LaMalatesta editorial acaba de publicar Mis palabras son mi vida. Antología de Antonio Loredo Martínez, con introducción, selección y notas de Francisco Madrid Santos. Se trata, Antonio Loredo, de una figura que resulta paradigmática en la trayectoria y evolución, en las dos primeras décadas del siglo XX, de los grupos de afinidad anarquistas. No resulta fácil, tal como han reconocido los propios investigadores del anarquismo, el estudio de estos grupos al ser un tipo de organización compleja y fluctuante. Francisco Madrid considera que es deber del historiador hacer frente a todos las dificultades, con el objetivo de conseguir resultados todo lo satisfactorios posibles, en lugar de recurrir a los tópicos al uso como es el caso de tantos autores de ensayos sobre el anarquismo. Los lugares comunes sobre los ácratas, como es el caso del terrorismo o del enfrentamiento entre tendencias comunistas y colectivistas, forman ya parte del lenguaje histórico, aunque el empeño de Madrid lo pone en desenmascarar las carencias y manipulaciones de determinados historiadores. Otro lugar común se encuentra en la confusión entre anarquismo y sindicalismo, y aquí no hay que olvidar que la inmensa mayoría de los militantes ácratas eran obreros o campesinos, por lo que son necesarios trabajos como éste para desentrañar la relación de los grupos de afinidad con el mundo del trabajo y, en particular, con el sindicalismo de acción directa.
Así, se establecen tres líneas principales de acción para el estudio de los grupos de afinidad anarquista: indagar en la trayectoria de los militantes más destacados de estos grupos, analizar la prensa editada y, por último, seguir en la medida de lo posible el desarrollo de los propios grupos. En un plano de investigación secundario estarían las memorias de los propios militantes y otro tipo de publicaciones no anarquistas que puedan aportar información interesante. Ya de algunos estudios se desprende la importancia que tuvieron los grupos de afinidad para la continuidad de la CNT, después de que fuera declarada ilegal por Canalejas solo un año después de su nacimiento. Francisco Madrid se ha volcado en el estudio de los integrantes de estos grupos, de los cuales Antonio Loredo es el primer ejemplo, al que seguirán otros de similar importancia como Luis Zoais, Mauro Bajatierra, Eusebio Carbó o Aquilino Gómez, entre muchos otros.
Antonio Loredo fue, al parecer, el paradigma del anarquista íntegro, un hombre de incensante actividad con un pensamiento claro y conciso, y una oratoria brillante y persuasiva. Loredo nació en Vigo, en agosto de 1879, pero sus padres pronto tendrán que emigrar a Argentina, por lo que allí creció y se educó. No es fácil descubrir cómo abrazó esta figura las ideas anarquistas, se presume que no pudieron ser ajenas la giras que desarrollaron los italianos Errico Malatesta y Pietro Gori por aquel país, así como el propio e importante desarrollo del anarquismo en Argentina. La primera noticia que se tiene del anarquista gallego es que forma parte del sindicato de peluqueros de Buenos Aires, al ser ése su oficio, cubriendo las bajas de los deportados y represaliados en 1903. No tardará en forma parte de la redacción de La Protesta, uno de los semanarios anarquistas argentinos más importantes, que no tardaría en convertirse en diario. Su actividad militante le supondrá la deportación a Montevideo, en 1905, y a España en 1909. Enseguida pasará a formar parte del grupo 4 de mayo, encargado del periódico Tierra y Libertad, órgano oficial de los grupos anarquistas. Participará activamente en la revolución de julio de 1909, por lo que será recluido en la cárcel de Tarrasa y trasladado posteriormente a Barcelona. Serán unos seis meses de prisión, hasta principios de 1910, tras los cuales se sumará a las campañas a favor de las escuelas racionalistas. En las semanas siguientes, su actividad será incesante, por lo que no tardará en ponerse en marcha la maquinaria represiva de las autoridades.
Aunque en abril será deportado de nuevo a la Argentina, no durará Loredo mucho tiempo en tierras latinoamericanas; en septiembre del mismo año regresa a España, sin que se sepa muy bien el motivo, pasará por París y se integrará de nuevo a la lucha en Barcelona a finales de 1910. La represión policial no cesará nunca, máxime con el nacimiento y desarrollo de la CNT en aquellos momentos. Loredo, junto a otros anarquistas oriundos de Latinoamérica, es expulsado de nuevo a Buenos Aires en agosto de 1911. Al ser nacido en España, y debido a su deportación, se produjo esta vez una campaña en los medios a favor del anarquista gallego, aunque no serviría de mucho y Loredo pasará una larga temporada en Latinoamérica. No son muchas las fuentes con las que ha contado Francisco Madrid para indagar sobre la figura de Antonio Loredo. Es posible que regresara a la Península en 1913 sin que su actividad anarquista se reduzca en lo más mínimo: excursiones de propaganda por Andalucía, participación en el Congreso por la Paz celebrado en El Ferrol en 1915, y fundación del periódico La Guerra Social, el cual se convertirá en el órgano oficial de la federación de grupos anarquistas de la región levantina.
