lunes, 31 de agosto de 2015

Disidencia y desobediencia civil

Hay veces que se atribuye por error la frase "si tengo la razón, ya tengo la mitad más uno" a Henry David Thoreau; en realidad lo que dijo en su panfleto Civil Disobedience fue "Cualquier hombre que esté más en lo justo que sus vecinos constituye ya una mayoría de uno" (Any man more right than his neighbors constitutes a majority of one already). Thoreau no era, obviamente, un fascista; no tenía intención de imponer su pensamiento a la mayoría, sino expresar su derecho a desafiar la ley de la mayoría en caso de opresión a un hombre o un pueblo u otro caso de injusticia.

También sostuvo valientemente en contra de la leyes de la mayoría: "Toda votación es una especie de juego, como el ajedrez o las cartas, con un débil matiz moral; un juego con lo justo y lo injusto, con las cuestiones morales (…) Incluso votar a favor de lo justo no es hacer nada porque triunfe (…) Hay leyes injustas: ¿nos resignaremos a obedecerlas, intentaremos modificarlas y las obedeceremos hasta que lo consigamos, o las incumpliremos inmediatamente? (…) Un hombre no está obligado a hacerlo todo, sino solo algo. Y como no puede hacerlo todo, no es necesario que haga algo injusto". Esta actitud ha resultado esencial en la tradición ácrata (quizá haya merecido en muchas ocasiones Thoreau la etiqueta de "liberal radical"; me es indiferente, incluso me alegra que el anarquismo contenga y recoja ideas liberales en estos tiempos de apropiación por parte de la derecha) y es una muestra más del bello eclecticismo de las ideas libertarias en su afán de justicia y liberación social, la de un individualismo ético que reposa en la convicción de que no hay nada más revolucionario que actuar por principios de justicia según el dictado de la conciencia individual.


miércoles, 19 de agosto de 2015

La oxigenación libertaria

Existen todos los motivos éticos, en mi opinión, por apostar por el anarquismo. Sin embargo, no hay que perder de vista la realidad, y cuestionando en todo momento lo que se considera "factible", que siempre forma parte de las estructuras de lo establecido, es bueno seguir indagando y tratar de realizar propuestas concretas sobre lo que podría ser una sociedad libertaria.

Anarquismo es una palabra abierta a su continua formación, pero sin perder nunca de vista su horizonte antiautoritario, su búsqueda de mayores espacios de autonomía y su denuncia de los males de la jerarquización política, social y económica. Es por eso que me parece incluso un error hablar de un futuro, más o menos lejano, en el que tal vez la humanidad esté preparada para su emancipación. Por supuesto, creemos en la evolución, gracias a la educación y a la persuasión, pero consideramos también que los males de la civilización se encuentran en una serie de aprendizajes heredados. No estoy seguro de si la liberación resulta posible renunciando a esa rémora y abriendo la posibilidad de "ser diferentes", de lo que estoy seguro es de que esas tradiciones pesan como una losa y continúan abundando en la necedad y en la injusticia. También, sobra decirlo, es incluso más detestable ese juicio o prejuicio acerca de la naturaleza humana, la cual hace imposible un sociedad con mayores cotas de libertad y cooperación. Otro acierto de los anarquistas, de cara a una concepción de la libertad amplia, es su rechazo a una naturaleza previa a lo social, contexto en el que los seres humanos se realizan de verdad. Si de verdad somos anarquistas, parafraseando a Bakunin, creo que deberíamos recordar que es solamente en un contexto de libertad donde la inteligencia, dignidad y felicidad humanas pueden verdaderamente desarrollarse. Como hemos insistido ya otras veces, e insistiremos siempre en ello frente a cualquier idea filosófica o religiosa, la teoría sobre la libertad más profunda la ha realizado siempre el anarquismo.