lunes, 19 de enero de 2009

Humanismo libertario

Hay quien dice que el humanismo es una tendencia mayoritaria en el anarquismo, yo iría más lejos afirmando que es una parte primordial de su “código genético”. Kropotkin insistió siempre en la emancipación de toda la humanidad, acabando con la división del trabajo se lograría la liberación de todas las clase sociales, también de los que están arriba. La revolución social, aquella que aspira a acabar con las clases y con la dominación, no puede tener más que una tendencia humanista. Los problemas de clases se convertirán en problemas humanos, al desaparecer aquellas quedarán las diversas y deseables categorías humanas con sus antagonismos y con sus conflictos. Camillo Berneri sostuvo que solo es humanista quien vea en cada hombre el hombre: “soy hombre y pienso que nada humano me es ajeno”. Reducir a una persona a una condición (productor, elector, consumidor, súbdito, feligrés…) es lo más alejado del ideal libertario, que es la manera más honesta de entender el humanismo. De igual modo, el anarquista italiano huía de la posibilidad de etiquetar de perversa a ninguna clase social o condición humana, sin olvidar jamás al hombre que se encuentra tras ellas, y abogaba por profundizar en las causas que empujaban a la corrupción al, tantas veces débil, ser humano. No hay una forma más bella de entender el humanismo que la que se traduce de aquellas palabras de Malatesta: “En todo hombre hay siempre algo humano que en circunstancias favorables puede ser evocado útilmente para vencer los instintos y la educación brutales. Todo hombre, por degradado que esté, incluso un feroz asesino o un vil instrumento de la policía, tiene siempre alguien al que ama, algo que le conmueve. Todo hombre tiene su cuerda sensible: el problema es descubrirla y hacerla vibrar”. No entiendo ingenuidad en estas palabras, tampoco ninguna simplista visión del ser humano, y sí una firme apuesta por el más alto ideal de libertad y de justicia inherente al anarquismo, por un mundo más humano en el que se huya de la represión, de la violencia y de la venganza, y en el pudiesen potenciarse las posibilidades de cada hombre. El humanismo está fuertemente arraigado en el anarquismo, síntesis de las preocupaciones de desarrollo de la personalidad individual y de la búsqueda de liberación para toda la humanidad.

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