El primer humanismo nace en la Antigüedad, no solo entre los filósofos y poetas de las sociedades griega y romana, también se vislumbra en la China de Confucio o en el movimiento Charvaka de la India. Un humanismo plenamente identificado con la modernidad eclosiona durante el Renacimiento, donde se dan importantes aportes para el avance científico, y será a partir de la Ilustración donde nacen nuevos valores democráticos y de justicia social. Así, el humanismo moderno ha contribuido a edificar una nueva perspectiva ética donde son primordiales los valores de la libertad y la felicidad, así como los derechos humanos de carácter universal.
Son cuatro los grandes manifiestos y Declaraciones humanistas emitidos durante el pasado siglo XX: el Manifiesto Humanista I, El Manifiesto Humanista II, La Declaración Humanista Secular y la Declaración de Interdependencia; el quinto gran documento aparece ya cuando se apaga el siglo con el nombre de Manifiesto Humanista 2000. Sus firmantes tenían el propósito de aportar soluciones a los problemas que encaraba la humanidad a las puertas del siglo XXI; el Manifiesto conllevaba una intención abiertamente renovadora en el pensamiento, algo que debe ser siempre el sello distintivo del humanismo, y se presenta como un documento susceptible de ser continuamente revisado.
El Manifiesto Humanista I apareció en 1933, poco después de la gran depresión económica. Su firmantes fueron 34 autores americanos, entre ellos el filósofo John Dewey, y recomendaba un tipo de humanismo religioso no teísta como alternativa a las grandes religiones organizadas; en el campo económico, apostaba por una planificación nacional y social. El contexto donde aparece el Manifiesto Humanista II (1973) es de la revolución sexual y la lucha por los derechos civiles; este documento suscitó un amplio debate en el que autores de diversas ideologías saludaron la profundización en los valores democráticos y la defensa de los derechos humanos; a nivel económico, y a pesar de existir partidarios del libre mercado en la firma del manifiesto, se pretendía llevar también la democracia a este ámbito y procurar una economía que beneficiara realmente al conjunto de la sociedad. Es en 1980 cuando aparece la Declaración del Humanismo Secular, publicada por el Consejo para el Humanismo Laico fundado por Paul Kurtz; en este nuevo documento existe ya un espíritu antiautoritario y contrario a las creencias sobrenaturales; se pone énfasis en el uso de la razón y de la investigación científica, así como en la libertad individual, los valores humanos, la diversidad y la cooperación. Todavía aparecerá un nuevo documento, en 1988, llamado Declaración de Interdependencia, en el que se realiza un llamamiento a favor de una ética global de cara a los grandes cambios que se estaban produciendo en el mundo.
Será ya cuando acaba el siglo cuando se ve necesario un nuevo Manifiesto en un contexto de grandes transformaciones globales. A pesar de existir los medios, gracias a la ciencia y la tecnología, para mejorar la vida, la felicidad y la libertad de todos los seres humanos, la realidad es muy distinta: gran parte de las personas del planeta sigue pasando una necesidad intolerable; el crecimiento progresivo de la población resulta alarmante de cara a la explotación de los recursos; los problemas medioambientales siguen siendo muy graves; la desigualdad entre los países, y también entre clases en el seno del mundo desarrollado, es inadmisible; graves enfermedades no terminan por erradicarse e incluso se revitalizan; los enfrentamientos por cuestiones nacionales, étnicas o religiosos continúan… Este análisis, con mayor amplitud, está presente en el Manifiesto del año 1999, y eso unos años antes de una nueva y grave crisis económica que ha hecho cuestionar aún más el dogma del libre mercado. Los propósitos del documento pasan por el uso de la inteligencia crítica y por un esfuerzo cooperativo para solucionar los problemas sociales y para mejorar las condición humana. Lo que se denuncia también es la existencia de tendencias contrarias a la ciencia y a la modernidad de origen místico o religioso y de moral tradicional o conservadora; a pesar de ello, se deja muy claro que se apuesta por la multiculturalidad y por la diversidad de todo tipo, pero negando el aislamiento y aportando soluciones sólidas y reales. El Manifiesto arremete también contra el movimiento filosófico de la posmordenidad, por negar la objetividad de la ciencia y cuestionar los valores modernos; se considera que hay una considerable carga mística también en la corriente posmoderna y apuesta por la ciencia como herramienta universal para que se expresen todos los seres humanos al margen de su contexto cultural.
Naturalismo científico e innovación tecnológica
El nuevo Manifiesto Humanista tiene un fuerte compromiso con el naturalismo científico, ya que considera que es una herramienta que capacita a los seres humanos para construir una visión coherente del mundo, fundamentada sólidamente en el conocimiento y capaz de superar las viejas herencias metafísicas y teológicas. Se cree que los métodos de las ciencias son los más fidedignos encontrados para incrementar el conocimiento y para tratar de resolver los problemas humanos. Es necesario extender dichos métodos científicos a otros ámbitos humanos y acabar con las restricciones en la investigación, exceptuando por supuesto si ello vulnera los derechos de las personas. El naturalismo científico se basa en un materialismo no reduccionista, ya que se considera que los procesos y sucesos naturales están mejor documentados cuando van referidos a causas materiales. Esta visión no niega la necesidad de contemplar y apreciar las diversas expresiones culturales y morales de la existencia humana. En definitiva, se aboga por una madurez en la humanidad dejando atrás todo pensamiento mágico y mitológico, siendo sustituidos por un conocimiento de las leyes naturales bien fundamentado.
Los humanistas, aunque puedan parecer a priori demasiado optimistas sobre la aplicación tecnológica, no niegan los graves problemas que ello ha conllevado. Ha sido así debido a que dichas aplicaciones tecnológicas, con gran frecuencia, ha estado determinadas por consideraciones económicas y por usos políticos y militares.
De cara al bienestar humano, se proclaman los siguientes puntos:
-Se critica cualquier esfuerzo para limitar la investigación tecnológica, para censurarla o restringirla de cualquier manera.
-Se sostiene que la mejor manera de tratar todo lo relacionado con la aplicación tecnológica es el debate bien informado, y no la apelación a dogmas absolutistas o a consignas emocionales.
-Es necesario desarrollar innovaciones tecnológicas que satisfagan las necesidades y los objetivos humanos, y hacerlo con sabiduría y humanismo.
-Hay que favorecer las innovaciones tecnológicas que reduzcan al máximo los impactos sobre el medio ambiente.
-Debe favorecerse la propagación de tecnologías intermedias para ser utilizadas por los más desfavorecidos.
Ética y razón
En la cosmovisión humanista, resulta primordial la realización de los más elevados valores éticos; se considera que el aumento del conocimiento científico capacitará a los seres humanos para tomar elecciones más prudentes. Los humanistas, durante la historia de la humanidad, han aportado sólidos fundamentos seculares para la acción moral; es por eso que se niega que la piedad religiosa sea el único garante de la virtud moral. La sociedad debe acoger la coexistencia de una amplia pluralidad de valores morales. En cuanto a la ética humanista, no necesita premisas religiosas o teológicas y se basa en elecciones respecto a los intereses, aspiraciones, necesidades y valores humanos.
Repasamos a continuación los principios clave de la ética humanista:
-El valor central es la dignidad y la autonomía del individuo; se debe maximizar la libertad de elección: libertad de pensamiento y conciencia, el libre pensamiento y la libre investigación.
-La libertad a la que apelan los humanistas debe ser ejercitada con responsabilidad.
-Se defiende una ética de la excelencia basada en la capacidad de elegir libremente, la creatividad, el gusto estético, la prudencia en las motivaciones, la racionalidad y en cierta obligación para desarrollar el talento de cada uno.
-El humanismo conlleva responsabilidad con los demás, altruismo y solidaridad.
-Se insiste en la necesidad de proporcionar educación moral a niños y jóvenes.
-Se recomienza la razón como herramienta para fundamentar juicios éticos; los principios y valores humanos pueden justificarse mejor a la luz de la investigación reflexiva.
