martes, 28 de julio de 2009

Revolución social, sin renunciar a ningún frente

Saint-Simon consideró que toda sociedad es "un acto", es decir, acción, esfuerzo y creación. Creo que se puede considerar, en este sentido, a Proudhon, y al propio anarquismo, heredero del socialista utópico. El anarquismo se esfuerza tanto en describir la complejidad móvil de una sociedad, las fuerzas que intervienen e interactúan en ella, como en buscar nuevas vías para la libertad individual y colectiva. Dicha libertad no es un concepto abstracto, sino que se inserta en la dinámica y en el determinismo social, y se abre camino a través de los obstáculos y de las oportunidades que le brinda el medio. La pluralidad es consustancial al devenir social, caracterizado por la intervención de una multiplicidad de líneas de acción, que resultan a la vez específicas y entrelazadas. No existe una única teoría que pueda explicar la historia de la humanidad ni la evolución de las sociedades, por muy importante que puedan resultan los hechos económicos, el progreso intelectual o la lucha de clases. La complejidad social supone que no se pueda excluir a ninguna de las múltiples fuerzas intervinientes, cada una de ellas con un rol y una importancia determinada según la sociedad que se trate, ya que la interacción e influencia entre ellas es fundamental. El pensamiento, el arte, las "superestructuras intelectuales", son un resultante de corrientes precedentes (bien por afinidad o por oposición dialéctica); su relación con la producción económica es posible que sea estrecha y las condiciones materiales de existencia pueden condicionar (y, tal vez, determinar) la creación intelectual de una época. Pero no hay que olvidar, a pesar de los numerosos ejemplos que nos puedan demostrar lo contrario, que la especulación filosófica es inherente al hombre, le sitúa en su universo en perpetuo devenir y le impulsa para trascender la situación, para elaborar un conocimiento mejor de lo real. Así surgen valores y mentalidades nuevos, lo que supone una transformación también de la línea de acción. Desgraciadamente, las llamadas "superestructuras intelectuales" pueden ser tanto un estimulante para el progreso, como un obstáculo si estamos hablado de ideologías conservadoras o reaccionarias. Las motivaciones intelectuales del ser humano no son fáciles de escudriñar, pueden estar sustentadas tanto en los ideales más bellos como en elementales deseos y aspiraciones. Llegamos así al terreno de la sicología (los males de nuestras sociedades "avanzadas" de comienzos del siglo XXI parecen tener su base en ella) y no hay que desdeñar la influencia recíproca que ejercen la cultura y las relaciones de producción con las mentalidades individuales y colectivas. Así, el anarquismo afronta desde una perspectiva revolucionaria todos los planos de la vida social, aceptando su complejidad y correlación de fuerzas diversas. La transformación no puede ejercerse solo en el terreno económico sin tener en cuenta el resto de dominios de la vida y esferas de actividad interrelacionadas; de producirse únicamente así, la balanza social se verá desequilibrada y el autoritarismo y la violencia acabarán impregnando el conjunto. De la misma manera, el progreso moral o de la razón puede verse condicionado si el resto de los sectores no han sido reestructurados. Es esta una reflexión presente en el libro "Formas y tendencias del anarquismo", de Rene Furth, al que ya he aludido recientemente, con la que estoy totalmente de acuerdo. Una de las características más valiosas del anarquismo, y que le distingue de otros movimientos sociales, es su afán de buscar la emancipación en todos los ámbitos de la vida. Una crisis económica, intelectual y de valores como la que sufrimos, desde hace ya bastante tiempo, tiene que llamar tarde o temprano a nuevas situaciones, imprevistas y espontáneas en mayor o menor medida, con una nueva actitud individual y colectiva. La creación de nuevos valores y símbolos puede tener un germen en la sociedad actual (nada se crea de la nada, y las ansías de liberación son consustanciales a la historia de la humanidad), que actúe como superador de lo caduco y como generador de comportamientos que insuflen una renovada energía revolucionaria. Es por eso que no hay que tener miedo a hablar también de lucha "espiritual" (palabra pervertida por la religiosidad, pero en la que refiero a todo lo relativo a los valores morales y culturales) contra instituciones y mentalidades autoritarias. La revolución se manifiesta tanto en el plano económico y material como en el resto de las esferas de actividad humana, de lo contrario sería casi con seguridad caer en el mismo error.

2 comentarios:

Langlois dijo...

Muy buen blog! Hace rato que no encuentro un sitio anarquista de reflexión e ideas, algo que tanta falta hace. Me gustaron mucho algunos artículos sobre el mutualismo y sobre Proudhon, temas que tratados desde una perspectiva que no sea "anarquista de mercado" son difíciles encontrar en internet.

Saludos!

Daniela Villarreal Rubio dijo...

Excelente... tengo ya rato leyendo el blog y cada entrada me gusta más. Curiosamente me lo encontré al buscar artículos sobre Gombrowicz y me topé por ahí con el término que lo describía como "anarcoexistencialista" y quería ingadar en el tema.

Un gusto en leer tan buen sitio.