfoque crítico), de Sam Dolgoff, excelentemente distribuido y que "hizo un impacto demoledor entre las izquierdas en general y los anarquistas en particular". El libro constituyó un certero enfoque crítico del castrismo, recogiendo la lucha del MLCE y propiciando su reconocimiento internacional.

lunes, 18 de febrero de 2008

El combate contra el dogma (2/2)

Anécdotas en mi vida, donde personas presuntamente ilustradas se indignan dogmáticamente ante las dudas y preguntas que realizo ante sus "verdades" encontradas, me obligan a ese compromiso con el escepticismo. En cierta ocasión, me encontraba tratando de salvar la vida a un animal con múltiples problemas físicos -seguramente, somatizados ante la falta de cuidados que había recibido-, con continuas atenciones y visitas al veterinario; ciertas personas, practicantes de reiki, provocaron mi indignación y afirmaron sin ninguna ironía la posibilidad de transmitir energía al animal a distancia -creo que era utilizando un objeto que actuara como símbolo-. El problema no radica en que las personas practiquen lo que les venga en gana que les pueda reportar una serie de beneficios, el auténtico problema -y algo de pena diría yo- viene si las personas acaben creyendo científicamente, como era el caso de estas personas, que pueda existir energía negativa y positiva -el reiki es de origen japonés, pero podemos encontrar algo similar en el feng-shui o en el taichi, originados en China y que buscan la canalización de energía en el espacio y en el cuerpo humano, respectivamente-, una especie de conexión energética entre los seres vivos y que algunos "expertos" pueden manipular esa energía en bien de sus semejantes -y más irrisorio aún, la posibilidad de hacerlo… ¡a distancia!-. En otra ocasión, una persona me habló de las terapias de regresión, afirmando sin ninguna duda sus recuerdos de una "vida anterior". Mi estupor era indescriptible cuando no admitía ninguna duda ante lo que consideraba haber vivido en otro cuerpo y haberlo recordado perfectamente gracias a esta técnica o terapia; el dogmatismo llegaba a un punto en que, ante mi comentario sobre lo inescrutable todavía en el conocimiento humano en lo que atañe a la mente humana, afirmaba con indignación que ésta -la mente humana- era mucho más simple de lo que creíamos. La lista de psicologías alternativas que poco o nada tienen que ver con el estudio serio de la mente es interminable. La terapia de regresión parece que tiene un origen sicoanalítico y pretende acceder a experiencias pasadas para poder cambiar contenidos de tipo inconsciente de nuestra mente que pueden ser causa de males actuales; los críticos de esta técnica afirman que los recuerdos pueden estar inducidos por la misma terapia, en lugar de ser inconscientes, tal y como ha demostrado múltiples veces la Psicología Cognitiva. Son dos casos que me resultaron cercanos, no deseo con ello ridiculizar a nadie -muchas veces, nuestra reacción ante una defensa de lo que creemos es desmedida-, pero sí quería que sirvieran como ejemplos de esa conversión en dogma que tan peligrosa resulta para el progreso.
En el Mundo Occidental se puede decir que se vive una época de retroceso de la Razón, el oscurantismo gana posiciones y las creencias son cada vez más anticientíficas y antirracionales. Creo que hay que afirmar sin ambages que la sociedad española se caracteriza por una pérdida de formación cultural, por su escasa preparación científica, donde los medios no solo no divulgan el conocimiento sino que abundan en la especulación absurda y en datos acientíficos. El ejemplo más evidente es el programa "Cuarto Milenio", de una canal de televisión que pretende ser una opción progresista -esta palabra produce cada vez más hilaridad en la sociedad mediática en la que vivimos-, con divulgación de auténticas imbecilidades especulativas en lo paranormal, sin el menor análisis racional que actúe de balanza y presentados con cierto atractivo esotérico para que atraiga el morbo de la audiencia. Ya Hume afirmó hace tiempo, de manera brillantemente sencilla, que "las afirmaciones extraordinarias necesitan pruebas extraordinarias". Se puede extender lo mencionado anteriormente a la política y a los problemas sociales, con puntos de vista limitados, excesiva subjetividad -con todo lo que tiene de delicada tal afirmación, soy consciente- y, finalmente, de clara manipulación. La mayoría de los medios produce programas incalificables: ocultismo, astrología y, en general, pseudociencia de toda índole, el falseamiento de la realidad más evidente que alimenta la ignorancia. A pesar de algunos, podemos considerar la historia también como una ciencia y observamos también como pseudoprofesionales manipulan los datos históricos por su propio beneficio y, entonces, la escasa memoria que poseen las personas jovenes se encuentra además pervertida.

domingo, 17 de febrero de 2008

El combate contra el dogma (1/2)

