lunes, 31 de enero de 2011

Suicidio en dosis homeopáticas

Los presupuestos de la homeopatía, técnica terapéutica aparecida hace unos dos siglos, parecen carecer de legitimidad científica. Durante su existencia, ha sufrido de altos y bajos, aunque parece que en los últimos años cada vez está más presente en el mundo sanitario. Aunque existen más principios, parece que puede hablarse de tres leyes fundamentales: la ley de similitud o analogía, según la cual al paciente hay que administrarle un medicamento que provocaría en un individuo sano los mismos síntomas que padece el enfermo; la ley de infinitesimales, que explica cómo a través de la "dinamización" y diluciones sucesivas las propiedades de la sustancia curativa aumenta su efecto; por último, la ley de individualización, según la cual hay que administrar a cada enfermo, en la medida que su sintomatología es única, un tratamiento particularizado. En la cuestión de la "individualización", la homeopatía parece presentar contradicciones, en las otras dos leyes creo que puede hablarse de falta de demostración científica. A pesar de que, en muchas ocasiones, se presenta la homeopatía como una terapía más consolidada dentro de la sanidad, pienso que hay muchos motivos para ser escéptico.

La MSS (Merseyside Skeptic Society) ha organizado una campaña contra la homeopatía, de un modo curioso y divertido. Se trata de un "suicidio" colectivo convocado para el próximo 5 de febrero, ingeriendo una sobredosis de productos homeopáticos y, así, sensibilizar a la opinión pública de la ineficacia de estos tratamientos. Esta campaña está apoyada por ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, según manifiestan como parte de su actividad en defensa de la razón y contra las seudociencias. Hay que decir que la popularidad de la homeopatía parece ir en aumento, y también su introducción en el "sistema", como demuestra la inauguración de un Instituto Homeopático en Madrid (no tiene precio la explicación de Esperanza Aguirre de en qué consiste la homeopatía). Parece que esta medicina alternativa cada vez reporta más dividendos.

El argumento es que, aunque la homeopatía resulta inocua (se dice que el principio activo, de tan diluido, es inexistente), el hecho de que se promueva como alternativa a la medicina moderna y científica, la cual sí debe haber demostrado que funciona, supone un grave riesgo para la salud pública. Yo también considero que la homeopatía no tiene fundamento científico alguno, aunque conozco a personas que la consumen y las polémicas son ya reiteradas. Algunos argumentos en contra de la medicina convencional (alópata, es el término usado por los defensores de la homeopatía) resultan simplistas algunas veces, y en otras ocasiones es posible que falaces. Los homeópatas, y otras terapeutas alternativos, insisten en lo poderoso de sus métodos, ya que ellos acuden a la raíz del problema, supuestamente atajan la causa y logran una auténtica curación, mientras que la medicina científica se limita a soluciones parciales y a ocuparse de los síntomas. Esto parece claramente falso, ya que una medicina moderna, con un horizonte amplio, solo puede tener como premisa que todo efecto tiene una causa, de hecho puede decirse que el método científico se basa en esa máxima, por lo que se ocupará de conocer todos los procesos que ocurren dentro del organismo. Además, el tratamiento que lleva a cabo la medicina científica no puede estar basado en ningún dogma acerca del método a seguir (como sí parece ocurrir con las terapias alternativas).

Otro reiterado argumento en contra de la medicina científica o convencional es su despersonalización, ya que se ocupa supuestamente de las enfermedades, pero no de los enfermos. Esta cuestión es en gran medida cierta, los sistemas médicos suelen carecer de la infraestructura necesaria para atender al enfermo de manera individualizada, para darle un tratamiento largo apoyado por un necesario refuerzo sicológico. A pesar de esta crítica, que siempre hay que realizar, luchando por un sólido sistema sanitario público, no encuentro la relación con la presunta legitimidad de las terapias alternativas. La sanidad pública es mejorable, dándole por supuesto un mayor contenido humano, así como la medicina científica debe ampliar constantemente su campo y nutrirse de las más diversas corrientes, pero siempre demostrando su eficacia. Las carencias de los sistemas sanitarios establecidos, así como las críticas a su gestión, no pueden abrir la puerta para cualquier terapia alternativa que no haya demostrado su validez, más allá del apoyo humano y sicológico que puede dar el terapeuta o la tranquilidad que aporta en algunos casos tratamientos similares al efecto placebo. Naturalmente, ésta es mi opinión, que como la de cualquiera estará más o menos fundamentada, lo que me agota ya un poquito es que se acuse de ignorancia o cerrazón a aquellos que nos mostramos escépticos con según qué cosas. Si quiere hablarse de ciencia, no creo que haya cabida para según qué terapías; si hablamos de otro tipo de "sanación", entran en juego ya factores que corresponden a otro terreno. No temo simplificar cuando señalo esto, aunque se me enfade más de una amistad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Respecto a los placebos, parece que incluso tendrían efecto cuando los pacientes saben que lo que toman es un placebo. Este estudio, aunque pequeño, y por lo tanto sin trascendencia clínica, hace pensar en qué es realmente lo que nos cura cuando tomamos un medicamento.

Salud.
Jose.