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sábado, 9 de diciembre de 2023

"El maestro que prometió el mar", Antonio Benaiges y el método pedagógico Freinet

El maestro que prometió el mar es una película que está ahora mismo en la cartelera española, con cierto éxito, ya que se estrenó el 10 de noviembre; está dirigida por Patricia Font, con guion de Albert Val sobre la novela de Francesc Escribano. Nos cuenta la historia del maestro Antonio Benaiges, miserablemente asesinado por los falangistas al comienzo de la Guerra Civil, y lo hace a través del presente cuando una mujer descubre que su abuelo buscaba los restos de su padre en Burgos también desaparecido y es posible que sus restos se encuentren en una fosa común. De esta manera, la película nos narrará dos historias conectadas en diferentes épocas: la de Ariadna en 2010 cuando, a través de la búsqueda de los restos de su bisabuelo, conoce la historia de Benaiges en 1935, un maestro de Tarragona que es trasladado a una pequeña escuela de Bañuelos de Bureba en Burgos. Allí, se enfrentará a las fuerzas vivas del pueblo con un innovador método pedagógico; el título alude a que sus alumnos nunca habían visto el mar y les promete hacerlo, como símbolo de apertura hacia el mundo y un horizonte vital mucho más amplio.

sábado, 8 de agosto de 2020

Anarquismo y República en España

El concepto de República, si bien tiene una importancia histórica innegable, no resulta tan claro en la actualidad. En un principio, se trata de lo contrario de la monarquía, equivale a la democracia en el sentido de considerar la gestión del Estado cosa de todos los ciudadanos1; más adelante, veremos la falacia de tal asunto según la visión libertaria. La realidad es que, con el paso del tiempo, el concepto de república ha encubierto toda suerte de sistemas autoritarios en algunos de los cuales ni siquiera aparecía garantizada la democracia electiva. En cuanto a la monarquía, no debería ser necesario aclarar que resulta intolerable para cualquier persona con la mínima sensibilidad democrática, ya que se trata de la forma más elevada de aristocracia familiar; un intolerable vestigio del pasado que, sin embargo, se muestra en la actualidad en algunas países como una mera clase parasitaria, si bien asumiendo la jefatura de Estado, que tolera una democracia formal. Hoy en día, una u otra forma de Estado, monarquía o república, encubre una forma de dominación utilizando la ilusión de la democracia representativa.

domingo, 24 de noviembre de 2013

El film "Tierra y libertad" y el anarquismo

Como hemos mencionado, en recientes entradas, esta película de Ken Loach, utilizada de manera irrisoriamente esquemática por Antonio Elorza en sus delirantes artículos, queremos dedicar unas líneas al análisis de lo que se nos muestra, a la veracidad de su contenido y a su vinculación con el anarquismo.

Antes de nada, y otorgando cierta legitimidad histórica a lo que la película narra, al margen de su calidad, diremos que debería ser sabido que la inspiración se encuentra en gran medida en George Orwell y en su Homenaje a Cataluña. Orwell lleva a España a finales de 1936 y relata en el libros sus experiencias como miliciano en el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) mostrando la represión que sufrió esta fuerza política antiestalinista por parte de los comunistas. A pesar de mantenerse dentro de un partido marxista, Orwell profesa su admiración por la labor revolucionaria anarquista en la ciudad de Barcelona; será una agradable sorpresa la del británico cuando encuentra en los libertarios a los verdaderos constructores del socialismo, no solo en el terreno económico, también en los hábitos cotidianos de la vida y teniendo en cuenta siempre la libertad como factor primordial. Insistimos en que hablamos de las memorias de un escritor tan importante como Orwell, referente moral en su crítica a regímenes totalitarios; no hemos entrado todavía en los entresijos de un guión cinematográfico, todo lo realista que se quiera, pero ficción al fin y al cabo. Orwell narrará también sus avatares en el frente, de febrero a mayo de 1937; el 20 de mayo será herido en el frente de Aragón y enviado de vuelta a Barcelona para encontrarse una situación muy distinta a la vivida meses antes: los estalinistas se han hecho con el control de la ciudad y se ha retornado a los privilegios burguesas de antaño. Veremos como el film de Loach, aunque de manera muy somera e incompleta, nos narra hechos similares.

David, hablando ya de la película, es un militante comunista inglés que asiste a una conferencia en su ciudad natal en la que se pide ayuda externa para la República en España. Asistiremos a la evolución de este personaje, de una ingenua militancia comunista original y un desconocimiento absoluto sobre la política española a una progresiva concienciación sobre lo que será la verdadera labor revolucionaria. David, ante la imposibilidad inicial de encontrar a sus camaradas comunistas, acaba enrolándose en una milicia del POUM; la película encuentra un valor al mostrar la convivencia igualitaria entre hombres y mujeres, y entre personas de diversas nacionalidades que han acudido al auxilio de la libertad frente al fascismo; este espíritu de milicia será muy diferente, tal y como se expresa en alguna línea de diálogo, al militarizado del Ejército Popular controlado por los comunistas. Es conocido el respeto que tiene Loach por otorgar la mayor veracidad posible y, efectivamente, los actores elegidos son de diversas nacionalidades (muy al contrario de lo que observamos tantas veces en determinadas producciones), por lo que es primordial ver la versión original subtitulada de una película en la que se habla en varios idiomas. No obstante, el afán de Loach por mostrar a una izquierda "heterodoxa", o si se quiere "antiautoritaria", perfectamente unida resulta cuanto menos sospechosa; la deriva de la guerra y de la revolución, más que cualquier otro factor, fue lo que supuso que anarquistas y marxistas antiestalinistas caminaran finalmente juntos en algunos aspectos (especialmente, siendo objetivo ambos de la represión estalinista), pero no es ni mucho menos un frente común el que pudieron hacer antes de esos acontecimientos, no puede simplificarse tanto en la historia y en la política.