La palabra "escéptico", empleada peyorativamente por algunas personas de afán dogmático, me parece hermosa. Su origen está en la Antigua Grecia y viene a significar algo así como "el que mira o examina cuidadosamente"; se puede decir que el fundamento de la actitud escéptica es la cautela, la circunspección. El escepticismo se convirtió en doctrina filosófica, de enorme valía en mi opinión para combatir todo dogmatismo, con un aspecto teórico, que afirma que no hay ningún saber firme ni una opinión absolutamente segura, y una vertiente práctica, que se niega a adherirse a ninguna opinión en base a lo que se llamó la "suspensión del juicio".
Como declara el periodista científico Mario Bohoslavsky en una especie de manifiesto escéptico, es inadmisible que la Razón admita como cierto algo porque esté repetido hasta la saciedad -esos nos lleva a una famosa sentencia de un ministro nazi- o por su aceptación por mucha gente o porque lo afirme gente aparentemente ilustre. El camino de la lucidez siempre es más duro, menos transitado, obliga a detenerse ante cualquier afirmación, a ir con más lentitud y a examinar constantemente.
Se puede decir que lo contrario del escepticismo es la credulidad, la aceptación de la verdad sin ningún análisis, bien por falta de preparación intelectual, desidia, comodidad, respeto a la autoridad -sea cual fuere, muchas veces revestida de preparación técnica o científica-, respeto a lo establecido, entre otras razones. Desgraciadamente, algunas viejas supercherías se mantienen con otra forma, adaptadas a los nuevos tiempos -un tiempo en el que los valores de la Ilustración quizá no hayan triunfado o hayan fracasado en muchos aspectos-, y siempre encontramos embaucadores dispuestos a jugar con la buena fe de las personas, disfrazados muchas veces de científicos, utilizando un lenguaje técnico en su afán de adhesionarse el mayor número de personas.
Bohoslavsky habla de escépticos pasivos, que sonríen con desdén ante la estupidez de personas crédulas, y de escépticos combativos, que actúan contra el oscurantismo, desafían a los profesionales de la mentira con sus propios puntos de vista escépticos y no piensan que la gente sea tonta, sino que está desinformada. El que subscribe se obliga a ser un escéptico activo y, desgraciadamente, me encuentro constantemente con personas que han abrazado "su" verdad y son incapaces de escuchar un posicionamiento crítico, de aceptar la condición seudocientífica de lo que afirman -al margen de su "validez" empírica, tal vez para ellos y para otras personas- y de entender que nada más lejos de mi intención que señalar su ignorancia o estulticia o de caer yo mismo en el dogmatismo en mi afán escéptico -este punto también se ha discutido en la historia del pensamiento, pero creo que, a estas alturas y con las ideas claras, corresponde más al juego filosófico que a la realidad práctica-. Muchas de estas creencias -atentos a las sabidurías orientales tan de boga hoy en día- pueden tener una base verdadera, con cierta tradición filosófica, en el estudio de la naturaleza y el ser humano, pero el problema lo encontramos en su conversión en dogma, en que se planteen interrogantes que corresponden al terreno de lo sobrenatural y desemboquen en algo parecido a una religión, en que se acepte la seudociencia, lo paranormal, como una ideología y filosofía vital, y se acepte una supuesta "verdad" -en la religión tradicional sería revelada, en este caso la finalidad será parecida, de base falsamente natural o cientifica- que impide el progreso y el pensamiento crítico. No quiero confundir ni contraponer la tolerancia que se pueda tener hacia la búsqueda de salud o de alguna suerte de consuelo, que puedan buscar las personas en ciertas doctrinas o terapias alternativas, con un fuerte compromiso con una búsqueda del conocimiento que amplíe el horizonte del saber y una práctica vital coherente, la superstición siempre es dañina.

