sábado, 30 de enero de 2010

Técnicas de persuasión y conformismo social

Debido a la estupenda intervención en la anterior entrada, indago un poco sobre la sicología social, en concreto sobre el mencionado Elliot Aronson y su obra El animal social. Parece que se trata de una disciplina joven, cuyo factor primordial es la influencia social, aunque tiene sus raíces seguramente en Aristóteles, uno de los primeros autores en establecer unos principios acerca de la influencia y la persuasión sociales. Una definición muy elemental de la sicología social puede ser el estudio de cómo las creencias, sentimientos y actitud de las personas es influida por la presencia de otros seres humanos. Que el hombre sea un "animal social" supone que tenga una constante tensión entre valores vinculados a su "individualización" y valores asociados al conformismo. El conformismo se define como un cambio en las creencias o conductas de una persona debido a una presión real o imaginada de una persona o de un grupo de personas.

Factores que ayudan a incrementar o a reducir el conformismo pueden ser:
-El sujeto puede encontrar otra persona con un juicio similar, una especie de aliado o compañero de disenso, por lo que la subordinación a la opinión mayoritaria considerada errónea se reduce.
-Si existiera unanimidad, no es necesario que esa mayoría sea muy numerosa para incrementar la conformidad de otros sujetos.
-El carácter de la persona, su baja o alta autoestima, se verán más o menos propensos al conformismo, de manera respectiva.
-De igual modo, la consideración que tenga el individuo de su habilidad para una determinada tarea incrementará o reducirá su subordinación a los demás.
-Un grupo de expertos de personas de prestigio, o con cuyos miembros el sujeto pueda identificarse o ser comparado, será más efectivo de cara a inducir conformismo.
-Los miembros que son inducidos a ser aceptados de manera moderada tienden más a adaptarse, a las normas y pautas de conducta generadas por el grupo, que aquellos que se les empuja de manera tajante a la aceptación.

Se habla de dos posibles motivos que empujen al conformismo en una persona: que la conducta de los demás le empuja a autoconvencerse de su juicio personal erróneo, o el deseo de evitar un castigo u obtener una recompensa dentro del grupo. De ciertos experimentos se deduce que en una respuesta que se da en privado, al margen de la colectividad, existe poco conformismo. En cambio, nuestra valoración de la realidad, la búsqueda de respuestas precisas acerca de una acción correcta, se produce muy a menudo plegándonos a la conducta de otros, no por miedo al castigo sino porque gracias a esa información buscamos nuestra propia valoración dentro del grupo. La fe que posea una persona en la habilidad y fiabilidad de otro, considerado experto en según que campo, hace que aumente la sumisión a esa persona y la emulación de su ejemplo. En cuestiones de clases sociales, las personas consideradas de mayor estatus serán más seguidas que aquellas de apariencia menos "respetable". En definitiva, hay que presumir la influencia de otros, sea intencional o no, y el importante efecto que causa en la conducta de una persona; de igual manera, es importante comprender cómo funciona ese proceso y las consecuencias no deseadas que puede tener.

Según Aronson, se distinguen tres tipos de respuesta a la influencia social: sumisión, según la cual la conducta se mueve por el deseo de obtener un rédito o evitar una sanción y dura solamente el tiempo de la promesa de permanencia de alguna de las dos motivaciones; identificación, en la que la motivación tiene su origen en el deseo de parecerse a la persona influyente y se distingue de la sumisión al llegar a creer el individuo en las opiniones y valores que adopta, aunque seguramente sin demasiada fe, y querer parecerse a esa persona o a un grupo; interiorización, con una raíz más profunda que la anterior al estar la motivación en el deseo de estar en lo cierto, la persona influyente aparece como digna de crédito y con buen juicio, y se aceptan sus creencias hasta el punto de que la persona influida la integra en su propio sistema de valores, se acaba independizando de su fuente de origen y se hará resistente al cambio. El gran componente de la sumisión, como respuesta a la influencia social, será el poder ejercido por aquel o aquellos que administran los réditos (por someterse) y los castigos (por la insumisión). Como ya se ha insinuado, la sumisión es la de menor duración en el tiempo y la más limitada como técnica de influencia social, si la única razón es la promesa de recompensa o de evitar un castigo. Esta razón no interviene en la identificacion, en la que el gran móvil es el deseo de emular a otro (esté o no en nuestro entorno, tenga o no presencia física). La fuerza más potente para la influencia social es la interiorización, el deseo de estar en lo cierto no necesita de la permanente vigilancia de recompensas o castigos (sumisión) ni del constante afecto por otra persona o grupo (identificación).

La sociedad mediática en la que vivimos supone que se busquen constantemente técnicas de persuasión de masa, más o menos sutiles. Hay que tener en cuenta el poder que ejercen, especialmente, los informativos de televisión. No será fácil establecer los criterios para emitir una u otro noticia, pero sí hay que señalar el entretenimiento como uno de ellos. Es por ello que las noticias tendrán siempre un componente activo, violento, ya que resulta un espectáculo más estimulante que la actitud pacífica u ordenada de la mayoría de la gente. Ahí se encuentra el origen de la creencia, tal vez mayor que en otros tiempos, de que la gente se comporta por lo habitual de manera violenta. Se indica incluso esta creencia como peligro de emulación, de inducir a comportamientos violentos. Existe el fenómeno llamado "contagio emocional", que puede llevar a personas, por ejemplo, a acabar con su vida si se le da publicidad al suicidio. Estoy de acuerdo con este autor al aclarar que tal vez los medios, la mayor parte de las veces, no son conscientes de que ayudan a sembrar la violencia y a difundir la creencia de que una mayoría de la gente resulta cruel. Me recuerda la película de ciencia-ficción Cube (Vincenzo Natali, 1997), en la que un grupo de personas, que funcionan como una especie de arquetipos sociales, se ven atrapadas en un infernal armatoste tecnológico; la conclusión a la que parece llegar un lúcido personaje, después de escuchar una serie de paranoicas teorías sobre el origen de aquello, es que no existe un Gran Hermano que lo halla dispuesto para someterles y hacerles la vida imposible, sino que se trata seguramente de la desidia y de la estupidez tecnocrática.

No obstante, pueden existir técnicas más conscientes y directas para persuadir a la gente, mediante una cuidada selección del material al emitir. No hace falta aclarar la importancia que tiene esta actitud, consciente o inconsciente, para ayudarnos a creer en un mundo muy concreto en el que no se profundiza demasiado en los problemas sociales, se busca primordialmente el consumismo, con el constante engaño autoasumido de la publicidad, y no se cuestiona apenas lo establecido a nivel social, político ni económico. Aunque es asumible, y espero que sea así en beneficio de la libertad de elección, que cuanto más educada y culta es una persona posee una mayor propensión al escepticismo hacia el sistema, y puede creer firmemente que uno es un auténtico "insumiso", es posible que esto no sea totalmente así (otra cara del conformismo, que necesita otros medios para combatirlo). Según estas teorías sico-sociales, la persuasión constituye una realidad, adopte el nombre de propaganda (difusión de una doctrina) o educación (proceso de impartir conocimiento o habilidad), y no desaparece por el hecho de ignorarla.

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