El maestro que prometió el mar es una película que está ahora mismo en la cartelera española, con cierto éxito, ya que se estrenó el 10 de noviembre; está dirigida por Patricia Font, con guion de Albert Val sobre la novela de Francesc Escribano. Nos cuenta la historia del maestro Antonio Benaiges, miserablemente asesinado por los falangistas al comienzo de la Guerra Civil, y lo hace a través del presente cuando una mujer descubre que su abuelo buscaba los restos de su padre en Burgos también desaparecido y es posible que sus restos se encuentren en una fosa común. De esta manera, la película nos narrará dos historias conectadas en diferentes épocas: la de Ariadna en 2010 cuando, a través de la búsqueda de los restos de su bisabuelo, conoce la historia de Benaiges en 1935, un maestro de Tarragona que es trasladado a una pequeña escuela de Bañuelos de Bureba en Burgos. Allí, se enfrentará a las fuerzas vivas del pueblo con un innovador método pedagógico; el título alude a que sus alumnos nunca habían visto el mar y les promete hacerlo, como símbolo de apertura hacia el mundo y un horizonte vital mucho más amplio.
Se trata de una película muy recomendable, quizá algo descompensada, ya que la historia del presente me parece algo más floja y peor interpretada (el actor Enric Auquer realiza un gran trabajo como Benaiges). No obstante, en conjunto es un film lo suficientemente emotivo, la historia del maestro es muy concisa y bien narrada, un gran homenaje a una figura real, la de Antonio Benaiges, asesinado por querer mejorar las cosas, que se ganó el cariño de sus alumnos en aquel pueblo. Quizá se le pueda reprochar en cualquier caso algo complicado, que es cómo la historia reciente de este país, con una guerra civil que ganaron los reaccionarios, repercute todavía en la actualidad con heridas que no están cerradas, algo que sí se observa en personajes ya ancianos que fueron alumnos de Benaiges, pero también con un horizonte político nada conectado con los que quisieron cambiar las cosas, aunque esto es ya un tema diferente y más complejo.
Se ha comparado El maestro que prometió el mar con La lengua de las mariposas, una película quizá algo esquemática, pero valgan como homenaje ambos films a todos aquellos maestros de ideas avanzadas que acabaron sufriendo la ignominia. Antonio Benaiges, originario de Mont-Roig del Camp (Tarragona), perteneció a una familia campesina y se formó en Magisterio; después de ejercer de suplente e interino, en Madrid y Barcelona, una vez aprobadas unas oposiciones en junio de 1934, se le asignó el destino de una escuela de Bañuelos de Bureba, pueblo de Burgos de unos 200 habitantes. sin electricidad ni agua corriente y apenas sin caminos. De forma muy resuelta, Benaiges se acomodará en el edificio de la escuela habilitándolo eficazmente para su labor educativa.
Bañuelos encontraba cercano a Briviesca, la localidad principal de la comarca con unos 3.700 habitantes, que Benaiges visitará frecuentemente estableciendo lazos ideológicos y afectivos, y escribirá asiduamente en La Voz de la Bureba; en el film, se leen fragmentos de un artículo suyo donde se comprueba su deseo revolucionario y la gran crítica al sistema capitalista, donde la riqueza es acaparada por unos pocos (máxime en España, un país atrasado, a pesar de la esperanza que supuso la República). Benaiges, también pronunciará el mitin del Primero de Mayo de 1936. Se dice que era un hombre enérgico e impulsivo, algo que tal vez el impidió ver que se encontraba en un terreno delicado con demasiados enemigos.
Fotografía de Sergi Bernal: https://desenterrant.blogspot.com/p/el-maestro-benaiges.html?m=1 |
Una persona que influyó notablemente en Antonio Benaiges, a pesar de que al parecer solo coincidieron unos meses en 1934, fue el anarquista Patricio Redondo Moreno, conocido como Paco Itir, uno de los introductores del método Freinet, que destacó en la CNT durante la guerra por sus intereses pedagógicos y, tras el exilio a México, realizó una gran labor educativa en aquel país, que puede comprobarse con su legado en la actualidad. Patricio Redondo y Celestín Freinet, ambos con grandes deseos de transformación social, fueron grandes amigos y colaboradores. Para Redondo, la técnica Freinet consistía en convertir la labor de educar en una obra de arte, con una sólida base científica, de manera que los críos fueran los creadores y formadores, espontáneos y libres, de su propia cultura y educación. Antonio Benaiges tomará buena nota de ello, lo que se traducirá en su gran labor en Bañuelos.
