martes, 31 de enero de 2012

La polémica entre Sartre y Camus

He manifestado en varias ocasiones mi admiración por Albert Camus y la identificación que los anarquistas hicieron, creo que aquí puedo generalizar, con su hombre rebelde. Camus siempre denunció los desmanes del socialismo autoritario, algo que parece que fue uno de los motivos de disputa con otro gran autor, Jean-Paul Sartre. Esta controversia, que tuvo su momento álgido con la publicación de una devastadora crítica de El hombre rebelde en Les Temps modernes, realizada por Francis Jeanson (discípulo de Sartre), supuso una división en la intelectualidad durante mucho tiempo. Sartre no parecía creer en una tercera vía, a pesar de que sí reconocío las atrocidades del estalinismo, o se estaba con la URSS o con el capitalismo, el cual sumía a la mayor parte de la humanidad en la pobreza, la ignorancia y la explotación. Camus, que era igualmente socialista, se mantuvo siempre fiel a un humanismo y nunca justificó medios inicuos ni dictadura alguna. El autor de El hombre rebelde consideraba que el régimen soviético no era mejor que el capitalismo, y ni siquiera que los sistemas fascistas. Frente al "realismo" de los seguidores de Sartre, Camus insistía en un acercamiento entre ética y política y en la denuncia de toda dominación. Creo poder afirmar que la evolución política de Camus le acercó a los anarquistas, entre los cuales era muy respetado.

No quiero entrar demasiado en el terreno personal dentro de esta polémica entre dos grandes colosos del pensamiento, aunque Camus parece que se mostró más comprometido y congruente con su visión ética y humanista, además de mantenerse firme en su antidogmatismo (algo que ayudaría mucho a la evolución de su pensamiento). La disputa llega a nuestros días, y puede decirse que de dos formas con puntos de vista antitéticos. Por una parte, los partidarios del socialismo de Estado (o autoritario) continúan aludiendo a la justicia social y a la solidaridad como si esos conceptos se hubieran logrado finalmente en esos regímenes. A pesar de mi innegociable crítica al autoritarismo, me gustaría poder decir algo diferente, pero creo que la realidad es que ciertos regímenes "socialistas" han sido una triste realidad a nivel ético y un fracaso a nivel económico. Tengo vínculos con Cuba a nivel personal, y cada vez conozco más cosas terribles (e hipócritas respecto a lo que pregonan desde arriba) sobre aquella sociedad que en nada tienen que envidiar a los valores egoístas y competitivos que fomenta el capitalismo. Insisto, me gustaría decir otra cosa y recuerdo además que mi punto de vista es precisamente socialista, además de humanista y antiautoritario, y no pretende justificar ningún otro sistema. La otra forma en la que la polémica Sartre/Camus llega hasta nuestros días es, tal vez, paradójica. Son los que defienden el capitalismo los que adoptan una postura similar a la de Sartre, ya que en su afán teórico de defender la libertad individual y la prosperidad económica, apuntalan un sistema capitalista que mantiene en la necesidad a la mayoría. Es precisamente, como hizo Camus, denunciando todo sistema de dominación y toda tropelía cometida sobre nuestros semejantes como se buscan modos políticos alternativos que no abandonen jamás la ética y que otorguen un mayor horizonte a la razón. Es una lección para no olvidar.

Otro tema que me gustaría tocar, a propósito del tema de esta entrada, es lo que entendemos hoy en día por "intelectuales". En la asambleas del 15-M se han escuchado voces críticas con la intelectualidad, y me parece bien que así sea, aunque con matices y recordando que no es necesariamente un sinónimo de "líderes". De entrada, si aludimos a Sartre o a Camus y lo comparamos con lo que tenemos en la sociedad actual, podemos llorar o reír. Evidentemente, nada tiene que ver un auténtico intelectual con la mayor parte de los patéticos opinadores mediáticos que observamos a diario. Es cierto que todos poseemos capacidades intelectuales, entendiendo por ello la capacidad para concebir, comparar y juzgar las cosas. Sin embargo, es verdad también que hay personas que han hecho su profesión de ello, por lo que acumulan conocimientos científicos y humanistas, además de mantenerse siempre observadores y estar especialmente adiestrados para la facultades del juicio, la intuición y la crítica (todo esto, al menos en la teoría). Siempre me ha gustado insistir en que, por un lado, todos deberíamos fomentar en la medida en que nuestro tiempo y nuestros intereses nos lo permiten capacidades de ese tipo intelectual y, por otro, recalcar que la práctica se construye conjuntamente con una teoría de horizonte amplio, por lo que la figura innovadora del intelectual me parece importante. Si hablamos de un verdadero intelectual, en el orden que sea, se trata de alguien comprometido con la mejora de la sociedad (es decir, opuesto a todo inmovilismo), sin que esté en ningún caso elevado por encima de ella, y siempre con la más noble intención humanista de transmitir y ayudar a sus semejantes. Efectivamente, no es lo más habitual entre los profesionales de la "intelectualidad", por lo que supone otro terreno donde buscar nuevos modos que huyan de ese dualismo inicuo entre trabajador manual y "trabajador" del intelecto.

domingo, 29 de enero de 2012

El sueño de la razón...

Me he permitido utilizar la gran obra de Goya para reivindicar, más de dos siglos después, una razón fuerte y antiautoritaria. La propondré como portada del periódico Tierra y libertad.


miércoles, 25 de enero de 2012

Grandes tardes...

Os dejo el film Grands soirts et petits matins, el cual tuve oportunidad de ver el pasado viernes gracias a un acto convocado por la Asamblea de Malasaña (Madrid) del 15-M. Se trata de un documental sobre Mayo del 68, realizado por Wililam Klein, con grabaciones cámara en hombro en diferentes localizaciones relevantes del Barrio Latino de París en aquel momento revolucionario, aunque fue montado 10 años después. Son imágenes de gran intensidad, que muestran un acontecimiento vivo en el que las personas tratan de decidir libremente, sin partidos ni profesionales de ningún tipo, con el que podemos realizar muchos paralelismos con nuestro presente del movimiento 15-M (y, por supuesto, muchas diferencias). Amador Fernández-Savater hizo una interesante presentación, en la que recordó el pensamiento del filósofo Alain Badiou, según el cual la historia está determinada por acontecimientos revolucionarios que irrumpen con gran intensidad (como es el caso de Mayo del 68 y del 15-M), no tanto por grandes transformaciones sociales ni por una línea de progreso muy definida (no sé si estoy de acuerdo al 100 %, pero es un análisis a tener en cuenta). La sala donde se proyectó se llenó de gente y luego se produjo un interesante debate, actos como éste son muy importantes para aprender también de la historia.

Si algo le reprocho al documental, es que no tuviera una mayor ambición didáctica, con todo lo delicado que supone eso. Frente a lo que se consideró una tergiversación de Mayo del 68 en los años posteriores, parece que con este trabajo trataba de mostrarse lo que fue en realidad. A pesar de ello, y máxime dado el escaso nivel político e intelectual que tenemos en nuestra sociedad actual, me hubiera parecido importante establecer un hilo conductor explicativo (voz en off o bustos parlantes de los protagonistas). Es curioso, algo que se señaló en el posterior debate, la aparente contradicción que se observa en aquellos protagonistas del momento revolucionario: por un lado, hay que hablar de espíritu claramente libertario (innovación, horizontalidad, negación de los partidos y cuestionamiento del Estado), y por otro, existe una visión más bien rígida, de clase (vamos a llamarla marxista, con precaución), buscando referentes con los socialismos de Estado. Atentos al colofón, con el discurso de De Galle (el cual, volvió a ganar unas elecciones después de aquello), en el que habla contradictoriamente de anarquía (por supuesto, como desorden público) a la vez que advierte del peligro totalitario.



sábado, 21 de enero de 2012

La actualidad del anarquismo desde la sicología

La gran obra El apoyo mutuo, de Kropotkin, toca prácticamente todas las ramas del saber humano, incluyendo la sicología, para tratar de sustentar una interpretación científica de la evolución humana en línea con una sociedad anarquista. Kropotkin, al igual que Aristóteles, y oponiéndose a la visión contractualista moderna que desemboca en la democracia liberal, destaca la sociabilidad del ser humano . El apoyo mutuo sería, no solo garante de la supervivencia de la especie y del progreso, también rasgo fundamental de la sique humana:

"Tal es la esencia de la psicología humana. Mientras los hombres no se han embriagado con la lucha hasta la locura, no "pueden oír" pedidos de ayuda sin responderles. Al principio se habla de cierto heroísmo personal, y tras del héroe sienten todos que deben seguir su ejemplo. Los artificios de la mente no pueden oponerse al sentimiento de ayuda mutua, pues este sentimiento ha sido educado durante muchos miles de años por la vida social humana y por centenares de miles de años de vida prehumana en las sociedades animales."

