El movimiento anarquista en Cuba fue importante y hegemónico durante varias
décadas; a pesar de lo que sostiene la historiografía oficial,
encontramos otro lugar donde las ideas libertarias tuvieron un papel
predominante frente a los que insisten en que solo en España se produjo y
como hecho excepcional.
A finales de la década
de 1870, existía ya en Cuba un movimiento obrero bien organizado de
carácter anarquista influido por España; se trata de una fuerza
precursora en la isla de la lucha de clases, la organización sindical,
el antirracismo y los derechos de la mujer, según el historiador Frank
Fernández. En la década de los 80, del siglo XIX, se habían creado ya
varias publicaciones ácratas como
El Obrero (1883) o
El Productor
(1887). En ese momento, el proletariado en Cuba estaba dividido en dos:
los llamados unionistas, controlados por los patronos, y los
anarquistas, una poderosa escuela socialista; insistimos en que el
anarquismo era la principal fuerza revolucionaria, tal y como está
documentado. Si apenas se hablaba de Marx y Engels, los grandes
pensadores anarquistas eran muy conocidos entre los obreros cubanos y
españoles trabajadores en las tabaquerías. El primer congreso obrero en
Cuba se produjo en 1887; en los acuerdos del mismo puede comprobarse las
adelantadas ideas de los anarquistas cuando combaten por la igualdad
entre blancos y negros en un contexto profundamente racista. Es gracias a
esa influencia ácrata en el movimiento obrero que se producen grandes
logros laborales y sociales. En 1888, se forma otra combativa asociación
obrera, la Alianza, que lleva a cabo notables acciones, dentro y fuera
de Cuba (al sur de Estados Unidos, hay enclaves industriales del trabajo
que también recogen la influencia anarquista); la gran bandera
libertaria es la fraternidad universal, por encima de las razas y la
naciones. Otra organización que propició el Congreso fue la Federación
de Trabajadores de Cuba, que puede considerarse la primera asamblea de
obreros en Cuba reunidos de forma permanente para llevar a cabo sus
aspiraciones sociales. La exitosa huelga de los obreros del gremio
tabacalero, iniciada en octubre de 1887, tuvo el paraguas protector de
la Federación, la Alianza y
El Productor.
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Enrique Roig San Martín. |
Una de las figuras libertarias más prestigiosas fue
Enrique Roig San Martín (1843-1889), ideólogo y organizador del
movimiento anarquista cubano, actor principal en el citado congreso de
1887. Desde la publicación
El Productor, Roig orientará y
alentará las huelgas de los obreros; los anarquistas logran en menos de
un año (1888) dos huelgas importantes en un mismo sector, llevan a la
práctica sus ideas, establecen un vínculo solidario con compañeros de
fuera e inician la lucha de clases en Cuba. Roig, notable escritor y
pensador, representaba las más avanzadas ideas anarquistas, por encima
de las republicanas también contrarias al colonialismo español. Es esta
influencia ácrata la verdadera protagonista de aquellos inicios de la
organización obrera en Cuba, por encima de intereses electorales y
pactos gubernamentales que pudieran tener otras fuerzas.
En 1890,
se celebra el 1 de mayo por primera vez en Cuba, como un gran acto
masivo y público de desafío a los patronos; fue un largo desfile de
obreros, blancos y negros, cubanos y españoles, hombres y mujeres, todos
unidos respondiendo al ideal libertario de fraternidad. Se aprovechó
aquel acto para lanzar una severa crítica al sistema colonial español
con sus abusos laborales y morales. Durante la Guerra de Independencia
Cubana, los anarquistas comprendieron que no podían mantenerse divididos
de las fuerzas separatistas, ya que el integrismo español pretendía
usar a los ácratas para fragmentar la oposición al colonialismo; por
supuesto, eso no implicó la renuncia a ningún ideal ni a la
transformación revolucionaria.
