jueves, 11 de octubre de 2007

La memoria de cada cual

A muchos nos parece claramente insuficiente la Ley de Memoria Histórica que, por otra parte, tantos debates, maniqueos e irritantes, está suscitando.

El asunto es delirante. La posición de la derecha es bastante simple y clara: manifiesta que la Ley pretendé dejar al Partido Popular como herederos del franquismo, que se abren viejas heridas, y esas cosas. Y digo yo que 30 años después de una Transición (claramente criticable, porque tantas loas a "nuestro" proceso democrático también dan bastante vergüenza), no poder reconocer a los represaliados por una dictadura abominable (como todas), ni hablar claramente de las historia y de política, es una muestra del nivel de este país (llamado España).
Es un hecho histórico que el actual Partido Popular (entonces con el nombre de Alianza Popular) tiene su raíz en el franquismo. Por mucho que se llenen la boca de democracia, Constitución, Estado de Derecho, liberalismo, etc., sigue habiendo un hilo conductor con la derecha autoritaria (¿ha habido otra en este país -llamado España-?) que, tal vez, comenzara a resquebrajarse si condenaran abiertamente la dictadura franquista. La Ley de Memoria Histórica se centra, sobre todo, en las víctimas de 40 años de régimen dictatorial y sí menciona, respecto a la Guerra Civil, las barbaridades que pudieran hacerse en el bando republicano (que los anarquistas conocieron muy bien, ya que las sufrieron en sus carnes en gran medida).

Escucho a un orondo y grimoso escritor reivindicar a ciertos mártires religiosos asesinados por republicanos (que van a ser beatificados en breve por el Vaticano, creo) y decir, indignado e histérico, que las víctimas republicanas no son mártires. Se refería, claro está, al significado exacto de la palabra mártir.

Veamos que dice la RAE de ello:
Mártir. (Del lat. martyr, -y̆ris, y este del gr. μάρτυς, -υρος):
1. com. Persona que padece muerte por amor de Jesucristo y en defensa de la religión cristiana.
2. com. Persona que muere o padece mucho en defensa de otras creencias, convicciones o causas.
3. com. Persona que padece grandes afanes y trabajos.

Está claro que Juan Manuel de Prada debería, quizá, escribir menos y leer un poquito más. Además, el amigo, en un nuevo alarde histriónico que agrada a cierto publico presente (cosa que da bastante miedo), compara la condena de los tribunales franquistas con la condena de la justicia de, por ejemplo, Octavio Augusto. Es decir, Franco es historia y punto. Qué triste es un país donde el fascismo no pudo ser derrotado; qué diferente es la derecha en otros países donde es imposible contemplar un monumento de homenaje al horror, donde, al contrario, una plaquita nos recuerda a los que lucharon contra el mismo y hace que nuestra memoria se mantenga fresca.

Vivimos en un país (llamado España) con graves problemas de formación en sus ciudadanos; hubo una auténtica limpieza ideológica, donde se acabó en gran parte con una generación que trabajaba por una sociedad más justa, libre y consciente (sí, señores conservadores y liberales de nuevo cuño, sé que gran parte del llamado bando republicano desconocía la palabra libertad) y si encima el principal partido de la oposición (de gran pasado democrático, claro que a ver dónde no cuecen habas) se niega a que la gente sepa un poco más de la historia de su país, vamos hacia un borreguismo en aumento. Quizá se prefiera la memoria que plantea un seudohistoriador como Pío Moa, adaptada totalmente al gusto de la derecha y que plantea el alzamiento militar (que, tarde o temprano, será plenamente justificado) como una respuesta a los desmanes de la izquierda.

O, quizá no llegue a ser tan valiente el PP, ya que eso le deja como heredero directo del franquismo.

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