Si hemos insistido en la importancia que el individuo tiene para el anarquismo, vamos a repasar ahora someramente la otra fuente de energía: las masas. Tanto Proudhon, como Bakunin, considerarán que ninguna revolución puede ser decretada ni organizada desde arriba, solo es posible gracias a la acción espontánea y continua de las personas. Kropotkin abundará también en esta confianza en el pueblo y en su espíritu de organización espontánea, el cual en raras ocasiones se le ha permitido llevar a la práctica. Naturalmente, la visión anarquistas no ha sido una creencia ciega en una especie de optimismo antropológico, la misma praxis libertaria ha comprendido la gran cantidad de prejuicios que subordina un pueblo a un gobierno y a un principio de autoridad, y la gran cantidad de obstáculos que impiden el desarrollo de la energía popular. Desgraciadamente, tantas veces una mayoría es la que sustenta un régimen de injusticia social, por lo que los anarquistas han defendido primordialmente la pluralidad y el derecho de disidencia, confiando al mismo tiempo en expandir las ideas y el conocimiento como motor revolucionario. Tal vez una minoría, consciente y preparada, puede servir de ejemplo para el resto de la sociedad, pero dejando bien claro la adecuación de medios a fines en el anarquismo; es decir, no hay ningún tipo de dirigismo en la acción anarquista. Alguna vez he dado con personas que abominan de los términos "propaganda" y "militancia", pero esa repulsa puede que solo sea una pose, ya que si confiamos en la posibilidad de una sociedad libertaria, participamos en proyectos que la reproducen y que favorecen su conocimiento (y su expansión).
Por lo tanto, se abomina de cualquier jefatura coercitiva y de toda imposición; a pesar de ello, existe en el anarquismo una concepción muy clara sobre lo que es verdaderamente la emancipación social y la libertad individual, por lo que se trabaja en ese sentido. No obstante, Bakunin sería consciente de esta contradicción entre la confianza en la espontaneidad de las masas, que tiene el anarquismo, y la necesidad de intervención de vanguardias conscientes. El anarquista ruso creía que solo se solucionaría cuando el conocimiento se expandiera entre las personas y fueran así conscientes de que no necesitan jefes. Su deseo era que la Internacional hiciera penetrar en la conciencia de cada uno de sus miembros la ciencia, la filosofía y la política del socialismo. Desgraciadamente, es un propósito que parecía posponerse para una evolución futura, y el tiempo puede que lo haya convertido en todavía más dificultoso, aunque las intenciones libertarias continúen siendo similares en sus convicciones. En mayor o en menor medida, en todas las revoluciones socialistas se ha producido esa tensión entre la acción espontánea de las masas y el dirigismo de una minoría. Cuando los anarquistas han tenido fuerza suficiente, como es lógico, trataron de que predominase la primera cuestión y, en definitiva, de que no se fundara ningún poder que comandara la sociedad.
Tal y como expuso Volin, tras la experiencia de la Revolución Rusa, la emancipación efectiva que propugna el anarquismo solo se logrará mediante la actividad directa de los trabajadores, no por el papel dirigente de ningún partido. La transformación social la llevará a cabo el conjunto de la sociedad y, si los anarquistas creyeran que pueden "guíar" a las masas, caerían en una pretensión tan ilusoria como la de los bolcheviques en Rusia y tantas otras "revoluciones" socialistas. Tal y como lo expresa bellamente Daniel Guérin, en El anarquismo, el papel que una minoría anarquista puede tener es siempre tratar de esclarecer, nunca dirigir. Insistiremos en la necesidad de seguir debatiendo sobre esta tensión existente entre el papel de las "masas" y la actividad de una minoría "consciente", en aras precisamente de aclarar perspectivas. También, una vez más, me gusta matizar los términos usados, que estoy seguro se antojan caducos a más de uno (aunque eso mismo me parezca tantas veces una falacia impuesta para no reflexionar demasiado). "Masas" es uno que a mí mismo no me gusta demasiado, por lo que he tratado de cambiarlo en ciertas ocasiones por "personas" o por "conjunto de la sociedad". Del mismo modo, no hablo continuamente de "clase trabajadora" y uso en su lugar "personas", ya que el anarquismo aspira a la emancipación de todos los estratos sociales (naturalmente, a la sociedad de clases). La cuestión de "propagar", ya lo he mencionado antes, es fundamental, aunque sea solo la capacidad de pensar, de generar conciencia y solidaridad. Incluso, aunque en este texto no los haya usado, los términos "fe" y "creencia" puede que nos caractericen, pero sin ningún sentido religioso ni doctrinario, confiando en potenciar los mejores valores de la humanidad.
Por lo tanto, se abomina de cualquier jefatura coercitiva y de toda imposición; a pesar de ello, existe en el anarquismo una concepción muy clara sobre lo que es verdaderamente la emancipación social y la libertad individual, por lo que se trabaja en ese sentido. No obstante, Bakunin sería consciente de esta contradicción entre la confianza en la espontaneidad de las masas, que tiene el anarquismo, y la necesidad de intervención de vanguardias conscientes. El anarquista ruso creía que solo se solucionaría cuando el conocimiento se expandiera entre las personas y fueran así conscientes de que no necesitan jefes. Su deseo era que la Internacional hiciera penetrar en la conciencia de cada uno de sus miembros la ciencia, la filosofía y la política del socialismo. Desgraciadamente, es un propósito que parecía posponerse para una evolución futura, y el tiempo puede que lo haya convertido en todavía más dificultoso, aunque las intenciones libertarias continúen siendo similares en sus convicciones. En mayor o en menor medida, en todas las revoluciones socialistas se ha producido esa tensión entre la acción espontánea de las masas y el dirigismo de una minoría. Cuando los anarquistas han tenido fuerza suficiente, como es lógico, trataron de que predominase la primera cuestión y, en definitiva, de que no se fundara ningún poder que comandara la sociedad.
Tal y como expuso Volin, tras la experiencia de la Revolución Rusa, la emancipación efectiva que propugna el anarquismo solo se logrará mediante la actividad directa de los trabajadores, no por el papel dirigente de ningún partido. La transformación social la llevará a cabo el conjunto de la sociedad y, si los anarquistas creyeran que pueden "guíar" a las masas, caerían en una pretensión tan ilusoria como la de los bolcheviques en Rusia y tantas otras "revoluciones" socialistas. Tal y como lo expresa bellamente Daniel Guérin, en El anarquismo, el papel que una minoría anarquista puede tener es siempre tratar de esclarecer, nunca dirigir. Insistiremos en la necesidad de seguir debatiendo sobre esta tensión existente entre el papel de las "masas" y la actividad de una minoría "consciente", en aras precisamente de aclarar perspectivas. También, una vez más, me gusta matizar los términos usados, que estoy seguro se antojan caducos a más de uno (aunque eso mismo me parezca tantas veces una falacia impuesta para no reflexionar demasiado). "Masas" es uno que a mí mismo no me gusta demasiado, por lo que he tratado de cambiarlo en ciertas ocasiones por "personas" o por "conjunto de la sociedad". Del mismo modo, no hablo continuamente de "clase trabajadora" y uso en su lugar "personas", ya que el anarquismo aspira a la emancipación de todos los estratos sociales (naturalmente, a la sociedad de clases). La cuestión de "propagar", ya lo he mencionado antes, es fundamental, aunque sea solo la capacidad de pensar, de generar conciencia y solidaridad. Incluso, aunque en este texto no los haya usado, los términos "fe" y "creencia" puede que nos caractericen, pero sin ningún sentido religioso ni doctrinario, confiando en potenciar los mejores valores de la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario