martes, 24 de junio de 2008

El poder liberador de una razón nueva

El concepto de "liberación" no puede, en mi opinión, aislarse del de "libertad", cosa que ha estado tal vez haciéndose durante demasiado tiempo en la historia. Es en tiempos recientes cuando los movimientos de liberación de las minorías y de la mujer han contribuido a que el término cobre interés, acabe ocupando un lugar privilegiado en la especulación filosófica, y se haya comprendido también que esos movimientos se enmarcan en otra más amplio de la lucha de clases. El concepto de liberación no comporta solo un aspecto negativo ("libertad de" o "respecto a"), sino también positivo, es decir "liberación o libertad para". El proceso de liberación debe ser lo más amplio posible, afectando no solo a la especie humana sino también al mundo natural en el que el hombre convive y en el mundo cultural que el hombre genera. En el primer aspecto, cabe destacar la discusión acerca del llamado "especismo" o "especieísmo", en el cual la especie humana se erige en privilegiadora sobre los derechos de otros seres vivos; sin ir yo demasiado lejos en la atribución de derechos a especies no humanas, en mi opinión no debe tomarse este asunto como una cuestión meramente radical o secundaria, o incluso una actitud pasajera "de moda", tal como he escuchado en alguna ocasión. Vivimos en un mundo con demasiados problemas, donde urge alimentar a gran parte de la población mundial, por lo que es inevitable contextualizar un asunto que pretende ir tan lejos; por otra parte, es evidente e indignante el trato que otorga la producción capitalista a seres humanos y animales. En lo que atañe al segundo asunto, la función liberadora de la cultura y de la razón, se ha insistido en la neutralidad e independencia de las mismas respecto a toda liberación; pero, en numerosas ocasiones, con esta excusa se ha programado sutilmente el dominio a través de órganos e instituciones sociales de índole aparentemente científicas, racionales y tecnocráticas. La ideología de dominio puede quedar encubierta por cierto pragmatismo tecnocrático. El horror de una razón meramente formal queda patente al ser el siglo recién acabado el más sangriento de la historia y hallarnos en una realidad actual que no invita al optimismo. Urge una reformulación y expansión de la razón, moldeando a la vez teoría y práctica (algo en lo que los anarquistas han insistido siempre), dentro de un marco de liberación del hombre por el hombre. Un sinónimo de "liberación" de mi agrado es el de "emancipación" (creo que con una raíz germana) y se ha hablado filosófica e históricamente de "el poder emancipador de la razón". Yo sigo confiando en ello, pero dejando claro lo mucho que hay que investigar y ampliar esa "razón", la cual ha fracasado tal como la entendieron en la modernidad y devastando demasiado a su paso.

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