En marzo de 1916 murió tempranamente de tuberculosis. Tal y como escribe Madrid: "Se le persiguió durante toda su vida, a pesar de que nunca usó la violencia. Sus únicas armas fueron el verbo y la pluma, pero eso sí, empleó ambas con una gran habilidad y eso, por lo visto, hace mucho daño". Los escritos de Loredo, recogidos en esta antología, fueron principalmente publicados en el periódico Tierra y Libertad de Barcelona; desgraciadamente, no ha sido posible conocer sus escritos de La Protesta de Buenos Aires. A pesar de ello, es un excelente muestra del pensamiento de este autor, merece la pena ser leída y rememorada para tratar de contrarrestar la acaparación oficial de la historia y propiciar su asimilación por las realidades y manifestaciones sociales.
Así, se establecen tres líneas principales de acción para el estudio de los grupos de afinidad anarquista: indagar en la trayectoria de los militantes más destacados de estos grupos, analizar la prensa editada y, por último, seguir en la medida de lo posible el desarrollo de los propios grupos. En un plano de investigación secundario estarían las memorias de los propios militantes y otro tipo de publicaciones no anarquistas que puedan aportar información interesante. Ya de algunos estudios se desprende la importancia que tuvieron los grupos de afinidad para la continuidad de la CNT, después de que fuera declarada ilegal por Canalejas solo un año después de su nacimiento. Francisco Madrid se ha volcado en el estudio de los integrantes de estos grupos, de los cuales Antonio Loredo es el primer ejemplo, al que seguirán otros de similar importancia como Luis Zoais, Mauro Bajatierra, Eusebio Carbó o Aquilino Gómez, entre muchos otros.
Antonio Loredo fue, al parecer, el paradigma del anarquista íntegro, un hombre de incensante actividad con un pensamiento claro y conciso, y una oratoria brillante y persuasiva. Loredo nació en Vigo, en agosto de 1879, pero sus padres pronto tendrán que emigrar a Argentina, por lo que allí creció y se educó. No es fácil descubrir cómo abrazó esta figura las ideas anarquistas, se presume que no pudieron ser ajenas la giras que desarrollaron los italianos Errico Malatesta y Pietro Gori por aquel país, así como el propio e importante desarrollo del anarquismo en Argentina. La primera noticia que se tiene del anarquista gallego es que forma parte del sindicato de peluqueros de Buenos Aires, al ser ése su oficio, cubriendo las bajas de los deportados y represaliados en 1903. No tardará en forma parte de la redacción de La Protesta, uno de los semanarios anarquistas argentinos más importantes, que no tardaría en convertirse en diario. Su actividad militante le supondrá la deportación a Montevideo, en 1905, y a España en 1909. Enseguida pasará a formar parte del grupo 4 de mayo, encargado del periódico Tierra y Libertad, órgano oficial de los grupos anarquistas. Participará activamente en la revolución de julio de 1909, por lo que será recluido en la cárcel de Tarrasa y trasladado posteriormente a Barcelona. Serán unos seis meses de prisión, hasta principios de 1910, tras los cuales se sumará a las campañas a favor de las escuelas racionalistas. En las semanas siguientes, su actividad será incesante, por lo que no tardará en ponerse en marcha la maquinaria represiva de las autoridades.
Aunque en abril será deportado de nuevo a la Argentina, no durará Loredo mucho tiempo en tierras latinoamericanas; en septiembre del mismo año regresa a España, sin que se sepa muy bien el motivo, pasará por París y se integrará de nuevo a la lucha en Barcelona a finales de 1910. La represión policial no cesará nunca, máxime con el nacimiento y desarrollo de la CNT en aquellos momentos. Loredo, junto a otros anarquistas oriundos de Latinoamérica, es expulsado de nuevo a Buenos Aires en agosto de 1911. Al ser nacido en España, y debido a su deportación, se produjo esta vez una campaña en los medios a favor del anarquista gallego, aunque no serviría de mucho y Loredo pasará una larga temporada en Latinoamérica. No son muchas las fuentes con las que ha contado Francisco Madrid para indagar sobre la figura de Antonio Loredo. Es posible que regresara a la Península en 1913 sin que su actividad anarquista se reduzca en lo más mínimo: excursiones de propaganda por Andalucía, participación en el Congreso por la Paz celebrado en El Ferrol en 1915, y fundación del periódico La Guerra Social, el cual se convertirá en el órgano oficial de la federación de grupos anarquistas de la región levantina.
En marzo de 1916 murió tempranamente de tuberculosis. Tal y como escribe Madrid: "Se le persiguió durante toda su vida, a pesar de que nunca usó la violencia. Sus únicas armas fueron el verbo y la pluma, pero eso sí, empleó ambas con una gran habilidad y eso, por lo visto, hace mucho daño". Los escritos de Loredo, recogidos en esta antología, fueron principalmente publicados en el periódico Tierra y Libertad de Barcelona; desgraciadamente, no ha sido posible conocer sus escritos de La Protesta de Buenos Aires. A pesar de ello, es un excelente muestra del pensamiento de este autor, merece la pena ser leída y rememorada para tratar de contrarrestar la acaparación oficial de la historia y propiciar su asimilación por las realidades y manifestaciones sociales.
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