Precisamente,
fue la carismática figura de José Martí la que empujó a tantos
anarquistas a abrazar la causa independentista, aunque muchos de ellos
permanecieran fieles a sus ideas socialistas y libertarias. En 1892,
Martí impulsa la fundación del Partido Revolucionario Cubano (PRC), que
no puede considerarse una mera fuerza electoralista y sí un movimiento
revolucionario al estar compuesto de grupos autónomos heterogéneos y por
propiciar la descentralización y la democracia directa; dos de aquellos
grupos, denominados clubes, eran anarquistas bajo los nombres de Roig
San Martín y Fermín Salvochea. Martí, a pesar de tener unas ideas
sociales avanzadas, no creía en la lucha de clases por considerar que
desembocaba en la violencia; los propósitos de los anarquistas
estuvieron bien diferenciados de los de Martí, ya que no consideraban un
objetivo final una república democrática independiente, aunque sí la
valoraban como un marco de mayores libertades para continuar la labor
revolucionaria.
Las promesas de cambios sociales sostenidas por
Martí desaparecen con su muerte prematura en 1895 en combate contra las
tropas españolas. En aquel proceso bélico de lucha por la independencia,
los anarquistas estuvieron divididos: algunos se convirtieron en
combatientes y otros fueron contrarios a la guerra civil, aunque no hubo
división radical entre las dos posturas y, en general, los ácratas
colaboraron con los separatistas de un modo u otro. No obstante, hay que
hacer hincapié en la fuerza de los principios anarquistas, según los
cuales, ni la guerra civil ni la posterior república independiente
llevarían a la verdadera libertad social; muchos otros países servían
como ejemplo y en ellos se continuaba persiguiendo al movimiento
anarquista. Era la primera vez que se discutió en el anarquismo, a nivel
internacional, sobre la conveniencia o no de participar en una guerra
de independencia; en España, la crueldad de la guerra y la política de
Cánovas del Castillo propició una gran tensión social en la que los
anarquistas tuvieron un papel principal; las víctimas ácratas en
Montjuic y los horrores coloniales en Cuba y Filipinas, empujaron al
anarquista Angiolillo a asesinar a Cánovas en agosto de 1897. Su sucesor
fue Mateo Sagasta, que decretó una autonomía para Cuba, algo que no
satisfizo a nadie, lo que fue aprovechado por los Estados Unidos para
iniciar una guerra contra España; aquello desembocó en la derrota y
pérdida de sus colonias por parte del gobierno español. El separatismo
cubano fue también finalmente derrotado, ya que Cuba pasó de la
autonomía tuteada por España al proteccionismo económico norteamericano.
En
1899, los anarquistas se reorganizaron bajo la Alianza de Trabajadores,
objeto muy pronto de la represión estatal; en septiembre de ese mismo
año, también nace una nueva organización obrera, la Liga General de
Trabajadores, con importante influencia libertaria a pesar de tener un
perfil moderado. En febrero de 1900, el gran pensador y escritor
anarquista Errico Malatesta fue a Cuba para dar conferencias y
entrevistas para diversas publicaciones; muy pronto, dicha gira será
también reprimida por las autoridades. A su regreso a Estados Unidos,
Malatesta escribirá un artículo en el que dará su visión sobre Cuba,
recordando que el problema social continúa en la república e instando a
los compañeros a que tomen "su puesto entre los elementos más
adelantados (…) luchar por la emancipación integral de la humanidad". A
comienzos del siglo XX, efectivamente, los anarquistas siguieron
criticando injustas situaciones sociales y laborales que persistían; en
torno a 1902, junto a otras organizaciones sindicales, los anarquistas
intentan organizar la industria del azúcar, principal en Cuba, pero los
propietarios responden incluso con asesinatos. El panorama social en
aquellos años no podía ser más frustrante; igual que en España,
liberales y conservadores se alternaban en el poder y ninguno de ellos
tenía la más mínima conciencia social. La única diferencia era que,
mientras los conservadores perseguían sin más a los anarquistas, los
sectores más progresistas del Partido Liberal trataban de atraerlos con
pequeños favores para manipularlos.
Como es lógico, los
anarquistas intentarán también en Cuba incidir en la educación para
preparar la futura revolución social y como alternativa a las escuelas
católicas y estatales; uno de los modelos será la pedagogía de la
Escuela Moderna de Francisco Ferrer, como puede verse en manifiestos
publicados en 1908 en las publicaciones ¡
Tierra! y
La Voz del Dependiente.
A
partir de 1911, después de una huelga poco exitosa en diversos
sectores, se inició una nueva represión y muchos anarquistas cubanos
fueron encarcelados mientras que otros españoles fueron deportados. Los
gobiernos en la república cubana serán cada vez más autoritarios. En
1915, se producen nuevas deportaciones debido a las leyes contrarias al
anarquismo y el periódico
¡Tierra! es suspendido. En aquel
momento, nace un documento llamado Manifiesto de Cruces, de notable
redacción literaria y fuerte combatividad anarquista, que tuvo una gran
repercusión; era la resistencia de un grupo de trabajadores frente al
destino de hambre y represión que heredaban generación tras generación.
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Alfredo López. |
En 1917, se inicia en la Isla un periodo dictatorial
con grandes convulsiones sociales; el local anarquista más notable de
aquella época fue el Centro Obrero de La Habana, desde el que se
planificaron en los años siguiente todo tipo de huelgas, boicots y
actividades. En 1920, con cierta calma social iniciada, hubo un Congreso
ácrata en la Habana donde se acuerda la formación de una Confederación
Nacional de Trabajo; en ese momento, los ácratas siguen estando a la
cabeza del movimiento obrero en Cuba. La etapa más constructiva del
anarquismo en Cuba se inicia en ese momento, con un gobierno moderado en
el poder: proliferan las publicaciones liberarías, se editan libros y
folletos, se crean ateneos, centros obreros y clubes naturistas; los
anarquistas, en aquellos años, son los primeros que, sin muchos medios y
con total autonomía, organizan, agrupan y orientan a la mayor parte de
los trabajadores del campo y la ciudad en un esfuerzo sin parangón en la
historia de Cuba. Merece la pena destacar el nombre de Alfredo López,
de filiación netamente anarquista, figura que emerge del Congreso de
1920 y, desgraciadamente, tiene su fin en 1926 al ser asesinado. López
es uno de los promotores de la creación de la Federación Obrera de La
Habana (FOH), en 1921, que no está formado exclusivamente por sindicatos
anarquistas, pero sí son los más numerosos y las ideas libertarias son
las de mayor influencia; a pesar de contar con la oposición de algunos
anarquistas, partidarios de una organización netamente
anarcosindicalista, en general se terminaron aceptado las posturas
unitarias de Alfredo López.
En 1925, se celebrará el
Segundo Congreso Nacional Obrero (febrero) y el tercero en agosto; en
este último se decide la creación de la Confederación Nacional Obrera
Cubana (CNOC), la cual reúne a todos los sindicatos, hermandades,
uniones, gremios y asociaciones proletarias de Cuba; la influencia del
anarcosindicalismo en el Congreso es innegable. En las Actas del
Congreso de la Fundación de la CNOC estuvieron los acuerdos del rechazo a
la acción electoral, la demanda de las ocho horas, el derecho a huelga y
el profundo deseo de no burocratizar la organización; por primera vez
en la historia de Cuba, una mujer es nombrada presidenta, Juana María
Acosta.
