sábado, 28 de noviembre de 2015

El movimiento anarquista hoy: organizaciones específicas y anarcosindicalistas

Queremos, en esta y en sucesivas entradas, valorar lo que es el anarquismo en el siglo XXI, sin entrar en una valoración categórica de sus pros y de sus contras y sin apostar de modo definitivo sobre un determinado paradigma organizativo; para ello, podemos dividir las organizaciones, colectivos y proyectos, entre los directamente influenciados por el "anarquismo clásico" y los que podemos considerar más en una línea neoanarquista o posmoderna (sin gustarnos estas etiquetas, ya que son reduccionistas, son simplemente para comprender ciertas tendencias).

Este artículo pretende lanzar unas cuantas reflexiones sobre lo que es el anarquismo hoy, para nada juzgar si uno u otro paradigma organizativo, o actitud individual, es el más adecuado o eficaz para llevar a cabo la muy deseable transformación de la sociedad. Desgraciadamente, es una tendencia muy humana considerar que las ideas y actitudes propias son las correctas, y que únicamente el resto de la humanidad tiene que llegar a semejante punto de lucidez para que las cosas mejoren o, ya en el colmo del paroxismo, para que la sociedad sea definitivamente perfecta. Esto último, ni es lógicamente posible, ni deseable a mi modo de ver las cosas. Algunas personas de las organizaciones libertarias, como es natural, tampoco escapan siempre a estas tendencias que conducen no pocas veces al simple y mero aislamiento; sin embargo, uno de los motivos por el que me considero anarquista es precisamente porque no existen razones absolutas, ni verdades definitivas que no haya que verificar constantemente con la realidad (y la realidad es demasiado tozuda a veces yendo por vericuetos que no nos gustan nada, pero que tampoco nos pueden ser ajenos).

viernes, 20 de noviembre de 2015

Jean Meslier y su memoria contra la religión

Nos ocupamos en esta entrada de Jean Meslier y de su gran libro, que abre la colección de la editorial Laeotoli llamada "Los Ilustrados": Memoria contra la religión, tal vez la primera obra que puede ocuparse de un ateísmo con rasgos ya plenamente modernos y con ciertas aspiraciones libertarias.


Jean Meslier nació en Rethel (Champaña) en 1664 y, inexplicablemente dado lo que voy a pasar a explicar a continuación (solo descubierto tras su muerte), ejerció discretamente sus funciones como párroco en Etrépigny, en las Ardenas belgas, hasta el fin de sus días en 1729. Michael Onfray en su libro Tratado de ateología (Anagrama, 2006) menciona al "padre" Meslier como punto de partida de la verdadera historia del ateísmo; Meslier, después de haber ejercido como sacerdote católico durante décadas sin sospechas de falta de fe, como refiere Onfray, dejó una voluminosa obra de cerca de 3.500 páginas, Testamento. Memoria de pensamientos y sentimientos de Jean Meslier (1779), además de dos cartas, en las cuales arremete contra la Iglesia, la religión, Jesús, Dios, pero también contra la aristocracia, la monarquía, el Antiguo Régimen, denuncia con violencia inaudita la injusticia social, el pensamiento idealista, la moral cristiana del dolor, y profesando al mismo tiempo una especie de comunalismo anarquista, una filosofía materialista auténtica e inaugural y un ateísmo hedonista de sorprendente actualidad.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Del individualismo ético a la solidaridad

Por su importancia teórica para el anarquismo, recuperamos esta reseña sobre una conferencia impartida por Javier Muguerza, catedrático de Ética en la Uned, cuyo libro Desde la perplejidad. Ensayos sobre la ética, la razón y el diálogo es tal vez uno de los más importantes sobre la materia publicado en los últimos años, pronunciada en 1992 y que ahora puede descargarse en el siguiente enlace

Mugüerza considera la solidaridad como heredera de la antigua fraternidad, aunque su suerte fue muy distinta de la de los otros dos pilares de la justicia moderna: libertad e igualdad. Así es, después de las revoluciones liberales se recogerá en las diversas declaraciones que los hombres nacen libres e iguales, pero nada dicen acerca de que deban ser solidarios o fraternos. Eso ha sido así hasta el punto de que se ha entendido que la solidaridad es una cuestión secundaria, un simple complemento de los otros dos fundamentos o virtudes, tan importantes al menos en la teoría. La solidaridad parece que se ha relegado al plano de la sociedad civil o, para ser más precisos, de la comunidad. Si el término comunitarismo resulta más bien ambiguo, difícil de precisar, no lo es menos el individualismo. Lo que propone Mugüerza es un individualismo ético, por lo que la cuestión de la solidaridad no sería asunto del Estado, tampoco de la sociedad civil ni de la comunidad, sino de la capacidad moral de los sujetos. Para ello, se recuerda la importancia que la solidaridad tiene en la tradición anarquista recogido en el nombre del periódico ácrata Solidaridad Obrera. Por cierto, esa cabecera fue secuestrada por el régimen fascista de Franco y transformada en un periódico llamado Solidaridad Nacional.