Es una falacia considerar al Estado como el desarrollo de la conciencia nacional de los pueblos. Más bien puede ser al revés, la nación es resultante del Estado. Como ya han señalado lúcidos libertarios en el pasado, existe tanta diferencia entre pueblo y nación como entre sociedad y Estado. La organización estatal se impone a los hombres de arriba abajo, estaremos todos de acuerdo en eso -incluso los defensores del Estado como una necesidad cohesionadora-, frente a la sociedad que se desarrolla armónicamente a la inversa, de abajo arriba. La primera, es artificiosa, la segunda, puede considerársela natural, a pesar de las dificultades y peligros que conlleva semejante calificación. La nación es la consecuencia de causas políticas de dominio y al nacionalismo se le puede considerar como una religión de Estado. La razón de Estado estará detrás siempre de una supuesta pertenencia a una nación, mientras que considerarse parte de un pueblo es producto de ciertos vínculos sociales y de cierta coincidencias culturales, ambientales y geográficas.
Los diversos intereses, económicos, políticos o de cualquier otra forma de dominación, dan lugar a aglutinar las diferentes sensibilidades en una forma estatal y en su resultante nacional. El germen reaccionario, por mucho que se disfrace de una supuesta emancipación apriorística, anida en cualquier aspiración nacional que acabará aplastando a toda minoria con intención emancipatoria. La convivencia armónica es posible sin subterfugios nacionales ni ninguna forma estatal. Detrás de una aspiración nacional no existe más que la voluntad de dominio de unos pocos, el interés de una clase privilegiada, y todos los recursos a su alcance para adiestrar espiritual y moralmente a las personas en aras de crear la llamada conciencia nacional (que viene a ser como algo religioso y acaba conviertiéndose en una cuestión de fe).
La conciencia nacional está vinculada a la pertenencia a una comunidad política, a la moderna y democrática idea de que cada ciudadano participa en la formación del gobierno de su país/nación/Estado y tiene iguales derechos garantizados constitucionalmente. Queda consolidada dicha conciencia si esa pertenencia supone dar un sentido y una finalidad a la existencia de cada ciudadano. Significativo en este país llamado España la diferencia entre nación, como agrupación política unida cultural y lingüísticamente, y nacionalidades, como aquellos grupos "étnicos" sometidos al dominio de un Estado "extranjero" y con sus propias aspiraciones nacionales de independencia (bajo la forma estatal).
Se produce cierta confusión, al hablar de bellos conceptos como"emancipación" e "igualdad" de un modo abstracto, debido a las aspiraciones políticas de domino de cualquier forma estatal.
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