jueves, 13 de septiembre de 2012

Luce Fabbri, entre la historia y la utopía


Luce Fabbri (1908-2000), hija del profesor y militante anarquista Luigi Fabbri, tuvo una infancia feliz gracias a una armonía familiar en la que no cabía la represión de la mayor parte de los hogares de aquellos tiempos.  En su hogar, Luce fue educada en un profundo amor por la libertad y en una aversión a toda desigualdad, a la violencia y al poder. A pesar de ello, le tocó vivir en una época en la que se sucedían las persecuciones contra los revolucionarios y los hechos más terribles, como la cruenta Primera Guerra Mundial y el nacimiento del fascismo. En Bolonia, la ciudad donde Luce residía, se produjo el principal centro de irradiación del fascismo; al contrario que tantos intelectuales, manifestaba Luce, los obreros y campesinos fueron conscientes desde el primer momento del carácter conservador y antisocialista del movimiento. Los "camisas negras" eran los principales enemigos de las cooperativas, los sindicatos, las autonomías municipales y del socialismo en general. Citando la conocida obra de su padre, Luce Fabbri consideró siempre el fascismo como "una contrarrevolución preventiva". Fue el ascenso del fascismo en los años 20 el que provocó la separación familiar y el exilio en el exterior: una corta estancia en Francia y después Uruguay. En 1928, al acabar el doctorado en Letras en la Universidad de Bolonia, Luce se reecontró con sus padres en París y de ahí a América, donde fueron recibidos en el puerto de Montevideo por compañeros anarquistas.

Además de militante anarquista, Luce se convirtió en profesor de historia de enseñanza secundaria, hasta que formó parte del cuerpo docente de la Universidad de la República en el área de literatura italiana. Tuvo una gran producción intelectual, iniciada ya en Italia con su tesis sobre Élisée Reclus y algunos artículos de filosofía política. Entre 1936 y 1945, publicó la revista Studi sociali, lo que contribuyó a enriquecer su militancia política, junto a otros periódicos que difundían las ideas anarquistas y ayudaban a resistir frente al fascismo. En 1943, también participó en la edición de Socialismo y libertad, experiencia periodística innovadora en la que socialistas, anarquistas y republicanos colaboraban en la resistencia frente al fascismo; tal y como la propia Luce dijo: "Queríamos demostrar que, aun pensando distinto, con una preocupación básica común se podía lograr una convergencia de esfuerzos". Luce Fabbri fue una incansable luchadora contra toda dictadura: el fascismo italiano que la hizo exilarse en Uruguay, la dictadura de Gabriel Terra, el régimen franquista... A pesar de vivir en un tiempo en que los anarquistas, y otras tendencias progresistas, fueron duramente reprimidos, ello no le agrió el carácter ni le convirtió en una persona pesimista. De manera lúcida y positiva, fue una mujer capaz de dirigir su mirada hacia aquellos espacios en los que eran posibles prácticas de libertad y posibilidades alternativas. La gran producción política e intelectual de Luce Fabbri está orientada hacia tres grandes temas: la crítica feroz a toda forma de totalitarismo, valorando siempre la libertad y las ideas democráticas, así como la implantación del proyecto anarquista; la literatura italiana, la lingüistica y la crítica literaria en un mismo bloque, y como última gran temática las cuestiones pedagógicas. Tal y como ya han señalado otros autores, se trata de una autora primordial que recogió el legado de los primeros pensadores anarquistas, junto al de su padre, y otorgó una profunda contribución teórica e ideológica al pensamiento libertario.

El anarquismo impregnó la vida de Luce Fabbri: el combate permanente contra todas las manifestaciones del autoritarismo, venga de donde venga, así como contra los micropoderes que a todos nos constituyen, tal y como enseñó Michel Foucault. Luce vivió muchas experiencias que confirmaban la visión anarquista, una organización social "desde abajo" a partir de la libre asociación de individuos en cooperativas de producción, consumo, viviendas y educación; tal y como ella mismo dijo en su conferencia "Una utopía para el siglo XXI": "El centro crea cierto orden, en apariencia muy sólido y en realidad muy endeble: basta atacarlo para que el orden se convierta en caos. Existe otro orden mucho más vital que se crea desde abajo, por asociación y que subsiste en las otras partes si una parte resulta dañada. Por las mismas razones, es sólo aparente la identificación del orden con el centro y con el poder central". Lúcidamente, Fabbri recordó que el capitalismo nunca fue una utopía, ya que no surgió de programa alguno, sino de los hechos aprovechados por una clase social sin excesiva conciencia en ascenso; el único programa del capitalismo es el de llegar al poder por medio de la riqueza, y es por eso que cambia de forma y estructura acomodándose a los diferentes regímenes políticos, según convenga puede proclamar la total libertad de mercado o puede burocratizarse alrededor de un Estado protector. Esta mutación del capitalismo le había llevado en las últimas décadas hacia la forma de las multinacionales, que se habían convertido en verdaderos estados transnacionales tejiendo sus redes a nivel global.

La solidaridad debe convertirse en herramienta de los oprimidos y constituir una fuerte respuesta a las crisis periódicas del capitalismo. Allá donde prevalece la solidaridad frente al ánimo de lucro, surgen formas espontáneas de socialismo; Luce consideraba que la muerte del socialismo estatal, en su doble vertiente totalitaria y socialdemócrata, nunca se produjo, ya que jamás existió. La utopía del siglo XXI puede y debe ser el socialismo libertario, federalista y autogestionario, que se muestra tantas veces en formas alternativas multiplicándose en la base social. Las habituales criticas al anarquismo de ser incapaz de dar soluciones a la sociedad de masas contemporánea no tienen demasiado recorrido, ya que el federalismo es la respuesta a dicha objeción; si entendemos que una comunidad pequeña es donde el individuo se desarrolla más libremente, estas comunidades pueden articularse en una gran variedad de unidades mayores hasta llegar incluso a la escala mundial. Luce consideraba que las nuevas tecnologías facilitaban enormemente esas relaciones y la descentralización, y los ilusionantes tiempos que vivimos con nuevos movimientos sociales así lo confirman. El anarquismo de Luce Fabbri estaba muy vinculado a la confianza en la tecnología para desarrollar la democracia directa y llegar a la conquista popular de su propia voz. "El socialismo libertario -afirma con serena certeza Luce Fabbri- que, a diferencia de los demás proyectos no centra su victoria en la conquista del poder, es acaso la única utopía que no ha sido derrotada, en terreno teórico, por los acontecimientos. En la práctica, en lo concreto del acontecer diario, el proyecto anarquista está acostumbrado a las derrotas. (…) El siglo XXI no va a ser fácil. Desde estos últimos años del milenio, los que no hemos perdido la fe en la solidaridad le lanzamos este mensaje de socialismo en la libertad, que viene de una experiencia muy amarga y muy larga, pero que da frutos de serenidad interior y esperanza, la esperanza que se necesita para afrontar los desafíos que se acercan".

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