Parece que ha habido elecciones en el país más poderoso del planeta. Y ha ganado un tal Obama. Y dicen que es el negro.
Con la victoria de este hombre, por el Partido Demócrata (que viene ser la izquierda por aquellos lares, y trataremos de aguantarnos la risa), se acaban ochos años de funesto gobierno republicano, que han costado incontables vidas. Muchos, no solo en yankilandia, están eufóricon con la victoria y algunos especulan ya con lo que va a tardar el tal Obama en decepcionar a gran parte del planeta. Hay que recordar el caso de Clinton, un señor que no era negro (aunque, curiosamente, de familia humilde, muy al contrario que este nuevo inquilino de la Casablanca), pero que venía también tras otro gobierno homicida (la familia Bush merecería ser juzgada cuanto antes por crimenes contra la humanidad). Clinton despertó también mucho optimismo en cierta progresía y no tardó demasiado en cometer desmanes no muy diferentes de los de la derecha norteamericana (a la que habría que referirse como la "derecha extrema", porque no creo que haya un asomo de izquierdismo en la política parlamentaria yanki). Sinceramente, y ahora hablando completamente en serio, creo que solo un iluso puede creer que un presidente en los Estados Unidos va a cambiar el mundo (por mucho que tenga oscura la piel). Solo un ingenuo puede seguir sosteniendo esa falacia del "sueño americano", amparándose ahora en que hasta un "afroamericano" puede llegar a lo más alto. Miento, una vez me dijo un tipo hispano, ex directivo en Miami, que el llamado "sueño americano" existe, pero habia que pagar un alto precio por él (él mismo había salido echando pestes de aquella sociedad, después de llegar a la "cúspide", y ahora llevaba una plácida vida en un popular barrio madrileño). Creo que está bastante bien definido. Existe tal cosa en los Estados Unidos (y en las sociedades que mimetizan el socialdarwinismo de aquel país); no me cabe ninguna duda, la de pensar que puedes ser un triunfador, un hombre con poder sobre tu vida y sobre otras personas, existe seguro la posibilidad remota de que te conviertas en algo así mientras dejes muchos principios por el camino.
Los que no quieren ver que Barack Obama es un "producto" tan calculado como cualquier otro se muestran obstinados en "creer" que el sistema puede cambiar. Una pista para desilusionar a los ilusos está en que las referencias bíblicas son continuas en los discursos de Obama (sería intolerable para los votantes norteamericanos que hubiera un candidato no creyente). La guerra entre Estados, con la religión de por medio y con el poder económico como factor más determinante, estará servida (en Irak, en Afganistán, o en cualquier otro país; veremos el precio que pide a nuestros gobernantes tan "progresistas" y tan aliados del nuevo inquilino de la Casablanca).
Naturalmente, las cosas con este hombre no podrán ir peor que con la gentuza que deja atrás. La observación más lúcida la ha realizado una mujer hispano-norteamericana, cuyo hijo murió en la Guerra de Irak provocada por Bush Jr. (con la complicidad de otros gobernantes, no todos de la "derecha"): "No tengo ninguna confianza en Obama; es un hombre del sistema. Pero le he dado mi voto porque ya estaba harta de los republicanos". Imagino que muchos pensarán como ella, aunque no tantos como los que todavían "creen" que el cambio es posible.
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