Herbert Read, al parecer, no es un personaje muy conocido y, sin embargo, su importancia es vital en el anarquismo de la primera mitad del siglo XX. Hombre de múltiples facetas, experto en arte, crítico, poeta, ensayista filosófico y político, novelista (equiparado en alguna ocasión en calidad literaria a sus coetáneos T.S. Elliot y a George Orwell)…, autor en total de unos 1.150 títulos. A la lectura, a temprana edad, de Proudhon, Tolstoi y Kropotkin, se une la de William Morris, Oscar Wilde y Edward Carpenter, lo que le hace confiar en la posibilidad de un socialismo humanista compatible con la libertad (fue también activista en favor de los perseguidos por el estalinismo y por cualquier tipo de totalitarismo). He tenido la suerte de conseguir recientemente una edición argentina de Anarquía y Orden del año 1959, obra que recopila importantes ensayos de Head para el desarrollo y la actualización de la filosofía del anarquismo.
Read denunció pronto el fracaso de la praxis marxista como alternativa al capitalismo. Para erigir un mundo nuevo no era necesario solo abandonar ciertos conceptos económicos, habría que primar los valores de la libertad e igualdad por encima de la riqueza personal, el poder técnico o el nacionalismo. Consideraba Read que la filosofía del anarquismo se había mantenido pura a lo largo de la historia de la humanidad y que multitud de personas sostenían ya "inconscientemente" esas ideas, y podrían aceptarlas definitivamente si se les expusiera claramente. Como buen ácrata, Read indagaba en las cuestiones vitales para la humanidad y su interrogante acerca de la medida del progreso haya una brillante respuesta en el siguiente párrafo: "El progreso de mide por la riqueza e intensidad de la experiencia, por una más amplia y profunda comprensión del significado y perspectiva de la existencia humana". La complejidad de la existencia surge de la relación entre el individuo y el grupo y la conciencia y la moral nacen de esa relación. Para Read, la moral antecede a la religión y la política, las cuales intentarán determinar la conducta natural del grupo. La experiencia bélica de Read en la Primera Guerra Mundial le llevaría a desconfiar de la disciplina y a apostar por la iniciativa y la libre asociación, cualidades individuales que acababan destruidas por la rutina cuartelaria, como esenciales en el esfuerzo de la acción. Read quería ver en la naturaleza una ley de equidad, un orden natural en el universo regido por los principios de igualdad y rectitud, los cuales se hacen algo cuesta arriba para mis modestos conocimientos y escépticas creencias. No obstante, su crítica al derecho consuetudinario o al derecho positivo del Estado en nombre de una ley justa (que él también llamaría "natural") me parece perfectamente acorde con un espíritu libertario. Frente al socialismo moderno, tendente a extender el derecho positivo hasta aplastar el principio de equidad, el anarquismo debería apostar por ese principio hasta reemplazar al derecho positivo. Es una importante aportación la de Read también en el terreno del derecho; consideraba, por supuesto, que un método de arbitraje sería necesario en la sociedad libertaria, el cual apelaría a los principios universales de la razón, en nombre de la equidad, desprendiéndose de todo prejuicio legal o económico. Entramos aquí en un campo polémico, ya que Read criticará el materialismo estricto y apelará a cierto idealismo y, incluso, misticismo; la religión vendría a ser una necesidad social, sin la cual ninguna civilización puede sobrevivir, y la aparición del racionalismo y del escepticismo vendría a ser un síntoma de decadencia. El fracaso de la experiencia comunista en Rusia, no exenta a su vez de cierto componente religioso (concretado en cierta deificación de la figura de Lenin), había demostrado que el no suministrar una nueva religión a la sociedad provocará una regresión hacia creencias antiguas. Lo verdaderamente original e interesante de la visión de Read (y que solo causará un problema en la terminología, creo yo, para todo simpatizante del ideal ácrata) es que consideraba a la religión una autoridad natural dejando a un lado todo creencia sobrenatural (ateísmo y anticlericalismo son, por lo tanto, perfectamente compatibles con esta visión) y opuesta a la autoridad artificial y coercitiva del Estado. Read dejará claro que no es un restaurador de la religión, que no recomendaba ni creía en ninguna en concreto, que se limitaba a observar su necesidad orgánica. Considera que el anarquismo podría ocupar el espacio de esa nueva religión ("ser" esa nueva religión), alejado de los intentos estatales de cierto socialismo de substituir a la religión en nombre de toda suerte de subterfugios, para la creación de un nuevo modelo de sociedad humana.
Recomiendo leer a este autor (desgraciadamente, no hay una edición impresa reciente de Anarquía y orden), con el que se pude estar o no de acuerdo, pero que considero brillante y con mucho que aportar a esa enorme edificio que es la filosofía del anarquismo.
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