sábado, 16 de febrero de 2008

La filosofía individualista (2/2). Una bella reafirmación de la personalidad

Naturalmente, el pensamiento individualista extremo puede chocar con el colectivismo o comunismo de otras vertientes anarquistas al desconfiar de toda organización, económica o no, que pudiera desviarse hacia formas burocráticas. Sin embargo, como ha señalado el historiador italiano Gaetano Manfredonia, hay ocasiones en que la interpretación alternativa de clásicos como Proudhon o Bakunin contribuyen al enriquecimiento y la singularización de unas ideas que sitúan al individuo como punto de partida de toda emancipación colectiva. Como afirmó Mella, el individualismo no debe enfrentarse a la realidad social, "somos porque coexistimos", la relación de igual a igual ensancha nuestra esfera de acción. Otro pensador español, el controvertido Federico Urales, largamente enfrentado a la asociación anarcosindicalista, la cual consideraba peligrosamente centralizadora, consideraba la consciencia individual como base o punto de partida de cualquier modelo organizativo; para Urales, anarquismo e individualismo son la misma cosa y tratar de nombrar ambos como conceptos diferentes hace caer en una especie de reiteración o "pleonasmo"; sin embargo, era muy crítico con la filosofía de Stirner o Nietzche, con esa liberación del "yo" que podía degenerar en un egoísmo antisolidario. La libertad individual se enfrenta, según la tradición libertaria, a la autoridad -política, económica o religiosa- y no a la sociedad. En la obra de Proudhon, defenestrado por Stirner como socialista autoritario, se puede encontrar un equilibrio entre la preocupación por el individuo y los intereses de la sociedad: "el individuo es el hecho primordial y la sociedad, su término complementario". A Bakunin se le puede considerar a la vez como individualista y societario, aunque colocó al individuo como primer beneficiario de derechos, pero siempre entendiendo que el lugar donde la libertad y el carácter del individuo se desarrollaban plenamente era en la sociedad de iguales; ya hemos visto que el "único" stirneriano es previo a cualquier sociedad por lo que niega esta concepción -presente también en la obra de Kropotkin- en la que el hombre, sin la capacidad de humanizarse en sociedad, cae en un proceso de animalización. El italiano Malatesta se va a mostrar como uno de los más feroces críticos de los anarquistas individualistas. Si las premisas básicas de éstos pueden ser: la sociedad debe ser un agregado de individuos autónomos, completos en sí mismos, y que colaboran cuando hallan algún interés; que estos individuos son libres de abandonar la sociedad cuando sientan su libertad menoscabada; que siendo la tierra y los modos de producción libres y una clase organizada no dominará sobre otra, nadie estaría obligado a vivir en sociedad; que, finalmente, la llamada "armonía por la ley natural" actuará como freno de los intereses antagónicos y de la pluralidad de voluntades para que no se produzca la lucha. Si la competencia y la propiedad individual -extensión de su libertad- se dan dentro de estas premisas individualistas, los comunistas anárquicos abogaban por la destrucción de la propiedad individual considerando el trabajo como una necesidad fisiológica. Malatesta rechazaba el armonismo -la llamada ley natural- individualista al considerar a cada persona como un ser integrado en la sociedad sin la cual permanecería anclado en una animalidad brutal; vemos que el lúcido anarquista italiano era un digno heredero de las posturas de Bakunin y Kropotkin.

En este amanecer de nuevo siglo, cuando el anterior ha sido terriblemente convulso, se ha desembocado en una triste calma donde la mayor parte de los individuos han interiorizado los tristes postulados del pensamiento único generado por estructuras autoritarias mayoritariamente económicas. Si la tendencia es a equilibrar nuestra ambición individual -ya sea de forma hedonista o intelectualmente- con el contexto social, político y económico, un pobre margen nos deja el sistema imperante actual -sustentado en esa mezquindad del fin de la historia y de las ideologías-; la pobreza filosófica o espiritual de las religiones monoteístas -base para una actitud servilista o dominadora- hace que muchas personas busquen respuestas en otras tradiciones -como las filosofías orientales- que parecen permitir un margen doctrinario más amplio. Pero no hay, quizá, mayor riqueza de espíritu -entendiendo tal como fortalecimiento de la voluntad, del ánimo, de esa reafirmación de cada personalidad específica- que la de ese amor a la vida preconizado por los anarquistas individualistas -Urales tenía razón, caigo en la reiteración al mencionar los dos conceptos, no existe uno sin el otro-, la de esa obligación de vivir intensamente una vida breve, exenta de principios superiores o trascendentes; el eclecticismo, el anti-dogmatismo, las tradiciones de radicalismo liberal -palabra que uso sin miedo a pesar de su perversión actual, que habla de libertad económica para encubrir la dominación-, de expansión del pensamiento sin límites, de culto a la sabiduría, de un racionalismo de base humanista, de liberación sexual, de una moral acorde con los valores antiautoritarios, fraternales y solidarios, conductora del pensamiento y de las acciones -personalmente, rechazo el nihilismo en que puede desembocar la rigidez del pensamiento stirneriano-, conceptos que todavía encuentran demasiados obstáculos culturales o institucionales en nuestras diferentes sociedades humanas y que los anarquistas recogen ya en sus orígenes, no de una manera doctrinaria o cerrada sino asumiendo un progreso, una liberación constante en el individuo.
Este texto, se puede encontrar íntegro en acracia.org
Fue publicado en Tierra y Libertad núm. 202

viernes, 15 de febrero de 2008

Filosofía individualista (1/2). Un repaso a la tradición anarquista

El anarquismo, para mí, supone el punto culminante del librepensamiento (una especie de liberalismo radical en tensión permanente con los valores de no-dominación) y, por lo tanto, en su misma base se halla un individualismo extremo, una defensa radical de la libertad individual entendida como derecho absoluto de cada ser humano a actuar ateniéndose únicamente a los dictados de su propia conciencia y de su propia voluntad; existe también en la herencia libertaria la afirmación de que cada personalidad tiene un valor único, insustituible, cuya expansión no debe verse limitada por ninguna frontera externa. Las diferentes doctrinas religiosas, políticas o económicas han hecho del individuo una pieza más de su engranaje -aunque la justificación fuera hacerlo el fin de sus designios como partícipe de una supuesta realidad magnánima- sin atender a su valor personal por sí mismo. En las diferentes sociedades, la mayoría de los hombres se conforman con ser determinados por el medio: el anarquista, en cambio, se esfuerza en determinarse por sí mismo. La tendencia libertaria es suscitar en los individuos el mayor conocimiento en el sentido empírico, demostrar y asimilar el antiautoritarismo en los diferentes ámbitos del ser humano: ético, intelectual, artístico, social, económico... Es difícil encontrar en otras ideologías, supuestamente emancipadoras, respuestas a las necesidades que se desprenden de la defensa del individuo; una de las riquezas de la heterodoxia doctrinal libertaria ha sido tratar de responder a esos interrogantes.

Stirner -auténtico apóstol del anarquismo individualista, aunque él mismo jamás se calificara como tal, y cuya obra "El único y su propiedad" se puede considerar una auténtica "biblia", si se me permite la terminología religiosa- consideró que el hombre era centro de toda reflexión y aun de toda realidad; pero no el hombre en general, ni como representante de la Humanidad abstracta, sino del individuo, de "mí mismo" en cuanto "yo" único. El "Único" de Stirner existe absolutamente y es previo a toda exterioridad, tanto de la formada por el espíritu objetivo, como de la constituida por los "yos" ajenos. Sólo en la absoluta independencia del "Único", libre de toda coacción, se encuentra la posibilidad de unirse libremente con los "Únicos" ajenos; de esta manera, es posible conseguir la libertad auténtica, convertir la unión forzada en unión libre, y la universalidad de la idea en universalidad de la unicidad. Stirner consideraba que el hombre debe fundar sobre sí mismo su causa, rechazando causas superiores o voluntades ajenas, aunque invocasen su propio bien.
Mención aparte merece la tradición liberal radical norteamericana con un fuerte sustrato individualista y antiestatista. Muy conocida es la actitud de desobediencia y resistencia a la arbitrariedad del poder preconizada por Thoreau, otro autor que jamás se llamó anarquista; los que sí se considera como a tales son Warren -que evolucionó hacia un individualismo feroz en la que la sociedad debía adaptarse a sus necesidades, lo que le sitúa cerca de Stirner- y Tucker, que abogaba por una ética social en la que no se debía transgredir las fronteras de la libertad ajena y resultan tremendamente importantes sus intentos de establecer conexiones entre las tradiciones culturales de su país, la consolidación conceptual del anarquismo europeo y la filosofía individualista.
Un claro divulgador del pensamiento stirneriano fue el francés Armand con gran preocupación por las cuestiones sexuales, las cuales asociaba a la liberación individual. Otro autor galo, quizá más innovador, fue Ryner, cuyo pensamiento ecléctico es difícil de clasificar; creía en un cambio interior del individuo, huyendo de toda autoridad externa, y apostaba por la fraternidad y preocupación por el otro -alejándose del egoísmo de raíz stirneriana-; su heterodoxia hacía que viera precursores del individualismo en filósofos del la antigüedad como epicúreos, estoicos o el mismo Platón.
Aunque el interés de los anarquistas por el individuo y el individualismo ha hecho que consideren a autores como el mencionado Stirner, Nietzsche -quién habló de su admiración por la obra stirneriana- y Tolstoy como parte de su tradición cultural, el mismo Bakunin afirmaba que el individuo era la única realidad y que la voluntad de la sociedad, tan continuamente invocada, no existía; dos de los más brillantes teóricos en España, como Ricardo Mella y Anselmo Lorenzo, sostenían, el primero, que el llamado "derecho social" suponía el "sacrificio del individuo en el altar de la sociedad", un misticismo nuevo, tan tiránico como el antiguo y el segundo negaba la existencia de una soberanía popular, justificación moderna para la autoridad del Estado, reivindicando la individual que resulta absoluta e indivisible. Los italianos Malatesta y Berneri, movidos por un humanismo, también inequívocamente adherido al anarquismo en su historia, insistían en contemplar a cada ser humano por encima de cual fuere su condición o degradación; el humanismo anarquista, afirmó Berneri, garantiza el desarrollo de la personalidad del individuo.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Paco Vidarte


Paco Vidarte era, además un combativo e inconformista militante, incansable luchador por los derechos de aquellos que se sentían diferentes, Doctor en Filosofía por la UNED y Profesor Titular del Departamento de Filosofía en dicha universidad, en la que introdujo la teoría queer.

Su último libro es "Ética marica", subtitulado "Proclamas libertarias para una militancia LGTBQ", en el que pretendía buscar nuevas vías para hacer política dentro del llamado movimiento LGTBQ (lesbiano, gay, transexual, bisexual o queer) y un mayor compromiso solidario para la lucha contra la homofobia. No pretendía dar voz a todo un colectivo homosexual o transexual, consideraba que ·es mucho más jodido ser trans que marica, incluso sigue siendo mucho más jodido ser lesbiana que maricón". En palabras suyas, su última obra es una especie de petición de auxilio, ante la inexistencia de un proyecto ilusionante ajeno y propio, una llamada a la movilización colectiva frente a las élites de todo tipo; no duda en utilizar una lenguaje directo y visceral ante la indignación que le produce el estado de las cosas, el fascismo "dentro y fuera del movimiento gay".

"Yo confío en que un puñado de peña diversa ya habrá en este puto país que se leerán con gusto mi cabreo, mis ilusiones, mi intento de hacer algo, mi apoltronada llamada a la acción, a la crítica, al inconformismo, a resucitar antiguas consignas, a acabar con el buen rollo, a aumentar la crispación desde este otro lado −todo está crispado menos el mundo marica, ¿no es grande?−, a mentir, joder, putear, desestabilizar, desenmascarar, insultar, arrastrar por el barro a quien sabemos que les jode, a mí me la suda que me arrastren por el barro, soy de barro, tengo los pies de barro, el coño de barro. A todos los que les apetezca gritar, desahogarse, atacar, formar un frente marica, cualquier cosa que moleste, molestar, molestar, salir de la apatía, ser responsables".
"Al resto, que les den".

"Ética márica" fue escrito el pasado verano en un corto periodo de tiempo. Su autor sabía que un jodido bicho le corroía por dentro.
Paco Vidarte falleció el 29 de enero de 2008 en Madrid, como consecuencia de un linfoma asociado a la infección del maldito VIH.

lunes, 11 de febrero de 2008

China y los derechos humanos



Amnistía Internacional nos recordó el sábado 9 de febrero, con la excusa de la celebración del año nuevo chino, en la plaza Santana de Madrid, que el Código Penal del Estado Chino se sigue utilizando como instrumento para reprimir la disidencia: conceptos ambiguos como los de "separatismo, subvesión, alteración del orden público, robo de secretos de Estado..." se utilizan para procesar a personas que participan en la defensa de los derechos humanos. Ni siquiera está garantizado el acceso a un abogado a todos los sospechosos, durante la fase de investigación de la prisión preventiva.
Si en junio de 2007 eran aproximadamente 6.000 las familias desplazadas a causa de los preparativos de los Juegos Olímpicos, cálculos actuales no oficiales apunta a una cifra muy superior. Se trata de la violación de un derecho fundamental como es el de la vivienda.

Para más información, pincha aquí.

Para firmar la campaña, aquí.

domingo, 10 de febrero de 2008

La auténtica información

"No dejéis nunca que la verdad os prive de una buena historia"
El magnate William Randolph Hearst, a los periodistas que trabajaban para él

Me parece fundamental, para ser auténticamente consciente de lo que se oculta tras las apariencias de la política y de la sociedad, establecer dudas de las ideas establecidas que recibimos continuamente, pensar con criterios propios usando nuestra inteligencia para tratar de acercarnos a la verdad. Ésta, no resulta sencilla de definir ni de formular pero, al menos, creo que es nuestra obligación acercarnos a una explicación exacta. Pienso que es una postura extremista el aislamiento total respecto a los grandes medios de comunicación; es esencial estar informado por muchos frentes, incluidos los controlados por las grandes empresas o instituciones, pero es exigible una mayor crítica con lo que se está leyendo o recibiendo. Es vital, por lo tanto, la continua información -sin la misma, no puede existir democracia-, pero también una crítica constante de la misma; sin el hábito de leer constantemente y hacerlo de manera activa, se prepara el terreno para la manipulación y el embrutecimiento, de tragar con lo que nos echen, de aceptar la realidad tal y como se nos la presenta.
Hay que comprender, en primer lugar, que los periódicos generalistas, así como cualquier otro medio de ese tipo, lo que desean es vender ejemplares y formar opinión -quizá, por este orden-, por lo que debemos deshacernos de esa idea tan sectaria e ingenua de que un diario u otro representan alguna línea política; tal vez puedan hacerlo en cierto sentido, pero perfectamente ajustada a los parámetros del poder, yo me refiero a que no existe una orientación auténticamente transformadora. Puede ser que trabajen más profesionales “progresistas” en el diario El País, pero considerar que eso suponga una defensa de la clase trabajadora, de los desfavorecidos, resulta disparatado. Es posible que hace tres décadas, cuando la Transición abría una etapa esperanzadora, pudiera resultar creíble para muchos tal cosa; patético resulta en la actualidad seguir sosteniendo tal afirmación después de varias legislaturas “socialistas”, con todo un imperio mediático -terrible resulta la idea de alguien que solo se informe por medio de un diario, una radio o una cadena de televisión, concentradas en las mismas manos- puesto al servicio de un partido que todavía conserva la palabra obrero en sus siglas y la instauración de otra democracia burguesa más en este país -sí, burguesa, no hay que tener miedo a las palabras y no temo que me acusen de usar una terminología anacrónica; recomiendo a los escépticos que echen un vistazo a la definición de la palabra “burgués” y observarán cómo somos capaces de tragarnos el cuento y formar parte del sistema-.
Nuestra democracia formal no utiliza ya, como en otras formas de gobierno, claros instrumentos de coerción, sino que el asunto se vuelve mucho más sutil y, en gran medida, bien de forma consciente o por omisión de información, es posible que el aparato estatal se sustente en una continua propaganda incapaz de cuestionar, ni de profundizar, en los problemas políticos o sociales.
Por otra parte, los medios de comunicación están muy implicados en la economía capitalista; por esto, defenderán una concepción del mundo ajustada a ella, una continua afirmación de que vivimos en el mejor de los mundos posibles y no existe, por lo tanto, una alternativa política ni económica. Me da la impresión que los profesionales de la información se van adaptando a este esquema y si no existe una censura clara -que no digo que no la haya, estoy seguro de que muchas voces son acalladas de manera sistemática, de una manera o de otra-, sí existe la autocensura del que informa, resultando más perversa, si cabe , ya que la domesticación esta asegurada. Estoy hablando en términos generales; existen voces honestas, independientes y discordantes, ajenas a las estructuras del poder y celosas de su independencia, pero que resultan muy débiles, en el conjunto, para hacer el más mínimo daño.
Si alguna vez pudo considerarse que el llamado “cuarto poder” podía criticar desde fuera el funcionamiento político, hoy se ha convertido en un poder más que defiende sus propios intereses y, coyunturalmente, los de alguna opción política que le garantice su parte del pastel. No me olvido de los medios propiedad de la institución católica, garantes, según afirman en sus promociones de los últimos años, de una información libre, pero lo que defienden y afirman, en numerosas ocasiones, me parece tan grotesco y carente de sutileza que la cosa habla por sí misma. Recomiendo, eso sí, por favor, a las personas que se consideran católicas en este país, igual que hacía anteriormente generalizando en el conjunto de la sociedad, que sean igualmente críticas y autoconscientes, dejando a un lado las creencias individuales de cada uno, para no dar protagonismo al prejuicio y a la ligereza allí donde se debe profundizar y racionalizar.
Otra gran perversión de la información -y del profesional que la maneja- en los tiempos modernos es su conversión en espectáculo, el sensacionalismo que busca acaparar atención a cualquier precio y que conlleva observaciones no contrastadas. Si manipulaciones informativas han habido siempre, las modernas técnicas digitales suponen que el documento visual, que siempre ha tenido mayor credibilidad, adquiera otra dimensión en cuanto al trucaje de la realidad, situando en una situación de absoluta indefensión a los profanos en la materia. Es necesario mantener una distancia acerca de lo aparente, o sobre lo que nos proporcionan nuestros sentidos, en un mundo donde la primacía de la imagen sobre una investigación sólida y veraz es un hecho.
Paralelamente a la confusión informativa, la sociedad de consumo tiende a crear necesidades artificiales para los ciudadanos, de manera individual, lo cual contribuye al aislamiento. Alguien lo definió como la “filosofía de la futilidad” y me parece muy acertada la frase. El mercado, y la publicidad que lo sustenta, convierten a los seres humanos en apáticos, e inconscientes en un sentido político; son pocos los que escapan a esta situación y si lo hacen y combaten lo que consideran perverso es posible que sea después de un proceso de interiorización de muchos de sus valores. No quisiera que mis palabras resulten tremendistas, únicamente que inciten a un continuo análisis de nuestro entorno y cotidianeidad. La información y la educación son primordiales -en todas las etapas de la vida de una persona, pero queda quizá muy marcada por la de sus primeros años- y si los valores académicos resultan ya muy cuestionables, con su reproducción de un sistema ferozmente competitivo y jerarquizado, la abstracción que hace la sociedad de consumo de unos valores sólidos de solidaridad, compasión, o valores humanos en general, resulta determinante -no quiero negar su parte de grandeza y libre albedrío al ser humano, pero tal vez uno de las factores que más influye en él sea el ambiente donde vive y la educación que recibe-.
La concentración de recursos y poder no hace fácil la creación de medios alternativos, pero si las personas corrientes nos unimos, creando estructuras de información paralelas, independientes, con un estudio de la realidad, una síntesis de la información adquirida que pueda acercarse a la verdad -junto a las vivencias de las personas, mucho más valiosas-, y una utilización de la técnica no alienante, las cosas pueden cambiar -estoy hablando de la cuestión mediática pero esto es extensible a cualquier otro proyecto- y puede haber una educación recíproca entre personas y pueblos. No existe un gran poder totalitario que todo lo controla, no hay ningún “gran hermano” que nos observe continuamente -al menos, si no se ha interiorizado en el individuo, como sostenían algunas de las teorías del filósofo Foucault-, sino que el poder está lo suficientemente descentralizado para que la tensión libertaria, individual o colectiva, sea posible. Todo régimen, lo eran incluso los más represivos, es susceptible de ser erosionado cuando la presión pública y los movimientos sociales se convierten en importantes, y reclaman su espacio.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Plataforma "El mundo contra la guerra"

Ayer asistí a la primera reunión de esta plataforma en Madrid, donde se quiere convocar, para el 15 de marzo, una manifestación masiva contra las guerras (TODAS las guerras, incluidos por supuesto los conflictos en Afganistán y El Libano, donde este gobierno socialista ha reforzado la presencia militar y policial española).

