sábado, 12 de abril de 2008

Apología del friki

¿Qué es un friki? Término tremendamente popular en los últimos tiempos, y que me parece a mí que pierde su sentido aplicándolo de manera reduccionista a todo tipo extravagante (incluso parece que lo emplean con orgullo aquellos que se consideran "normales"). No puedo evitar acordarme ahora de una divertida anécdota con mi cuñado cubano, en la que, al observar el tipo de televisión que existe en España y la gente que suele aparecer en ella, soltó algo así como "estos españoles están locos" (se refería a esa concepción reduccionista de frikis). Me pregunto si soy yo un friki, como pienso muchas veces (yo es que con tal de huir del convencionalismo, me apunto a lo que sea) o simplemente tengo "ramalazos" frikis (sí, me gusta esta definición). Busco la palabreja en la RAE y, obviamente, no está todavía aceptada (al tiempo). El origen está en el término inglés freak, que alude tanto a alguien "raro" o "insolito" como "anormal" (término despectivo que se suele referir a alguien "inferior") o, concretando, a un "fenómeno de circo". Recordemos ahora la extraordinaria y espeluznante película de Tod Browning, Freaks (donde aparece toda una comunidad, dentro de la familia circense, de estas personas con ciertas taras físicas), o el John Merrick de El hombre elefante (esta va a ser la mejor y más coherente película que haga David Lynch en su vida, director que puede ser también un friki de competición), que también se adecuaría, en el principio de este emotivo film, a esta última acepción. Sin embargo, en el idioma español el significado de friki (escrito de diversas maneras) alude a alguien muy aficionado a cierta tema, que creo yo que suelen hobbys muy concretos. Es decir, no veo yo que se califique de tal cosa a un aficionado, por ejemplo, a la filatelia o a la numismática. Por el contrario, se califica de frikis a aficionados a los juegos de rol, a los cómics (quizá como desprestigio de este medio artístico que a mi me interesa cada vez más) o a ciertos géneros literarios o cinematográficos, como terror o ciencia-ficción. Me resulta peculiar conocer de vez en cuando a aficionados más concretos a subgéneros como el giallo italiano o al terror español de los años 7o (ya adelanto que yo no veo la gracia a la inmensa mayoría de estas películas, me parece que no soy muy original en mi espíritu friki). Porque lo que yo considero, frente a las enormes problemas educativos de esta mediocre sociedad española, es enriquecedora la cultura friki. Naturalmente, habrá de todo, no soy muy amigo yo de la afición a los videojuegos, que considero meramente evasivos y carentes de reflexión. Pero no creo que se pueda reducir al friki tampoco a esta manifestación, más comercial que artística, de la perversión de la tecnología. He conocido muchos frikis y la mayoría me han parecido personas con valores, cultas e interesantes (nada que ver con esos pobres tipos a los que aludía mi cuñado, que explotan en la denigrante televisión que padecemos). Supongo que sorprenderá a muchos la calidad literaria de géneros como el de la ciencia-ficción, que ha explorado hace ya décadas temas revelantes para la humanidad (mucho más transgresor este género literario, además, que su hermano cinematográfico, que ha reducido tantas veces el tema a una caricatura). El dominio de la informática es otra de las muchas aficiones o virtudes que se atribuye a los frikis y yo, táchenme de ingenuo si quieren, todavía confío en la capacidad liberadora de la tecnología.

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