martes, 26 de marzo de 2013

El federalismo anarquista

Con intención de seguir indagando en las propuestas políticas del anarquismo, voy a profundizar en los conceptos claves al respecto. En el caso del federalismo, Haro Tecglen en su Diccionario Político, le atribuye, junto a la idea de la confederación (con mayores connotaciones descentralizadas al hablar de una federación de federaciones), un origen moderno en el socialismo utópico y, posteriormente, en el anarquismo. Sea como fuere, en el caso libertario, la intención fue en origen la sustitución del Estado por la mencionada federación de federaciones. La denominación de las organizaciones ácratas ha respondido a esta aspiración, como es el caso de la Federación Anarquista Ibérica o de la Confederación Nacional del Trabajo (de forma curiosa, ante la posible polémica sobre la palabra nacional en las siglas, se me contó la anécdota de que ello fue forzada por la Administración al no admitir el nombre de Confederación General del Trabajo).

Remontándonos en la historia y profundizando en el concepto, atendiendo a la obra Historia del pensamiento social, de Salvador Giner, la idea federal nacería en el siglo IV a.n.e., cuando se quiso superar en la Antigua Grecia el provincialismo y el fraccionamiento para apostar por la creación de ligas defensivas estables de los gobiernos democráticos contra los tiránicos. Por supuesto, esta visión supondría un cambio de paradigma, no solo en aspectos políticos o económicos, también respecto a una nueva concepción del ser humano; era el inicio de una cultura cosmopolita que trasciende a nivel moral y vital al mero ciudadano de un estado. El propio Proudhon, en El principio Federativo, considera que la idea de federación es tan antigua como lo puede ser la monarquía y la democracia; incluso, quiere ver un origen natural en ella, como la propia sociedad, al igual que los conceptos de autoridad y de libertad. En la actualidad, de manera políticamente muy concreta, el federalismo es el sistema por el cual se rigen determinados países, como es el caso de los Estados Unidos de América; a pesar de conservar ciertas particularidades los diferentes estados federados, están finalmente subordinados en ciertos aspectos de la vida pública a un Estado central (con mayor o menor fuerza, según el contexto).

Si hablamos de federalismo anarquista, hay que seguir hablando de de Proudhon para comprender la concepción original. Proudhon comienza, en El principio federativo, con la afirmación de un primer presupuesto teórico: en la sociedad coexisten los principios de la autoridad y de la libertad; su afán por evitar los principios absolutos, a pesar de apostar de forma obviamente por la libertad, le empuja a adoptar ese criterio. Una segunda afirmación que realiza en dicha obra es acerca de la clasificación de los gobiernos según el carácter del poder, distribuido o indiviso, por lo que surge así el principio federativo. Su crítica al Estado y a la democracia, incluida la propuesta de Rousseau, consiste en esa indivisión del poder; la alternativa federalista de Proudhon consiste en distribuir la autoridad del tal modo que el individuo, o el representante correspondiente, se reserve un tanto más de la que delega. En este autor se encuentra ya una alternativa al estatismo y a sus consecuencias (centralismo, burocracia, autoritarismo..); podemos hablar ya con él de una visión socialista libertaria basada en la federación libre de asociaciones obreras con la base primordial de la solidaridad y el apoyo mutuo.

En El pensamiento de P. J. Proudhon, de Víctor García, se considera el federalismo como una evolución perfeccionada de su idea mutualista; si ésta es fundamentalmente económica, el federalismo abarca la vida plena del ser humano. En en El principio federativo, donde el pensador francés desarrolla con más profundidad el concepto; considera que el Estado acabará extinguiéndose de forma inversamente proporcional al fortalecimiento del federalismo. Con el tiempo, la visión optimista de Proudhon, que preconizaba para el siglo XX una especie de "era de la federaciones" irá cediendo paso a la realidad de un poder estatal que difícilmente cede en sus prerrogativas; por supuesto, no se refería a las dos grandes Estados que llegarán a denominarse federativos, EE UU y la extinta URSS, sino a una progresiva llegada de regímenes más libres como consecuencia de su exacerbada visión del progreso. No obstante, hay que valorar en su justa medida el pensamiento de Proudhon, que trata de buscar alternativas al nacionalismo y al imperialismo, combatiendo la concentración de poder. Su visión federalista influirá en autores no anarquistas, como fue el caso de Pi Margall, presidente de la Primera República en España.

Bakunin, hablando ya directamente de anarquismo en la compilación de Maximoff llamada Escritos de filosofía política, concreta que el socialismo debe ser federalista, tal y como figuraba en el programa de la Comuna de París. Si la unidad de la humanidad es una idea deseable, el anarquista ruso advierte que resulta nefasta sino se realiza respetando la libertad; sin la constitución libre por federación de las diferentes partes autónoma, resulta francamente difícil el progreso y la justicia. En la Primera Internacional, los partidarios de Bakunin se denominarán federalista, frente a la concepción centralista de los partidarios de Marx. La visión federalista, ya para el anarquismo posterior, consistirá en una organización social basada en el libre acuerdo, que va desde lo local hacia los niveles intermedios de la región, y de la nación, hasta alcanzar el conjunto de la humanidad. Este concepto de federalismo ácrata va unido, en el aspecto económico, a la autogestión de los medios de producción por parte de los productores libremente asociados. No obstante, se extiende también a todos los aspectos de la vida social: la administración de la sanidad, de la educación, de la cultura…; desde este punto de vista, el federalismo es una alternativa concreta y factible a la autoridad política.

En entradas posteriores, seguiré indagando en la concepción anarquista del federalismo y en su posibilidad actual.

3 comentarios:

Oscar Viera dijo...

Hola, me gustaría estar en contacto, excelente nota
mi mail es olviera@yahoo.com.ar

Oscar Viera

Capi Vidal dijo...

Hola, Óscar.

Hay un enlace a mi correo en el perfil. Puedes escribir también a info@acracia.org

Un abrazo.
Capi

KRATES dijo...

El federalismo anarquista u obrero parte de su oposición a todo nacionalismo, el internacionalismo libertario busca la hermandad entre todos habitantes del planeta, y no simplemente entre los pueblos, ya que supondría el reconocimiento de identitades colectivas humanas digamos, «orgánicas». El federalismo libertario parte como principio de organización del municipio. El municipio se rige, más o menos, en democracia directa (o concejo abierto) y tiene, ante todo, una base socioeconómica igualitaria, de ahí que también sea socialista. Después, desde aquí, se federa con otros municipios.

El federalismo político es otra cosa, es el modelo defendido por republicanos y otros partidos de izquierdas que buscan repetir a pequeña escala la figura todopoderosa del Estado; aunque busquen la descentralización (para evitar los abusos de un gobierno central fuerte) no defienden ningún tipo de igualdad social y económica. Y crean versiones menores estatales, con sus parlamentos, burocracias e, incluso, policía.

¡Es cómo lo interpreto yo!