El triunfo electoral del Partido Liberal, al frente del
cual estaba Gerardo Machado, inició una crisis de las ideas
anarcosindicalistas en Cuba. El muy autoritario Machado fue consciente
de que la CNOC era un obstáculo para sus objetivos políticos, por lo que
estimuló a los elementos más reformistas de la organización obrera,
mientras que el ala más progresista de los liberales desapareció por
completo. Se inició una fuerte política de desprestigio y represión
sobre los anarquistas, como no había conocido la Isla en su historia
sindical; no se hizo esperar la respuesta de los elementos más radicales
dentro del anarquismo contra Machado, incluyendo el intento de
magnicidio, creándose grupos de acción y fundando la Federación de
Grupos Anarquistas de Cuba (FGAC). La dictadura de Machado tiene su fin
en 1933 debido a un serie de factores políticos, no sin antes llevar a
cabo criminales actos represivos; en aquella caída, tuvieron un papel
protagonista los anarquistas, atrincherados en la FOH. La FGAC
denunciará después mediante un manifiesto la deriva colaboracionista de
la CNOC, en la que los comunistas tuvieron un papel importante
Después de la dictadura de Machado, los anarquistas no quedan en una
buena posición, ya que sus más esforzadores activistas y orientadores
habían sido víctimas de la represión estatal. Así, cuando en septiembre
de 1933 se produce un golpe de estado, contra un gobierno provisional
cimentado por los Estados Unidos que había sustituido al de Machado, los
anarquistas se encuentran en un estado preorganizativo. El nuevo es un
gobierno de perfil izquierdista y presuntamente revolucionario; el
desafío que lanzaron a la embajada norteamericana, junto a su política
intervencionista, supuso que no durará más de 100 días. Ante de eso,
había promulgado una ley que afectaría notablemente al movimiento
anarquista; por la misma, los patronos no podían emplear a más del 50%
de trabajadores extranjeros, por lo que muchos militantes libertarios
tuvieron que abandonar el país y trasladarse a España, lugar donde les
esperaría la cruenta Guerra Civil. En Cuba, los comunistas comenzaban a
influir sobre la clase obrera y lanzaban todo tipo de infundios sobre
los anarquistas; entre ellos, las acusaciones de ser agentes al servicio
de los Estados Unidos, e incluso tildándoles de fascistas, algo que
antecederá a las acusaciones que vendrán tras el triunfo de la
revolución de Castro. Por su parte, Fulgencio Batista se estaba
convirtiendo en el protagonista del régimen, ayudado por los Estados
Unidos, por la burguesía y por el capitalismo en general; se estableció
una dictadura a la que, por supuesto, se opusieron los anarquistas a
pesar de que la situación para ellos no supusiera una gran diferencia.
Hay quien menciona cierta dificultad, en el movimiento anarquista, para
hacer entender a la nueva generación con los veteranos supervivientes de
tan convulsos tiempos, los cuales se habían atrincherado en la
Federación de Grupos Anarquistas de Cuba; los jóvenes, por su parte,
fundaron en La Habana la Juventud Libertaria de Cuba.
En
1936, al comenzar la Guerra Civil Española, los anarquistas cubanos
crean en La Habana la Solidaridad Internacional Antifascista para ayudar
a la CNT y la FAI; la solidaridad con los españoles, a pesar de la
depresión económica en la Isla, fue considerable y muchos libertarios
cubanos acudieron a luchar en el conflicto español. Con la derrota
republicana, muchos de los supervivientes fueron repatriados a Cuba, los
cuales fueron objeto de la solidaridad de los compañeros cubanos
gracias a un notable esfuerzo solidario. Cabe destacar que Cuba fue un
lugar que sirvió de trampolín para ubicar en el continente a los
anarquistas exilados, desde Chicago a Buenos Aires.
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II Congreso de la ALC. |
A finales de la década de los 30, el movimiento
obrero estaba controlado por los comunistas, bajo la tutela del Estado;
el Partido Comunista Cubano había pactado con Batista, apoyándole
electoralmente, y este había sabido devolverle el favor. En 1940,
gracias a derechos garantizados por la Constitución cubana, en la
redacción de la cual intervinieron representantes de todas las clases
sociales, los anarquistas pudieron organizarse mejor. La SIA y la
Federación de Grupos Anarquistas de Cuba se disolvieron y nació la
Asociación Libertaria de Cuba, que tuvo su primer congreso en 1944 y el
segundo en 1948 con el discurso inaugural de Augustin Souchy, que
representaba a la Alianza Internacional de Trabajadores y que había
tenido una activa participación en la CNT, en la Revolución española y
en las Jornadas de Mayo de 1937; el órgano oficial de la Asociación se
denominará
Sociedad Gastronómica, publicado sin interrupción hasta su clausura en 1960 por el régimen castrista.
A
partir del comienzo de la década de los 40, los anarquistas se
esforzarán a nivel organizativo y se fundarán grupos de acción entre
estudiantes y obreros deseosos de paliar la influencia comunista. A
partir de 1947, se produce un nuevo renacer libertario y en La Habana se
publican algunos boletines de propaganda e información firmados por la
Federación de Juventudes Libertarias de Cuba, así como un Boletín de la
subdelegación de la CNT de España. Gracias al prestigio y honestidad de
los militantes anarcosindicalistas se logra influir sobre el
sindicalismo oficial, orientando a numerosos sectores como los de
transportes, gastronomía, construcción o plantas eléctricas. Los
anarquistas del interior de la Isla crean las Asociaciones Campesinas
para que los lugareños más humildes, sin tierra ni recursos, se
organicen; ya tiempo atrás, los ácratas habían establecido exitosamente
colectividades agrícolas libres en el sur de Oriente.
Un documento
importante que salió del mencionado Segundo Congreso de la ALC, en
1948, se publicó ese mismo año en forma de folleto con una serie de
dictámenes; se contemplaba en el mismo la creación de una sociedad
libertaria en Cuba, apelando a todos los sectores económicos y
sindicales, se declaraba el movimiento anticapitalista y
antiimperialista (aludiendo, tanto a EEUU, como a la URSS), y se
arremetía contra los comunistas de perfil estalinista y contra la
Iglesia Católica. Un Tercer Congreso se produjo en marzo de 1950 con la
intención de influir definitivamente sobre el movimiento obrero y
despojarle de toda deriva burocrática e influencia sectaria; a pesar de
querer también orientar la independencia del sindicalismo oficial,
representado por Confederación de Trabajadores de Cuba, se trata de
crear otra organización independiente, algo que fracasó debido a los
numerosos obstáculos reformistas, comunistas y gubernamentales. Merece
la pena destacar en aquellos tiempos una publicación anarquista iniciada
en abril de 1950,
Estudios. Mensuario de Cultura, editada en La Habana; se trataba de una revista moderna con excelente contenido. Por su parte, se continuaba editando
El Libertario desde la década anterior, en formato periodístico, el cual se clausuraría oficialmente en abril de 1952.
En
marzo de 1952, Batista había dirigido un golpe de Estado violando el
principio constitucional cubano; no obstante, el contexto popular es en
general de bastante indiferencia por ser el gobierno anterior
extremadamente corrupto. Los comunistas, a pesar de que no recobran su
primacía en la CTC, pactan con Batista. Los anarquistas, como no podía
ser de otra manera, fueron unos activos combatientes contra la dictadura
junto a diversos grupos guerrilleros e incluso participaron en el
Movimiento 26 de Julio fundado por Fidel Castro. En marzo de 1955, los
anarquistas convocan una denominada Conferencia Nacional Libertaria en
la que se confirman los principios de lucha por la libertad frente al
régimen dictatorial, algo con lo que serán coherentes hasta el final;
destacamos un folleto publicado en 1956, llamado
Proyecciones libertarias, en el que se denunciaban los desmanes de la dictadura y se prevenía ante el movimiento de Fidel Castro. Por su parte,
Solidaridad Gastronómica,
órgano de la ALC, continuaba publicándose defendiendo los principios
anarquistas a pesar de las dificultades. En abril de 1957, se celebró la
Conferencia Anarquista Americana, en Montevideo, a la que la ALC envió
dos delegados; en los acuerdos, se decidió combatir severamente todas
las dictaduras en Latinoamérica, incluida por supuesto la cubana. El
régimen de Batista perseguirá a los anarquistas, los cuales se unieron a
la lucha armada contra la dictadura.
Los
intereses norteamericanos y los de la burguesía cubana se consideran en
peligro en aquellos momentos y ya no ven a Batista como un aliado, por
lo que financiarán al resistente movimiento castrista; el historiador
Frank Fernandez considera que, a pesar de la propaganda posterior, la
violencia armada contra Batista de Castro nunca tuvo una base obrera y
campesina, sino que fue en gran medida obra del capitalismo y de la
burguesía. El Partido Comunista empieza a negociar con elementos afines
entre los guerrilleros, para hacerlo posteriormente con el propio
Castro; éste, pronto firmará en Caracas un pacto con toda la oposición,
mientras dice mantener un programa de justicia social y reformismo
político al estilo de la Constitución de 1940. En 1958, Batista ya no
podía contender a los rebeldes y huyó de Cuba; comenzará otra etapa para
la Isla y para el movimiento anarquista.
Recordemos el mencionado folleto
Proyecciones libertarias,
donde ya se advertía sobre la figura de Castro y su afán desmedido de
poder. Los libertarios desconfiaban de Fidel, pero no así la burguesía
los políticos y la embajada estadounidense, que esperaban poder
manipularle a su gusto. Muy pronto, se creó un gobierno que sentó las
bases para la posterior represión; los llamados Tribunales
Revolucionarios llevaron a cabo juicios sumarísimos y restablecieron la
pena de muerte, llevada a la práctica también por motivos políticos. A
pesar de que los elementos anarcosindicalistas serían pronto apartados
del movimiento obrero, publicaciones libertarias como
Solidaridad Gastronómica y
El Libertario
se mostraron en un primer momento cautos e incluso favorables hacia el
gobierno revolucionario. No obstante, la Asociación Libertaria de Cuba
dejó claras sus reticencias hacia el nuevo panorama político y
denunciarán la pérdida de autonomía del movimiento obrero y la
progresiva influencia del Partido Comunista, que paradójicamente había
gozada de privilegios en la dictadura de Batista. Merece la pena nombrar
el caso de uno de los barbudos protagonistas de la triunfante
insurrección contra Batista, Camino Cienfuegos, hijo de un antiguo
anarquista, que desapareció muy pronto en un accidente de aviación en
octubre de 1959. La carismática figura de Camilo fue utilizada por el
régimen de Castro haciendo creer al anarquismo internacional que era un
militante libertario; existen evidencias de que nada tenía que ver
Cienfuegos con el anarquismo y que fue una mera artimaña para atraerse
las simpatías del movimiento libertario.
Conscientes
del desastre de la deriva autoritaria del régimen castrista, los
anarquistas, en 1960 realizaron una Declaración de Principios llevada a
cabo por la Agrupación Sindicalista Libertaria (siglas que escondían,
por miedo a la represión, a la Asociación Libertaria de Cuba) en la que
se atacaba al Estado de todas las formas posibles, al centralismo
agrario propuesto por la Reforma Agraria Gubernamental, así como al
nacionalismo, al militarismo y al imperialismo. Los anarquistas hacían
énfasis una vez más en la libertad individual (como base para la
libertad colectiva), en el federalismo y en la educación libre. Era un
sincero y feroz ataque ideológico a la llamada Revolución Cubana, y las
acusaciones a sus autores de estar a sueldo de los Estados Unidos no
tardaron en llegar. Después de aquello, el anarquismo y el
anarcosindicalismo no pudieron ejercerse al erradicarse la libertad de
prensa y no poder hacerse propaganda de las ideas. Pocos militantes
quedaron en Cuba, sufriendo un miserable despotismo. A mediados de 1960
comenzó el éxodo de los anarquistas hacia Estados Unidos, país elegido
numerosas veces por aquellos perseguidos que lo consideraban un lugar
con oportunidad de ganarse el sustento y también por su cercanía para
proseguir la lucha. En el verano de 1961, se constituyó en Nueva York el
Movimiento Libertario Cubano en el Exilio (MLCE); paralelamente, nació
en Miami otro grupo similar. Por otra parte, en agosto de 1961 se
publicó en Santiago de Chile un panfleto firmado por la Federación
Anarquista Internacional con el nombre de
Manifiesto de los anarquistas de Chile sobre la Revolución Cubana ante los imperialismos yanqui y ruso,
que tuvo una pobre distribución y sufrió el boicoteo marxista; en él se
denunciaba el castrismo por primera vez a nivel hemisférico y seguía la
misma línea del publicado en La Habana por los libertarios.
