jueves, 16 de octubre de 2014

Libertad como solidaridad

En el anarquismo, y en abierta contradicción con el liberalismo (el cual solo reconoce la libertad individual), la libertad tiene un carácter social. Ya Bakunin consideraba que el hombre solo se humaniza y se emancipa en el seno de la sociedad, la cual sería anterior a su pensamiento, su palabra y su voluntad. Esa emancipación no puede realizar más que por los esfuerzos de todos sus miembros, pasados y presentes.

Se deduce de ahí el conocido aserto de Bakunin, según el cual la realización de la libertad individual, así como la personalidad, se completa con todos los individuos que la rodean. Es decir, solo somos libres en la medida en que lo son todos los que nos rodean. Llegamos así a un concepto de la libertad, fundamentado en la sociabilidad del ser humano, que implica el de la solidaridad. Tantas veces, hemos dicho que los anarquistas son los liberales dentro del socialismo o que el anarquismo es la gran síntesis entre esas dos grandes corrientes: socialismo y liberalismo. A pesar de ello, hay que distinguir entre esas dos concepciones de la libertad, ya que para el liberalismo es un don que precede a la existencia social, según lo cual el hombre viene a ser un ser absoluto y entero al margen de la vida social e histórica. Tal y como dice Bakunin, los liberales se aferran a un supuesto contrato social que realizan los individuos como un dogma religioso. Se establece así en el liberalismo, base de la producción capitalista, una sociedad dividida en dos ámbitos: el de lo público y el de lo privado Así, el individualismo y la privacidad serían la justificación moral de la sociedad, mientras que el mercado sería el principio organizativo; el pluralismo social solo se entiende, dentro del liberalismo, como fragmentación. La gran diferencia es que el anarquismo, el cual defiende igualmente el principio de individuación, solo lo acepta como proceso; cada personalidad es irrepetible y se constituye en relación con los demás mediante elementos universales y comunes. Para Bakunin, la concepción liberal de la libertad es metafísica, sería una especie de don divino semejante al alma inmortal de tal manera que el hombre aislado de la sociedad sería un ser completo y absoluto.

domingo, 12 de octubre de 2014

La mala reputación

El autor de la genial canción “La mala reputación” fue Georges Brassens (1921-1981), muy reconocido en su país de origen Francia, a pesar de ser un ácrata declarado e irreductible tal vez el mayor representante de lo que algunos han denominado la trova anarquista; la letra es uno de los mayores alegatos contra el conformismo y, de forma más concreta (en homenaje, en el caso que nos ocupa hoy, a la festividad del 12 de octubre), contra los que consideramos los males que enfrentan a la humanidad: el nacionalismo, la religión y la división de clases. La canción, aunque algunos la identificarán con el rockero Loquillo, fue traducida por Paco Ibáñez e interpretada por él primera vez en esa primera versión; existe también otra traducción de Agustín García Calvo. Si hay algún cantautor español que podamos comparar con Brassens ese es Javier Krahe, que también adaptó algunos temas del francés como “Marieta” o “La tormenta”, letras donde podemos comprobar la semejanza entre ambos.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Anarquismo y política

Son muchas las obras que, a lo largo de la historia, se han ocupado de lo que entendemos como política; desde obras de Platón, como La República o Las Leyes, o de Aristóteles, Política o las dos que aluden a la Ética… (a Eudemio y a Nicómaco), pasando por Ciudad de Dios, de San Agustín o El príncipe, de Maquiavelo, hasta el Manifiesto comunista. En todas estas obras, en las que obviamente hay que incluir a los autores anarquistas de la modernidad, puede comprobarse que la política va unida a la filosofía, a la moral, a cuestiones antropológicas, sociales o económicas y, para bien o para mal, a la religión. Los temas de los que trata la política no pueden ser más importantes para los asuntos humanos: la estructura y formas de gobierno, las fuentes del poder, las obligaciones y derechos de los miembros de la sociedad (o de un Estado), la naturaleza de las leyes, la concepción de la libertad, las formas de justicia…

José Ferrater Mora, en su Diccionario de filosofía, distingue al menos tres aspectos en lo que atañe a la política:
1.- La política como una actividad que comporta una actitud reflexiva. En este caso, no afecto solo a la actividad del político, sino a todo miembro de la comunidad en la medida en que interviene en los procesos antes citados (forma de gobierno, condiciones de la libertad, etc.).
2.- La ciencia política o politología, que se encarga de estudiar los hechos políticos en un sentido muy amplio (planes, aspiraciones, fines…).
3.- La filosofía política, que se ocupa no solo de los métodos y conceptos usados en la ciencia política, sino que puede ir más allá; puede estudiar las relaciones entre entre la actividad política y otras disciplinas, así como los fines propuestos en la acción política y el papel que desempeñan en la constitución de la ciencia política (así, tendrá en cuenta las llamadas "ideologías" o la ética).

domingo, 5 de octubre de 2014

Anarquismo. Una introducción

Dolors Marín es experta en la historia contemporánea de los movimientos sociales, y especializada de forma concreta en el anarquismo, ha realizado numerosos artículos y trabajos en diversos países. Su tesis la realizó sobre la formación de la cultura libertaria en Cataluña y sobre la organización de los grupos de afinidad anarquistas. Entre los libros que ha publicado, se encuentran Clandestinos. El Maquis contra el franquismo, 1934-1975 (2002), Ministros anarquistas (2005), La Semana Trágica. Barcelona en llamas, la revuelta popular y la Escuela Moderna (2009) o Anarquistas. Un siglo de movimiento libertario en España (2010). Su última obra, recién publicada, es Anarquismo. Una introducción, con la que intenta, no solo presentar las ideas libertarias a las nuevas generaciones, sino ofrecer una amplia muestra de la sorprendente y rica tradición anarquista; además, Dolors ha realizado una inestimable labor pedagógica al introducir al lector, no siempre versado en cuestiones históricas y políticas, en una serie de importantes conceptos. El pasado viernes, ella misma presentó el libro en Madrid en la Librería LaMalatesta de una forma tan atractiva y cercana, que solo puede invitarnos a seguir apasionándonos por la historia y las ideas anarquistas.

Como nada mejor que sea ella misma la que nos introduzca a la obra, cogemos prestado este texto a los compañeros de la publicación anarquista Todo por hacer:
Es este pequeño volumen un intento de sistematización, o mejor dicho, de ordenación, del cosmos anarquista destinado a los/las anarquistas y a los que quieren conocerlos. Los primeros reconocerán rostros y trayectorias familiares, los otros se acercaran por primera vez a la seducción de los antiautoritarios y podrán ahondar más tarde dentro de este cosmos incandescente.
Un cosmos magmático, pleno de ideas, iniciativas, prácticas cotidianas, sabotajes intelectuales, rebeliones antiautoritarias y construcciones educacionales. Un cosmos fecundo que habría de dar mucho juego, o mejor dicho, mucha guerra contra la construcción del proyecto capitalista-mundial en los últimos 500 años.
Así, la autora, desgrana en este libro las diferentes alternativas al estado autoritario que van desde la descomposición del mundo agrario comunal y a pequeña escala, a las actuales protestas en la calle o en las redes. Alternativas que se gestan en un primer momento en forma de ocupación de tierras o destrucción de máquinas, para pasar a la organización grupal, sindical, cooperativa o comunal.
Así, en Anarquismo, una introducción se nos plantean de forma clara algunas de las trayectorias vitales de las personas que en las diferentes regiones del globo apostaron por una manera diferente de vivir y convivir, por unas relaciones no jerarquizadas entre los individuos y en armonía con la naturaleza. Trayectorias comprometidas, de denuncia, de lucha, terriblemente independientes e individualizadas pero incrustadas en la misma historia de la humanidad a la que transforman a partir de sus revoluciones, revueltas, huelgas, atracos, libros, panfletos o charlas. En ningún pensamiento político se da tan bien la síntesis entre el propagandista y el activista, entre el preso y el intelectual, rechazando ser vanguardia privilegiada, ser “nomenclatura” o ser “liberado” por los mismos compañeros de penuria y de lucha. Consecuentemente el anarquismo no distingue entre fin y medios, entre protesta o construcción, entre teoría y práctica, abundando en la idea bakuninista de la destrucción creativa, algo que expresaría a la perfección Durruti en su metáfora sobre aquel mundo que estaba creciendo a cada instante en los días de la revolución española.
Una intransigente postura ética y moral caracteriza al puñado de anarquistas que destacan de entre la humanidad de su época o de su generación, y que son referencia obligada del pensamiento crítico y de la independencia intelectual de todos los tiempos, una postura sumamente desagradable para el poder establecido.
Y esta es la siguiente premisa: la invisibilización, o el desprestigio del movimiento -o los movimientos anarquistas- por parte del poder, su gran enemigo. El desprestigio pasa por la criminalización de la revuelta, por el descrédito de los militantes, por las acusaciones de todo tipo y por último a la eliminación de la disidencia, a nivel físico (cárcel o muerte) o a nivel intelectual (borrándolos de la historia). Este libro pretende poner en la palestra los nombres de estos hombres y mujeres conocidos por los libertarios, pero añade algunos más que fueron esquilmados del discurso político, del universo literario, o del imaginario universal. Y con ellos y ellas visibilizamos parte del tiempo que les tocó vivir y lo que es más importante: sus soluciones sociales, la verdadera alternativa anarquista que se acrecienta día a día a partir de experiencias vitales y de logros indiscutibles. Hasta ahora mismo con el anarquismo en la calle, que aprendamos de nuestra propia historia depende de nostros mismos. Este libro, como dice la canción, es un ladrillo más en la barricada.