También en La conquista del pan, Kropotkin se apoya en la sicología y en la experiencia de la humanidad para considerar que la vida cotidiana en sociedad es más estable si se asegura el libre desarrollo de las personas involucradas en sus propios asuntos (a nivel económico, moral, de justicia, etc.). En su escrito Las prisiones, tal vez su obra más sicológica, se adelanta a otras investigaciones al descubrir diversos efectos del ambiente carcelario sobre el comportamiento humano. Su confianza en una educación moderna para prevenir comportamientos delictivos se sustenta, del mismo modo, en los avances en sicología. En esta obra, también reflexiona sobre la influencia de las causas físicas en los actos humanos, negando así el libre albedrío y profundizando en los condicionantes ambientales. También, se adelanta a las investigaciones en neuropsicología cuando señala la importancia de causas fisiológicas, es decir, las que dependen de "la estructura del cerebro y de los órganos digestivos, así como del estado del sistema nervioso del hombre". Hay quien ha querido ver también en Las prisiones un adelanto también a la posterior antipsiquiatría y oposición a los manicomios cuando afirma que "la prisión pedagógica, la casa de la salud, serían infinitamente peores que las cárceles y presidios de hoy".

Como es sabido, en La moral anarquista Kropotkin desarrolla un concepto de la moralidad en base al individuo, a la vida social y a la humanidad en general. Desde esta perspectiva, trata de sustentar la moral desde lo que considera natural, algo que puede denominarse "realismo ético". Pero la visión kropotkiniana no es reduccionista, si pude hablarse de naturalismo en ella, también de utilitarismo cuando señala que el amor, la cooperación y el apoyo mutuo son muy beneficiosos para el desarrollo de la especie humana. Otro concepto importante en esta obra es el de "autonomía moral", según el cual "no hay ley fuera del fenómeno; cada fenómeno gobierna al que le sucede, no la ley". Como en tantas otras cuestiones, al día de hoy no creo que se tengan las respuestas definitivas sobre si es posible conciliar una cosmovisión armónica y horizontal con la autonomía individual, e importante es seguir reflexionando e indagando en ello.

Malatesta es otro autor que reflexiona sobre lo importante del paso del ser humano de lo biológico a lo cultural, considerando que es el desarrollo cerebral, el lenguaje y su creatividad lo que le hace potenciar su ya connatural sociabilidad:
El hombre, que salido de los tipos inferiores de la animalidad, se hallaba débil y desarmado para la lucha individual contra los animales carnívoros, pero dotado de un cerebro capaz de notable desarrollo, de un órgano bucal apto para expresar por sonidos diversos las diferentes vibraciones cerebrales, y de manos especialmente adaptadas para dar forma deseable a la materia, debía sentir bien pronto la necesidad y calcular las ventajas de la asociación. Puede decirse que salió de la animalidad cuando se hizo sociable y cuando adquirió el uso de la palabra,consecuencia y factor potentísimo, a la vez, de la sociabilidad. ("La anarquía", recopilado en Escritos, Fundación Anselmo Lorenzo 2002).

En Nuevas perspectivas desde la psicología social crítica (Universidad del Valle, Santiago de Cali 20011),  Andrey Velásquez y Yuranny Helena Rojas consideran que se ha formado un valioso proceso, en la actualidad, entre la sicología como ciencia social y el anarquismo como teoría emancipatoria. Es lógico que así sea, ya que represión síquica y represión social suelen ir unidas y no hay que perder de vista la dimensión de una y de la otra. Una de las tareas del anarquismo, precisamente, es romper esa dicotomía entre individuo y sociedad. Por ejemplo, Tomás Ibáñez, catedrático de psicología social en la Universidad Autónoma de Barcelona, responde a la preguntá de por qué conocer una sicología libertaria: "para avanzar a un mundo sin Iglesias, para promover prácticas de libertad y para intentar desmantelar las relaciones de dominación" ("Invitación al deseo de un mundo sin Iglesias, alias, variaciones sobre el relativismo", Fermentum,17). En este sentido, muchos autores posmodernos que rechazan los grandes discursos emancipatorios se han mostrado partidarios de una especie de anarquismo deconstructor, y la sicología social parece nutrirse en parte de ellos. Sin embargo, es rechazable establecer una férrea división entre el anarquismo del pasado (supuestamente caduco) y un anarquismo posmoderno. Sensibles siempre a ser oxigenadas, por supuesto, las ideas libertarias son confirmadas una y otra vez por la realidad social, y jamás pueden renunciar a su dimensión polìtica y liberadora.

En diferentes países, existe una fuerte tendencia académica a interesarse por el anarquismo: en julio de 2009, en el 53 Congreso Internacional de Americanistas, tuvo lugar el simposio "Anarquía-Anarquismos; História e Atualidades nas Américas", en el que hubo 24 ponencias; en México, la Asociación Oaxaqueña de Psicología publicó en 2006 el Manifiesto de la Psicología Anarquista, en el que se planteaban diferentes puntos de vista de la sicología mexicana proponiéndose una plataforma organizativa de expertos en el marco de principios libertarios, algo que se extendió a la Universidad Nacional Autónoma de México (una de las más grandes de latinoamérica); en Estados Unidos, Dennis fox es un gran exponente de la sicología anarquista en aquel país, como profesor asociado de la Universidad de Illinois y en su sito web nos ofrece importantes textos y a muchos otros autores del mundo anglosajón. En Brasil, adquiere fuerza una terapia libertaria denominada somaterapia, que se desarrolla en los años 80 de mano de Roberto Freire, que apunta a identificar el autoritarismo, a potenciar la creatividad y a la construcción de una organización social más libre. En Colombia, parece que el interés académico por el anarquismo ha sido más complejo en su desarrollo, pero se creó el Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular, de la Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá, además de existir un sector de la Corporación Cultural Estanislao Zuleta de Medellín que han trabajado con académicos de la Universidad de Antioquía. Otro intento por vincular anarquismo con la disciplina sicológica es el Grupo Estudiantil y Profesional de Psicología Univalle, el cual produjo en 2010 una línea de investigación llamada "Psicología Social Crítica, Comunidad y Anarquismo", con el objetivo de potenciar las prácticas investigadoras en lo referente a temas libertarios y emancipadores. Son ejemplos de la vigencia e interés que tienen las ideas anarquistas también desde un punto de vista sicológico, algo en lo que trataré de seguir indagando.

jueves, 19 de enero de 2012

Las propuestas anarquistas y la evolución sicológica

Veamos si podemos, gracias al trabajo de algunos expertos, buscar la relación entre las propuestas anarquistas y la evolución de la disciplina sicológica. Para ello, vamos a atender en primer lugar el pensamiento de uno de los grandes pensadores anarquistas, Proudhon, el cual se adelanta a su tiempo en cuanto a conceptos sicológicos reconociendo la existencia de inteligencias múltiples que conducen a comportamientos muy diferentes: "...pero la inteligencia del hombre, formada para atender a la vez al destino social y a las necesidades individuales, es de diferente factura, y a esto se debe que la voluntad humana sea infinitamente divergente" (¿Qué es la propiedad?). Por supuesto, Proudhon también reflexiona sobre cuestiones, no resueltas al día de hoy, como son la influencia de lo biológico y lo social o la formulación de principios básicos  comunitarios.

