Colin Ward denunciaba que la parte central del problema educativo estaba en el hecho de que las opciones están determinadas por la obligación del ciudadano de financiar mediante los impuestos el sistema tal y como está establecido. Las opciones, de esta manera, quedan limitadas y las personas de bajo nivel adquisitivo, sin ingresos marginales como suelen tener las clases altas, quedan determinadas por esta situación fiscal. Si los ricos, y algunos sectores de las clases medidas, encuentran alternativas a la educación de sus hijos, hay que recordar que gran número de las escuelas llamadas "independientes" son idénticas a las oficiales. Todos, en mayor o en menor medida, y a pesar de las alternativas que queramos buscar, acabamos financiando el sistema a traves de impuestos y contribuciones. Naturalmente, el sistema nunca financiará proyectos de educación "libres" o alternativos, ya que de esa manera contribuiría a debilitar su propia estructura.
Se demanda un sistema educativo que ofrezca auténticas posibilidades de elección entre modos de aprendizaje diversos. La educación no debería limitarse a un sistema escolar unitario ni a una determinada etapa de la vida del individuo, tendría que estar abierta para que en cualquier momento, por razones personales o laborales, se pudiera acceder a ella (sin generar élite en la llamada "educación superior"). Colin Ward, sin pretender aportar una medida revolucionaria y sí dar una alternativa al sistema desigualitario y elitista, hablaba de un sistema de "vales de educación", que recibiría cada ciudadano al nacer y que le supondrían un derecho a unas determinadas "unidades de educación", canjeables en cualquier momento de su vida. De esa manera, quería buscar alternativas educadoras, en las que incluso puede tener cabida a temprana edad la desescolarización y aprendizaje en casa si así lo desean los padres. Naturalmente, estamos hablando de una medida reformista que no supondría el fin del elitismo, solo conseguible con medidas radicales, pero al menos el sistema daría cabida a experimentos alternativos para los que hoy no existen recursos. El sistema de vales sería, además, una medida estatal (que, al día de hoy, no ha adoptado ningún gobierno), por lo que hay que aprovechar el grado de descentralización, que permite el sistema, para generar alternativas sólidas.
El escritor y anarquista Paul Goodman, en los comienzos de la década de los 60 del siglo pasado, realizó una serie de proposiciones para aquellas escuelas o comisiones educativas que decidieran arriesgarse de veras:
-"Suspender la escuela" en algunas ocasiones, algo que no sería perjudicial, ya que está comprobado que un niño puede recuperar sus primeros años de escolaridad en unos pocos meses de buena enseñanza.
-Renunciar al uso de las instalaciones escolares, utilizar el contexto de la ciudad como escuela.
-Invitar a adultos de la comunidad de diversas profesiones, dentro y fuera de escuela, a ser educadores de los pequeños.
-Abolir la obligatoriedad de la asistencia a clase.
-Profundizar en la descentralización, convertir las escuelas urbanas en pequeñas bases locales de 20 a 50 estudiantes.
-Utilizar el presupuesto escolar para enviar a los niños dos meses al año a granjas especiales.
Hay que reconocer que la primera de estas medidas no parece tener posibilidades de ser llevada a cabo, ya que es muy posible que los padres se sintieran engañados. En cuanto a la última, tal vez pudiera pasar por un truco para generar mano de obra barata. Sin embargo, el resto parece que se ha implantado con éxito en no pocas ocasiones; Colin Ward veía como el más interesante en cuanto a su aplicación el de crear pequeñas unidades educativas en lo que pudieran ser locales comerciales vacíos. Erradicar los muros en la escuela es un experimento que ha demostrado que funciona, la educación puede desarrollarse perfectamente en el conjunto de la comunidad y la búsqueda de instalaciones considerarse una parte del proceso educativo. "La ciudad ofrece una variedad increíble de laboratorios de aprendizaje; los estudiantes de arte usan el Museo de Arte, los estudiantes de biología se reúnen en el zoo y los cursos de enseñanza profesional tienen como punto de reunión las instalaciones correspondientes a su especialidad; los periodistas en un periódico y los mecánicos en un garaje...". Se aboga por programas escolares que no aíslen a los estudiantes y que les posibiliten la comprensión funcional de cómo se produce la vida en el seno de una comunidad. Ésta, es una parte importante en la educación de sus hijos, y también sufre las consecuencias en el caso de una mala calidad de enseñanza.
Ward demandaba una fuerte presión "desde abajo" que ayudará a proyectos de desescolarización, a crear sistemas de enseñanza alternativos que no supusieran la gran masa de excluídos y rebeldes que, año tras año, se ven abocados a una carrera de obstáculos en la que son los perdedores. Se cree firmemente que el ser humano, en los inicios de su vida, está dispuesto a aprender, pero que es tantas veces un sistema pernicioso, del que quieren escapar más tarde, el culpable de la falta de atractivo en la enseñanza. Ward predecía que, en un futuro próximo, se abundaría en medidas autoritarias, en las que las autoridades escolares tomarían el control de todas aquellas medidas a pequeña escala, como los centros o talleres comunitarios de acogida a chavales, para evitar que éstos se encuentren en las calles. La escuelas, a su vez, estarán encantadas de estas medidas para deshacerse de aquellos escolares que les impiden llevar a cabo su tarea de domesticación y de formación en la meritocracia.
A comienzos del siglo XXI, la situación es incluso peor: con una tremenda crisis de valores, una visión permanentemente errada de la autoridad en la escuela y con los cimientos intactos de una sociedad desigualitaria. La visión anarquista nos dice que no se pueden pedir medidas al Estado que socaven su propia naturaleza, ya que se trata de una institución creada para proteger los privilegios de clase. A lo que sí estamos obligados a apoyar, al margen del sistema sociopolítico en el que nos encontremos, es a generar métodos educativos alternativos capaces de competir de manera firme con los oficiales. Algunos presupuestos educativos ácratas han sido adoptados por el tiempo, ya que se ha demostrado su buen funcionamiento, además de la justeza de sus planteamientos. Sin embargo, las medidas más radicales y atrevidas solo están en nuestras manos, al margen de toda tutela, en un proceso de progresiva descentralización.
Se demanda un sistema educativo que ofrezca auténticas posibilidades de elección entre modos de aprendizaje diversos. La educación no debería limitarse a un sistema escolar unitario ni a una determinada etapa de la vida del individuo, tendría que estar abierta para que en cualquier momento, por razones personales o laborales, se pudiera acceder a ella (sin generar élite en la llamada "educación superior"). Colin Ward, sin pretender aportar una medida revolucionaria y sí dar una alternativa al sistema desigualitario y elitista, hablaba de un sistema de "vales de educación", que recibiría cada ciudadano al nacer y que le supondrían un derecho a unas determinadas "unidades de educación", canjeables en cualquier momento de su vida. De esa manera, quería buscar alternativas educadoras, en las que incluso puede tener cabida a temprana edad la desescolarización y aprendizaje en casa si así lo desean los padres. Naturalmente, estamos hablando de una medida reformista que no supondría el fin del elitismo, solo conseguible con medidas radicales, pero al menos el sistema daría cabida a experimentos alternativos para los que hoy no existen recursos. El sistema de vales sería, además, una medida estatal (que, al día de hoy, no ha adoptado ningún gobierno), por lo que hay que aprovechar el grado de descentralización, que permite el sistema, para generar alternativas sólidas.
El escritor y anarquista Paul Goodman, en los comienzos de la década de los 60 del siglo pasado, realizó una serie de proposiciones para aquellas escuelas o comisiones educativas que decidieran arriesgarse de veras:
-"Suspender la escuela" en algunas ocasiones, algo que no sería perjudicial, ya que está comprobado que un niño puede recuperar sus primeros años de escolaridad en unos pocos meses de buena enseñanza.
-Renunciar al uso de las instalaciones escolares, utilizar el contexto de la ciudad como escuela.
-Invitar a adultos de la comunidad de diversas profesiones, dentro y fuera de escuela, a ser educadores de los pequeños.
-Abolir la obligatoriedad de la asistencia a clase.
-Profundizar en la descentralización, convertir las escuelas urbanas en pequeñas bases locales de 20 a 50 estudiantes.
-Utilizar el presupuesto escolar para enviar a los niños dos meses al año a granjas especiales.
Hay que reconocer que la primera de estas medidas no parece tener posibilidades de ser llevada a cabo, ya que es muy posible que los padres se sintieran engañados. En cuanto a la última, tal vez pudiera pasar por un truco para generar mano de obra barata. Sin embargo, el resto parece que se ha implantado con éxito en no pocas ocasiones; Colin Ward veía como el más interesante en cuanto a su aplicación el de crear pequeñas unidades educativas en lo que pudieran ser locales comerciales vacíos. Erradicar los muros en la escuela es un experimento que ha demostrado que funciona, la educación puede desarrollarse perfectamente en el conjunto de la comunidad y la búsqueda de instalaciones considerarse una parte del proceso educativo. "La ciudad ofrece una variedad increíble de laboratorios de aprendizaje; los estudiantes de arte usan el Museo de Arte, los estudiantes de biología se reúnen en el zoo y los cursos de enseñanza profesional tienen como punto de reunión las instalaciones correspondientes a su especialidad; los periodistas en un periódico y los mecánicos en un garaje...". Se aboga por programas escolares que no aíslen a los estudiantes y que les posibiliten la comprensión funcional de cómo se produce la vida en el seno de una comunidad. Ésta, es una parte importante en la educación de sus hijos, y también sufre las consecuencias en el caso de una mala calidad de enseñanza.
Ward demandaba una fuerte presión "desde abajo" que ayudará a proyectos de desescolarización, a crear sistemas de enseñanza alternativos que no supusieran la gran masa de excluídos y rebeldes que, año tras año, se ven abocados a una carrera de obstáculos en la que son los perdedores. Se cree firmemente que el ser humano, en los inicios de su vida, está dispuesto a aprender, pero que es tantas veces un sistema pernicioso, del que quieren escapar más tarde, el culpable de la falta de atractivo en la enseñanza. Ward predecía que, en un futuro próximo, se abundaría en medidas autoritarias, en las que las autoridades escolares tomarían el control de todas aquellas medidas a pequeña escala, como los centros o talleres comunitarios de acogida a chavales, para evitar que éstos se encuentren en las calles. La escuelas, a su vez, estarán encantadas de estas medidas para deshacerse de aquellos escolares que les impiden llevar a cabo su tarea de domesticación y de formación en la meritocracia.
A comienzos del siglo XXI, la situación es incluso peor: con una tremenda crisis de valores, una visión permanentemente errada de la autoridad en la escuela y con los cimientos intactos de una sociedad desigualitaria. La visión anarquista nos dice que no se pueden pedir medidas al Estado que socaven su propia naturaleza, ya que se trata de una institución creada para proteger los privilegios de clase. A lo que sí estamos obligados a apoyar, al margen del sistema sociopolítico en el que nos encontremos, es a generar métodos educativos alternativos capaces de competir de manera firme con los oficiales. Algunos presupuestos educativos ácratas han sido adoptados por el tiempo, ya que se ha demostrado su buen funcionamiento, además de la justeza de sus planteamientos. Sin embargo, las medidas más radicales y atrevidas solo están en nuestras manos, al margen de toda tutela, en un proceso de progresiva descentralización.
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