Pues me cae de "puta madre" el científico Richard Dawkins. Alguien que, en esta sociedad que vivimos caracterizada por la frivolidad y lo "políticamente correcto", se considera ateo y anticlerical me parece, intelectualmente, de lo más sano y gratificante. Porque ir por ahí diciendo uno que es ateo pasa lo mismo que al manifestar tus simpatías por el anarquismo, que en el mejor de los casos parece que tiene que ir acompañado de un montón de aclaraciones y "justificaciones" (en el peor, donde no podrás ni hablar, sufrirás una irritante displicencia). La tolerancia tontorrona ("tolerancia" ya es una palabra más que cuestionable, pero además hay que añadirle algún epíteto poco favorecedor como éste) provoca que haya que ser cauto al manifestar tu oposición a según qué cosas. Los adoradores de la superficialidad critican el ser "antialgo", falacia mezquina que la mayor parte de las veces supone una falta de compromiso notable y encubre una visión acomodaticia de cualquier ámbito de la vida. A mí hay muchas cosas que me parecen mal en el mundo, pienso que como manifestaciones humanas son mejorables y por eso soy contrario a ellas. Tan sencillo como eso. Por otra parte, creo que todas las personas, incluso la más mezquina, merecen cierto respeto y dignidad (no sé si tolerancia, en según que casos), pero no necesariamente sus ideas ni las instituciones de las que formen parte o a las que apoyen. Las ideas y las instituciones son mejorables y, desgraciadamente, el ser humano tienen una peligrosa adhesión al conservadurismo.
Hoy, en el inefable diario El Mundo, califican a Dawkins de científico brillante, ateo y anticlerical, para acto seguido comentar su mal genio y carácter adusto, los cuales se van mostrando a medida que avanza la entrevista. Pues bien, después de leer los penosos lugares comunes que el entrevistador menciona en su cuestionario y la insustancialidad de la mayor parte de las tendenciosas preguntas, me solidarizo plenamente con las malas maneras del brillante ateo. El autor de El espejismo de Dios insiste, en su coherente discurso, en poner la religión al nivel de cualquier superstición, en señalar lo nocivo de la constante intromisión y del constante adoctrinamiento de las instituciones religiosas (el británico va más allá del cristianismo, pero no olvidemos que su herencia cultural proviene de Occidente), recuerda la importancia de la teoría de Darwin para ir abandonando todo reducto de explicación mística del mundo y manifiesta su simpatía por cualquier campaña atea que trate de que la gente se haga preguntas. Frente a un discurso tan claro, se le insiste en vincular la religión a los valores humanos y a la belleza y a vueltas con esa gilipollez en la que insiste mucho la Iglesia Católica de que las ideologías totalitarias (léase, nazismo y estalinismo) han sido consecuencia del ateísmo de sus líderes. En cuanto a esto último, la respuesta de Dawkins me parece definitiva: esas ideologías han desarrollado un respeto a la doctrina y un culto a la personalidad del líder que tiene mucho que ver con la religión (menciona como ejemplo concreto el marxismo, algo con lo que estoy de acuerdo, al margen de la brillantez intelectual del autor de El Capital). No es que sea un mero subterfugio, es que es un insulto a la inteligencia relacionar los crímenes de ciertos regímenes con el ateísmo de sus líderes. Precisamente, cuando la Iglesia menciona algo así deja en evidencia la parte más mezquina de la religión: su constante apelación a los miedos del ser humano y a su tendencia al acomodo y al tutelaje, a no seguir indagando en las cuestiones vitales. Argumentar que determinado ateo es un bastardo (aunque la palabra ateo no supone, a nivel intelectual, únicamente la "negación de Dios") a favor de la creencia mística no posee suficiente nivel para introducir un debate. Idem, al contrario. Hay personas que llevan a cabo acciones buenas o malas, al margen de sus creencias ( o no creencias). No obstante, la religión desemboca muchas veces en el fanatismo, se han realizado demasiados actos criminales en su nombre y, en cualquiera de los casos, resulta un obstáculo para el progreso. Yo, subscribo todo lo que dice el malhumorado Dawkins (va a ser que la sonrisa es muchas veces signo de hipocresia y superficialidad), y también me considero ateo, humanista y escéptico (y, por supuesto, anticlerical).
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