jueves, 22 de agosto de 2013

Sobre Fernando Savater

A propósito de un artículo de opinión de Fernando Savater, y como uno es un poquito pertinaz, mando otra cartita a El País:
Soy, todavía, a pesar de los pesares, defensor de la figura intelectual de Fernando Savater, especialmente cuando veo que se le quiere reducir a una caricatura desde ciertos ámbitos debido a sus "desvaríos políticos" (la expresión es mía y la empleo polémicamente ex profeso). Creo que es un importante filósofo; lo considero, en parte, como uno de los referentes en mi propia formación intelectual. Sin embargo, cuando leo lo que escribe en ciertos artículos de opinión, me pregunto qué fue de aquel autor de intenciones libertarias y con un agradecible puntito nihilista. No voy a entrar en su defensa de la "socialdemocracia", concepto político polisémico que ha reivindicado incluso en alguna ocasión algún partido conservador con notable oportunismo. No obstante, me duelen especialmente sus pobres argumentaciones y lugares comunes en torno al 15-M: está acertado ese movimiento cuando coincide con los postulados del autor; cuando no lo está, se trata de ideas "radicales" y "caducas". El movimiento 15-M, con sus comprensibles carencias y todos los errores que se quiera, y dicho de forma elemental, quiere recuperar y renovar la participación de las personas en los asuntos públicos; ello supone, por supuesto, una crítica radical al aparato político (Estado, centralización oligárquica) y económico (capitalismo, supuesto "libre mercado"). En algunos rasgos, como es lógico, puede coincidirse con los deseos teóricos de la socialdemocracia; en la práctica, esta vieja fórmula política se presenta como verdaderamente "caduca". Para terminar, las inevitables menciones de Savater al nacionalismo, que ya aclaro que detesto, terminan con la también habitual denuncia de una lengua políticamente correcta que, supuestamente, acepta términos como "catalanizar" o "euskaldunizar", pero censura el de "españolizar". ¿Acaso no son detestables y reaccionarios todos estos conceptos?; acaso, no encubre cada uno de ellos diferentes formas de uniformización estatal-nacionalista. Particularmente, me gusta el verbo "descentralizar"; no para crear nuevos Estados, tanto o más perniciosos, sino para profundizar en la democracia y para confiar en una pluralidad de individuos verdaderamente cosmopolitas.
Aprovecho para recuperar otro texto sobre Savater, que escribí hace tiempo:
Por qué, señor Savater. Por qué un tipo que todavía reivindica "lo libertario" (la autogestión social, así le oí decirlo en un reciente programa televisivo) es capaz de involucrarse en un partido político encabezado por una señora que se llena la boca de nación española (sí, ustedes dicen que eso no es nacionalismo, pero...). Por qué alguien que escribió un bello libro como Invitación a la ética, preñado también de convicción libertaria, revolucionaria y humanista, o como Ética como amor propio, que reivindicaba el impulso moral de cada individuo (recordándonos al bueno de Stirner, filósofo reivindicable donde los haya), por qué ese mismo hombre (capaz, estoy seguro, de no renegar de ninguna de sus líneas) escribe ahora una y otra vez tópicos sobre la intelectualidad progre. Acusaciones de no movilizarse contra ETA, acusaciones de manifestarse contra la guerra de Irak (¿usted no lo hizo?), acusaciones de solo movilizarse cuando el culpable es estadounidense (tópico, tópico una y otra vez, el muro cayó hace tiempo, sr. Savater, los anarquistas han denunciado la opresión venga de donde venga, no repita usted el miserable e interesado tópico de la derecha mediática). Por qué alguien que escribió un Panfleto contra el Todo, donde se denuncian supuestos ideales que justifican la burocracia (el Todo, el Poder, el Estado, la Justicia...) se mete ahora en una lucha por el miserable y triste poder (creo que usted lo achacará a una suerte de circunstancialismo, y no me gusta mencionar demasiado la palabra coherencia, pero...). Por qué, sr. Savater, por qué actúa así el mismo fulano que ayudó (y sigue ayudando, estoy seguro) a que el más común de los mortales utilice la reflexión filosófica para que conceptos como Ética y Ciudanía tengan un sentido pleno. Por qué aquel tipo que defendía un antimilitarismo consciente y revolucionario, propio de un pensamiento renovador y emancipatorio, justifica y se integra hoy en día en el Estado (la lucha contra unos miserables asesinos, que desean su propio Estado totalitario, no justifica esto, sr. Savater). Cualquier perseguido merece mi simpatía, soy enemigo de todo nacionalismo y combatiré con fuerza a aquel que mata y extorsiona (mi creencia en la autogestión social, en una sociedad más libre y consciente, no me hace perder el norte ni volver la espalda), pero su elección por el Estado y la Constitución (elección mejor, para usted, parece ser, que lo que pretenden sus enemigos) creo que es parte de un juego político en el que muchos no queremos entrar (muchos a los que también nos repugna el terrorismo, y sé que mis circunstancias nunca serán las suyas). A pesar de sus artículos de opinión, no termino de creerme que haya evolucionado de ideas libertarias al liberalismo o a la socialdemocracia (soy así de ingenuo). Tal vez debiera volver a leer la gran obra de Max Stirner El único y su propiedad y escribir un nuevo Panfleto contra el Todo. Yo, tal como usted en su juventud, también me considero un "revolucionario sin ira". Espero no ser nunca un conservador de ningún tipo.

1 comentario:

Loam dijo...

Desde luego, cada cual es muy libre de elegir el camino y la ideología que quiera, pero hay ciertos "bandazos" que resultan, además de incomprensibles, hirientes, y el de Savater es uno. En "Perdonadme ortodoxos" Savater escribe: "La ambición del pensamiento negativo es conseguir una cordura, fuera de la Razón establecida; es conservar un orden en el pensamiento, pero sin aceptar el pensamiento del orden".
A Savater debemos, además de los libros en este artículo citados, la magnífica traducción de algunos libros de Emil Cioran.
El, para mí inexplicable, "caso" Savater sigue sumiéndome en una irresoluble estupefacción.