Es tal vez mucho exigir, a un largometraje de ficción, que nos explique claramente la compleja situación política dentro del conflicto civil español. No obstante, creemos que sí es un justo reproche denunciar el excesivo halo romántico que desprende el film, rozando el maniqueísmo en algunos momentos, cuando quiere mostrársenos un frente revolucionario unido al margen de ideologías. La secuencia de la decisión asamblearia sobre la colectivización de la tierra, en determinado pueblo liberado de los fascistas, es uno de los logros más evidentes del film, resulta encomiable y emotiva en muchos aspectos; por lo que se dice, se buscó la espontaneidad de actores y extras, buscados entre auténticos militantes anarquistas en la actualidad y también entre personas que no pudieran entender el desarrollo de la revolución, lo que la otorga un mayor valor añadido. Sin embargo, esa secuencia es más bien aislada en el conjunto de la obra y el film adolece de una mayor concreción y contextualización; es decir, al final lo que tiene mayor peso es que se trata de un bonito film de oprimidos tomando, por fin, la "tierra prometida". No queremos entrar demasiado en lo que fue la verdadera política revolucionaria de una fuerza como el POUM ni en las disputas reales que pudieran tener con los anarquistas; sin embargo, resulta muy sospechoso en una película de obvio espíritu libertario la omnipresencia de este partido máxime cuando no se desea detallar, en la narración, política alguna y sí mostrar a los propios campesinos y trabajadores tomando los medios de producción para gestionar sus vidas.

En Tierra y libertad aparecen, de manera fugaz, los conocidos como hechos de mayo del 37; estos sucesos enfrentaron en Cataluña definitivamente, incluso con las armas, a revolucionarios anarquistas y poumistas con los representantes de la legalidad republicana, especialmente  con los comunistas. El film de Loach nos muestra, sin dar mayores explicaciones, el sitio a la central de Telefónica en Barcelona, un bastión de la CNT. Se trataba de una claro símbolo de las conquistas revolucionarias, que las fuerzas catalanistas de la Generalitat, junto a los comunistas y otros miembros de la legalidad republicana, no dudaron en atacar. Fue una táctica de los estalinistas y de sus aliados para arrebatar el poder a los comités obreros, que chocó enérgicamente con los trabajadores en armas. Desgraciadamente, la derrota final se produjo y se convirtió en uno de los símbolos del ocaso de la revolución libertaria. Aunque se comprende que es imposible en un largometraje explicarlo todo, resulta increíble la conversión de David; renuncia a la milicia y se alista en el ejército republicano por sus convicciones comunistas, por lo que se ve obligado a atacar el edificio de Telefónica y solo después de intercambiar unos cuantos tiros con los sitiados, y de intercambiar unas palabras con un compatriota inglés que se encuentra en el otro bando, ve la luz definitivamente, comprende que es una marioneta de los designios de Stalin y retorna a la lucha junto a la milicia reconciliándose con Blanca. Para explicar la política de Stalin en la guerra española, se nos explica en algún momento que el dictador soviético desea dar una buena imagen ante las democracias capitalistas (que jamás ayudaron a la República española), destruyendo la revolución y usando a los trabajadores "como piezas de ajedrez", para así lograr tratados comerciales. Es, al menos, una buena base para comprender el chantaje al que se vio sometida la república y el crecimiento de fuerzas tan minoritarias como el Partido Comunista y su versión regional del Partido Socialista Unificado de Cataluña.

