Ya he dejado claro, en alguna entrada anterior, que existe una confluencia en el siglo XIX en España entre anarquistas, republicanos y librepensadores. Quiero insistir en ello, como dije, para tratar de poner las cosas en su sitio y presentar las ideas libertarias decimonónicas como la fuerza más progresista y modernizadora del momento. Entonces, los Centros de Estudios Sociales y los Ateneos eran los lugares comunes para esas ideologías avanzadas, espacio adecuado para el debate y el intercambio de ideas. Claudio Venza y Francisco Madrid, en Antología documental del anarquismo español, recuerdan la colaboración intelectual entre republicanismo y anarquismo en publicaciones como Ciencia Social y Germinal. En la literatura, a partir de esta colaboración entre fuerzas progresistas, existirán numerosos escritores, no solo en España, también en todo Europa, que abrazarán las ideas libertarias.
El simbolismo francés es las corriente literaria que más influye en los intelectuales y literatos españoles en aquellos años, en la última década del siglo XIX. Rudolf Rocker, en sus memorias, afirma lo siguiente: "No hay entre los representantes distinguidos de la literatura francesa de aquella época uno solo que no esté inspirado por pensamientos libertarios y no haya intentado llevar a la conciencia de los lectores la crudeza, la hipocresía y la descomposición interna de las instituciones sociales". No obstante, se trata de un anarquismo literario, tal y como lo denominó Azorín, que tal vez no tuvo la suficiente profundidad ideológica, que necesita un movimiento obrero organizado que no tardará en resurgir después de sufrir numerosas persecuciones estatales.
Por lo tanto, a finales del siglo XIX y principios del XX es habitual encontrar firmas de los más prestigiosos intelectuales en los periódicos y revistas anarquistas. Del mismo modo, los ácratas colaboran a su vez en publicaciones ilustres interesadas en los problemas sociales. Ciencia social es una revista, surgida a partir de la iniciativa del tipógrafo Cayetano Oller, cuyo progrema reza lo siguiente: "Queremos recoger, condensar y metodizar cuanto se sabe acerca de las relaciones humanas para fortalecer el criterio emancipador y dar a la voluntad la energía que únicamente obtiene por la posesión de la verdad". Entre los intelectuales que colaboran, se encuentran Pedro Corominas, Miguel de Unamuno, Pedro Dorado y Jaume Brossa. La bomba de Cambios Nuevos, de la que hablé en una entrada anterior a propósito del libro de Gutiérrez Molina, fue de los motivos que puso fin a la fructífera simbiósis entre un intelectualismo anarquizante y un anarquismo abierto a nuevos ideas.
En los Procesos de Montjuic, se encarceló a Pedro Corominas, colaborador en los medios anarquistas pero nada sospechoso de práctica alguna, y a la mayor parte de los redactores de Ciencia Social, lo que da idea de una represión que se cebó especialmente con el movimiento ácrata. No obstante, y a pesar de todas estas dificultades, siguieron surgiendo periódicos que difundirán el ideal anarquista; las persecuciones a militantes ácratas, entre los que se encontraban corresponsales de esos periódicos, hizo que sus vidas tuvieran una precariedad económica difícil de superar. La Anarquía es una publicación aparecida en 1890, que continúa la tradición periodística de los anarquistas madrileños, que a su vez tendría continuación en La Idea Libre, la cual aspiraba a "coadyuvar, por medio de la propaganda razonada y científica, a llevar al conocimiento del mayor número la necesidad imperiosa, justa, irrebatible de transformar las bases antinaturales que sustentan esta sociedad...". Hay que insistir en que estamos en un momento de feroz represión, por lo que La Idea Libre se convirtió en el único periódico español publicado entre agosto de 1897 y enero de 1898. Los Procesos de Montjuic tendrían consecuencias negativas para el anarquismo durante un tiempo, aunque no tardaría en revitalizarse bien entrado el siglo XX.
El simbolismo francés es las corriente literaria que más influye en los intelectuales y literatos españoles en aquellos años, en la última década del siglo XIX. Rudolf Rocker, en sus memorias, afirma lo siguiente: "No hay entre los representantes distinguidos de la literatura francesa de aquella época uno solo que no esté inspirado por pensamientos libertarios y no haya intentado llevar a la conciencia de los lectores la crudeza, la hipocresía y la descomposición interna de las instituciones sociales". No obstante, se trata de un anarquismo literario, tal y como lo denominó Azorín, que tal vez no tuvo la suficiente profundidad ideológica, que necesita un movimiento obrero organizado que no tardará en resurgir después de sufrir numerosas persecuciones estatales.
Por lo tanto, a finales del siglo XIX y principios del XX es habitual encontrar firmas de los más prestigiosos intelectuales en los periódicos y revistas anarquistas. Del mismo modo, los ácratas colaboran a su vez en publicaciones ilustres interesadas en los problemas sociales. Ciencia social es una revista, surgida a partir de la iniciativa del tipógrafo Cayetano Oller, cuyo progrema reza lo siguiente: "Queremos recoger, condensar y metodizar cuanto se sabe acerca de las relaciones humanas para fortalecer el criterio emancipador y dar a la voluntad la energía que únicamente obtiene por la posesión de la verdad". Entre los intelectuales que colaboran, se encuentran Pedro Corominas, Miguel de Unamuno, Pedro Dorado y Jaume Brossa. La bomba de Cambios Nuevos, de la que hablé en una entrada anterior a propósito del libro de Gutiérrez Molina, fue de los motivos que puso fin a la fructífera simbiósis entre un intelectualismo anarquizante y un anarquismo abierto a nuevos ideas.
En los Procesos de Montjuic, se encarceló a Pedro Corominas, colaborador en los medios anarquistas pero nada sospechoso de práctica alguna, y a la mayor parte de los redactores de Ciencia Social, lo que da idea de una represión que se cebó especialmente con el movimiento ácrata. No obstante, y a pesar de todas estas dificultades, siguieron surgiendo periódicos que difundirán el ideal anarquista; las persecuciones a militantes ácratas, entre los que se encontraban corresponsales de esos periódicos, hizo que sus vidas tuvieran una precariedad económica difícil de superar. La Anarquía es una publicación aparecida en 1890, que continúa la tradición periodística de los anarquistas madrileños, que a su vez tendría continuación en La Idea Libre, la cual aspiraba a "coadyuvar, por medio de la propaganda razonada y científica, a llevar al conocimiento del mayor número la necesidad imperiosa, justa, irrebatible de transformar las bases antinaturales que sustentan esta sociedad...". Hay que insistir en que estamos en un momento de feroz represión, por lo que La Idea Libre se convirtió en el único periódico español publicado entre agosto de 1897 y enero de 1898. Los Procesos de Montjuic tendrían consecuencias negativas para el anarquismo durante un tiempo, aunque no tardaría en revitalizarse bien entrado el siglo XX.
1 comentario:
Muy interesante el post, y más aún todo tu blog. Ahora que lo he descubierto iré poco a poco leyéndolo, un saludo!
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