Aquí, podéis encontrar el texto del manifiesto.

La próxima reunión será el próximo martes día 12 de febrero en el Centro Social Fe/10 (como su nombre indica, en la calle Fe, núm. 10, del barrio de Lavapiés), donde se irán concretando cosas. Se invita a cualquier individuo o colectivo a que participe.

martes, 5 de febrero de 2008

¿Falta de rigor en el lenguaje? ¿Afán reduccionista?

Un texto en El País de hoy insiste en reducir la política a prácticamente dos posibilidades: los regímenes socialistas de Estado, casi extintos en el siglo XX y con movimientos sociales actuales "infantiles" y "radicalizados" vinculados a ellos -así, generalizando-; y el mundo liberal del siglo XXI -con nula capacidad para reflexionar sobre el fracaso de las ideologías-.

Pues yo mando mi cartita al diario:

"Falta de rigor en el lenguaje"
Exigiría a Jorge Edwards un poquito más de conocimiento ideológico y de rigurosidad en el uso del lenguaje -en referencia a su texto "América Latina y el abecedario político"-. Habla de "anarquismo deshilvanado" cuando se refiere a una supuesta ultraizquierda que se desmelena y radicaliza, surgiendo con "ocasionales brotes de imaginación" para, acto seguido, relatar un ejemplo bochornoso de no sé muy bien qué obra de teatro de mal gusto. Creo que el autor desconoce plenamente lo que es históricamente el anarquismo, lo antitético que resulta, por supuesto, respecto al "comunismo organizado", la guerrilla tipo FARC con sus ejecuciones y secuestros intolerables o el populismo nacionalista de estilo chavista; pero tampoco tiene que estar cerca, necesariamente, de manifestaciones artísticas de dudoso gusto solo porque ridiculicen el poder -en cualquier caso, habría que analizar qué intereses están detrás de ir contra un poder muy determinado-. ¿Son anarquistas los autores de las portadas de la revista El Jueves donde satirizan a la monarquía?. No creo que nadie puede afirmar tal cosa, y mucho menos aludiendo a su supuesto mal gusto -como es el caso de la obra de teatro que menciona Edwards-. Creo que el texto del escritor chileno pretende homogeneizar ideas y actitudes que nada tienen que ver con el movimiento libertario -que, en este país, con tan rica historia, es sinónimo de anarquista- y es por eso que emplea ciertos conceptos muy a la ligera y con afán reduccionista.

viernes, 1 de febrero de 2008

Carlos Giménez: talento, memoria y compromiso en la viñeta


Carlos Giménez nació en el madrileño barrio de Lavapiés, cuando solo hacía dos años del final de la Guerra Civil. Creció en un colegio de Auxilio Social, tal y como quedará reflejado en la serie de Paracuellos, una de sus grandes obras, y allí empezó a dibujar tebeos emulando a los que serían sus primeros maestros, como es el caso de Juan G. Iranzo artífice de las peripecias del personaje de El Cachorro. A los 18 años entró ya a trabajar en el estudio del dibujante López Blanco y, después de pasar por un penoso servicio militar, en algún que otro estudio donde empezó sus primeros pasos como historietista en series alimenticias.
Poco después, se va a Barcelona donde se convertirá en todo un profesional en la agencia Selecciones-Creaciones Ilustradas, donde realiza multitud de trabajos que serán reconocidos internacionalmente. De nuevo esta parte de su vida quedó magistral e hilarantemente inmortalizada en otra de sus grandes obras: la serie de Los Profesionales. Obras que le consagrarán, y que alegrarán la vida de multitud de españoles en la Dictadura, son Delta 99, con guión de Jesús Flores, y Dany Futuro, escrita por Víctor Mora -autor de los populares personajes de El Capitán Trueno y sus posteriores calcos El Jabato y El Corsario de Hierro-.
En 1977 vio la luz en España su obra Hom, adaptación de En el lento morir de la tierra del gran escritor de ciencia-ficción Brian Aldiss representante de la llamada Nueva Ola británica en la literatura del género. Hom es una reconocida obra maestra, de espléndida narrativa, que fue calificada de "maldita" al obtener una primera negativa por parte de varios editores europeos; su no muy agraciado protagonista y su falta de concesiones a la comercialidad no se ajustaban a los cánones del género. Estamos hablando ya de un trabajo donde Giménez explaya su plena libertad y creatividad y refleja sus preocupaciones: un planeta alienígena -por supuesto, trasunto de la Tierra- servirá de escenario para mostrar la lucha de clases y hacer una llamada a la fraternidad de los seres oprimidos y dispersados para superar los problemas políticos y sociales. Giménez muestra a un protagonista aislado, con deseos imposibles de evadirse de los problemas que afectan a su comunidad y que es dominado por una especie de mente-parásito que le obliga a enfrentarse a otro pueblo explotado. El aprendizaje de Hom pasará por comprender que un hombre solo no puede combatir a los poderosos, y volverá a su hogar a trabajar con su pueblo en un sorprendente final donde también aparece la sombra del autoritarismo.

El siguiente trabajo de Carlos Giménez se centra en la situación del país y se convertirá en un valioso cronista de la Transición, con afán de denuncia de un fascismo que actúa como rémora, todo ello con una impagable e incisiva ironía. Fruto de esta época son las obras, publicadas en origen de manera fraccionada en revistas como El Papus o El cuervo: Retales, España Una, España Grande, España Libre y Mano a mano; algunas de ellas llevaban guiones del genial Ivá, el fallecido creador de las conocidas series de la revista El Jueves Makinavaja e Historias de la Puta Mili. Estos trabajos pueden ser considerados, sin temor, como periodismo vivo, comprometidos en su afán de llamar a la resistencia popular frente a la violencia institucional en una realidad española que sufría acontecimientos cruciales para su futuro y que, tristemente, todavía estamos pagando en nuestro presente. Valga como ejemplo una historieta inaugural de la serie España... donde el dibujante deja claro que son los herederos del franquismo los que ahora ocupan el poder. Qué impagable valor tienen estos trabajos, reflejo de lo que se vivía y se pensaba en una época, y cuánto ayudan a recordar nuestra memoria reciente y a combatir las numerosas estupideces que se dicen sobre la llamada Transición a la democracia en España.

Si por entonces ya había recibido algún premio, nuevos reconocimientos llegarán con Paracuellos, la obra que inaugura el bloque autobiográfico del autor que nos ocupa y que conocerá continuaciones posteriores. Es posible que este trabajo sirviera a Giménez como catarsis personal, al contar sus penurias como niño en aquel hogar de Auxilio Social que trató de inculcarle la detestable disciplina "nacional", y que actúe como hilo conductor en la realidad española al simultanear Giménez este trabajo sobre la "educación" fascista con los anteriormente mencionados sobre la Transición. Barrio recogerá la vida adolescente de su autor, y la serie Los Profesionales, ya mencionada, sus primeros pasos como dibujante de historietas. En los años 50, después de abandonar la dureza y soledad del internado de Auxilio Social, se sitúa Barrio; el país con una larga posguerra que retrata Giménez es el de un Régimen terrible, con miles de personas que no encuentran su lugar en esa España oficialmente triunfalista: pobreza, colas de racionamiento, seres humanos convertidos en grotescos y en buscavidas por la miseria… y que forman todo un paisaje del sufrimiento de una España vencida. Sin embargo, la mirada del adolescente que fue se muestra algo esperanzadora, sin caer por supuesto en la nostalgia de una época terrible que hoy se pasa por alto o se pervierte, al haber abandonado su prisión infantil -ajeno tal vez a que todo el país era una cárcel-. Muestra Giménez la solidaridad de las clases bajas en muchos momentos y a pesar de la adversidad de las circunstancias, la conciencia de algunos personajes que continúan leyendo a los clásicos izquierdistas, la brutalidad de ex-combatientes nacionales que perpetúan la contienda civil...

En los últimos años, el trabajo de Carlos Giménez se había centrado en la cotidianeidad, en historias de "gente pequeñita", como él mismo dijo, "muchas veces, las emociones pequeñas son más emocionantes porque quien las emite sabe más lo que cuenta, y quien las recibe las sabe aquilatar mejor". Pero si hay un estupendo colofón para la parte de la obra de Carlos Giménez que actúa como recuperación de la memoria histórica es la reciente publicación de 36-39. Malos tiempos, primer volumen de una tetratología que tiene como escenario la Guerra Civil española y que convierte en protagonistas a los grandes olvidados por los "prestigiosos" historiadores de diversas tendencias: la gente normal, el pueblo que sufrió la contienda, que padeció el hambre y el horror de las bombas. El autor ha especificado que no es su deseo "banalizar el dolor y convertirlo en un espectáculo sanguinolento" sino evidenciar la injusticia de la guerra, el caldo de cultivo que supone para el odio entre los hombres. No cae Giménez en el maniqueísmo y muestra el horror producido en ambos bandos, pero dejando claro quiénes fueron los causantes del conflicto y la institucionalización del terror que hubo en el bando nacional. No será una lectura fácil esta obra, pero está tan cargada de sentimiento y de denuncia contra la guerra que resulta imprescindible.
En 2005 Carlos Giménez fue reconocido por toda su carrera con el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona. Recientemente, el periodista Borja Hermoso denunciaba la situación del gran autor de historietas, sin todo el trabajo y reconocimiento que se merece -a pesar de contar con multitud de premios en la profesión-, y reivindicaba que sus viñetas deberían estar en un museo.

Publicado en Tierra y Libertad 235 -febrero 2008-