sábado, 6 de diciembre de 2008

La Carta Magna y sus similitudes con la Verdad Revelada

Como hoy se "celebra" el 30 aniversario de la Constitución, cierto diario, muy progresista él, abre con un pedazo de titular afirmando que la Carta Magna "No es la biblia". Tal vez no lo sea estrictamente, pero es obvio que la Ley estatalista miente tanto o más que las Sagradas Escrituras. Se repite una y otra vez, hasta el hastío, que la Constitución es un garante de libertad, igualdad y cohesión. Libertad e igualdad son dos conceptos que dan mucho juego en boca de legisladores, su traslación a la realidad pasa por profundizar bastante más en la implicación social de cada ser humano. Lejos quedan, aquellos dos bellos conceptos, de un sistema económico embrutecedor y autoritario, y de unas libertades políticas que maquillan la oligarquía y la partitocracia (es decir, la deformación de esa "democracia" que promete la clase dirigente y que el ciudadano asume como el sistema menos malo). En cuanto a la idea de cohesión, me remite a cualquier tipo de "voluntad nacional" (o de "nacionalismo", palabra que solo usan ciertos proyectos políticos regionalistas, pero que en la práctica, en mayor o menor medida, es inherente a cualquier partido democrático), de aspiración política de dominio, también suavizada por la idea de que el sistema político "democrático" que tenemos impide que los seres humanos nos lanzemos a la yugular del vecino. Frente a esa idea de "cohesión", apuesto por la pluralidad que, junto a la justicia social, pueda ser garantizada con una comunicación racional, con un "entendimiento del otro" y un "reconocimiento en el otro" (algo producto de unas sociedad un poquito más madura y un poquito más consciente). La propia idea de "lo constituido", junto a "lo instituido" que no es sino el resultante político-social de aquello, da idea de algo inamovible, algo que impide el progreso (esa bella palabra tan maltratada y tan cuestionada), algo que no puede ser puesto en duda (en aras, claro está, de una búsqueda y profundización mayor de libertad e igualdad). Que sobre una papel se ponga la ley más bella y más justa no es un garante de que tenga un reflejo en lo social. Si esa ley es jurídica, mana de un Estado para decirlo de otra forma, encubrirá alguna forma de dominación, de oligarquía, legitimada en este caso en esa fantasía de la "voluntad general". Si esa ley, concretando, es producto de cierta "Transición", desde una dictadura resultante de un levantamiento militar que anuló de pleno la posibilidad de una sociedad mejor, escrita por gran parte de los que formaron parte de aquel horror e impuesta, junto a un monarca, de una u otra manera a una sociedad temerosa, poco más hay que decir sobre lo bueno de esa Carta Magna. Demasiado parecida a la religiosa, hipócrita y esclavizante Verdad Revelada.

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