Uno de los pilares del anarquismo de Proudhon se asienta en el mutualismo, basado en sus experiencias directas con la clase trabajadora con el objetivo de adelantar un futuro de bienestar y justicia social; puede considerarse como la primera escuela económica anarquista, y así se reflejará en los seguidores de Proudhon en la Primera Internacional; según esta teoría, el Estado será sustituido por la organización de individuos según acuerdos voluntarios sobre una base de igualdad y reciprocidad.
Un factor primordial en el mutualismo es la solidaridad, algo que le separa del individualismo meramente egoísta, que busca la satisfacción personal; el federalismo, de aspiraciones universales, es otro de los pilares sobre los que se asienta el pensamiento proudhoniano. Según el mutualismo, la sociedad sería un sistema de equilibrio entre fuerzas libres, garantizado por la obtención de derechos y el cumplimiento de deberes (servicio por servicio, producto por producto, préstamo por préstamo…); el socialismo de Proudhon, en lugar de basarse en la unidad y en la síntesis (algo que él identificaba con el centralismo comunista), lo hace en una pluralidad basada en el equilibrio, la cooperación, el intercambio y la independencia de las partes.
Habitualmente, se suele hablar de tres grandes tendencias en el anarquismo moderno, la mutualista, la colectivista y la comunista. Del mismo modo, con la confianza en el progreso que han tenido los anarquistas, así como en la negación de todo posible estancamiento de las ideas, se ha visto siempre una superación de la concepción mutualista en la colectivista de Bakunin y, de ésta, en el comunismo libertario de Kropotkin. La confianza que tenía Bakunin, para asegurar la libertad y la motivación personal, de un tipo de retribución ("a cada cual según su esfuerzo") se quiso ver como una visión aún demasiado egoísta y tendría que venir Kropotkin, y su idea muy optimista de una economía comunista de la abundancia, para abrazar el "cada uno según su capacidad, a cada cual según su necesidad".Un factor primordial en el mutualismo es la solidaridad, algo que le separa del individualismo meramente egoísta, que busca la satisfacción personal; el federalismo, de aspiraciones universales, es otro de los pilares sobre los que se asienta el pensamiento proudhoniano. Según el mutualismo, la sociedad sería un sistema de equilibrio entre fuerzas libres, garantizado por la obtención de derechos y el cumplimiento de deberes (servicio por servicio, producto por producto, préstamo por préstamo…); el socialismo de Proudhon, en lugar de basarse en la unidad y en la síntesis (algo que él identificaba con el centralismo comunista), lo hace en una pluralidad basada en el equilibrio, la cooperación, el intercambio y la independencia de las partes.
Del mismo modo, el mutualismo proudhoniano se quiso ver rebasado por la consolidación de la Revolución Industrial, la definitiva desaparición del taller, el progresivo aumento de poder de las multinacionales, la propia evolución científica y técnica, y mucho otros factores que no existían en la época del pensador francés. A pesar de ello, el pensamiento de Proudhon reposaba en conceptos que pueden ser muy reivindicables por el anarquismo posterior: su planteamiento económico en la solidaridad y en la equidad, y su federalismo en una visión plural y universalista. Como ya hemos dicho, su idea mutualista, como la de toda corriente verdaderamente anarquista, se basaba en que el Estado debía verse substituido por una organización de individuos libres y libremente asociados, que concluirían entre ellos acuerdos voluntarios sobre una base de igualdad y reciprocidad. No todo mutualismo es estrictamente anarquista, pero no puede negarse su importancia en el desarrollo de las ideas anarquistas y se manifiesta de algún modo en la mayor parte de las propuestas libertarias.
El sistema de Proudhon se proponía que el hombre no se subordinara al Estado, pero tampoco a la sociedad, y apostaba por un equilibrio de fuerzas libres con iguales derechos y obligaciones en el intercambio de servicios y productos, de ahí que tantas veces trate de etiquetarse al francés como liberal sin mencionarse que siempre quiso acabar con las clases y los privilegios. La idea del mutualismo, básandose en la pluralidad, debería garantizar la unidad social organizándose de abajo arriba. La mutualidad debe ser garante de la división de las propiedades, la participación de la tierra, independencia del trabajo, separación de industrias, especialidad de funciones, responsabilidad individual y colectiva, según se trabaje individualmente o en grupo, de la reducción en lo posible de los gastos generales, y de la eliminación del parasitismo y de la miseria.
La aversión de Proudhon al comunismo, en cambio, le hacía verlo como jerarquía, indivisión, centralización, subordinación de voluntades, pérdida de fuerzas, burocracia, falta de productividad, aumento de los gastos y, por lo tanto, aumento del parasitismo y de la miseria. Frente a la unidad comunista tomada como dogma, pluralidad y autonomía de las diversas agrupaciones; su mutualismo puede decirse que es una búsqueda de equilibrio, concepto tan presente en todo su pensamiento, y una negación de una síntesis superadora que puede conducir a la dominación política o económica. El socialismo de Proudhon no se basa en la uniformización social, sino en una búsqueda de la unidad en la diversidad respetando la independencia en la cooperación de individualidades o grupos productores, y el único garante es el mutualismo. Por concretar algunas de las visiones prácticas de Proudhon, hay que decir que deseaba que los beneficios del capital, la plusvalía, fuera aminorada progresivamente en beneficio del precio real del trabajo.
En próximos textos, veremos con mayor profundidad las divergencias entre las diversas corrientes económicas del anarquismo.
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