Fernando Ruiz Vergara, director del censurado documental Rocío, rodado en 1977 (aunque la producción aparece con fecha de 1980), falleció el pasado 12 de octubre. Desgraciadamente, el trabajo de este hombre no ha tenido aún el reconocimiento que merece, a pesar de que representara en su momento a España en el Festival de Venecia y recibiera un premio en el Festival Internacional de Cine de Sevilla. Rocío fue la primera película secuestrada por nuestra gloriosa Transición, después de recibir una denuncia por recoger testimonios de vecinos de Almonte (Huelva) en los que se recordaba a los culpables de la represión tras el alzamiento militar del 1936 y se daban detalles sobre los numerosos crímenes.
Lo que se narra en el documental resulta impagable, desde los orígenes de un cristianismo aspirante a fuerza institucional, pasando por los hechos históricos en los que se reafirma el poder eclesial, hasta analizar eventos religiosos de amplia participación popular, como la romería del Rocío, desde diversas perspectivas. Se cuenta que las hermandades religiosas se lucran con el evento sin ningún beneficio para el pueblo, y se recuerda además que su creación se realiza para anular a los movimientos sociales que cuestionan la estructura social. Por ejemplo, en los primeros momentos del ilusionante periodo republicano de los años 30, se crean numerosas hermandades y se empiezan a activar los sectores más reaccionarios de las sociedad hasta desembocar en lo ocurrido en julio de 1936. En esa estrategia, están también las apariciones marianas, también de dudoso origen y coincidentes con épocas en las que peligra el poder del clero. Un antropólogo social nos introduce en lo que considera la esencia del Rocío: la reafirmación de valores reaccionarios, clasistas y aristocratizantes, y del poder de los grandes propietarios ganaderos. Naturalmente, también se da voz a miembros del clero, que manifiestan su opinión sobre un acto místico en el que la masas buscan con fervor un (cuestionable) concepto de la felicidad. Lo que se muestra en el documental Rocío, muy al contrario, son rostros de personas participantes en la idolatría a lo que es una simple figura de madera, que transmiten enajenación y locura. Al respecto, hay que recordar que logró rodarse en este trabajo el desmontaje de la pequeña figura de la Virgen, secuencia en la que se le desprende de toda una increíble parafernalia; son imágenes impactantes, que sirven como símbolo del espíritu de deconstrucción presente en Rocío dejando en evidencia la patética liturgia religiosa.
Ruiz Vergara no volvió a dirigir después de la experiencia traumática que supuso este trabajo, dedicándose a otras facetas artísticas como la pintura, la escultura y la cerámica. En alguna ocasión, declaró que lo único que hizo fue acercarse a un fenómeno sin prejuicio alguno. Desgraciadamente, su película al completo sigue siendo inédita en España (al menos, hasta hace poco, incrusto el vídeo con el trabajo completo más abajo), y solo se ha emitido con las escenas censuradas en Lisboa, en mayo de 2010, gracias al Bloco de Esquerda de Portugal. En una pequeña aldea de ese país, llamada Escala de Baixo, fue donde tenía su último domicilio Ruiz Vergara y donde acabó su vida. Sirvan estas palabras de homenaje a un realizador y a su excelente trabajo convertido en "maldito", digno de ser recuperado.
Lo que se narra en el documental resulta impagable, desde los orígenes de un cristianismo aspirante a fuerza institucional, pasando por los hechos históricos en los que se reafirma el poder eclesial, hasta analizar eventos religiosos de amplia participación popular, como la romería del Rocío, desde diversas perspectivas. Se cuenta que las hermandades religiosas se lucran con el evento sin ningún beneficio para el pueblo, y se recuerda además que su creación se realiza para anular a los movimientos sociales que cuestionan la estructura social. Por ejemplo, en los primeros momentos del ilusionante periodo republicano de los años 30, se crean numerosas hermandades y se empiezan a activar los sectores más reaccionarios de las sociedad hasta desembocar en lo ocurrido en julio de 1936. En esa estrategia, están también las apariciones marianas, también de dudoso origen y coincidentes con épocas en las que peligra el poder del clero. Un antropólogo social nos introduce en lo que considera la esencia del Rocío: la reafirmación de valores reaccionarios, clasistas y aristocratizantes, y del poder de los grandes propietarios ganaderos. Naturalmente, también se da voz a miembros del clero, que manifiestan su opinión sobre un acto místico en el que la masas buscan con fervor un (cuestionable) concepto de la felicidad. Lo que se muestra en el documental Rocío, muy al contrario, son rostros de personas participantes en la idolatría a lo que es una simple figura de madera, que transmiten enajenación y locura. Al respecto, hay que recordar que logró rodarse en este trabajo el desmontaje de la pequeña figura de la Virgen, secuencia en la que se le desprende de toda una increíble parafernalia; son imágenes impactantes, que sirven como símbolo del espíritu de deconstrucción presente en Rocío dejando en evidencia la patética liturgia religiosa.
Ruiz Vergara no volvió a dirigir después de la experiencia traumática que supuso este trabajo, dedicándose a otras facetas artísticas como la pintura, la escultura y la cerámica. En alguna ocasión, declaró que lo único que hizo fue acercarse a un fenómeno sin prejuicio alguno. Desgraciadamente, su película al completo sigue siendo inédita en España (al menos, hasta hace poco, incrusto el vídeo con el trabajo completo más abajo), y solo se ha emitido con las escenas censuradas en Lisboa, en mayo de 2010, gracias al Bloco de Esquerda de Portugal. En una pequeña aldea de ese país, llamada Escala de Baixo, fue donde tenía su último domicilio Ruiz Vergara y donde acabó su vida. Sirvan estas palabras de homenaje a un realizador y a su excelente trabajo convertido en "maldito", digno de ser recuperado.
2 comentarios:
He visto, recientemente, este espléndido e impáctante documental,riguroso en el contenidoy valiénte en la critica.Una lástima que se haya hurtado a los españoles, la posibilidad de verlo en su integridad. Doña Censura,sigue, erre que erre.
Me uno al homenaje y reconocimiento a su director, Fernando Ruiz Vergara.
Sólo un apunte: la Efigie que aparece siendo desvestida por unas monjas no es la de la Virgen del Rocío de Almonte, sino de la Virgen de la Merced de Sevilla. Otra cosa es que se rodaran y se censuraran.
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