Enlaces de interés:
-Entrevista a Dolors Marín.
-El maquis anarquista (audio).
-La comuna de París (audio).
http://barriocanino.blogspot.com.es/2014/04/barrio-canino-vol115-dolors-marin-y-la.html
-"La revolución de 1909 en Barcelona. Semana trágica para unos, gloriosa para otros".
-Conferencia de Dolors Marín.
-"¿Cómo afrontaban nuestros abuelos la financiación?", artículo en periódico CNT

miércoles, 1 de octubre de 2014

Anarquismo y geografía

La relación entre anarquismo y geografía, en el siglo XIX, es más que evidente; dos autores de la segunda generación anarquista tan destacados como Élisée Reclus y Piotr Kropotkin eran geógrafos, pero también existen otros nombres no tan conocidos: Lev Mechnikov (1838-1888), Mijaíl Dragomanov (1841-1895) o Charles Perron (1837-1909). La reflexión sobre la libertad y la dominación, en el ámbito social, pero también en el espacial, estuvieron en el foco de todos estos autores.

Este análisis anarquista estuvo enfrentado, en la segunda mitad del siglo XIX, a dos teorías revolucionarias: el darwinismo, que pondrá en entredicho la teoría religiosa de la creación, y el marxismo, con su visión teleológica sobre el desarrollo histórico de las fuerzas productivas1.
Los geógrafos anarquistas, lejos de legitimar cualquier forma de determinismo biológico o social, o incluso sin adscribirse sin más al evolucionismo imperante en la época, realizan una crítica profunda a dichas teorías aportando su propio y original análisis2.  Frente a la justificación de las desigualdades sociales, promovida por el social-darwinismo, los autores anarquistas se esfuerzan por demostrar que el apoyo mutuo ha sido en la historia un factor de desarrollo tan importante, o más, que la lucha por la existencia. Ambas teorías, aparentemente antitéticas, hay que verlas como complementarias. Kropotkin es el autor más conocido de la teoría del apoyo mutuo, pero hay que considerarla un trabajo colectivo donde Reclus y Mechnikov tuvieron mucho que decir. Estos geógrafos consideraron que el progreso sociológico favorecería la libertad, la voluntad y la anarquía en detrimento de la autoridad, la coerción y la restricción.

Otro de los objetos de crítica de los geógrafos anarquistas, en aquel momento histórico, fue el malthusianismo; se observaba dicha teoría, que considera siempre que habría un mayor número de competidores que de medios de subsistencia, era falsa y habría sido creada al servicio de la clase dirigente y privilegiada con el fin de no compartir las riquezas. Muy al contrario, se consideraba que los seres humanos, incluso en un grado bajo de evolución social, eran capaces gracias a la cooperación de producir alimento suficiente para todos. Dicha visión no se queda en la teoría, ya que los anarquistas publicaron continuos textos científicos e hicieron concienzudos cálculos donde trataron de demostrar que las nuevas tecnologías y la racionalización productiva estaban promoviendo el crecimiento de los recursos planetarios. La observación llevó a los geógrafos anarquistas a considerar que, si se extendía la solidaridad, los recursos de la Tierra eran lo suficientemente amplios como para cubrir las necesidades de todo el mundo. Autores actuales consideran que Reclus, a pesar de no poder prever la explosión demográfica del siglo XX, hizo unos cálculos adecuados3 . Era tratar de legitimar, gracias al estudio y la racionalización del medio, el ideal de justicia socioespacial. Llegamos a un punto crucial, objeto de discusión todavía hoy en día, sobre el progreso tecnológico; lo rechazable no es la técnica o la ciencia, en sí, sino su mala instrumentalización por parte de un capitalismo que tiende a la desigualdad y al despilfarro.

