lunes, 21 de abril de 2008

El derecho natural antilegislador

Hobbes consideró que en el estado de la naturaleza -igualitario, él lo llamó anarquía- los hombres, ávidos de poder, estarían en beligerancia unos con otros y era necesario un Estado fuerte. Locke, muy poco después de Hobbes, abogó por un estado limitado que asegurara los derechos naturales del hombre sin poder para violarlos (sin que hayamos conocido tal cosa por un tiempo demasiado extenso). Lysander Spooner fue un anarquista norteamericano -de esa otra tradición, también tan enriquecedora, de aquel poderoso país-, individualista y mutualista, iusnaturalista, que afirmó que toda legislación se opone al derecho natural -la ley moral, que todos aprendemos tempranamente en la infancia- y es, por tanto, criminal. La conclusión es obvia, ningún Estado debería existir, ya que nadie debe cambiar la ley moral ni monopolizar el poder. La interpretación del derecho natural que hizó Spooner le llevó a combatir el Capitalismo -aunque sus puntos de vista económicos han tenido diversas interpretaciones y algunos los consideran compatibles con la Escuela austriaca, su denuncia de los monopolios y su defensa de la libertad individual deberán satisfacer a un espíritu libertario- y el Estado, ya que son los que impiden que los individuos disfruten del derecho a la vida, la libertad y la propiedad. Al estar formado en jurisprudencia, se decía que Spooner conocía la Constitución y la legislación mejor que la mayoría de los jueces supremos del país. Consideró que una ley no es de ninguna manera un resultado de presunciones abstractas, sino siempre la expresión de determinadas costumbres sociales convertidas por el pueblo en moral no escrita; es de esa manera, que la convivencia social genera cierta condición de derecho con su fundamento en el sentimiento natural de la justicia del hombre, siendo por eso de naturaleza puramente moral. Los hombres serían, de esta manera, jueces de sí mismos, y tienen la decisión de lo que es beneficioso o perjudicial en la convivencia con sus semejantes. Las condiciones naturales de tal estado de derecho son originariamente iguales para todos, por lo que la conciencia ética de los seres humanos se orienta según sus necesidades naturales y se modifica con éstas. Así, el derecho consuetudinario sería el primer resultado de la conciencia jurídica humana (mucho antes de las legislaciones estatales), pero si un gobierno formula en párrafos legales fijos ese derecho consuetudinario, crea una condición permanente y se erige en protector de esa condición. De esta manera, se interrumpe por ley la evolución orgánica de la sociedad y el pasado es instalado como juez del porvenir; se substituye la conciencia natural del derecho por la coacción legal de la muerta sabiduría de los códigos. Spooner niega que el espíritu de la ley pueda convertirse en elemento viviente de la convicción ética de los hombres, como sí ocurre en el derecho consuetudinario, que determina caso por caso y no admite una aplicación mecánica a todos los casos de la vida. El Estado acabará legislando, debido a su estructuración interna, para proteger y conservar los privilegios sociales que tiende a crear.

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