-Se acepta la importancia de la herencia moral del pasado, pero se intenta siempre desarrollar nuevas soluciones para los dilemas morales.
-Se aboga por el respeto a una ética de principios, por lo que el fin nunca justifica los medios; se denuncian las ideologías y sistemas políticos que, con fervor religioso, utilizaron los peores medios para un supuesto bien mayor.
El Manifiesto Humanista supone, como ya se visto en muchos puntos, un compromiso con el bienestar de la humanidad en su conjunto en aras de un mundo mejor y más seguro con un fuerte compromiso ético. Para ello, se establecen una serie de derechos y responsabilidades, como es la obligación de un esfuerzo auténtico para acabar con la pobreza y la desnutrición, para que las personas de cualquier parte del mundo cubran sus necesidades primordiales; asimismo, la educación y el enriquecimiento cultural deben ser una conquista universal. A nivel político, aunque los firmantes del manifiesto son obviamente progresistas, pueden existir diferentes sensibilidades ideológicas; sea como fuere, un espíritu libertario está presente en el documento cuando se pide sustituir los estados soberanos que forman las Naciones Unidas por una asamblea formada por los diversos pueblos; por supuesto, en esa visión debe darse una maximación de la autonomía, la descentralización y la libertad para cada grupo local de cada parte del mundo. Existe también una fuerte denuncia de un sistema económico basado en los oligopolios; uno de los problemas de acceso al conocimiento es la difusión de cualquier falacia seudocientífica por parte de los medios si ello supone rentabilidad económica.
Existe un gran optimismo en los firmantes del manifiesto, pero tratando de marcar una vía concreta para los problemas de la humanidad, y apelando a la voluntad y responsabilidad para lograr una vida mejor. Para ello, se rechaza cualquier visión trascendentalista que abandone la razón y la libertad, ya que los seres humanos solo pueden mirar hacia sí mismos para obtener la salvación. Se apela al cosmopolitismo y a la fraternidad universal, ya que todos formamos una gran familia humana a través de nuestra diversidad y de la pluralidad de nuestras tradiciones.
Enlaces de interés:
Manifiesto Humanista 2000 (texto íntegro)
"El humanismo secular"
"Lo importante de un humanismo laico"
"Sobre el humanismo y su plena interpretación"
Son cuatro los grandes manifiestos y Declaraciones humanistas emitidos durante el pasado siglo XX: el Manifiesto Humanista I, El Manifiesto Humanista II, La Declaración Humanista Secular y la Declaración de Interdependencia; el quinto gran documento aparece ya cuando se apaga el siglo con el nombre de Manifiesto Humanista 2000. Sus firmantes tenían el propósito de aportar soluciones a los problemas que encaraba la humanidad a las puertas del siglo XXI; el Manifiesto conllevaba una intención abiertamente renovadora en el pensamiento, algo que debe ser siempre el sello distintivo del humanismo, y se presenta como un documento susceptible de ser continuamente revisado.
El Manifiesto Humanista I apareció en 1933, poco después de la gran depresión económica. Su firmantes fueron 34 autores americanos, entre ellos el filósofo John Dewey, y recomendaba un tipo de humanismo religioso no teísta como alternativa a las grandes religiones organizadas; en el campo económico, apostaba por una planificación nacional y social. El contexto donde aparece el Manifiesto Humanista II (1973) es de la revolución sexual y la lucha por los derechos civiles; este documento suscitó un amplio debate en el que autores de diversas ideologías saludaron la profundización en los valores democráticos y la defensa de los derechos humanos; a nivel económico, y a pesar de existir partidarios del libre mercado en la firma del manifiesto, se pretendía llevar también la democracia a este ámbito y procurar una economía que beneficiara realmente al conjunto de la sociedad. Es en 1980 cuando aparece la Declaración del Humanismo Secular, publicada por el Consejo para el Humanismo Laico fundado por Paul Kurtz; en este nuevo documento existe ya un espíritu antiautoritario y contrario a las creencias sobrenaturales; se pone énfasis en el uso de la razón y de la investigación científica, así como en la libertad individual, los valores humanos, la diversidad y la cooperación. Todavía aparecerá un nuevo documento, en 1988, llamado Declaración de Interdependencia, en el que se realiza un llamamiento a favor de una ética global de cara a los grandes cambios que se estaban produciendo en el mundo.
Será ya cuando acaba el siglo cuando se ve necesario un nuevo Manifiesto en un contexto de grandes transformaciones globales. A pesar de existir los medios, gracias a la ciencia y la tecnología, para mejorar la vida, la felicidad y la libertad de todos los seres humanos, la realidad es muy distinta: gran parte de las personas del planeta sigue pasando una necesidad intolerable; el crecimiento progresivo de la población resulta alarmante de cara a la explotación de los recursos; los problemas medioambientales siguen siendo muy graves; la desigualdad entre los países, y también entre clases en el seno del mundo desarrollado, es inadmisible; graves enfermedades no terminan por erradicarse e incluso se revitalizan; los enfrentamientos por cuestiones nacionales, étnicas o religiosos continúan… Este análisis, con mayor amplitud, está presente en el Manifiesto del año 1999, y eso unos años antes de una nueva y grave crisis económica que ha hecho cuestionar aún más el dogma del libre mercado. Los propósitos del documento pasan por el uso de la inteligencia crítica y por un esfuerzo cooperativo para solucionar los problemas sociales y para mejorar las condición humana. Lo que se denuncia también es la existencia de tendencias contrarias a la ciencia y a la modernidad de origen místico o religioso y de moral tradicional o conservadora; a pesar de ello, se deja muy claro que se apuesta por la multiculturalidad y por la diversidad de todo tipo, pero negando el aislamiento y aportando soluciones sólidas y reales. El Manifiesto arremete también contra el movimiento filosófico de la posmordenidad, por negar la objetividad de la ciencia y cuestionar los valores modernos; se considera que hay una considerable carga mística también en la corriente posmoderna y apuesta por la ciencia como herramienta universal para que se expresen todos los seres humanos al margen de su contexto cultural.
Naturalismo científico e innovación tecnológica
El nuevo Manifiesto Humanista tiene un fuerte compromiso con el naturalismo científico, ya que considera que es una herramienta que capacita a los seres humanos para construir una visión coherente del mundo, fundamentada sólidamente en el conocimiento y capaz de superar las viejas herencias metafísicas y teológicas. Se cree que los métodos de las ciencias son los más fidedignos encontrados para incrementar el conocimiento y para tratar de resolver los problemas humanos. Es necesario extender dichos métodos científicos a otros ámbitos humanos y acabar con las restricciones en la investigación, exceptuando por supuesto si ello vulnera los derechos de las personas. El naturalismo científico se basa en un materialismo no reduccionista, ya que se considera que los procesos y sucesos naturales están mejor documentados cuando van referidos a causas materiales. Esta visión no niega la necesidad de contemplar y apreciar las diversas expresiones culturales y morales de la existencia humana. En definitiva, se aboga por una madurez en la humanidad dejando atrás todo pensamiento mágico y mitológico, siendo sustituidos por un conocimiento de las leyes naturales bien fundamentado.
Los humanistas, aunque puedan parecer a priori demasiado optimistas sobre la aplicación tecnológica, no niegan los graves problemas que ello ha conllevado. Ha sido así debido a que dichas aplicaciones tecnológicas, con gran frecuencia, ha estado determinadas por consideraciones económicas y por usos políticos y militares.
De cara al bienestar humano, se proclaman los siguientes puntos:
-Se critica cualquier esfuerzo para limitar la investigación tecnológica, para censurarla o restringirla de cualquier manera.
-Se sostiene que la mejor manera de tratar todo lo relacionado con la aplicación tecnológica es el debate bien informado, y no la apelación a dogmas absolutistas o a consignas emocionales.
-Es necesario desarrollar innovaciones tecnológicas que satisfagan las necesidades y los objetivos humanos, y hacerlo con sabiduría y humanismo.
-Hay que favorecer las innovaciones tecnológicas que reduzcan al máximo los impactos sobre el medio ambiente.
-Debe favorecerse la propagación de tecnologías intermedias para ser utilizadas por los más desfavorecidos.
Ética y razón
En la cosmovisión humanista, resulta primordial la realización de los más elevados valores éticos; se considera que el aumento del conocimiento científico capacitará a los seres humanos para tomar elecciones más prudentes. Los humanistas, durante la historia de la humanidad, han aportado sólidos fundamentos seculares para la acción moral; es por eso que se niega que la piedad religiosa sea el único garante de la virtud moral. La sociedad debe acoger la coexistencia de una amplia pluralidad de valores morales. En cuanto a la ética humanista, no necesita premisas religiosas o teológicas y se basa en elecciones respecto a los intereses, aspiraciones, necesidades y valores humanos.
Repasamos a continuación los principios clave de la ética humanista:
-El valor central es la dignidad y la autonomía del individuo; se debe maximizar la libertad de elección: libertad de pensamiento y conciencia, el libre pensamiento y la libre investigación.
-La libertad a la que apelan los humanistas debe ser ejercitada con responsabilidad.
-Se defiende una ética de la excelencia basada en la capacidad de elegir libremente, la creatividad, el gusto estético, la prudencia en las motivaciones, la racionalidad y en cierta obligación para desarrollar el talento de cada uno.
-El humanismo conlleva responsabilidad con los demás, altruismo y solidaridad.
-Se insiste en la necesidad de proporcionar educación moral a niños y jóvenes.
-Se recomienza la razón como herramienta para fundamentar juicios éticos; los principios y valores humanos pueden justificarse mejor a la luz de la investigación reflexiva.
-Se acepta la importancia de la herencia moral del pasado, pero se intenta siempre desarrollar nuevas soluciones para los dilemas morales.
-Se aboga por el respeto a una ética de principios, por lo que el fin nunca justifica los medios; se denuncian las ideologías y sistemas políticos que, con fervor religioso, utilizaron los peores medios para un supuesto bien mayor.
El Manifiesto Humanista supone, como ya se visto en muchos puntos, un compromiso con el bienestar de la humanidad en su conjunto en aras de un mundo mejor y más seguro con un fuerte compromiso ético. Para ello, se establecen una serie de derechos y responsabilidades, como es la obligación de un esfuerzo auténtico para acabar con la pobreza y la desnutrición, para que las personas de cualquier parte del mundo cubran sus necesidades primordiales; asimismo, la educación y el enriquecimiento cultural deben ser una conquista universal. A nivel político, aunque los firmantes del manifiesto son obviamente progresistas, pueden existir diferentes sensibilidades ideológicas; sea como fuere, un espíritu libertario está presente en el documento cuando se pide sustituir los estados soberanos que forman las Naciones Unidas por una asamblea formada por los diversos pueblos; por supuesto, en esa visión debe darse una maximación de la autonomía, la descentralización y la libertad para cada grupo local de cada parte del mundo. Existe también una fuerte denuncia de un sistema económico basado en los oligopolios; uno de los problemas de acceso al conocimiento es la difusión de cualquier falacia seudocientífica por parte de los medios si ello supone rentabilidad económica.
Existe un gran optimismo en los firmantes del manifiesto, pero tratando de marcar una vía concreta para los problemas de la humanidad, y apelando a la voluntad y responsabilidad para lograr una vida mejor. Para ello, se rechaza cualquier visión trascendentalista que abandone la razón y la libertad, ya que los seres humanos solo pueden mirar hacia sí mismos para obtener la salvación. Se apela al cosmopolitismo y a la fraternidad universal, ya que todos formamos una gran familia humana a través de nuestra diversidad y de la pluralidad de nuestras tradiciones.
Enlaces de interés:
Manifiesto Humanista 2000 (texto íntegro)
"El humanismo secular"
"Lo importante de un humanismo laico"
"Sobre el humanismo y su plena interpretación"
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