miércoles, 30 de marzo de 2016

Bakunin y la emancipación de la religión

Mijaíl Bakunin fue un hábil devastador del pensamiento religioso, y lo hizo en nombre de la libertad, la dignidad y la emancipación humanas; apartando definitivamente la costumbre, la resignación y la sumisión, tan propias de la religión, el ser humano debe emplear renovadas energías para, mediante la razón y el conocimiento, llegar a la liberadora revolución social.

Bakunin consideraba que en toda religión con una teología suficientemente desarrollada, con la posible excepción del budismo, establecida en parte como una religión atea, Dios aparece como un ser supremo, eterno y predeterminante, el cual contiene en sí mismo el pensamiento y la voluntad creadora anteriores a toda existencia. Este supuesto Dios no se encontraría en el universo real, al alcance del conocimiento humano. El anarquista ruso consideraba que, al no poder encontrarle en el exterior, el hombre terminó por buscar a Dios en el interior de sí mismo; la manera de buscarle fue despreciando todas las cosas reales y vivientes, y todos los mundos visibles y conocidos. Tal y como lo expresaba Bakunin, el hombre al término de este viaje solo se descubre a sí mismo, despojado de todo contenido y de todo movimiento, convertido en una abstracción, en un ser inmóvil y vacío. Sería un no-ser absoluto, pero la fantasía religiosa lo ha denominado el ser supremo, Dios.

domingo, 20 de marzo de 2016

Domela Nieuwenhuis y la educación libertaria

Dimela Nieuwenhuis es una personalidad peculiar en la tradición libertaria. Nacido en 1846, pastor luterano en la década de los 70, su evolución hacia el anarquismo no puede considerarse gradual. Al parecer, fue cierta crisis de conciencia lo que le hizo cambiar y acabó fundando una revista llamada Reecht vor Allen, desde la que propugnaba un socialismo de carácter ético, fraternal, antibelicista y antiautoritario. No resulta complicado ver ciertos principios cristianos fusionados con el socialismo moderno.

Hay que decir que Nieuwenhuis fue probablemente toda su vida una persona cristiana y religiosa, lo cual supo conciliar con su militancia política y socialista. Hombre de fuerte personalidad, se convertiría en uno de los dirigentes más influyentes en el socialismo holandés de la época. En 1881, se fundaría la Liga Socialista, y Domela destacará en ella, primero en el sindicalismo y la organización obrera, más tarde en el antimilitarismo y en la oposición al más odioso de los males: la guerra. No obstante, su actitud crítica y radical le distanciaría pronto de los socialdemócratas, muy pronto acomodados a la política parlamentaria y burguesa. Así, en 1897 publicará un libro de título explícito: El socialismo en peligro; tres años después, realizaría un análisis y una crítica, netamente libertarios, con la obra La ruina del marxismo. Lo que le convenció de la inutilidad del Parlamento fue que él mismo fue diputado, al igual que Proudhon, lo que le convertiría en un ferviente antiparlamentario y en un partidario del arma de la huelga general.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Sobre la conciencia

 Si no reflexionamos de modo amplio sobre lo que llamamos conciencia, sin dogmas, rigidez ni determinismo alguno, difícilmente podemos ampliar el horizonte de nuestra existencia, cambiar nuestra condición, individual y social, ni dar un sentido a nuestros propios actos.

Según el Diccionario de Filosofía, de Ferrater Mora, el término conciencia tiene al menos dos sentidos: en primer lugar, la percepción o el reconocimiento de algo (una cualidad, una situación...), o de algo interior, como las modificaciones del propio yo; en segundo lugar, es el conocimiento del bien y del mal. El segundo sentido se suele expresar mejor como "conciencia moral", del que nos ocuparemos en otro momento, y resulta significativo que en algunos idiomas se empleen términos distintos para expresar los dos sentidos mencionados. El primer sentido, a su vez, puede desdoblarse en otros tres: el sicológico, en el que la conciencia es la percepción del yo por sí mismo (puede hablarse de modificaciones del yo sicológico, por lo que el termino conciencia se suele confundir habitualmente con el de autoconciencia); el epistemológico o gnoseológico, en el que la conciencia es primariamente el sujeto del conocimiento (se habla entonces de la relación conciencia-objeto similar al conocimiento), y el sentido metafísico, en el que la conciencia se suele denominar el Yo (supuestamente, previa a toda esfera sicológica o gnoseológica).

domingo, 13 de marzo de 2016

El paradigma sociocrítico y el interés emancipatorio


Repasamos en esta entrada conceptos que resultan primordiales entender para comprender y transformar la realidad. Aunque en un primer vistazo puedan resultar complejas cierta teorías, es importante hacer un esfuerzo intelectual con el fin de indagar y desarrollar una cultura crítica y reflexiva; de este modo, podemos establecer las causas de por qué pensamos como lo hacemos y por qué terminamos justificando y apuntalando un sistema injusto e irracional.