Después de Proudhon, hay que mencionar a Augustin Hamon, el cual realizó una serie de estudios científicos bajo el nombre de "Estudios de Psicología Social". El primero de ellos de llamó "Psicología del Militar Profesional" (1893), con el que trata de demostrarse la poderosa influencia que una determinada profesión tiene sobre la mentalidad de las personas que la ejercen. El segundo libro de estos estudios se llamó "Psicología del Socialista-Anarquista" (1894), el cual quiso caracterizar, gracias a un cuestionario realizado a una cantidad determinada de personas, las diversas particularidades síquicas propias de la mentalidad libertaria. Hamon describió que se recurrió al método positivo para este trabajo, y se utilizó sólo el método racional para confirmar las deducciones extraídas de los hechos relatados. Con este estudio, se quiso demostrar que existen unos rasgos mentales comunes en las personas vinculadas a la ideología socialista-anarquista: espíritu de rebeldía, amor al yo, altruismo, amor a la libertad, sentimiento de justicia, sentido de lógica, curiosidad de conocer y espíritu de proselitismo. No obstante, estas características no parecen darse con igual fuerza, ya que existe cierta subordinación del conjunto a algunas de ellas. Además, parece ser que la estructura síquica del anarquista puede clasificarse también dentro del tipo razonador (según Frédéric Paulhan en Los caracteres, 1894), ya que se trata de personas con un elevado índice de atención, examinan cognitivamente sus sentimientos, deseos, actos, cualidades y pensamientos. Hamon también describe una inteligencia flexible en el anarquista: "por flexibilidad de los sistemas psíquicos, Paulhan entiende su facilidad más o menos grande para transformarse, absorber nuevos elementos y adaptarse a las circunstancias sin deformarse o disolverse. Flexibilidad es sinónimo de plasticidad". Hamon también concibe al anarquista como un ser con más facultades críticas que creadoras, razona más que imagina. Puede existir entonces una subordinación, aunque la imaginación no está anulada, ya que también existe en la mentalidad anarquista un espíritu de innovación y un rechazo al inmovilismo.

Para resumir el estudio de Hamon, veamos sus propias palabras:
"En resumen, el socialista-anarquista tipo, por su mentalidad predeterminada, es un unificado, dueño de sí, reflexivo, contrariante. Tiene fijeza en sus ideas, amplitud en su carácter, pureza en sus tendencias, flexibilidad en su inteligencia. Es ardiente en sus empresas, audaz, enérgico, perseverante en su objetivo, inflexible en sus opiniones, de las que está orgulloso, muy impresionable, tan afectivo como intelectual, más critico que creador, orgulloso y ambicioso de influir sobre los hombres. Su dominante es la pasión social. Su fin característico por excelencia es el proselitismo para poder conducir la humanidad a establecer lo que él concibe como el ideal social. Refiriéndonos al estado mental, debemos decir que se trata del tipo del carácter socialista-anarquista. Es un carácter ideal, medio, correspondiente a todos los adeptos tomados colectivamente, pero que no corresponde a ninguno en particular. Cada individuo socialista-anarquista participa de este tipo, es decir, que su carácter, por ciertas tendencias, entra dentro de las categorías de que hemos hablado. Pero estas tendencias, según los individuos, están en grados diversos de desarrollo, y de la acción de unas sobre otras, como también de la acción de las demás tendencias particulares al individuo, resultan deformaciones más o menos atenuadas, más o menos pronunciadas, tendencias especificas del carácter del socialista-anarquista […] se trata, pues, en definitiva, de un tipo ideal de carácter del cual participaron todos los socialistas-anarquistas, pero que no es el retrato deninguno en particular".

En la actualidad, se valoran las investigaciones de Hamon por la enriquecedora relación que aporta su trabajo reflexivo a sus experiencias específicas vitales. De esto modo opina Alexandre Dorna ("Presencia y realidad de la psicología política francesa", Psicología Política, 16, 1998). Dorna subraya lo penoso de lo escasa acogida que tuvo el trabajo de Hamon; fue una hostilidad, según este autor, de la opinión pública y del ámbito académico sustentada en el rechazo a los enfoques sicológicos de las instituciones políticas y a las ideas libertarias.

Los grandes pensadores anarquistas también tuvieron, por supuesto, preocupaciones sobre cuestiones relacionadas con la sicología. Bakunin lo expresa del siguiente modo en Tres conferencias dadas a los obreros del Valle de Saint-Imier (1871):
"Por perfectamente aislados que os encontréis con vosotros mismos, para pensar debéis hacer uso de palabras; podéis muy bien tener imaginaciones representativas de las cosas, pero tan pronto como querías pensar, debéis serviros de palabras, porque sólo las palabras determinan el pensamiento […] El pensamiento no existe antes de la palabra, ni la palabra antes del pensamiento; estas dos formas de un mismo acto del cerebro humano nacen juntas. Por tanto, no hay pensamiento sin palabras. Pero, ¿qué es la palabra? Es la comunicación, es la conversación de un individuo humano con muchos otros individuos. El hombre animal no se transforma en ser humano, es decir, pensante, más que por esa conversación, más que en esa conversación. Su individualidad, en tanto que humana, su libertad, es, pues, el producto de la colectividad".

La siguiente entrada, estará dedicada a la obra de Kropotkin relacionada con la sicología, la cual merece un capítulo aparte.

martes, 17 de enero de 2012

La sicología anarquista

En algunos textos de este blog, he relacionado desde mi modesto entender la sicología social, disciplina relativamente moderna, con las ideas libertarias. De hecho, parece que se ha hablado incluso de "sicología anarquista", la cual se esforzaría más que ninguna otra en comprender las relaciones entre la sociedad y el individuo. Así, se produce el estudio de conceptos y problemas propios del mundo libertario, como son el poder, el autoritarismo, la educación, la jerarquización, la autogestión o las dinámicas de grupos, entre muchos otros. Recordemos la definición de anarquismo que aporta Amedeo Bertolo en su texto "Poder, autoridad, dominio. Una propuesta de definición" (recopilado por Christian Ferrer en El lenguaje libertario (Libros de Anarres, 2005): "La critica más radical de la dominación explicitada hasta el momento, crítica teórica y crítica práctica".
Por dar otra definición reciente, proponemos la de Nelson Méndez y Alfredo Vallota (Bitácora de la utopía: Anarquismo para el siglo XXI. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 2000):
"El anarquismo es probablemente la corriente política en torno a la cual ha habido más desinformación o equívocos a la hora de describirla. En lo esencial, es un ideal que preconiza la modificación radical de las actuales formas de organización social, que tanta injusticia, dolor, sufrimiento y miseria acarrean a la mayoría de las personas del mundo, buscando suprimir todas las formas de desigualdad y opresión vigentes, a las que considera responsables de esos males, sin por ello reducir un ápice de la libertad individual".

Expresado de un modo elemental, aunque sustentado en numerosas investigaciones modernas, los valores anarquistas son reclamados por una sicología social calificada como "crítica": en general, las personas disfrutan de una vida más plena si participan directamente en los asuntos que les afectan, si cooperan con sus semejantes y si su entorno asegura que las interactuaciones se realicen en igualdad de condiciones. Como cualquier otra disciplina, la sicología ha tenido tendencias al conservadurismo, pero las nuevas visiones críticas se apropian y ponen de manifiesto diversos postulados libertarios, lo que lleva a nuevas formas de concebir y comprender las realidades sociales. Frente a la sicología tradicional, la sicología social crítica se convierte en una nueva forma de mirar el mundo que cuestiona todo lo establecido. Al igual que preconiza el anarquismo, el individuo no puede separarse de la sociedad de la que forma parte, son dos conceptos también inextricablemente unidos para la sicología social crítica. Del mismo modo, se rompe también la división entre teoría y praxis, se busca la solución de problemas reales y cotidianos del individuo en sus relaciones sociales.
Un concepto fundamental que han mencionado los expertos, dentro de una sicología social crítica concomitante con el anarquismo, es el de memoria histórica. Efectivamente, y la realidad española es muy significativa al respecto, descubrir y rescatar elementos del pasado que fueron muy útiles en el pasado para la emancipación de las clases explotadas se muestra fundamental para una mejora del presente. La estructuras de explotación y el conformismo se sostienen gracias a una realidad mediática controlada por un discurso dominante que no es más que un engañoso y alienante "sentido común". Parte de ese discurso dominante no es más que una ideología del poder (de forma paradójica, ya que se sostiene a la vez que las ideologías han resultado perniciosas), que tenemos la obligación de desmontar. Expresado de forma muy radical, pero con mucha razón, por el sicólogo Eduardo Botero: "Vale la pena recordar la dialéctica del amo y del esclavo, desde los griegos hasta hoy; existen los amos, sí, porque existen los esclavos". O como dijo el gran Albert Camus: "¡Ellos mandan hoy, porque tú obedeces!".

Hemos mencionado una sicología social crítica que reclama los valores anarquistas, y merece la pena ahondar de forma somera en su orígenes. En los años 70, nace una sicología radical que plantea los siguientes principios:
-Rechazo a las prácticas sicológicas manipuladoras (en cualquier ámbito).
-Acudir a las causas de los problemas, no solo a los síntomas.
-Holismo.
-Generar prácticas innovadoras que respondan a las necesidades y problemas de las personas.
-Trabajar con las situaciones de la vida cotidiana y transformarlas.
-Denuncia y subversión de relaciones opresivas de poder.
-Transformación social.
Posteriormente, en los 80, se empezó a utilizar el adjetivo de "crítica", pero parece que la raíces de la sicología social radical y la sicología social crítica son las mismas. La sicología social crítica enfatiza la transformación del orden social, es una sicología que se implica en los procesos de emancipación y de cambio social, mientras que el término radical tal vez puede ir más allá en su anhelo de acabar con toda dominación. Una sicología anarquista se alimenta de ambos rasgos, la capacidad crítica de de pensar un futuro diferente, y la capacidad radical que asume que puede acabarse con toda estructura opresiva.

domingo, 15 de enero de 2012

Lipton y su biología de la creencia

Para concluir, al menos de momento, esta serie de entradas dedicadas a la biología, quería hablar ahora de un autor que he conocido recientemente. Se trata de Bruce H. Lipton, cuya obra La biología de la creencia fue recomendada a una amiga mía. Este hombre es un controvertido opositor a la tesis darwinista y el reduccionismo genético, y considera que es el medio el auténtico motor de la vida. Algunas de las teorías de este hombre son muy atractivas, e incluso pueden considerarse libertarias: no existe determinismo biológico alguno, sino un condicionamiento por parte del entorno y de nuestras "creencias" (vamos a llamarlo "determinismo cultural"), por lo que los seres humanos poseemos la capacidad de moldear nuestro futuro; el auténtico motor de la evolución es la cooperación y no la competencia entre los organismos más fuertes. En este último aspecto, hay que recordar a Kropotkin, aunque hay que decir que su teoría del "apoyo mutuo" no se opone necesariamente a la de Darwin, sino que resulta complementaria. Sin embargo, hay otros aspectos que me resultan dudosos, ya que Lipton no habla solo de un ambiente físico, sino de los condicionantes de un entorno "energético" (sabemos que la palabra "energía" es de una polisemia a veces irritante); por otra parte, sostiene que la personalidad y la salud quedan conformados en el vientre de la madre (es la importancia vital de la actitud de los padres, la supuestamente determinante) y en los primeros años de la niñez (hasta los seis años, el sujeto sería altamente sugestionable y totalmente abierto al aprendizaje, así como con una capacidad muy grande para almacenar información).

De manera muy esquemática, vamos a hablar de la tesis científica de Lipton y de cómo se produce este condicionante por parte del entorno. Según este autor, es la membrana de las células (y no el núcleo) el auténtico "cerebro". La información se introduce en la célula gracias a las proteínas receptoras de la membrana, por lo que puede considerarse a aquellas las auténticas responsables de la estructura y de las funciones de los organismos biológicos debido a que las señales medioambientales provocan cambios en sus formas. Por lo tanto, las membranas de las células procesan la información y, si perciben que el ambiente es seguro, la célula funcionará para desarrollarse, y si no lo es, funcionará para sobrevivir. Digamos que la actividad de los genes, aunque importante, está regulada por la presencia o falta de las proteínas reguladoras, las cuales a su vez están controladas por las señales del entorno. Hay que decir que he conocido a Lipton gracias a personas que practican la medicina "alternativa" (término que no me gusta, ya que solo debería haber un tipo de medicina, la que funcione gracias al conocimiento y a la evidencia), y es comprensible, ya que debe entenderse que sus teorías aseguran que la evolución de nuestro cuerpo estaría regulada por las percepciones que poseemos de nuestro entorno (no solo el ambiente físico, cultural y social, también los pensamientos y las emociones).

Lipton reivindica a Lamarck como el auténtico descubridor de la evolución, y según ese autor sería la interacción cooperativa e instructiva entre los organismos y el entorno la que permite a los seres vivos sobrevivir y evolucionar en un mundo cambiante y dinámico. Un ser vivo es en realidad una asociación compleja de gran número de células, y la tendencia hacia comunidades cada vez más grandes vendría a ser un imperativo biológico para sobrevivir. En definitiva, cuanto mejor perciba el organismo su entorno, más posibilidades tendrá para sobrevivir. Es la memoria del subconsciente el más determinante, ya que es donde se almacenan comportamientos, actitudes y creencias; cuando eso ocurre, controlan la biología para el resto de la vida, siempre según Lipton. Hay que decir también que su idea del ser vivo multicelular, Lipton la extrapola a la visión del planeta Tierra como un superorganismo que utiliza la evolución de forma autorreguladora (algo que, cuanto menos, es considerado una hipótesis).

Tengo que decir que, aunque he incluido a Lipton en esta especie de polémica sobre el paradigma darwinista, tengo sentimientos encontrados sobre este autor. Por un lado, se trata de un científico que, equivocado o no, trata de sustentar sus teorías (las cuales, no dejan tener cierta evidencia, al menos en las consecuencias sobre lo determinante del entorno); por otro, y más escuchándole, parece que nos encontramos con otro charlatán que ofrece la salud (¿el éxito?, ¿la salvación?…) a las personas gracias a una correcta actitud o creencia positiva (llega en algún momento a defender el placebo como demostración de sus teorías, magnificando tal vez sus efectos beneficiosos). Estamos de acuerdo en que el ambiente, lo aportado por la familia y la educación, por la sociedad en su conjunto, es muy condicionante para el individuo; esto se produce de forma negativa en la mayor parte de los casos, dados los grandes problemas que se sufren y la herencia y deriva bastante irracional a las que nos vemos abocados en la mayor parte de las sociedades humanas. También, en que el tener un propósito en la vida, algo por supuesto marcado por nuestras "creencias", es muy importante para la existencia humana. Sin embargo, la cuestión no se reduce a la simpleza intelectual de "aprender a cambiar de creencias", que parece que es el tema de algunos talleres ya formados. Por supuesto, tenemos creencias heredadas muy irracionales, más otras que nos buscamos nosotros por nuestra cuenta (como pueden ser algunas nuevas técnicas "beneficiosas"), pero hay que recordar lo importante de muchos otros factores que es importante que cambiemos en la sociedad. Quiero decir que no todo se reduce a un cambio de conciencia o de mentalidad, no sino tenemos en cuenta los muchos otros factores que han conducido a todos esos problemas y enfermedades: materiales, sociales, sicológicos... Proporcionar soluciones simples y aisladas a las personas (como ha hecho también la religión, soluciones que suelen ser consecuencia de una existencia real desfavorable), aunque se presenten como científicas y racionales, me parece cuanto menos digno de crítica.

