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martes, 27 de febrero de 2018

Hacerse preguntas, cuestionar, repensar las cosas

Foucault, a la hora de analizar los métodos que utilizaba, tenía muchas facetas y consecuentemente, puede tener diferentes lecturas, aunque con cierto hilo conductor, a lo largo de su vida y obras, repasaremos algunos conceptos, que luego podrán ser posteriormente criticados.

La arqueología es uno de esos métodos, entendida como la búsqueda de las reglas que gobiernan y posibilitan la construcción de un determinado discurso como discurso de conocimiento válido. Los criterios para aceptar ese discurso como verdadero, como conocimiento, varían a lo largo de la historia, no se mantienen fijos. Estamos entonces ante una visión contraria a cualquier esencialismo, los regímenes de la verdad que gobiernan la legitimidad de un discurso, son históricos y cambian a lo largo del tiempo. Siendo así, Foucault entiende que no hay que detenerse en los contenidos de los discursos, no hay que intentar dilucidar su significado (como pretendería la hermenéutica), sino centrarse en el dispositivo que ha posibilitado la constitución de esos discursos, en los mecanismos o reglas que han dado lugar a una legitimidad para producir efectos de verdad.
La genealogía es otro método, que algunos autores atribuyen a un periodo nietzscheano de Foucault, que consiste en una clase de historia crítica, gracias a la cual se sabe que lo considerado hoy verdadero, necesario e irrefutable es en realidad temporal e histórico y, por lo tanto, redefinible. Ello posibilita un horizonte muy amplio para la libertad y para poder modificar las cosas, ya que siendo el presente contingente, no hay ninguna necesidad para que lo que hoy es continúe siendo como es. La genealogía es firme opositora a una concepción de la historia lineal, concebida desde un origen hasta un final. Se dice que esta visión teleológica de la historia, contra la cual se opone la genealogía, ha marcado toda la modernidad, desde Hegel hasta hoy en día.