Fotografía de Sergi Bernal: https://desenterrant.blogspot.com/p/el-maestro-benaiges.html?m=1 |
Los meses de 1936, hasta su indigno asesinato, fueron increíblemente fructíferos con la realización de hasta cuatro publicaciones especiales, de las que se tiraban 100 ejemplares: “El mar”, al que el maestro prometió llevar a sus alumnos aquel fatídico verano (como reza el título de la película), en enero; “El retratista”, donde se publica una fotografía de grupo que aparece también el film (luego, en los créditos finales veremos la toma real) y “Sueños”, en abril, y finalmente el más extenso “Folclore burgalés” ya en julio.
También, Benaiges colaboraba asiduamente, al igual que Patricio Redondo, en la revista freinetista Colaboración y en el Boletín de Educación de la provincia de Burgos, tras lo que recibirá no pocas cartas interesándose por sus práctica, también, provocó el interés en la provincia de Burgos por este método educativo alabando el Magisterio burgalés, a través del semanario Cultura, el buen hacer de esta escuela promoviendo sus cuadernos y publicaciones. Incluso, en una revista madrileña llamada Escuelas de España se publica el texto de Benaiges “Los niños ante Platero. Rapsodia”, que es descrito como un testimonio impresionante de lectura en una escuela rural y del que en el film hay un pequeño apunte cuando los niños empiezan a leer en clase la obra de Juan Ramón Jiménez.
Benaiges había establecido una relación de cercanía con las criaturas, incluso fuera del horario escolar, acabó con normas, imposiciones y castigos, y desterró en la escuela toda influencia religiosa (puede verse en el film cómo lo primero que hace es quitar una cruz para obtener el reproche de cura). Las presiones para el maestro fueron constantes e incluso, algo reflejado en la película, puede verse la resistencia de algunos padres a la asistencia de sus hijos a la escuela al querer involucrarlos en tareas domésticas y faenas del campo. Incluso, el maestro, hombre vitalista, fue más allá de la escuela en Bañuelos y montó también la llamada Academia para jóvenes, que fomentaba el debate sobre temas de actualidad, incluida la religión, donde Antonio expresaba sin ambages su ateísmo, algo que obviamente causaba impresión; los domingos, a través del gramófono de la escuela, también se organizaban bailes.
Todo ello, junto a sus opiniones políticas, le supusieron varias denuncias y le granjeó la enemistad de los más reaccionarios. En el film, puede verse a un alcalde timorato, que finalmente colaboró con los fascistas con seguridad por miedo, y un cura carca y autoritario, algo quizás de trazo grueso para una ficción, pero tal vez la mayor parte del clero no distaba demasiado de ese retrato. El 19 de julio de 1936, Antonio Benaiges será detenido en la Casa del Pueblo, que se había inaugurado dos meses antes, y al negarse a abdicar de la República fue apaleado a culetazos. Como se ve en la película, fue paseado malherido y semidesnudo en un coche a la vista de todo el pueblo, para luego rematarlo de un tiro y enterrarlo en algún lugar desconocido. La advertencia estaba clara para los que quisieran cambiar las cosas.
La influencia de este maestro, y el cariño que provocó en sus alumnos, llega hasta la actualidad. En 2013, el modesto pueblo de Bañuelos creo la Asociación Escuela Benaiges, que recoge su legado promoviendo con multitud de jornadas y encuentros una escuela abierta y libre, como decía el maestro, “en la que el niño aprenda siendo niño”, algo que también se escucha en la película cuestionando cierto concepto de hombría. Esperemos que el legado de este maestro, como el de tantos otros, y de tantas corrientes pedagógicas de aspiraciones emancipadoras, arroje luz sobre una actualidad demasiado gris también en el campo educativo.
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