sábado, 9 de mayo de 2009

Pensadores anarquistas en España

Es recurrente hablar de que en España, paradójicamente, siendo el lugar donde ha existido el más poderoso movimiento libertario en la historia, no ha habido grandes teóricos. Como la historia de las ideas resulta apasionante, y considero que la pasión por la filosofía es algo que habría que inculcar a los chavales en toda pedagogía (y, especialmente, por sus ramas más prácticas como la ética o la política), me gusta indagar continuamente en cómo pensaban gentes de otras épocas y establecer un necesario vínculo para renovar unas ideas que buscan con ahínco una auténtica emancipación individual y social. Porque contextualizar el pensamiento de una época es importante, pero desdeñarlo sin más, como ocurre tantas veces en nombre de ese concepto tan prostituido llamado "progreso", contribuye al empobrecimiento de valores y al permanente culto de un presente neutro, desmemoriado y despreocupado por el futuro. Es también habitual considerar al anarquismo algo anacrónico (por parte, tal vez, de personas no demasiado honestas o no demasiado informadas) o considerar al menos que existe un anarquismo histórico (un anarquismo que alguien llamó "instituido", con no poca ironía) que acabó periclitado o que fue, simplemente, derrotado y, en cualquier caso, es ya parte de la historia. Personas que se llaman libertarias sostienen esto último en aras de renovar un pensamiento y encontrar nuevas vías, algo que me parece muy importante. Sin establecer yo fronteras tan nítidas, sí considero por supuesto que las ideas libertarias merecen ser revitalizadas (en estos tiempos tan dificultosos para el pensamiento en general), pero el vínculo con el pasado existe y debe seguir existiendo en mi opinión, hacer tabla rasa no forma parte de buscar nuevas respuestas. Es importante insistir también en que el que haya buscado un programa en cualquier pensador, más allá de una mera orientación brillante en cualquier ámbito de la vida, ha adoptado una actitud bien poco anarquista. No gustan los personalismos ni el dogmatismo a la idea libertaria, y la crítica y el debate deberían mostrarse siempre presentes frente a cualquier asomo de doctrinarismo acrítico. Si no consideramos la historia en absoluto lineal ni estamos sujetos a ningún tipo de fatalismo (creencia que haremos bien en erradicar en cualquiera de sus formas) ni, por supuesto, aceptamos que hayamos llegado a una meta histórica (como sostienen los que pretender legitimar el status quo), debemos seguir persiguiendo ese ideal humano tan bello en el final (que, tal vez, no llegue nunca de una forma perfecta) como práctico en el camino. Así creo que pensaban los anarquistas del pasado, situados en su convulsa época, y así creo que deberíamos seguir pensando en la actualidad. Ese es el vínculo al que me refería anteriormente. Dicho esto, me gustaría indagar en ese pensamiento de determinadas personalidades (aquellas que dejaron un legado teórico más evidente, y seguro que me dejo a demasiadas en el tintero) situadas en el contexto español, un pensamiento dirigido a lo que yo considero las cuestiones más importantes para el ser humano. No sé si es totalmente cierto aquello de que no ha habido grandes pensadores anarquistas en este país, pero estoy seguro de que algo valioso (ninguna respuesta es definitiva) se descubrirá por esta vía. Una de las cosas que me ha motivado a esta indagación es la lectura reciente de un conocido ensayo de Cesare Lombroso sobre la presunta criminalidad innata de los anarquistas, sin que el autor defienda exhaustivamente esta tesis, ya que la obra es bastante incongruente y cae en numerosas contradicciones más bien irrisorias. Ricardo Mella le contestaría de forma honesta y erudita acerca de su desconocimiento de las ideas anarquistas y de las personas que lo profesan. Lombroso (1835-1909), médico y criminólogo muy reputado en su momento, me ha parecido infinitamente más "hijo de su tiempo" que Mella. Éste, no solo utiliza los datos de manera mucho más coherente y veraz y demuestra un mayor conocimiento en el tema a tratar (con respeto para las diferentes disciplinas humanísticas), sino que señala la imposibilidad de dar una teoría definitiva sobre el comportamiento humano en una sociedad con demasiados males para gran parte de sus miembros. El texto de Mella, de estilo algo florido en su forma pero muy sustancioso de fondo, puede considerarse todo un compendio sobre el anarquismo de comienzos del siglo XX. La gran pregunta es si está esa forma de entender el anarquismo periclitada o algo valioso podemos aprender de ella un siglo después (los principios, sobre todo, no me parecen negociables). En entradas posteriores, me extenderé sobre el pensamiento de Mella y de otros autores.

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