Otra originalidad de los geógrafos anarquistas, que les aparta del marxismo, es que si estudian el desarrollo y dinámica del capital también lo hacen del papel de los Estados; llegamos así a la teoría ácrata del "desarrollo desigual" basada en que la feroz competencia que promueve las industrias de los diversos países conduce a producir barato comprando a precios irrisorios la materia prima y la mano de obra. Se trata de un análisis premonitorio, que también tuvo en cuenta el auge de una nueva clase media, dentro del capitalismo, distanciada de la clase obrera; es una visión, no solo económica, también con una dimensión política que enriquece notablemente el análisis anarquista frente a Marx.
Como es sabido, los anarquistas han promovido siempre el federalismo y la fraternidad universal criticando las fronteras, incluso las llamadas "naturales", que no deben separar, sino afianzar la fuerza colectiva, y el sentimiento de nacionalidad consecuencia de esa falacia. No es solo un ideal ético, ya que en el caso de los geógrafos ácratas está basado en una estricta observación y en la experiencia personal, aunque luego la utilicen de base para la divulgación subjetiva e ideológica4. Su principal apoyo para sostener sus teorías estriba en la ciudad frente al concepto político de Estado; es una concepción del territorio, basada en la federación de municipios, que se haya en Proudhon e incluso ya adelantada en Godwin.

Los anarquistas han deseado siempre una sociedad sin Estado, ni ninguna otra forma de autoridad trascendente, y sin división social ni política entre las personas; tal empeño no es, de forma obvia, sencillo, por lo que, tal y como han señalado compañeros expertos en la disciplina geográfica, requiere de un notable esfuerzo intelectual construir un territorio libertario como alternativa a las instituciones actuales coercitivas. Los clásicos del anarquismo, originales en muchos aspectos, condicionados por la episteme de su tiempo en algunos otros, nos permiten en cualquier caso seguir buscando alternativas al capitalismo, al Estado y a cualquier forma de autoritarismo, promoviendo la solidaridad, la cooperación y el apoyo mutuo, factores que pueden encontrar también su propio camino de desarrollo humano y natural.  Diversos autores contemporáneos, como Myrna Breitbart, Richard Peet, Colin Ward o Murray Bookchin, con su concepto de ecología social deudor de la visión de Reclus y Kropotkin, han profundizado en esa visión ácrata descentralizadora y profundamente ética.  No existe, en cualquier caso, una propuesta única para el territorio desde el ámbito anarquista; como buenos promotores de la pluralidad, hay que tener en cuenta las múltiples experiencias situadas en el espacio-tiempo según el contexto en el que nos encontremos. No puede haber un discurso único en las ideas libertarias, ni mucho menos cerrado, son los movimientos sociales los que deben decidir en cada situación.

Notas:
1.- "En los orígenes de la geografía crítica", de Federico Ferretti y Philippe Pelletier. Publicado en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.11 (enero-junio de 2014).
2.- "Para una lectura espacialmente situada del anarquimo", de Pablo Mansilla. Publicado en Erosión. Revista de Pensamiento Anarquista núm.3 (segundo semestre de 2013).
3.- Así lo expresan Ferretti y Pelletier en el artículo citado.
4.- "Por unas geografías sociales", de Maximiliano Astroza-León. Publicado en Erosión. Revista de Pensamiento Anarquista núm.3 (segundo semestre de 2013).


Referencias bibliográficas:
Anarquía en acción, de Colin Ward
Anarquismo y geografía, de Mirna M. Breitbart
El apoyo muto. Un factor de evolución, de Piotr Kropotkin
Geografía y anarquismo. Escritos, de Onésimo y Eliseo Reclus
La ecología de la libertad, de Murray Bookchin
La geografía contemporánea y Élisée Reclus, VV.AA.