jueves, 12 de enero de 2012

La polémica neodarwinista

Antes de continuar con otros autores divergentes del neodarwinismo, habría que aclarar la ambigüedad y diversas interpretaciones que supone tal término. Es así de tal manera, que otro importante científico considerado evolucionista, como es Stephen Jay Gould, ha tenido considerables disensiones con Dawkins. Una de las polémicas ha estado, precisamente, en el devastador ataque que realiza Dawkins a la idea de Dios, ya que Gould parece considerar algo en lo que la ciencia no debe meterse (en su obra Rocas de la Eternidad, Gould quiere separar los magisterios de la religión de los de la ciencia, algo muy rechazable). El escepticismo (científico o del tipo que fuere) es aplicable, tanto a la idea de Dios como a la brillante analogía que sugirió Russell con su tetera (o a la divertida, e igualmente ridícula, concepción del Monstruo Espagueti Volador). La concepción de Dios no está fuera de la ciencia, ni de ningún ámbito humano, y cada uno es muy libre de criticarla, junto a señalar lo perniciosa que resulta si así lo considera, desde la perspectiva que sea. Hablando ya de cuestiones netamente científicas, Gould desarrolló la teoría del "equilibrio punteado" (los cambios evolutivos se alterna con periodos de estabilidad), algo que parece que no fue acogido como novedoso por todos los expertos, o su teoría de la exaptación, según la cual la estructura de algunos organismos acaban teniendo consecuencias secundarias diferentes a las de su origen adaptativo mediante la "selección natural" (un ejemplo serían algunas funciones superiores del cerebro humano). Así, Gould quería oponerse a la disciplina llamada sociobiología (el estudio de las bases biológicas de los comportamientos sociales), a la sicología evolucionista (según la cual la sicología y la conducta de humanos y primates pueden ser entendidas al conocer su historia evolutiva) y al determinismo genético. Parece que a Dawkins se le encuadra como defensor de esas disciplinas que parecen sugerir un determinismo biológico; al margen de que sea cierta tal cosa, esa visión es a todas luces rechazable (sin ánimo de ser riguroso, egoísmo o cooperación parecen ser rasgos inherentes, que se convierten en probabilidades sociales según el contexto). Insistiré en que las cosas que he leído de Dawkins no me llevan a considerarlo un científico rígido, o dogmático del darwinismo de forma paradójica, como dicen sus detractores. Si así fuera, por supuesto, me uno a las críticas, aunque siempre con el deseo de indagar para tratar de buscar unas bases sólidas para cada teoría.


Vemos ahora a autores claramente contrarios a Dawkins a y lo que se denomina "reduccionismo genético". Brian Goodwin (1931-2009) era matemático, además de biólogo, y utilizó otras disciplinas (la física, junto a las matemáticas) para comprender los procesos biológicos. Fue uno de las mayores defensores de la biología explicada desde la perspectiva de los sistemas complejos; esto es, un sistema compuesto por diversas partes interconectadas, cuyos vinculos proporcionan información adicional. Lo que Goodwin sostenía es que un embrión no puede ser únicamente producto de determinaciones genéticas, por lo que se esforzará en estudiar los diferentes sistemas de desarrollo para demostrar la existencia de regularidades comunes entre ellos. En definitiva, frente a los que tratan de estudiar el todo mediante las partes (como es el caso de los genes), la visión de Goodwin es de carácter holista, ya que se observa el todo en función de las partes para descubrir propiedades que de otro modo sería imposible. Este autor ha sido el que ha acusado claramente a Dawkins de ser una especie de iluminado (la frase exacta que empleó fue "…para él Darwin fue una revelación", tal vez para tratar de criticarle donde más puede dolerle, dado su ateísmo y rechazo de la religión). Tal y como señaló un compañero hace tiempo interviniendo en este blog, Goodwin realiza una analogía entre la teoría neodarwinista, de Dawkins y la teología cristiana. Siempre según las palabras de Goodwin, la visión de Dawkis se resume en los cuatro puntos siguientes: (1) Los organismos están constituidos por grupos de genes, cuya meta es dejar más copias de sí mismos; (2) de aquí surge la metáfora de que el material hereditario es básicamente egoísta; (3) este egoísmo intrínseco del material genético se manifiesta en interacciones competitivas entre los organismos, que se traducen en la supervivencia de las variantes mejor adaptadas generadas por los genes de más éxito; (4) después se llega a un punto en el que los organismos están constantemente intentando mejorar, adecuarse, y -haciendo uso de una metáfora geométrica- siempre escalando picos dentro de relieves adaptativos(...). Ahora veamos, también con palabras de Goodwin, la visión análoga juedocristiana: (1) La humanidad ha nacido en pecado; (2) tenemos un legado egoísta; (3) la humanidad está por lo tanto condenada a una vida de conflicto y fatiga perpetua; (4) pero existe la salvación. De ese modo, trata de señalarse a Darwin (y supongo que a Dawkins) como portadores de una nueva religión influenciada por el contexto cultural en que se han formado.

Lo que creo que demuestra tanta polémica sobre el darwinismo, neodarwinismo o evolucionismo es que, además de que sea obvio que las teorías de Darwin tenían multitud de fisuras, no todo está resuelto sobre la ciencia. Lo que ayer podían parecer dogmas (palabra odiosa), mañana puede demostrarse como equivocado. Un científico puede ser todo lo rígido y dogmático que quiera, pero sus teorías pueden ser echadas por el suelo gracias a la evidencia de argumentos y hechos basados en el método adecuado. A mi corto entender científico, la teoría de la evolución de Darwin ("esa peligrosa idea", en palabras de Daniel Dennet), a pesar de los comprensibles fallos o carencias que pudo tener, fue uno de los grandes avances en el pensamiento y en la ciencia, y cambió la concepción que se tenía del mundo. Por supuesto, la evolución no es una religión (con sus revelaciones inamovibles) ni una forma de vida, y difícil es que así alguien se lo tome (como sugiere Goodwin que Dawkins desea). Tal y como yo lo entiendo, los dominios de la ciencia y los de la religión (como en cualquier otro campo de actuación del ser humano) están estrechamente relacionados, y siempre tendrán las de perder los obtusos y rígidos de pensamiento. La evolución, por supuesto, debe producirse también en la existencia humana, tanto individual como social.

martes, 10 de enero de 2012

Dawkins, la evolución y los memes

En la entrada anterior, mencioné Richard Dawkins, más como referente ateo que por su trabajo científico (aunque, hay que decir que ambas facetas se confunden). El caso es que he observado cierta animadversión (me refiero dentro de un público mínimamente crítico y librepensador, claro está) debido a que se trata de un científico "neodarwinista" (sic). He de decir, en primer lugar, que esta controversia científica, entre partidarios de la evolución y críticos de ella, se me escapa bastante. Si conozco a Dawkins, es principalmente por la lectura de dos libros suyos, El espejismo de Dios y Destejiendo el Arco Iris. Ciencia, ilusión y el deseo de asombro, que me parecen magníficas divulgaciones científicas y obras devastadoras con la irracionalidad. En cualquier caso, nunca me refiero a ningún autor empleando su discurso de forma categórica, al menos no es mi intención hacerlo, ya que mi sano escepticismo, junto a mi notable ignorancia, tratan de impedir permanentemente que haga tal cosa. Con la mera mención a Dawkins, he observado que solo mencionar su nombre produce esa crítica (se señala su condición "evolucionista" como un dogma y se le acusa también de determinista), aunque insistiré en que mis alusiones no implican que esté de acuerdo en todo con ese autor. Veamos si podemos arrojar algo de luz (sin sarcasmo) a un debate que, a priori, se me escapa un poco (seguro que bastante).

