Segunda entrega de nuestro artículo dedicado a la historia del movimiento anarquista en Cuba, el cual quedó al final del texto anterior en una delicada posición tras la dictadura de Machado.
Después de la dictadura de Machado, los anarquistas no quedan en una buena posición, ya que sus más esforzadores activistas y orientadores habían sido víctimas de la represión estatal. Así, cuando en septiembre de 1933 se produce un golpe de estado, contra un gobierno provisional cimentado por los Estados Unidos que había sustituido al de Machado, los anarquistas se encuentran en un estado preorganizativo. El nuevo es un gobierno de perfil izquierdista y presuntamente revolucionario; el desafío que lanzaron a la embajada norteamericana, junto a su política intervencionista, supuso que no durará más de 100 días. Ante de eso, había promulgado una ley que afectaría notablemente al movimiento anarquista; por la misma, los patronos no podían emplear a más del 50% de trabajadores extranjeros, por lo que muchos militantes libertarios tuvieron que abandonar el país y trasladarse a España, lugar donde les esperaría la cruenta Guerra Civil. En Cuba, los comunistas comenzaban a influir sobre la clase obrera y lanzaban todo tipo de infundios sobre los anarquistas; entre ellos, las acusaciones de ser agentes al servicio de los Estados Unidos, e incluso tildándoles de fascistas, algo que antecederá a las acusaciones que vendrán tras el triunfo de la revolución de Castro. Por su parte, Fulgencio Batista se estaba convirtiendo en el protagonista del régimen, ayudado por los Estados Unidos, por la burguesía y por el capitalismo en general; se estableció una dictadura a la que, por supuesto, se opusieron los anarquistas a pesar de que la situación para ellos no supusiera una gran diferencia. Hay quien menciona cierta dificultad, en el movimiento anarquista, para hacer entender a la nueva generación con los veteranos supervivientes de tan convulsos tiempos, los cuales se habían atrincherado en la Federación de Grupos Anarquistas de Cuba; los jóvenes, por su parte, fundaron en La Habana la Juventud Libertaria de Cuba.
En 1936, al comenzar la Guerra Civil Española, los anarquistas cubanos crean en La Habana la Solidaridad Internacional Antifascista para ayudar a la CNT y la FAI; la solidaridad con los españoles, a pesar de la depresión económica en la Isla, fue considerable y muchos libertarios cubanos acudieron a luchar en el conflicto español. Con la derrota republicana, muchos de los supervivientes fueron repatriados a Cuba, los cuales fueron objeto de la solidaridad de los compañeros cubanos gracias a un notable esfuerzo solidario. Cabe destacar que Cuba fue un lugar que sirvió de trampolín para ubicar en el continente a los anarquistas exilados, desde Chicago a Buenos Aires.
A finales de la década de los 30, el movimiento obrero estaba controlado por los comunistas, bajo la tutela del Estado; el Partido Comunista Cubano había pactado con Batista, apoyándole electoralmente, y este había sabido devolverle el favor. En 1940, gracias a derechos garantizados por la Constitución cubana, en la redacción de la cual intervinieron representantes de todas las clases sociales, los anarquistas pudieron organizarse mejor. La SIA y la Federación de Grupos Anarquistas de Cuba se disolvieron y nació la Asociación Libertaria de Cuba, que tuvo su primer congreso en 1944 y el segundo en 1948 con el discurso inaugural de Augustin Souchy, que representaba a la Alianza Internacional de Trabajadores y que había tenido una activa participación en la CNT, en la Revolución española y en las Jornadas de Mayo de 1937; el órgano oficial de la Asociación se denominará Sociedad Gastronómica, publicado sin interrupción hasta su clausura en 1960 por el régimen castrista.
A partir del comienzo de la década de los 40, los anarquistas se esforzarán a nivel organizativo y se fundarán grupos de acción entre estudiantes y obreros deseosos de paliar la influencia comunista. A partir de 1947, se produce un nuevo renacer libertario y en La Habana se publican algunos boletines de propaganda e información firmados por la Federación de Juventudes Libertarias de Cuba, así como un Boletín de la subdelegación de la CNT de España. Gracias al prestigio y honestidad de los militantes anarcosindicalistas se logra influir sobre el sindicalismo oficial, orientando a numerosos sectores como los de transportes, gastronomía, construcción o plantas eléctricas. Los anarquistas del interior de la Isla crean las Asociaciones Campesinas para que los lugareños más humildes, sin tierra ni recursos, se organicen; ya tiempo atrás, los ácratas habían establecido exitosamente colectividades agrícolas libres en el sur de Oriente.