El personaje de Blanca, objeto del interés sentimental de David, es paradigmático. Tantas veces se ha aludido a ella como anarquista, pero ¿lo es realmente? Parece más una figura que trata de conciliar el marxismo heterodoxo, representado por un partido político (las alusiones de Blanca al POUM, a sus medios y a sus dirigentes, son excesivas para un personaje libertario), con el anarquismo; es significativo que el pañuelo que porta, aunque tantas veces se haya querido ver como rojinegro, sea en realidad de color rojo y acabe apareciendo al final de la película convertido en un símbolo para una nueva generación que canta… ¡la Internacional! No sería justo tampoco aludir, sin más, como argumento para criticar su obra, a la filiación política de Ken Loach, que siempre se ha dicho trotskista, pero su película resulta manipuladora en muchos aspectos y acaba en un terreno de aspecto más comunista que antiautoritario; para respetar el espíritu del film, hubiera sido necesario un mayor respeto por la estética anarquista como símbolo obvio del socialismo antiautoritario (no de una suerte de marxismo antiestalinista). La muerte de Blanca a manos de los comunistas estalinistas, ya convertidos en un ejército (incluido algún ex miembro de la milicia, que ya anteriormente había usado la argumentación oficial comunista de vencer primero en la guerra y luego ya vendrá la revolución), aunque es inevitable no emocionarse por su simbología, a poco que reflexionemos, resulta también forzada y manipuladora. No parece, a todas luces, un final satisfactorio para una película valiosa, pero cuestionable en tantos aspectos.
Sin embargo, Tierra y libertad tuvo un valor incuestionable. El estreno de la película en España, en 1995, un país con tantos problemas de memoria histórica, puso de nuevo en el candelero aspectos que también habían sido silenciados por la izquierda oficial. No es casualidad que el film no gustara nada al inefable Santiago Carrillo, ex dirigente comunista y estalinista en los tiempos de la Guerra Civil, y tratara de atacar lo que en ella se sostenía calificando a los revolucionarios protagonistas de "aventureros irresponsables"; nada nuevo, la ya manida argumentación estalinista, que afortunadamente no puede ya parar el empuje de la verdad histórica. Afortunadamente, al margen de polémicas y de la calidad del film, la película tuvo cierto calado en el público más joven y supuso cierto reforzamiento para la esperanza de una alternativa libertaria al sistema económico y político que sufrimos.

lunes, 14 de abril de 2008

Anarquismo y República

Hoy es el aniversario de la proclamación de la Segunda República en España y me viene a la memoria una excelente conferencia llamada "El anarquismo y la República", pronunciada por el historiador Juan Pablo Calero (también, amigo mío), en el local de la CNT-AIT de Madrid hace un par de años. Voy a tratar de recordar los puntos esenciales de esta charla, enmarcada en la conmemoración del 70º aniversario de la Revolución. La primera pregunta fue cuántas Repúblicas se proclamaron aquel 14 de abril de 1931, al tener tantas adhesiones y tanto entusiasmo popular y llevarse a cabo de una manera tan pacífica. A partir del año 1917, la clase trabajadora, harta de unas élites dominantes incapaces de llevar a cabo ninguna reforma, decidió pasar a la acción con una larga serie de huelgas. Era la decadencia del sistema de la Restauración, encabezado por un monarca con más participación política de la aparente. Esa crisis llevó a las élites dominantes a instaurar una monarquía sin democracia; era la Dictadura de Primo de Rivera, que comenzó en septiembre de 1923 con el agrado de la Realeza, la Iglesia y la burguesía y con la complicidad de, dato que no se suele subrayar en la memoria histórica, los socialistas. Solo los anarcosindicalistas se opondrían al golpe militar, con la escasa compañia de estudiantes e intelectuales del mundo universitario, algunos oficiales del Ejército y el pequeño partido comunista. Los anarquistas, fieles a su defensa de la libertad, se volcaron de todas las maneras posibles, pactando incluso con el conde Romanones o el general Valeriano Weyler, en la lucha contra la Dictadura y sin reparar en sacrificios. La Dictadura de Primo de Rivera, debido a su inoperancia para afrontar la crisis nacional, acabaría cayendo y terminaría por arrastrar quince meses después a la monarquía de Alfonso XIII. Calero considera que la proclamación de la Segunda República se produjo "por la necesidad de la sociedad española de conjurar sus fantasmas del pasado y modernizar su país para el futuro". La comodidad de los políticos republicanos durante Monarquía y Dictadura se vio colapsada ahora por la inmensa tarea que no se había llevado a cabo durante la Restauración, la de resolver los grandes males del país: una escasa industrialización, una todopoderosa Iglesía Católica, un Ejército intervencionista, un reparto feudal de la tierra, una educación pobre y clerical, el caciquismo, los residuos colonialistas, el nacionalismo periférico... La clase trabajadora acabó exhasperada ante la lentitud e intermitencia de las reformas, llevadas a cabo por la burguesía republicana con la connivencia de los socialistas. Calero niega que fuera la insatisfacción de los anarquistas la que pusiera en un brete tantas veces a la República, sino la incompetencia de los políticos republicanos para resolver las justas necesidades de los trabajadores la que condujo a éstos a la acción revolucionaria (en la que, al contrario de lo que se suele decir, tantas veces no estuvo presente la CNT). Desilusionados con la República, campesinos y obreros se distanciaron de los partidos republicanos y socialistas, lo que condujo al triunfo de la CEDA en 1934. La revolución de Asturias de ese mismo año, aunque la más extensa y de consecuencias más graves, solo fue una muestra más de descontento de los trabajadores con un sistema que les seguía negando recursos esenciales. La burguesía republicana se enfrentó a una tarea difícil de solventar, máxime si ignoraba a la clase trabajadora. "Podemos recordar que durante cinco años la sociedad española despertó de un profundo sueño para vivir una utopía en la que todo parecía posible. No es de extrañar que muchos se conjurasen para que el mañana no llegase tan pronto".