Los paradigmas, dicho de modo elemental, son concepciones, costumbres y procedimientos que orientan la labor investigadora; así, los paradigmas llegan a convertirse en modelos o patrones para los investigadores. La principal crítica que podemos realizar al paradigma de la modernidad, el positivista, es su incapacidad para la transformación social; es por eso que vamos a introducir al llamado paradigma sociocrítico, que tiene la aspiración de superar, tanto el conservadurismo, como el reduccionismo. Según sus defensores, el paradigma sociocrítíco no renuncia a la ideología y mantiene la autoreflexión crítica en los procesos de conocimiento; su objetivo es la transformación de la estructura de las relaciones sociales dando respuesta a los problemas generados por ellas y teniendo en cuenta la capacidades activas y reflexivas de los propios integrantes de la comunidad. Como hemos dicho, el paradigma sociocrítico nace como crítica al positivismo, junto a la racionalidad instrumental que conlleva; se demanda así una racionalidad sustantiva que incluya los juicios, los valores y los intereses de la sociedad. Otros de los rasgos notables de este paradigma, que podemos considerar netamente libertarios, son: el conocimiento y la comprensión de la realidad como praxis; la vinculación de la teoría con la práctica, integrando conocimiento, acción y valores; la orientación del conocimiento hacia la emancipación y liberación del ser humano, y su propuesta de integración de todos los participantes, incluido el investigador, en procesos de autorreflexión y de toma de decisiones consensuadas

domingo, 6 de marzo de 2016

El anarquismo, social y libertario, por supuesto

No pocas veces, se suele poner en la actualidad un apelativo a las ideas anarquistas, y no solo por parte de los que dudosamente lo son, sino por parte de los que, creyendo verdaderamente en ese viejo y siempre nuevo concepto de "emancipación social", luchan porque se convierta en realidad.

Así, puede verse en algunas ocasiones términos como "anarquismo social" o "anarquismo libertario". En mi opinión, no emplearía esos apelativos ya que es plenamente reivindicable un anarquismo que transforme la realidad "social" desde abajo y, por supuesto, no hace falta adjetivarlo con lo que es un sinónimo: lo libertario (un concepto de la libertad amplio, no absoluto como aseguran algunos, vinculado a la igualdad y la solidaridad). Diremos que, en cuanto a ideas y pensadores anarquistas, los hay ajustados a una vertiente muy concreta del anarquismo e incluso algunos que difícilmente pueden considerarse libertarios, pero que sin embargo han sido asumidos, en algunos aspectos, por una visión amplia de anarquismo. En cuanto a prácticas libertarias, por supuesto, han tratado siempre de resolver la "cuestión social", de una manera u otra según las ideas anarquistas, pero como norma general sin reducirlas de ningún modo. Un ejemplo son las organizaciones llamadas específicas, que tratan de aglutinar todas las tendencias. En cualquier caso, quedémonos con un término ya antiguo en la historia, pero plenamente reivindicable: anarquismo sin adjetivos. Otra cuestión es el porqué se suele tildar el anarquismo, algo que veremos en otra ocasión.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Memoria histórica y conciencia transformadora, tan necesarias

Como llevamos casi tres meses sin gobierno formado (no, no lancemos la campanas al vuelo, el sistema económico y las fuerzas de "seguridad" siguen haciendo su función), tal vez sea hora de hacer un pequeño análisis del estado de la sociedad y de la nación (esa, llamada España). Como es de suponer, la intención será que la visión sea libertaria, pero conformémonos de momento con que tenga un prurito progresista y mínimamente transformador (ya que en la izquierda y derecha parlamentaria, junto a ese híbrido ambiguo llamado "centro", suele brillar por su ausencia).

Cada vez estoy más convencido de que, al menos en España, no hay memoria, ni corta ni larga. Es muy difícil trabajar por la recuperación de la memoria historia, en un país en el que no parecen recordarse ni los últimos años. Todo el afán parece ser buscar una élite política (un gobierno, claro) que gestione adecuadamente, que nos resuelva las cosas, vamos. Esta situación, al margen de las ideas políticas que tenga uno (que sí, que todos tenemos eso que llaman "ideología", aunque algunas personas simplemente reproduzcan la ideología predominante), se produce en una sociedad en la que la ausencia de conocimiento y de análisis político es que cada vez mayor. Irremediablemente, ello lleva automáticamente a vincular la participación política con la mera votación periódica para la elección de los gestores de turno. Dicho de un modo algo más profundo, podemos decir que lo que predomina en la actualidad es un imaginario social reformista o revisionista (se quieren cambiar las cosas a nivel formal, pero manteniendo el sistema intacto) frente al imaginario reaccionario (se querrían mantener los rasgos de una sociedad tradicional y retrógrada; un ejemplo es el catolicismo en este país, y afortunadamente el laicismo va ganando terreno) y el imaginario revolucionario (que ya concretaremos más adelante cuál de ellos es el verdaderamente transformador y progresista).