miércoles, 3 de octubre de 2007

Educación para la Anarquía

Recibo un correo electrónico que muestra su indignación por lo que ha visto en el programa de Buenafuente (nunca he visto a este señor -y tampoco soy de los que van diciendo con orgullo "no veo televisión"-), al que algunos defienden como una alternativa digna a los Late Show (creo que este es el nombre del tipo de programa, de verdad que no soy ningún experto en el asunto) tipo Crónicas Marcianas (parece que mantenido durante muchos años con altos índices de audiencia, ¡señor, qué país!).
Se trataba de una especie de sketch protagonizado por dos punkies en el que uno enseña al otro cómo pedir adecuadamente un canuto. Todo ello a propósito de hacer una gracia (muy buenos tendrían que ser los actores para que la tuviera) sobre las recientes polémicas sobre la asignatura "Educación para la Ciudanía".
El emisor del correo, ya digo, demoniza a la cadena de Emilio Aragón (este hombre -al que nunca le he visto la menor gracia ni talento- tiene gran parte del accionariado, aunque con otra gente; entre ellos, el mismo Buenafuente) por esta pobre gracieta.

Yo no iría tan lejos. En primer lugar, aunque hay elementos para ello (los más evidentes son rebajar algo tan esencial para el anarquismo como es la pedagogía y vincularlo a una actitud que nada tiene que ver con las ideas libertarias), yo trataría de no adoptar una actitud tan solemne (que, a veces, parece otra forma de censura, y no olvidemos que dentro de la sátira hay lugar para los lugares comunes; otra cosa es que resulte o no inteligente y mordaz) y trataría de dar la vuelta (no sé, quizá compartiendo la risa -si la tiene- y mostrando siempre propuestas frescas y creativas; sí, ya sé, no existe una igualdad de condiciones) a estos estereotipos tan habituales en esta sociedad nuestra (paradójicamente, y para mi gusto, con graves problemas de formación).

Otra historia, que se me escapa un poco, es la vinculación del anarquismo (o de la anarquía, no sé lo que tenían en mente los realizadores del sketch) al movimiento punk (anarcopunk es el nombre de la corriente).
Recuerdo una divertida anécdota (con su lado triste) que me contaron hace poco. Después de morir Franco y recuperar algunas libertades, los Ateneos libertarios en España se llenaron de chavales de estética punk. Los viajes militantes, que habían sufrido cárcel o exilio y no habían conectado con esa generación, se mostraban estupefactos. Uno de ellos, en una hilarante reacción espontánea, al ver a un tipo de interminable cresta exclamó: "¡ya está aquí el gallo Quirico!".

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