No pocas veces he comentado la polisemia de según qué términos o la apropiación continua que se lleva a cabo de los mismos por parte de ideas y movimientos políticos y religiosos. Ocurre con el racionalismo, al que aludía hace poco, y pasa también con el llamado humanismo debido a su carácter positivo a priori (o así lo creo yo en espera de críticas más profundas y fundamentadas). Como primera declaración de intenciones, diré que considero al humanismo como parte también del código genético del anarquismo (y no únicamente como una tendencia dentro del mismo); naturalmente, como ocurre con todas las características libertarias (así traté de presentar mi manera de entender el racionalismo), con una amplitud de miras que trataré de ir más allá de cualquier otra tendencia en su afán por buscar la emancipación.
Parece ser que la palabra "humanismo" fue usada por primera vez a principios del siglo XVIII por el maestro y educador bávaro Niethammer. Hay quien dice que el vocablo "humanístico" se empleó ya en 1784, mientras que la utilización de "humanista" en italiano se remonta a 1538. Existe relación entre todos esos vocablos. Niethammer entendía por "humanismo" la importante tendencia de los estudios clásicos en griego y en latín. Umanista se empleaba en Italia para referirse a los estudiosos de las "humanidades" (a las artes liberales: historia, poesía, retórica, gramática o filosofía moral), no de manera profesional sino como "pura y simplemente hombres". "Humanismo" puede aplicarse, de manera retrospectiva, al movimiento surgido en Italia a finales del siglo XIV y extendido a otros países en los dos siglos posteriores. Hay autores que entienden el humanismo como la filosofía del Renacimiento opuesta al escolasticismo medieval (lo que no supone que la época aparte a la divinidad o a la religión, pero fue un periodo importante para la gestación del librepensamiento). Otros autores niegan significación filosófica en el humanismo y ponen de relieve el carácter literario del mismo. Tal vez ambas posturas sean extremistas, no puede hablarse de una tendencia filosófica común en los autores renacentistas y tampoco puede desdeñarse la importancia del pensamiento de todos esos nombres, especialmente en lo que atañe a la filosofía moral. Muchos humanistas trataron de destacar la llamada "dignidad del hombre" y con ello dieron lugar a transformaciones en la antropología filosófica de la época.
En la modernidad se ha referido el humanismo al movimiento anteriormente citado y también para designar ciertas tendencias filosóficas, especialmente aquellas en que se pone de relieve algún "ideal humano". Existe, por lo tanto, un humanismo "cristiano", "socialista", "liberal", "científico", "existencialista"… y muchos otros. Algunos de estos humanismos se esfuerzan en destacar la importancia de la noción de "persona" frente a la de "individuo"; esta discusión merecería un espacio mucho más amplio, pero diré que ambos conceptos pueden ser valiosos, con varias interpretaciones que nos alejan de la simplificación: somos sujetos de derecho, pertenecientes a una comunidad, capaces de transformar el medio, de comunicarnos y de razonar, tendemos a la libertad, y todo ello no tiene por qué enfrentarse a nuestras características específicas, a nuestra condición de "únicos". De la misma manera, los humanismos en general hablan de la condición social del ser humano, de no considerarle de manera reducconista o de la posibilidad de una "sociedad abierta".
El humanismo pretende que la verdad y la realidad sean más ricas y variadas o que se reconozca su inagotable riqueza, puede entenderse como una perspectiva que lleva a "totalidades abiertas". No tiene por qué confundirse el humanismo con el escepticismo fundado por Pirrón, ya que si éste suspende el juicio en el saber, aquel se esfuerza por saber lo que se alcance a saber (lo que, a mi manera de ver las cosas, no les enfrenta necesariamente); podría decirse también que el humanismo supone una ruptura con la verdad sostenida por cualquier tradición.
La existencia de un humanismo cristiano o de un humanismo liberal y burgués ha hecho que se ponga en el punto de mira la existencia de un auténtico humanismo. Yo insistiría en reivindicar la posibilidad de un humanismo libertario capaz de tender a la emancipación en todos los ámbitos humanos, contrario a cualquier absolutismo, que tienda a la justicia social y garantice la libertad individual. Por que es tal vez un absolutismo considerar al hombre como sujeto de la historia, tal y como ha sostenido cierta manera de entender el humanismo; la historia puede ser un fenómeno complejo que arrastra muchas veces a los hombres, lo que no imposibilita la transformación social y la posibilidad de perfeccionar nuestras posibilidades individuales y colectivas.
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