Una de mis principales preocupaciones, que ya he reflejado en otros diseños, es la de la enajenación en el hombre moderno, hasta el punto que prácticamente ha acabado convirtiéndose en un autómata. El desarrollo tecnológico en el llamado primer mundo, para nada puesto al servicio de unos fines verdaderamente humanistas, solo ha empeorado la situación. Se demanda un ser humano verdaderamente enfrentado a la realidad, capaz de profundizar en las cuestiones, estimulando así su conciencia, de adoptar una comunicación racional con sus semejantes, y que no se subordine ante ninguna abstracción.
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