Sin ningún deseo de caer en "lugares comunes", ni de ser reiterativo en este blog (que sí, que sé que lo soy), diré una vez más que es posible que el anarquismo (como idea) sea tan antiguo como el mismo concepto político de gobierno. Seguramente, es prácticamente imposible encontrar pruebas para dicho aserto, y la verdad es que no es una tarea importante para decidir, de una vez por todas, emprender un camino libertario.
De hecho, el mito no se salva de la concepción anarquista, y hay quien menciona a Ovidio como el artífice de la descripción de cierta utopía en ese sentido, una especie de edad de oro de la humanidad dada al comienzo de la historia humana (y no al final, tal y como la sitúan los anarquistas modernos). Georg Adler, historiador social alemán de finales del siglo XIX, otorgo criterios anarquistas a Zenón, fundador de la escuela estoica de filosofía. El "Herodoto de la anarquía", Max Nettlau, ofrece precedentes el anarquismo en los siglos previos a la Revolución francesa. Diversos escritos durante ese periodo ofrecen características libertarias, aunque difieren de lo que será el anarquismo del siglo XIX, por ser utópicos, satíricos o buscar alguna meta concreta en cierto contexto político.
Godwin y Proudhon empezarán a dar forma al anarquismo, basándose en una ampliación radical de la doctrina liberal y otorgando una confianza primordial a la conciencia de cada hombre como punto de partida del deber político, si bien se sitúa este pensamiento en un momento en que la Revolución Industrial no ha alcanzado su máximo desarrollo. Es Bakunin quien se considerará ya abiertamente socialista, y a finales del siglo XX se considerará el anarquismo como una corriente socialista (seguramente, la más radical y voluntarista). Las acusaciones al anarquismo de ideología pequeño-burguesa, por parte de la otra gran corriente socialista autoritaria, negadora de una u otra manera de la libertad y preconizadora de ciertas condiciones objetivas para construir el socialismo (actitud que siempre actuará a favor de potenciar el Estado y justificar el totalitarismo), tiene tal vez su origen en el pensamiento fundacional del Godwin y Proudhon (que siempre hablaron de emancipación total de la humanidad, en sus ideas se encuentra en mi opinión implícita la lucha de clases). Por muy valioso que fuera el pensamiento de sus precedentes, era necesaria una brillante figura teórica y una personalidad tan poderosas como Bakunin para dar continuidad y consistencia a las ideas ácratas. Hay quien considera al gigante ruso como superior a Marx, al menos, en convicción y pasión.
Es seguramente Bakunin el más importante filósofo anarquista, a pesar de lo fragmentado de su obra, un hombre que se situó en una época apasionante con multitud de influencias intelectuales y que marcará un antes y un después para la historia del anarquismo. En la obra de Bakunin, a difererencia de autores anteriores, todo estará marcado por la acción política. No será suficiente para él teorizar sobre las posibilidades y señalar los males de la sociedad existente, es un hombre de plena actividad revolucionaria que participará en todo alzamiento social que le sea posible y que cree en el derrocamiento del orden existente gracias a un movimiento revolucionario. Es entonces cuando la clase trabajadora, y otros oprimidos, parecen sentir mayor atracción por el anarquismo. Es posible que sin Bakunin el anarquismo moderno no hubiera tomado definitiva forma, que no existieran movimientos libertarios como los producidos en ciertos países de Europa y, desde luego, resulta impensable que existiera un sindicalismo de influencia ácrata.
Tal vez, los prejuicios sobre el anarquismo han sido los culpables de que se prestara poco atención "académica" o intelectual, hasta cierto momento al menos, a Bakunin. En cualquier caso, hay que recordar siempre que el anarquismo no se inicia con el ruso (lo cual supone de alguna manera romper con esos prejuicios), muy al contrario posee una historia de defensa de la libertad y de la moral, así como de lucha contra toda tiranía, que lleva sus raíces a tiempos remotos. Otro culpable de la demonización del gigante ruso ha sido tal vez su conocido conflicto con Marx, sobre el que hay tanta literatura (con posiciones dispares) que resulta imposible hacerse una idea objetiva del asunto, más allá de las simpatías morales e ideológicas que me suscita por supuesto la posición bakuninista defensora de la libertad y denunciante avant la lettre del totalitarismo. Dos personalidades tempestuosas y carismáticas para dos visiones contrapuestas del socialismo. La propia fragmentación de la obra de Bakunin no habrá ayudado tampoco demasiado a difundir su pensamiento.
Bakunin es un pensador primoridal para el anarquismo y muy importante para el pensamiento en general, no puede haber dudas al respecto y las actitudes despreciativas solo pueden surgir de los enemigos de la cultura y de la libertad. Afortunadamente, hoy se puede encontrar su obra en diferentes ediciones o gracias a las nuevas tecnologías (es, a su vez, increíble, la capacidad que tiene el movimiento libertario para reaparecer en la forma que fuere y difundir su pensamiento una y otra vez). La crítica al Estado, en cualquiera de sus formas, necesita de la oxigenación de temperamentos y de mentes como las de Bakunin. Resulta sorprendente, y no pocas veces brillante, la visión de Bakunin propagada a lo largo de su obra (salvada del caos sistemático gracias a la labor de cierto recopilatoria de ciertos autores), por lo que su modelo parece necesario para encontrar nuevas teorizaciones y nueva acción para una práctica libertaria situada en la actualidad. No se trata de santificar ni idealizar a ciertas personalidades, se trata de buscar inspiración y, por qué no, continuidad en su legado emancipatorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario