domingo, 30 de septiembre de 2012

La originalidad revolucionaria del magonismo

Continuando con la entrada anterior, me gustaría seguir indagando en el magonismo y su originalidad revolucionaria. Rubén Trejo, en Magonismo: utopía y revolución. 1910-1913, considera que la organización partidaria del magonismo demuestra la confluencia histórica del liberalismo y del anarquismo. Como dijimos con anterioridad, el Partido Liberal Mexicano evoluciona de posiciones liberales, por lo que adopta en un principio una dirección centralizada, a propuestas anarquistas. En cualquier caso, aunque Trejo considera que esa estructura se mantiene después de la conversión al anarquismo, la organización exhortaba a los militantes a pensar por sí mismos y no ser dirigidos por jefe alguno. A los propios hermanos Flores Magón no les gustaba el término "magonistas", ya que parecía que eso les convertía a ellos en dirigentes. A pesar de esto, la forma organizativa del partido entraba en contradicción con las ideas anarquistas, por lo que algunos libertarios internacionales creyeron ver en el PLM un partido más que luchaba por el poder. Hay que observar, insistiremos de nuevo, en la evolución que tuvo aquel partido (un término que, en aquellos tiempos, podía ser sinónimo de "movimiento") y comprender su organización desde ese punto de vista, desde una dialéctica entre liberalismo y anarquismo. Por las declaraciones de sus militantes, no cabe demasiada duda de que su propaganda y sus actos estaba dirigidos al bello ideal de la anarquía.

Con la ruptura con su pasado liberal, los magonistas propusieron nuevas soluciones para el problema agrario. No solo había que restituir las tierras a los pueblos y comunidades a los que se les había robado, se rechazó también la solución de la pequeña propiedad; se consideraba que la subdivisión de las haciendas en pequeñas parcela generaría una burguesía más egoísta y reaccionaria con la diferencia de una nueva esclavitud económica con más amos que antes. La propuesta magonista era la propiedad colectiva y el consumo en común de la tierra y sus frutos, ya que con el esfuerzo de todos los brazos reunidos se trabajaría menos y se cosecharía más; se quería evitar que la propiedad, con el tiempo, volviera a quedar en pocas manos en el caso de dividir la tierra. Considerando que el monopolio agrario era el problema fundamental de México, como es lógico, los anarquistas no iban a esperar a soluciones por parte del Estado y propiciaron la expropiación por parte de campesinos e indígenas (los sujetos de la revolución). Se consideró que la toma de la tierra iba a superar al capitalismo, de ahí el lema "Tierra y libertad", al igual que la toma de la fábrica, por lo que los magonistas trataron de juntar la acción revolucionaria del proletariado industrial y de los campesinos. Menos rígidos que los marxistas en sus análisis, los anarquistas consideraron la importancia de ambos sujetos en la revolución, el obrero y el campesino, dependiendo la mayor importancia de uno u otro de las condiciones históricas.

Los magonistas consideraron también la opresión de la mujer en un sistema injusto, por lo que debería ser liberada al lado del hombre. Flores Magón vio que las cadenas de la mujer eran, incluso, más pesadas e indignantes, ya que por mucho que se produjera el progreso en algunos sectores sociales la mujer seguía subordinada al hombre. Como es obvio, la lucha magonista  no se limitaba a una igualdad jurídica o al mismo derecho para votar, sino que proponían las mismas oportunidades para desarrollarse siempre regidos por el apoyo mutuo entre ambos sexos. Tal y como escribió Práxedis Guerrero: "Mujeres y hombres hemos de luchar por esta igualdad racional, armonizadora de la felicidad individual y la felicidad colectiva, porque sin ella habrá perpetuamente en el hogar la simiente de la tiranía, el retoño de la esclavitud y la desdicha social". La lucha magonista hay que verla también dentro de una contexto de rebeldía internacional, ya que todo pueblo que luche por su verdadera emancipación no puede contemplar solo al opresor de casa y debe recibir el aliento de todos los trabajadores mundiales.

La revolución mexicana deseaba garantizar a todo ser humano pan, tierra y libertad; al movilizar el gobierno de los EE UU tropas a la frontera, se consideró que la burguesía internacional estaba defendiendo sus intereses y se exhortó a los trabajadores del mundo a apoyar su lucha. Los magonistas establecieron comunicación y nexos organizativos con los asalariados que trabajaban en Estados Unidos; fue una lucha en común por el sueño emancipador de los International Workers of the Word que deseaba unir lenguas, razas y culturas para acabar con el dominio del capital. No era un apoyo de unos rebeldes de una nación a otros, sino una rebelión conjunta que asegurara la emancipación de todos los pueblos frente a la autoridad y el capital. Incluso, se quiso aprovechar el estallido de la Primera Guerra Mundial para denunciarla como un nuevo conflicto entre poderosos, en el que luchan y mueren los humildes, y convertirla en una revolución mundial antiautoritaria; para conseguir tal objetivo, había también que combatir el delirio patriotero que obnubilaba a las masas.

Flores Magón pensaba que había una concepción vulgar de la utopía, propia de los conservadores de todos los tiempos, que la consideraba un sueño irrealizable. Sin embargo, los magonistas consideraron que la utopía de hoy es la realidad de mañana. Solo gracias al esfuerzo de los utopistas, es posible el progreso de la humanidad; no ha existido ningún revolucionario o reformador social profundo que no haya sido atacado por las clases dirigentes de su tiempo. No obstante, como anarquistas, los magonistas no eran simples idealistas y soñadores, nunca abandonaron su tendencia al rigor científico: se trataba de la persecución de un ideal, no como una mera creencia, sino siempre atendiendo al análisis de la ciencia. El propio Flores Magón escribió: "¡Utopía, ilusión, sueños! ¡Cuánta poesía, cuánto progreso, cuánta belleza y, sin embargo, cuanto se os desprecia! (…) ¡Adelante! El insulto, el presidio y la amenaza de muerte no pueden impedir que el utopista sueñe".

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