martes, 25 de marzo de 2008

Ser o tener

El capitalismo, calificado continuamente de manera casi eufemística como economía de libre mercado, se extiende por todo el planeta sin que, aparentemente, le haga sombra ninguna alternativa más humana. Es lo que llaman globalización, con oposición por parte de numerosos grupos, que a lo que se oponen en realidad es a un modelo económico depredador y de solo aparente bienestar y progreso para algunos. Es un modelo basado en tener y consumir más, y todo, absolutamente todo, se convierte en una cuestión de precio; la acumulación es el concepto clave en el capitalismo. El anarquismo es un enemigo claro de un sistema económico fuertemente autoritario, que convierte a unos seres humanos en subordinados de otros que controlarán los medios de producción; el perjuicio social es evidente, con profundas desigualdades -convertidas las clases y países más deprimidos en deudores de los propietarios, a cambiar de una pequeña porción del pastel-, y en el plano individual se negará el posible potencial de cada ser humano, reduciéndole a mero productor de tareas muchas veces embrutecedoras. Por otro lado, el capitalismo no dejar de ser un sistema centralizado, concepto que el anarquismo rechaza de raíz, al generar una clase dominante que tomará las principales decisiones. Los defensores del capitalismo afirman que el sistema puede autorregularse sin necesidad de ninguna planificación o dirección, es lo que se ha dado en llamar laissez faire. Sin embargo, el hecho de que las economías planificadas, desde los Estados llamados socialistas, hayan sido un auténtico fracaso, no implica la imposibilidad de una economía diseñada para el uso, no para el comercio, con unos medios de producción controlados por los mismos trabajadores, los cuales obtendrían el fruto íntegro de su trabajo, con un posible equilibrio y bienestar social y sicológico al participar cada individuo en los diferentes sectores autogestionados, con participación continua asamblearia que enriquecería enormemente cada intelecto y cada conciencia. ¿Es esto una utopía? No ¿Es sencillo? Por supuesto que es una empresa difícil a estas alturas de la película, pero nunca me canso de repetir la innegable victoria moral de las ideas libertarias, al señalar el peligro centralizador de un Estado, y no solo denunciando su injerencia en los asuntos económicos -Estado y capitalismo son, pues, enemigos irreconciliables con el anarquismo, sin que éste reconozca las posibilidades de construir el socialismo mediante el primero, tal y como ha demostrado la historia-. El enemigo es un mostruo de enormes proporciones y múltiples cabezas, pero solo de nosotros depende el dar por perdida la guerra y las diferentes batallas.

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