domingo, 11 de mayo de 2008

Defensa y crítica de la utopía

La palabra "utopía", al igual que "anarquía", tiene dos acepciones que aparecen como antagónicas. No exactamente es eso técnicamente, si nos atenemos a lo que dice la RAE. Para "anarquía", aparecen hasta tres significados: "ausencia de poder público"; "desconcierto, incoherencia, barullo"; "la doctrina política del anarquismo" (que, no necesariamente, digo yo, se identifica con la primera, al menos no sin muchos matices). En cambio, para "utopía" aparece una única acepción que, para mí, aclara lo que tal término acuñado por Tomás Moro viene a significar: "plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación". El propio Moro jugó con la referencia a dos términos griegos para mostrar esa ambigüedad sobre una sociedad irrealizable (o no): ou y topos/topia (ningún lugar) y eu y topos/topia (buen lugar). Los liberales (adoradores del mercado) defenestran el concepto de "utopía", acusándole de nacer ya maldito y ser el germen de sistemas totalitarios. La simpleza de tamaña acusación (acusación que habría que concretar, situándola en el momento histórico, en todas y cada una de las utopías diseñadas desde la República platónica) no esconde más que la justificación de un sistema político estatal subordinado a una economía de libre mercado (la libertad que reclama el liberalismo o neoliberalismo para la libre empresa supone la esclavitud para la mayor parte de la población). La visión de una sociedad ideal puede servirnos de guía para huir de toda clase de conformismo. Y conformismo es lo que esconde la postura de Fukuyama en su tesis sobre "el fin de la historia". Dicha teoría, de ambicioso contenido dogmático comparable al marxismo (lo de dar respuestas firmes en el plano social, económico e histórico es como para echarse a temblar), afirmaba que la lucha ideológica había concluido (substituida por la economía) y la única opción posible era la democracia liberal. Es decir, el determinismo marxista que preconizaba el advenimiento de la utopía socialista es substituido por otro determinismo más pragmático que se aprovecha del fracaso del "socialismo real" para decirnos que lo único posible es lo que hay. Creo que todo ser humano razonable comprenderá que todo sistema político (una manifestación humana más) está diseñado para desaparecer y, posiblemente, ser superado algún día. Es por eso que la conservadora tesis de Fukuyama (que creo que él mismo ha empezado a matizar) es una falacia más que tratan que interioricemos, en estas sociedades nuestras tan desmovilizadas a nivel político. Como decía, el diseño de utopías (lo irrealizable, según el paradigma actual) puede servir como faro, manteniendo las ideas libertarias como primordiales (que la libertad individual quede subordinada a los intereses colectivos es la acusación más recurrente, el anarquismo es el que más ha insistido en su defensa y en el equilibrio entre intereses personales y comunitarios). Naturalmente, si no hay debate ideológico (que niega la teoría de Fukuyama y, mayoritariamente, nuestra sociedad actual), no hay posibilidad de progreso. Soy el primero que se muestra contrario a la posibilidad de planificar y construir una sociedad ideal (otra cosa es la especulación sobre ello), sin el más mínimo resquicio para la disidencia. Pero defenestrar sin más las utopías del pasado y las venideras, vistas hoy en día casi como un género literario de anticipación, me parece caer en la ignorancia o en la lectura política interesada. Visto desde el punto de vista dogmático, me muestro contrario a la posibilidad de una utopía ya escrita; desde el punto de vista conservador, niego la crítica a una intención utópica que nos ayude a transformar la sociedad.

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