sábado, 9 de agosto de 2008

Por una medicina mejor

Cada vez, podemos encontrar más cursos y encuentros sobre terapías no convencionales y salud, incluso con personalidades más o menos relacionadas con la comunidad científica y académica y, a veces, con cierta aceptación o trabazón por parte de una u otra Administración (creo que el caso más conocido es el del Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya de hace un par de años, publicando el intento de regulación de ciertas terapias, como la acupuntura y otras orientales, naturistas o manuales, para indignación de los que abogan por cierta seriedad científica en la Salud Pública).
No quiero tomar un partido claro sobre la validez de unas u otras terapias, creo que el escepticismo es también eso. Por mis conocimientos (que tal vez no sean excesivos), me muestro escéptico con la homeopatía, con toda suerte de terapias manuales y, sobre todo, con las técnicas de transmisión de energía (que suelen caer en el misticismo más dogmático e indignante). Tal vez los inteligente es apostar por el eclecticismo y la sinergia de las diversas medicinas, combinadas con la llamada medicina "convencional" o "alopática" (ojo con esta terminología, que me da que es despectiva y reduccionista, y esta cada vez más autoasumida por nuestra parte). Pero el problema es situar los límites de lo pragmático y de lo válido (o científico) en algo tan serio como es la salud, máxime en lo que entendemos que es la salud pública.
Es preocupante no encontrar una base sólida en la práctica de una u otra medicina. Las preguntas son muchas: ¿está probada su eficacia para curar?, ¿en qué dosis?, ¿cuáles son sus contraindicaciones?. Si son satisfactorias las respuestas, después de una rigurosa investigación y de una segura demostración empírica (aquí es donde entramos en un terreno ambiguo), podrán ser asumidas dichas terapías por las autoridades sanitarias. Pero el problema que yo observo es excesiva rigidez y autoafirmación por las diversas partes; se acusa a la comunidad científica de estar muy plegada a la infabilidad de sus conocimientos (y no seré yo el que niegue que la ciencia también desemboca a veces en dogmatismo), pero la mayor o menor veracidad de esta acusación, junto a la incapacidad de la medicina "convencional" en Occidente para dar soluciones a todas las patologías, no convierte en válidas otras terapias, que beben habitualmente de la tradición cultural de los diversos países, con base muy cuestionable y afirmaciones no probadas.
La medicina (igual que la religión) se aprovecha de la debilidad del ser humano y es fácil caer en la "creencia fácil". No dejemos que algo tan serio como la Salud Pública, por la que tanto hay que luchar en este mundo capitalista, sufra de lo mismo.

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