miércoles, 28 de mayo de 2008

La negación de toda trascendencia, la causa del "Único"

Max Stirner (1806-1856) era el seudónimo de Johann Kaspar Schmidt. Fue un pensador influido por el hegelianismo de izquierda en general, y especialmente por Feurbach y Bruno Bauer. Empezó afirmando que el centro de toda reflexión y de toda realidad es el hombre. Hay que aclarar que no se trata del hombre en general ni del representante de una Humanidad abstracta, sino del individuo, de "mí mismo" en cuanto "yo único". Stirner concibe ese "mí mismo" como el "Único" (der Einzige) en un sentido absoluto. El "Único" es único no porque esté relacionado con nada, sino más bien porque él, y sólo él, es el fundamento de toda relación posible. El "Unico" existe absolutamente y es previo a toda exterioridad, tanto de la formada por las creaciones del espíritu objetivo como de la constituida por los "yos" ajenos. Las doctrinas conservadoras absolutistas, el liberalismo burgués y el socialismo son para Stirner expresiones de una misma tendencia a ahogar lo únicamente valioso: la originaria e irreductible voluntad de autoafirmación del yo. El Único no es ninguna idea abstracta; es una entidad real, no sometida a ninguna categoría, ni siquiera biológica. Mi Único es totalmente independiente de toda categoría, de toda sumisión a cualquier elemento externo a él en su concreta realidad. Es necesario desatender todas las pretensiones de coacción; no sólo el Estado, sino cualquier idea, cualquier noción destinada a subsumir el Único en una especie superior, en una sociedad o en una Humanidad. Sociedad y Humanidad son para Stirner meras formas evolutivas de las religiones, transformaciones de las antiguas idolatrías. Pero justamente en esa absoluta independencia del Único se encuentra la posibilidad de unirse libremente con los Únicos ajenos. Sin la independencia del Único no hay libertad, porque no hay separación; por el Único puede la sociedad conseguir la libertad auténtica, convertir la unión forzada en unión libre, y la universalidad de la idea en universalidad de la unicidad. La gran obra de Stirner, la espectacular El Único y su propiedad, constituye uno de los libros más provocadores, radicales e iconoclastas de la historia del pensamiento, preconizador de un egoísmo consciente y asumido y negador de todo valor que trascienda al hombre (llámese idealismo, espiritualidad, razón o fe, meros espectros o fetiches para Stirner). Insertado en una época que trataba de buscar soluciones comunes para los problemas del hombre, Stirner propone la rebelión metafísica (no solo social o política), sus postulados pueden parecer antagónicos a los de la tradición socialista ácrata (basada en el principio de solidaridad y ayuda mutua), pero actúan como un impagable contrapeso en la herencia libertaria para preservar la libertad individual y proponer el pleno desarrollo de cada "Único" . Max Nettlau, en su obra La anarquía a través de los tiempos, sitúa a Stirner en la historia del anarquismo sin dudarlo, e incluso le etiqueta de socialista "en el fondo" al desear la revolución social (aunque Stirner negaba el concepto de "revolución") considerando su "egoísta" una protección ante el socialismo autoritario y una alabanza de la iniciativa individual y de la energía creadora. Del mismo modo, Daniel Guerín consideró que Stirner dio respuestas a las necesidades de la defensa del individuo contra las nuevas formas de opresión que sucedían a las del capitalismo clásico; evidenció también que fue un adelantado al psicoanálisis contemporáneo al señalar y denunciar la internalización: desde la infancia, nos hacen engullir los prejuicios morales, "su despotismo es diez veces peor que antes, porque gruñe en mi conciencia", "Dios, la conciencia, los deberes, las leyes son otros tantos embustes con que nos han atiborrado el cerebro y el corazón". Guerín consideraba las paradojas de Stirner, sus aparentes arrebatos sobre la imposibilidad de la vida comunitaria, como el profundo anhelo de que esa comprensión de la "unicidad" conducía a la verdadera comunión social, a la necesidad del prójimo (siendo así las relaciones verdaderamente voluntarias y libres). Vicente Eloy Cano, en el prólogo a la reciente y magnífica edición de El único y su propiedad de la colección argentina Utopía Libertaria, recuerda que Stirner ha sido considerado un "anarquista antes de tiempo" e incluso un "anarquista de buena ley". No creo que fuera Stirner un autor que pretendiera dar respuestas a las necesidades del individuo (la labor de la filosofía es hacerse preguntas, lo contrario sería caer en el dogma), es constante también el reproche acerca de sus diatribas sobre "lo social" (que hay que contextualizar en la especulación filosófica), pero recomiendo firmemente la lectura de El único y su propiedad (en estos tiempo de lecturas tan banales). Se trata de una obra impresionante que resultó un fuerte golpe a lo estatuido (y puede seguir haciéndolo de manera intemporal), capaz de despertar algo en el interior de cada individuo, dejándolo tal vez desarmado pero quizás un poquito más libre.

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