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Abelardo Iglesias. |
La posición anarquista con respecto al castrismo
estaba ya clara, a pesar de las ambigüedades de ciertas figuras del
anarquismo internacional, especialmente en Europa. La incansable
actividad intelectual de algunos anarquistas cubanos hace que se
expongan con claridad meridiana conceptos como los siguientes:
"expropiar empresas capitalistas, entregándolas a los obreros y
técnicos, eso es revolución"; "pero convertirlas en monopolios estatales
en los que el único derecho del productor es obedecer, esto es
contrarrevolución". En 1963 vio la luz en Buenos Aires un folleto de
cerca de 100 páginas llamado
Revolución y dictadura en Cuba,
escrito por el anarquista cubano Abelardo Iglesias, donde se especifican
la sumisión a la política exterior soviética y la "táctica correcta"
que supone la "Guerra revolucionaria". No obstante, a finales de la
década, la propaganda del castrismo parecía estar ganando la batalla y
demasiados medios libertarios de Europa y América Latina tendían cada
vez más a apoyar la Revolución Cubana, teniendo que soportar el MLCE
nuevas acusaciones de estar al servicio de la reacción. El historiador
Frank Fernández sitúa un punto de inflexión con la publicación en 1976
en Canadá del libro
The Cuban Revolution: A Critical Perspective (La
Revolución cubana: un enfoque crítico), de Sam Dolgoff, excelentemente
distribuido y que "hizo un impacto demoledor entre las izquierdas en
general y los anarquistas en particular". El libro constituyó un certero
enfoque crítico del castrismo, recogiendo la lucha del MLCE y
propiciando su reconocimiento internacional. En 1979, el MLCE inició
también una nueva publicación,
Guángara Libertaria, que en 1985
tendrá ya corresponsables por todo el mundo; llegará a ser la principal
publicación anarquista en Estados Unidos, pero su actividad cesará en
1992 a pesar de que sus miembros seguirán estando muy activos.
A
comienzos del siglo XXI, superadas las polémicas del pasado, no existen
prácticamente anarquistas que pudieran ya defender ningún tipo de
evolución libertaria de un régimen totalitario basado en el control
absoluto y en la máxima explotación por parte del Estado y del capital;
recordaremos que en la Isla operan empresas del capitalismo
internacional, a pesar del bloqueo de los Estados Unidos, el cual
dificulta los intercambios comerciales, pero no los impiden. Los
anarquistas que abandonan la Isla de los años 70 para acá forman una
nueva generación del Movimiento Libertario Cubano en el Exilio, red de
la que forman parte ácratas de diversas partes del mundo. Esta
organización nada tiene que ver con la reaccionaria oposición de Miami,
pero sí le merece el respeto de esa otra, mayoritaria, que tal vez no
tengan un proyecto político revolucionario, pero sí cree en el
establecimiento de un esquema de libertades elementales y en el respeto a
los derechos humanos.
Respecto al interior de la Isla,
Cuba Libertaria
es el boletín del Grupo de Apoyo a los Libertarios y Sindicalistas
Independientes en Cuba (GALSIC), cuyo primer número aparece en febrero
de 2004. El GALSIC es un grupo informal, sin una estructura organizativa
permanente, que tiene la intención de coordinar de forma puntual para
difundir iniciativas e información en apoyo de los libertarios y los
sindicalistas cubanos en su lucha contra el régimen dictatorial de los
Castro. Octavio Alberola, el veterano anarquista, es uno de los activos
promotores de esta iniciativa; él considera que existe una disidencia
mayoritaria en Cuba no vinculada con los Estados Unidos, a pesar de no
tener presencia mediática, tanto por intereses del régimen cubano como
del gobierno estadounidense. El sindicalismo independiente en Cuba sabe
que tiene una ardua tarea, primero por la lucha contra el gobierno
cubano, luego por combatir mañana contra la implantación del capitalismo
cubano muy probablemente aliado con las mafias burocráticas que
actualmente detentan el poder en la isla. Como es lógico, el sistema
totalitario imposibilita la cuantificación real de los grupos
anarquistas en Cuba, los contactos con el exterior son mínimos debido a
la feroz represión y a los escasos medios, pero a buen seguro que
existirá un nuevo auge tras el fin del régimen autoritario.
Fuentes:
Carlos M. Estefanía, "España y el anarquismo en Cuba".
Carlos M. Estefanía, "Los anarquistas cubanos a fines del siglo XIX: los libertarios y la guerra del 95".
Frank Fernández, El anarquismo en Cuba (Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid 2000).
Frank Fernández, "Los precursores del Primero de Mayo. La primera jornada, La Habana 1890", en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.8 (octubre 2009).
Cuba Libertaria. Boletín del Grupo de Apoyo a los LIbertarios y al Sindicalismo Independiente en Cuba.
Entrevista con Octavio Alberola sobre la perspectiva antiautoritaria en Cuba.
Entrevista al Movimiento Libertario Cubano en el Exilio.