Si Nietzsche plagió, o no, a Stirner ha sido objeto ya de mucha discusión. Como dato curioso, el año de la primera edición de El único y su propiedad, 1844, es el del nacimiento de Nietzsche. Parece ser que un amigo de Nietzsche, Overbek, estaba convencido de que se encontraba seducido por el individualismo estirneriano; Charles Andler llegaría a decir, a propósito de esta controversia: "La frente de Nietzsche se iluminaba al pronunciarse el nombre de este libro". También parece que el autor de El ocaso de los ídolos diría a un discípulo suyo, sobre la obra de Stirner, que "es lo más audaz y lo más lógico que ha habido desde Hobbes". Parece aceptable creer que Nietzsche leyó y sintió admiración por la obra de Stirner, aunque al parecer Andler va más allá y habla de una influencia muy fuerte e incluso de plagio. En un prefacio a una edición de El único... en español, Miguel Giménez Igualada habla de influencia silenciosa sobre Nietzsche, aunque no total, y se atreve casi a afirmar que Así habló Zaratustra se escribió pensando en Stirner. Otros autores, en el polo opuesto, han negado tal influencia e incluso los han considerado pensadores antagónicos, algo que es igualmente excesivo.
Como no hay pruebas palpable de dicha influencia, solo pueden hacerse conjeturas o aceptar el testimonio del amigo de Nietzsche Overbek. Parece que solo a partir de Humano, demasiado humano Nietzsche da importancia a los valores individuales. Como puntos en común entre ambos autores, se encuentra la crítica a la moral como egoísmo inconsciente, el rechazo al imperativo categórico kantiano, la crítica a la religión, a todo lo sobrenatural y al dualismo cuerpo/alma. Otra analogía entre Stirner y Nietzsche se encuentra en el método utilizado para señalar los falsos valores, usando la genealogía y la desmitificación, aunque acaben dando respuestas diferentes. En efecto, el superhombre nietzscheano presenta rasgos elitistas y selectivos, mientras que el yo de Stirner, autosuficiente, reconoce esa particularidad en cada individuo. Es lógico que el pensamiento aristocrático, que presenta Nietzsche a menudo junto a otros rasgos liberadores muy interesantes, causan un rechazo mayor que el solipsismo moral de un Stirner, pese a todo más reivindicable desde el punto de vista libertario.
El antes mencionado Giménez Igualada, profundo admirador de la obra de Stirner, llegaría a señalar a Sócrates, Platón y Aristóteles como precursores del monoteísmo, y por lo tanto enterradores de "todo cuanto al individuo pertenece". Tal y como lo ve este autor, Stirner vendría a ser heredero de ciertos filósofos presocráticos, los cuales trataron de poner el mundo al servicio del hombre, para lo cual se eleva hasta el cielo para observar los numerosos fantasmas, como Dios, que ha creado el ser humano. La asociación que propone Stirner es de individuos autónomos, verdaderos anarquistas para Giménez Igualada, ya que no aceptan ninguna fuerza exterior que les gobierne y no renuncian a imponer su voluntad a nadie. Solo entre estos individuos con conciencia de ser únicos puede haber entendimiento y comprensión, y solo entre ellos puede disfrutarse de la verdadera libertad. Tal y como lo expone Giménez Igualada, la visión estirneriana no contradice la sociedad libertaria, sino que la confirma. Esta asociación entre egoístas no niega tampoco el trabajo, sino únicamente el trabajo para provecho ajeno; Stirner invita a trabajar para provecho de uno mismo, a ser consciente de la más hermosa propiedad, que es uno mismo, y desde ese punto de vista se aceptará la asociación entre iguales y existirá todo un camino para recorrer juntos. El nihilismo de Stirner no es simplemente negativo, aunque no deje títere con cabeza entre lo instituido y lo doctrinario, ya que anuncia una nueva y poderosa moral que nace de la asociación entre hombres libres. La nada reivindicada por Stirner no es en absoluto estéril, es una nada que convierte al individuo en creador de su propio destino.
