jueves, 19 de junio de 2008

La vieja y mezquina Europa

No soy nada europeísta (tampoco, por supuesto, españolista, ni ninguna suerte de regionalista -no me resisto a hacer el chiste con el apelativo de "madridista"-), no ha sido nunca de mi gusto eso de unos Estados Unidos de Europa fuertes para convertirse en algo parecido a los del otro lado del charco (para hacer frente a un dragón te acabas convirtiendo en lo mismo). Pero es que, además, solo la reciente propuesta de una jornada laboral indecente o el aumento de tiempo en las retenciones a inmigrantes es para vomitar. Para vomitar y no parar, viendo como en el pasado el sistema económico recibe de manera más o menos abierta (aplicando el populismo o la hipocresía según convenga) a personas de fuera para trabajar como mulas de carga, y ahora que se avecina una crisis (término que hará reir o llorar a muchos, que llevan toda su vida en este estado) se toman medidas para internar a los inmigrantes en campos de concentración. La "gran preocupación" del ciudadano medio es la invasión de personas de fuera. Y no hablo en sentido figurado ni sarcástico, conozco a muchas personas que razonan de esa manera: si no detenemos a los hambrientos del mundo van a acabar vagando por nuestras calles y mordiéndonos el culo. La cuestión es que yo no tengo estómago para, en un mundo donde tanta gente vive en la indigencia, permitir una política represiva para el que se está buscando las habichuelas. Así de simple lo veo. Naturalmente, relacionar inmigración con delincuencia es una mezquindad que ni me atrevo a mencionar. Eso, a pesar de las numerosas opiniones de los españolitos que aplican la lupa para el extranjero, mencionando sus muchas carencias, sin tener la misma vara de medir para lo que tiene en casa. Yo, si tengo que juzgar por mi experiencia personal, y creo que no soy nada dado a maquillar la realidad, jamás he tenido un problema con inmigrantes (al menos, nada digno de mencionarse, otra cosa es si quisiera magnificar alguna nimiedad). He vivido en los barrios obreros con más diversidad étnica y la mayoría de las personas que he conocido han sido trabajadores con las mismas necesidades que cualquier otro miembro de la raza humana. Lo que debemos hacer las personas de a pie, los trabajadores (no está nada mal recuperar eso tan añejo de "conciencia de clase"), es materializar esa idea nada utópica de la unión fraternal, defender los derechos humanos y laborales de cualquier persona sea cual fuere su origen, aprender a luchar juntos por un mundo mejor. ¿Que digo cosas bellas e idealizadas? Pues sí, cosas bellas e ideas que pueden tener un reflejo en la vida diaria si dejamos de pensar de manera mezquina e interesada, razonando como quiere la clase dirigente, y tendemos a unos valores humanos sólidos. Estas políticas en Europa, que he mencionado al principio, anti-sociales e inhumanas, y que para muchos no son nada sorpresivas, y el hecho de que este gobierno socialista, socialmente tan concienciado en el pasado, afronte ahora una segunda legislatura tomando medidas dignas de la derecha es para, una vez más, dar la razón a la acracia.

No hay comentarios: