Dimela Nieuwenhuis es una personalidad peculiar en la tradición libertaria. Nacido en 1846, pastor luterano en la década de los 70, su evolución hacia el anarquismo no puede considerarse gradual. Al parecer, fue cierta crisis de conciencia lo que le hizo cambiar y acabó fundando una revista llamada Reecht vor Allen, desde la que propugnaba un socialismo de carácter ético, fraternal, antibelicista y antiautoritario. No resulta complicado ver ciertos principios cristianos fusionados con el socialismo moderno.
Hay que decir que Nieuwenhuis fue probablemente toda su vida una persona cristiana y religiosa, lo cual supo conciliar con su militancia política y socialista. Hombre de fuerte personalidad, se convertiría en uno de los dirigentes más influyentes en el socialismo holandés de la época. En 1881, se fundaría la Liga Socialista, y Domela destacará en ella, primero en el sindicalismo y la organización obrera, más tarde en el antimilitarismo y en la oposición al más odioso de los males: la guerra. No obstante, su actitud crítica y radical le distanciaría pronto de los socialdemócratas, muy pronto acomodados a la política parlamentaria y burguesa. Así, en 1897 publicará un libro de título explícito: El socialismo en peligro; tres años después, realizaría un análisis y una crítica, netamente libertarios, con la obra La ruina del marxismo. Lo que le convenció de la inutilidad del Parlamento fue que él mismo fue diputado, al igual que Proudhon, lo que le convertiría en un ferviente antiparlamentario y en un partidario del arma de la huelga general.
Hay que decir que Nieuwenhuis fue probablemente toda su vida una persona cristiana y religiosa, lo cual supo conciliar con su militancia política y socialista. Hombre de fuerte personalidad, se convertiría en uno de los dirigentes más influyentes en el socialismo holandés de la época. En 1881, se fundaría la Liga Socialista, y Domela destacará en ella, primero en el sindicalismo y la organización obrera, más tarde en el antimilitarismo y en la oposición al más odioso de los males: la guerra. No obstante, su actitud crítica y radical le distanciaría pronto de los socialdemócratas, muy pronto acomodados a la política parlamentaria y burguesa. Así, en 1897 publicará un libro de título explícito: El socialismo en peligro; tres años después, realizaría un análisis y una crítica, netamente libertarios, con la obra La ruina del marxismo. Lo que le convenció de la inutilidad del Parlamento fue que él mismo fue diputado, al igual que Proudhon, lo que le convertiría en un ferviente antiparlamentario y en un partidario del arma de la huelga general.