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sábado, 1 de mayo de 2010

Bendita dualidad


Se trata de la portada del número de este mes del periódico anarquista Tierra y libertad, dedicada al 1 de Mayo. Hay más de un elemento que invita al desconcierto (no todo van a ser mensajes concisos), pero bueno, me gusta mucho el resultado final

Para los que no lo sepan, y aumente aún más su perplejidad, la frase es de una bella canción de Labordeta. La reproduzco a continuación.

Somos
como esos viejos árboles
batidos por el viento
que azota desde el mar.

Hemos
perdido compañeros
paisajes y esperanzas
en nuestro caminar.

Vamos
hundiendo en las palabras
las huellas de los labios
para poder besar

tiempos
futuros y anhelados,
de manos contra manos
izando la igualdad.

Somos
como la humilde adoba
que cubre contra el tiempo
la sombra del hogar.

Hemos
perdido nuestra historia
canciones y caminos
en duro batallar.

Vamos
a echar nuevas raíces
por campos y veredas,
para poder andar

tiempos
que traigan en su entraña
esa gran utopía
que es la fraternidad.

Somos
igual que nuestra tierra
suaves como la arcilla
duros del roquedal.

Hemos
atravesado el tiempo
dejando en los secanos
nuestra lucha total.

Vamos
a hacer con el futuro
un canto a la esperanza
y poder encontrar

tiempos
cubiertos con las manos
los rostros y los labios
que sueñan libertad.

Somos
como esos viejos árboles.

sábado, 2 de mayo de 2009

Lucha obrera... y algo más

Precisamente en estas fechas tan señaladas para la lucha obrera (aunque, aseguro que las conmemoraciones me las repanpinfla bastante), me termino de leer Anarconsindicalismo. Teoría y Práctica, otro libro imprescindible de Rudolf Rocker, ese hombre increíblemente brillante (su Nacionalismo y cultura debería ser de lectura obligatoria en cualquier sistema educativo), que no tiene el reconocimiento que se merece en este país y en algunos otros (según me cuentan, en Estados Unidos sí). Rocker, materialista por supuesto, considera que son las situaciones concretas las que generan las ideas. Es por eso que los movimientos surgirían para él de las necesidades inmediatas y prácticas de la vida social, pero cobrarían fuerza de manera imparable si están fecundados por grandes ideas. Así, el socialismo no sería engendrador del movimiento obrerista, sino que creció al margen de él. El movimiento sería una consecuencia lógica, con el fin de luchar por los derechos de los trabajadores, de la Revolución Industrial, de una sociedad que se iría conformando capitalista. Bajo unas horribles condiciones de trabajo, bastante peores que las del pequeño artesano de otros tiempos, se formaría una nueva clase social: el proletariado. Este obrero moderno era un hombre de la máquina, por no decir una máquina más de carne y hueso, el verdadero productor que creaba riqueza para otros. Dichas horrendas condiciones laborales fueron las que condicionaron las unión del proletario con otros de su clase con el fin de mejorar su situación. Rocker sitúa estas primeras uniones en la primera mitad del siglo XVIII, lejos aún del socialismo revolucionario que combatiría el capitalismo estudiando las causas de los procesos económicos y sociales. No todas las escuelas socialistas acogieron el joven movimiento obrerista, pero las que lo hicieron fueron conscientes de la importancia del mismo y comprendieron que debían tomar parte activa en la lucha de los trabajadores con el fin de que éstos se percataran de la relación directa que existía entre sus peticiones inmediatas y sus objetivos socialistas. Así, en la lucha cotidiana el obrero adquiere un sentido más profundo de la misma y va descubriendo la raíz del problema: el monopolio económico y sus secuales políticas y sociales. Rocker considera un error tener en cuenta solo en el terreno material las luchas económicas y sociales del trabajador y pasar por alto su significación sicológica. Si no fuera por los conflictos diarios entre el trabajo y el capital, no llegarían las doctrinas socialistas, producto de determinados pensadores, a tomar una verdadera forma. Tal vez por eso hoy en día el socialismo que tenemos, con sus grandes centrales sindicales domesticadas y subordinado en mayor o menor medida al Estado, es el único posible en un contexto capitalista. El movimiento de masas que reclama un auténtico socialismo con el fin de un nuevo ideal de cultura para el mañana (Rocker dixit) es, desgraciadamente, algo que no se ve cercano y el anarcosindicalismo, representado por una única central sindical, se muestra más bien titubeante. Esto es algo que da lugar a la reflexión, para mí es un síntoma más de la sociedad tremendamente apática y acomodaticia que tenemos. A mi modo de ver las cosas, el anarquismo tiene mucho que decir al respecto, con el fin de que las personas aumenten su cultura política y su horizonte vital y huyan de cualquier forma de subordinación y de totalitarismo, así como de la maldita "voluntad de poder", a los que ha dado lugar el socialismo o el capitalismo de Estado. Si cada época comporta unos determinados problemas y unos métodos para tratarlos, podemos considerar que la emancipación individual y colectiva de cualquier explotación económica o la esclavitud de cualquier índole (el que me diga que ya no existe la esclavitud, que se caiga del guindo, pero ya) es algo que no podemos considerar ni anacrónico, como dicen algunos, ni producto de una sociedad perfecta que nunca llegará, como dicen muchos, es una aspiración totalmente legítima. Por supuesto que el socialismo de Estado ha fracasado, y no es deseable una insistencia en algo que no ha funcionado, pero es que el liberalismo también lo ha hecho como estamos viendo en estos momentos. Tenemos que lograr que el anarquismo, al que considero síntesis de esos dos grandes movimientos sociopolíticos modernos, socialismo y liberalismo, con sus más altas reivindicaciones emancipatorias en todos los planos de la vida, tenga mucho que decir al respecto.