Antes de indagar en otros autores enfrentados al evolucionismo o neodarwinismo, veamos lo que sostiene Dawkins. Este biólogo considera que el gen es la principal unidad de selección de la evolución: "toda la vida evoluciona por la supervivencia diferencial de los entes replicadores (de su obra El gen egoísta). Esta visión, llamada genocéntrica, no implica según el propio Dawkins que la evolución no pueda seguir entendiéndose y estudiándose en términos de individuos y poblaciones. Además, Dawkins acuño el término meme (que sería análogo al gen) para explicar cómo se produce la difusión de ideas y fenómenos culturales. Según esta teoría, llamada memética, la replicación (al igual que ocurre con los genes en los cromosomas) se produce también en la cultura, aunque de forma diferente. Si los cromosomas son unidades naturales independientes de nuestras acciones, la cultura la construimos los seres humanos (no son meras formas conductuales, algo que ya escapa al determinismo). La controversia, junto a acusaciones de reduccionismo, no esperaron demasiado, ya que hablamos de una teoría que afirma que la replicación de unidades de información en el cerebro controla el comportamiento humano (y, por lo tanto, la cultura). ¿Defensa del statu quo?, ¿es Dawkins en realidad un conservador a ultranza? No lo era obviamente Marx cuando afirmó que la cultura era un producto de las condiciones económicas (equivocado o no, y es evidentemente una visión demasiado rígida), y no creo que lo sea Dawkins. Hay que decir que el autor de El gen egoísta, al menos en lo que yo conozco, no resulta categórico y reconoce que la visión darwinista no es la única aplicable a la realidad humana (de hecho, su teoría de los memes, análoga aunque no idéntica, va por ese camino).

Hay que decir que Dawkins, un furibundo detractor de la creencia sobrenatural llega a afirmar que si algo como la religión ha sobrevivido es porque debe conferir alguna ventaja (al igual que los genes no beneficiosos sobreviven). La idea darwinista nos dice que un replicador, el arquetípico sería el gen, es una unidad de información codificada que hace copias exactas de sí misma, junto con eventuales copias inexactas o "mutaciones". Recordemos que Dawkins busca una analogía cultural con los memes, los cuales pueden explicar el "éxito" repetido de cosas como la religión. Al parecer, es Susan Blackmore, en La máquina de los memes, la autora que más ha desarrollado la teoría de los memes. Así, se visualiza un mundo lleno de cerebros (u otro tipo de receptáculos) y de memes compitiendo para ocuparlos. Al igual que los genes, los memes que prevalecen serán los que resulten buenos en copiarse a sí mismos. Sin embargo, el éxito de la replicación no tiene que basarse en valores sólidos y racionales, ya que pueden tener un atractivo sencillo y directo (como es el caso de la inmortalidad); en otros caso, los memes florecen en presencia de otros que han llegado a ser numerosos en el fondo de memes (a esto, Dawkins lo llama "meme complejo" o "memeplex). Es decir, el memeplex sería un conjunto de memes que, sin ser necesariamente buenos por sí mismos, sí lo son en presencia de otros miembros del fondo. Es por eso que algunas ideas culturales (cuestionables para muchos, como la religión, pero atractivas superficialmente o por distorsión racional o por pereza intelectual) sobreviven según Dawkins por su compatibilidad con otros memes ya numerosos en el fondo memético (parte de un memeplex). Las diversas religiones pueden verse como colecciones alternativas de memes, florecientes en presencia de memes del mismo memeplex, pero incompatibles con los de las otras, y no necesariamente buenos en otros sentidos (como es el de la supervivencia, inherente a la evolución). No obstante, esta teoría cultural de Dawkins (muy criticada, por otra parte) no hay que verla de forma absoluta, ya que existen otros factores (sicológicos, manipuladores, políticos, económicos...).

De momento, para ir abriendo boca y defender el progresismo de Dawkins (en el sentido, también, social y político), diré que este autor piensa que la conciencia es progresivamente mejorable, aunque él se empecine en llevar todo al terreno de la "selección natural". De esa manera, la evolución no explicaría solo la vida, sino que también "mejora nuestra conciencia sobre el poder que tiene la ciencia para explicar cómo puede emerger algo completamente organizado a partir de comienzos simples sin ninguna guía deliberada" (El espejismo de Dios). Insisto, juzgo por lo que conozco y lo que sé de este hombre me gusta. Al menos, en los terrenos sobre los que tengo una mínima opinión, "suspendo el juicio" sobre cuestiones muy concretas de la genética. El determinismo, sea del ámbito que sea, es una idea rechazable; no obstante, es necesario indagar para saber hasta qué punto estamos condicionados.

sábado, 7 de enero de 2012

LaMalatesta es una librería, y también un proyecto editorial, situada en el madrileño barrio de Lavapiés (C/ Jesús y María, 24); Tlf. 915 391 007. Jamás me cansaré de repetir la imprescindible labor que realizan estos compañeros, y también amigos, dentro del movimiento libertario. En mi opinión, es un ejemplo de lo que siempre se ha relizado, y de lo que hay que seguir haciendo, dentro del anarquismo: trabajo, trabajo y trabajo. La librería, especializada en las ideas libertarias y en temática social, es un lugar de referencia en el que se realizan presentaciones semanales dando voz a diversas publicaciones y proyectos.
Entre los libros publicados, de muy buena calidad y a un razonable precio, se encuentra la más variada temática dentro del anarquismo:
-Libros de memorias: A través de la metralla, que recoge los recuerdos del cineasta Armand Guerra en los inicios de la confrontación civil y la revolución social de 1936; Cipriano Mera. Guerra, exilio y cárcel de un anarcosindicalista, memorias de un cenetista convertido en símbolo de todos aquellos militantes sencillos, abnegados y rebeldes; Recuerdos de un viaje militante, en el que el protagonista José Negre narra en primera persona los entresijos de la fundación de Solidaridad Obrera (germen de lo posterior CNT).

-Obras imprescindibles de la tradición anarquista: Anarco-comunismo, sus fundamentos y principios, de Piotr Kropotkin, para la cual remito a un texto ya publicado en este blog; El ABC del comunismo libertario, en el que Alexander Berkman muestra en un lenguaje claro y directo los males inherentes al capitalismo y al Estado, para explicar a continuación el posible funcionamiento de una sociedad libertaria; Emma Goldman. La palabra como arma, el cual recoge algunos de los ensayos de la conocida anarquista, que resultan de una actualidad innegable; La conquista del pan, poco hay que decir sobre la que es una de las obras más conocidas de Kropotkin, la cual reivindica la necesidad del progreso en todos los ámbitos sobre una adecuadas bases materiales para todos.

-Estudios históricos: Historia del movimiento makhnovista, de Piotr Archinov, sobre la desconocida y estimable revolución libertaria dentro de la Revolución Rusa; La rebelión de Kronstand, de Alexander Berkman, hecho histórico que representa un antes y después en el régimen soviético sobre el que este libro realiza una de las primeras denuncias públicas; Historia del anarcosindicalismo español, de Juan Gómez Casas, imprescindible obra del anarquismo y del movimiento obrero del militante libertario autor de muchos otros estudios; Mauro Bajatierra, anarquista y periodista de acción, de Julián Vadillo, pequeña biografía que intenta hacer justicia sobre esta valiosa y peculiar personalidad del movimiento libertario y obrero; Trabajan para la eternidad. Colectividades de trabajo y ayuda mutua durante la Guerra Civil en Aragón, exhaustiva investigación sobre el modo colectivo de experiencia desarrollado en esa región durante los años revolucionarios.

-Anarquismo y antropología: las relaciones e influencias mutuas entre esa ciencia del estudio de la realidad humana y el movimiento libertario, remito a una reseña publicada en el núm.8 de Germinal. Revista de Estudios Libertarios y reproducida en este blog.

-La (A) en la pizarra: recopilación de ensayos anarquistas sobre educación, gran preocupación de siempre de los libertarios para dar lugar a personas libres dentro de una sociedad libre, con autores como Paul Robin, Sébastien Faure, Ricardo Mella, Jean Grave, Francisco Ferrer, entre otros.

-Venezuela: la Revolución como espectáculo, análisis sociológico, y periodístico, de un militante libertario en contacto con los movimientos sociales autónomos del país caribeño, que realiza una crítica anarquista al gobierno bolivariano alejada de maniqueísmos, tanto de las mitificaciones de izquierda, como de los análisis liberales de algunos partidos políticos opositores a Hugo Chávez.

Contacta con Lamaletesta en: http://www.lamalatesta.net/contact_us.php/osCsid/9buoq3936na60cq7jg52gr09u6

jueves, 5 de enero de 2012

Bakunin, poder y autoridad

Bakunin consideraba que los hombres tienen un instinto natural hacia el poder, originado en una ley básica de la vida, que es la lucha incesante para asegurar su existencia o para afirmar sus derechos. Si en el pasado, adquirió esa lucha diferentes formas de esclavitud y servidumbre, en la actualidad (situándonos en la época del anarquista ruso, aunque tal vez las cosas ahora no sean tan diferentes) la lucha posee del doble aspecto de la explotación del trabajo asalariado por parte del capital y de la opresión política, jurídica, civil, militar y policiaca por parte de Estado e Iglesia. Esa situación se perpetúa, ya que se reproduce en los individuos nacidos en el seno de esa sociedad el deseo, la necesidad e incluso la inevitabilidad de explotar y tener poder sobre otras personas. Aunque ese instinto de poder se recubra de argumentos racionales, como es el bien colectivo o cualquier otro tipo de justificación política, continúa siendo esencialmente perjudicial. De hecho, Bakunin ya realiza una temprana crítica a la ciencia, la cual habría sido instrumentalizada para ensanchar el poder de acción del instinto de poder. Éste, como se ha dicho antes, es un germen que acompaña al ser humano, el cual se desarrolla y crece si encuentra el adecuado hábitat social. No idealizaba, precisamente, Bakunin a los integrantes de esa sociedad servil e ignorante, un buen argumento para los que reducen a la sociedad anarquista a un bonito deseo en el que todos tendríamos que ser éticos y benévolos. No, Bakunin realiza una crítica muy concreto a un paradigma social, considera que es precisamente la ignorancia e indiferencia de una mayoría la que mantiene hasta el momento esa sociedad de explotadores y explotados. Incluso, los individuos más enérgicos e inteligentes pueden acabar convirtiéndose en déspotas en la sociedad autoritaria. Sin embargo, una sociedad que vaya despertando, que se muestre consciente e inteligente, puede guardar celosamente su libertad y defendería permanentemente sus derechos. Se atribuye así a la sociedad un poder mayor que el del más fuerte de los individuos. De esa manera, incluso personas malévolas y egoístas pueden llegar a ser buenos miembros de la sociedad.

Es por eso que no se muestra muy optimista en algunos escritos Bakunin sobre parte de la condición humana. Algunos malos hábitos producto de esa condición se potencian gracias al medio social, a pesar de que la inteligencia y voluntad del inviduo le hubieran conducido a distinto fin en otras circunstancias. Se realiza de esta manera una crítica feroz al poder, siempre pernicioso, y se preconiza una igualdad social real, frente a la igualdad natural (mistificación política y religiosa). Gracias a un extenso sistema educativo, las personas pueden ser más libres y consciente gracias al reconocimiento de las leyes naturales. Sin embargo, es conocida la renuncia de Bakunin a cualquier coerción o forma de gobierno por parte de una representación ilustre de científicos. Las razones para esa crítica son dos: en primer lugar, la vida es siempre más amplia que los conocimientos humanos que puedan tenerse de la ciencia, por lo que ésta será siempre imperfecta y mejorable y no debería constreñirse la sociedad a sus postulados; en segundo lugar, se realiza una crítica netamente anarquista a toda legislación surgida de una minoría, por muy ilustre y venerada que fuera, ya que ello produciría de nuevo una sociedad servil e ignorante. Todavía hay una tercera razón para rechazar el gobierno científico, que puede verse como complementaria a la segunda, expuesta anteriormente, y es la corrupción intelectual y moral que suelen tener los sabios a los que se asignan privilegios. La espontaneidad y audacia revolucionaria de los pensadores y expertos, que tratan de destruir viejos mundos e inaugurar nuevos y mejores, deja paso gracias al poder a la soberbia y al deterioro. Este cuerpo científico gobernante abandonaría pronto la indagación en un conocimiento sincero para dedicarse a otros empeños, que perpetuarían el embrutecimiento y servilismo de la mayoría. Es una crítica que se extiende a toda legislación y a toda autoridad externa a la propia sociedad, ya que se toma al pueblo en cualquier caso como falto de inteligencia y, por lo tanto, con necesidad de ser guiado por los que la poseen.

Antaño, se exigía la autoridad en nombre de Dios, mientras que en la modernidad se hace en nombre de la razón, algo que Bakunin critica incluso con más fuerza, ya que la explotación se realiza por parte de sociedades y clases supuestamente ilustradas. Frente a ese tipo de razón, va germinando una nueva y toma vigor una perspectiva libertaria, la cual rechaza a académicos, profetas y sacerdotes y niega la posibilidad de un nuevo Estado o una nueva Iglesia. La destrucción de toda autoridad, humana o divina, dejará paso a la fundación de la auténtica igualdad social, a la solidaridad y a la fraternidad. Es conocido que Bakunin no rechazaba cualquier tipo de autoridad, como es lógico, ya que aceptaba la autoridad de los técnicos o científicos de una determinada rama, pero siempre reservándose el derecho a la crítica, al control y al contraste de opiniones. Lo que se rechaza es la subordinación del ser humano a una autoridad, del tipo que fuere, en nombre de la fe sacrificándose la libertad y la voluntad propias. En definitiva, no hay ninguna autoridad fija y constante, sino un intercambio continuo de autoridad y subordinación recíprocas, solo temporales y siempre voluntarias. Es necesario escuchar a los hombres de genio, pero no concederles privilegios ni derechos exclusivos por lo motivos anteriormente expuestos (inexactitud para reconocer una verdadera autoridad en la materia, corrupción final del auténtico hombre de genio, conversión en un déspota). En algún escrito, cayendo en una mayor abstracción, Bakunin reconoce la autoridad de la ciencia, entendida como reproducción y sistematización de las leyes inmanentes a la vida material, intelectual y moral, la cual puede ser compatible con la libertad humana, por lo que es la única que resulta legítima.

Sin embargo, hay que discernir entre la autoridad de la ciencia y la autoridad de los sabios, ya que la perspectiva libertaria niega toda jerarquización social, humana y divina. Cuando Bakunin habla de la autoridad de una "ciencia absoluta", se refiere a un deseo universal e ideal que nunca se verá realizado completamente en toda su amplitud y en sus infinitos detalles. Así pues, se reivindica el conocimiento humano, pero se asume su imperfección y la de sus representantes, lo cual tiene un reflejo en la vida social al negar la jerarquización y la estatalización. De alguna manera se niega la utopía entendida como una sociedad perfecta, aunque se admite la permanente consecución de ideales alcanzables desde el conocimiento y desde el bienestar social y material. En definitiva, la única autoridad asumible para Bakunin, y para el anarquismo, será la que emana de la experiencia colectiva de individuos libres e iguales. Será una sociedad fundada sobre la igualdad, el respeto mutuo y la solidaridad, enteramente humana, que negará toda autoridad y toda legislación privilegiadas. Una sociedad que tratará de reproducir el ideal anarquista.

martes, 3 de enero de 2012

Embaucados por lo sobrenatural

Puede decirse que el ser humano tiene avidez por lo "maravilloso". Es algo que debería ser alimentado por el conocimiento y la inteligencia; sin embargo, se apropia de ese apetito, o necesidad, toda suerte de charlatanes y proveedores de la superstición (habitualmente, por motivos crematísticos). Lo que puede proporcionarnos la ciencia es mucho más grande que cualquier cosmovisión aportada por las religiones y creencias, siendo siempre cautos con nuevas vías que conduzcan al ser humano a otras formas de reverencia y subordinación, por lo que una ética humana (y humanista) debe abarcar el campo cognitivo. Desgraciadamente, la decadencia de las religiones tradicionales dio lugar a un vacío ocupado por otra vías paranormales; el escepticismo y un pensamiento crítico, en aras de un conocimiento sólido, ha dejado lugar a nuevas formas de credulidad y superstición.

A pesar de esta reflexión, sí hay que aclarar algunas cosas. Es fácil invocar con palabras a la ciencia, al conocimiento "verdadero", pero algunos se cuestionarán si podemos estar seguro que no lo es aquello que otros consideran mera superstición (seudociencia es el término que más me gusta, ya que creo que no debería herir susceptibilidades). Después de todo, hay cosas de nuestra vida cotidiana producto del desarrollo tecnológico, que las personas del pasado hubieran considerado tan improbables como, por ejemplo, una aparición sobrenatural. Al respecto, hay que recordar la llamada Tercera Ley del gran escrito de ciencia ficción: "Cualquier tecnología lo bastante avanzada es indistinguible de la magia" (con esta aseveración, jugaba en sus historias otro excelente narrador de lo fantástico, Richard Matheson). Con ello quiero decir que un escepticismo dogmático, acusación que se utiliza como argumento para defender la seudociencia frente a los que la cuestionan, puede ser tan pernicioso y ridículo como la mayor de las credulidades. Multitud de personas, negaron la posibilidad del progreso en el conocimiento y en la innovación, en nombre de un escepticismo que se muestra más bien como una postura obtusa y conservadora. Por lo tanto, por sí misma, la incredulidad dogmática ante lo que puede parecernos extraño o falto de explicación no es una virtud. Hay que diferenciar esa actitud de un escepticismo crítico y racional, plenamente justificado (claro está, si poseemos el conocimiento para no, simplemente, "suspender el juicio").

La respuesta para tener una actitud escéptica y crítica de peso es que tal cosa no es explicable por la ciencia. Naturalmente, ello solo vale para la ciencia que conocemos al día de hoy, por lo que el conocimiento científico nunca debería ser dogmático. Por supuesto, eso no es un argumento para legitimar lo que no es más que mera creencia metafísica, ni para creer cualquier cosa apelando a la Tercera Ley de Clarke. Tal y como razona Richard Dawkins, de esa ley no se deduce la contraria: "cualquier afirmación mágica que pueda hacer cualquiera en cualquier momento es indistinguible de un avance tecnológico futuro". Las más de las veces, las afirmaciones extraordinarias no han sido nunca legitimadas de modo alguno. Particularmente, cuando me topo con algún relato asombroso o milagroso, trato de indagar en primer lugar en la persona que lo aporta (por ejemplo, algún tipo de interés, creencia o condicionamiento que pueda tener). Al respecto, hay que recordar la prueba lógica expuesta por el filósofo David Hume: "...ningún testimonio es suficiente para establecer un milagro, a menos que el testimonio sea tal que su falsedad fuera más milagrosa que el hecho que trata de establecer". Detrás de todo testimonio, incluso de aquellas personas que puedan parecer una autoridad, pueden estar diversos factores: error honesto, embuste descarado, delirio, alucinación, ilusión... Por supuesto que no hay que ser dogmáticos con la ciencia, pero si lo que hoy conocemos como tal es derrocado o superado, lo será gracias a una investigación rigurosa y un método repetitivamente efectivo.

Desgraciadamente, como ocurre también en cuestiones políticas y morales, el control de los medios por parte de diversos intereses económicos (y, ojo, la diferencia entre unos intereses u otros es simplemente su mayor o menor alcance, no su validez cognitiva), conduce a que se primen ciertas supersticiones y falsedades e influyan sobre la conciencia popular (a pesar de lo que sostienen algunos autores, sigo considerando al conocimiento como el método subversivo más eficaz). De esa manera, ese apetito por lo maravilloso que mencioné al principio del texto queda cubierto de manera cuestionable, no por las maravillas que debe aportarnos la ciencia. Desgraciadamente, el combate contra la superstición no se realiza desde la educación, más bien todo lo contrario, por lo que los resultados pueden ser determinantes en los críos, los cuales son obviamente crédulos por su condición (y tienen que serlo, ya que al no tener capacidad de discernimiento deben fiarse del criterio de personas adultas, para lo bueno y tantas veces para lo malo). No hay diferencia entre la credulidad que muestra un niño acerca de un Papá Noel o la que tendrá si un adulto le asegura cualquier disparate sustentado en la fe. El niño tiene esa condición "crédula" por necesidad, siendo su principal nutriente los adultos que le rodean, ya que posteriormente deben convertirse en personas desarrolladas con capacidad para desenvolverse en una sociedad basada en el conocimiento. Ese desarrollo del niño, por supuesto, no se produce de golpe, sino gradualmente. Sin embargo, si bien la candidez confiada es buena y saludable en un niño, puede llegar a convertirse en una credulidad enfermiza y reprobable en un adulto. Sin ánimo de entrar con rigor en el terreno sicológico, es posible que la persistencia en los adultos de la credulidad esconda un deseo de recuperar las seguridades y comodidades perdidas en la niñez. Hay que recordar las palabras de otro gran escritor y divulgador científico, Isaac Asimov: "Inspecciónese cada una de las muestras de la seudociencia y se encontrará una manta de seguridad, un pulgar que chupar, una falda que agarrar".

Lo que en infancia puede ser virtud, una credulidad necesaria para su desarrollo y la ulterior autosuficiencia, puede llegar a ser patológico en el adulto, siendo blanco fácil para toda suerte de charlatanes y seudociencia. Tal y como afirma Richard Dawkins, las facultades críticas que debe tener la persona desarrollada se producen a pesar de esas inclinaciones de la niñez, no debido a ellas: "Necesitamos sustituir la credulidad automática de la niñez por el escepticismo constructivo de la ciencia adulta". Hay que aclarar que los calificativos de "ingenuo" o "crédulo" no son estrictamente aplicables a los niños. Son algunos adultos los verdaderamente crédulos, cuando creen cualquier cosa que oyen o leen, a pesar de que contradiga lo que antes han oído o leído. Sin embargo, hay otra actitud devastadora originada en la infancia y es cuando se combina una credulidad temprana con la actitud opuesta, el tozudo mantenimiento de una creencia. Si la educación debería estar dirigida a crear personas libres y responsables, su desvirtuación controlada conduce a esa nefasta combinación entre credulidad y dogmatismo. Como decían aquellos viejos jesuitas, los cuales eran plenamente conscientes de la labor que realizaban: "Dadme al niño durante sus primeros siete años, y os devolveré al hombre".