Todos los pensadores anarquistas, incluso alguno que parecen estar en las antípodas, como es el caso de Kropotkin, tienen algo en común con Stirner: la confianza en la evolución, la búsqueda de la satisfacción, de la felicidad, de una vida plena. Es verdad que los padres del anarquismo, creadores de poderosas filosofías sociales, no están a priori en la línea de Stirner, aunque es cierto que las ideas libertarias siempre han colocado al individuo como valor supremo. Para Bakunin, la sociedad es previa al individuo y la libertad de uno mismo solo se confirma con la libertad del resto de individuos; para Stirner, solo el individuo plenamente consciente de su particularidad puede generar una asociación entre iguales. No solo no son visiones antagónicas, sino que pueden observarse como complementarias, una tensión permanente por parte del individuo para reivindicar su faceta más creativa frente a las convenciones y la hipocresía social.
Como no hay pruebas palpable de dicha influencia, solo pueden hacerse conjeturas o aceptar el testimonio del amigo de Nietzsche Overbek. Parece que solo a partir de Humano, demasiado humano Nietzsche da importancia a los valores individuales. Como puntos en común entre ambos autores, se encuentra la crítica a la moral como egoísmo inconsciente, el rechazo al imperativo categórico kantiano, la crítica a la religión, a todo lo sobrenatural y al dualismo cuerpo/alma. Otra analogía entre Stirner y Nietzsche se encuentra en el método utilizado para señalar los falsos valores, usando la genealogía y la desmitificación, aunque acaben dando respuestas diferentes. En efecto, el superhombre nietzscheano presenta rasgos elitistas y selectivos, mientras que el yo de Stirner, autosuficiente, reconoce esa particularidad en cada individuo. Es lógico que el pensamiento aristocrático, que presenta Nietzsche a menudo junto a otros rasgos liberadores muy interesantes, causan un rechazo mayor que el solipsismo moral de un Stirner, pese a todo más reivindicable desde el punto de vista libertario.
El antes mencionado Giménez Igualada, profundo admirador de la obra de Stirner, llegaría a señalar a Sócrates, Platón y Aristóteles como precursores del monoteísmo, y por lo tanto enterradores de "todo cuanto al individuo pertenece". Tal y como lo ve este autor, Stirner vendría a ser heredero de ciertos filósofos presocráticos, los cuales trataron de poner el mundo al servicio del hombre, para lo cual se eleva hasta el cielo para observar los numerosos fantasmas, como Dios, que ha creado el ser humano. La asociación que propone Stirner es de individuos autónomos, verdaderos anarquistas para Giménez Igualada, ya que no aceptan ninguna fuerza exterior que les gobierne y no renuncian a imponer su voluntad a nadie. Solo entre estos individuos con conciencia de ser únicos puede haber entendimiento y comprensión, y solo entre ellos puede disfrutarse de la verdadera libertad. Tal y como lo expone Giménez Igualada, la visión estirneriana no contradice la sociedad libertaria, sino que la confirma. Esta asociación entre egoístas no niega tampoco el trabajo, sino únicamente el trabajo para provecho ajeno; Stirner invita a trabajar para provecho de uno mismo, a ser consciente de la más hermosa propiedad, que es uno mismo, y desde ese punto de vista se aceptará la asociación entre iguales y existirá todo un camino para recorrer juntos. El nihilismo de Stirner no es simplemente negativo, aunque no deje títere con cabeza entre lo instituido y lo doctrinario, ya que anuncia una nueva y poderosa moral que nace de la asociación entre hombres libres. La nada reivindicada por Stirner no es en absoluto estéril, es una nada que convierte al individuo en creador de su propio destino.
Todos los pensadores anarquistas, incluso alguno que parecen estar en las antípodas, como es el caso de Kropotkin, tienen algo en común con Stirner: la confianza en la evolución, la búsqueda de la satisfacción, de la felicidad, de una vida plena. Es verdad que los padres del anarquismo, creadores de poderosas filosofías sociales, no están a priori en la línea de Stirner, aunque es cierto que las ideas libertarias siempre han colocado al individuo como valor supremo. Para Bakunin, la sociedad es previa al individuo y la libertad de uno mismo solo se confirma con la libertad del resto de individuos; para Stirner, solo el individuo plenamente consciente de su particularidad puede generar una asociación entre iguales. No solo no son visiones antagónicas, sino que pueden observarse como complementarias, una tensión permanente por parte del individuo para reivindicar su faceta más creativa frente a las convenciones y la hipocresía social.
2 comentarios:
Stirner does sound very much like Nietzsche. I read Nietzsche last year and am reading Stirner now, and the similarities are uncanny.
Nietzsche sabía del anarquismo, incluso se molestaba en vilipendiarlo eso ya es mucho.
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