Un documento importante que salió del mencionado Segundo Congreso de la ALC, en 1948, se publicó ese mismo año en forma de folleto con una serie de dictámenes; se contemplaba en el mismo la creación de una sociedad libertaria en Cuba, apelando a todos los sectores económicos y sindicales, se declaraba el movimiento anticapitalista y antiimperialista (aludiendo, tanto a EEUU, como a la URSS), y se arremetía contra los comunistas de perfil estalinista y contra la Iglesia Católica. Un Tercer Congreso se produjo en marzo de 1950 con la intención de influir definitivamente sobre el movimiento obrero y despojarle de toda deriva burocrática e influencia sectaria; a pesar de querer también orientar la independencia del sindicalismo oficial, representado por Confederación de Trabajadores de Cuba, se trata de crear otra organización independiente, algo que fracasó debido a los numerosos obstáculos reformistas, comunistas y gubernamentales. Merece la pena destacar en aquellos tiempos una publicación anarquista iniciada en abril de 1950, Estudios. Mensuario de Cultura, editada en La Habana; se trataba de una revista moderna con excelente contenido. Por su parte, se continuaba editando El Libertario desde la década anterior, en formato periodístico, el cual se clausuraría oficialmente en abril de 1952.
En marzo de 1952, Batista había dirigido un golpe de Estado violando el principio constitucional cubano; no obstante, el contexto popular es en general de bastante indiferencia por ser el gobierno anterior extremadamente corrupto. Los comunistas, a pesar de que no recobran su primacía en la CTC, pactan con Batista. Los anarquistas, como no podía ser de otra manera, fueron unos activos combatientes contra la dictadura junto a diversos grupos guerrilleros e incluso participaron en el Movimiento 26 de Julio fundado por Fidel Castro. En marzo de 1955, los anarquistas convocan una denominada Conferencia Nacional Libertaria en la que se confirman los principios de lucha por la libertad frente al régimen dictatorial, algo con lo que serán coherentes hasta el final; destacamos un folleto publicado en 1956, llamado Proyecciones libertarias, en el que se denunciaban los desmanes de la dictadura y se prevenía ante el movimiento de Fidel Castro. Por su parte, Solidaridad Gastronómica, órgano de la ALC, continuaba publicándose defendiendo los principios anarquistas a pesar de las dificultades. En abril de 1957, se celebró la Conferencia Anarquista Americana, en Montevideo, a la que la ALC envió dos delegados; en los acuerdos, se decidió combatir severamente todas las dictaduras en Latinoamérica, incluida por supuesto la cubana. El régimen de Batista perseguirá a los anarquistas, los cuales se unieron a la lucha armada contra la dictadura.
Los intereses norteamericanos y los de la burguesía cubana se consideran en peligro en aquellos momentos y ya no ven a Batista como un aliado, por lo que financiarán al resistente movimiento castrista; el historiador Frank Fernandez considera que, a pesar de la propaganda posterior, la violencia armada contra Batista de Castro nunca tuvo una base obrera y campesina, sino que fue en gran medida obra del capitalismo y de la burguesía. El Partido Comunista empieza a negociar con elementos afines entre los guerrilleros, para hacerlo posteriormente con el propio Castro; éste, pronto firmará en Caracas un pacto con toda la oposición, mientras dice mantener un programa de justicia social y reformismo político al estilo de la Constitución de 1940. En 1958, Batista ya no podía contender a los rebeldes y huyó de Cuba; comenzará otra etapa para la Isla y para el movimiento anarquista.
Recordemos el mencionado folleto Proyecciones libertarias, donde ya se advertía sobre la figura de Castro y su afán desmedido de poder. Los libertarios desconfiaban de Fidel, pero no así la burguesía los políticos y la embajada estadounidense, que esperaban poder manipularle a su gusto. Muy pronto, se creó un gobierno que sentó las bases para la posterior represión; los llamados Tribunales Revolucionarios llevaron a cabo juicios sumarísimos y restablecieron la pena de muerte, llevada a la práctica también por motivos políticos. A pesar de que los elementos anarcosindicalistas serían pronto apartados del movimiento obrero, publicaciones libertarias como Solidaridad Gastronómica y El Libertario se mostraron en un primer momento cautos e incluso favorables hacia el gobierno revolucionario. No obstante, la Asociación Libertaria de Cuba dejó claras sus reticencias hacia el nuevo panorama político y denunciarán la pérdida de autonomía del movimiento obrero y la progresiva influencia del Partido Comunista, que paradójicamente había gozada de privilegios en la dictadura de Batista. Merece la pena nombrar el caso de uno de los barbudos protagonistas de la triunfante insurrección contra Batista, Camino Cienfuegos, hijo de un antiguo anarquista, que desapareció muy pronto en un accidente de aviación en octubre de 1959. La carismática figura de Camilo fue utilizada por el régimen de Castro haciendo creer al anarquismo internacional que era un militante libertario; existen evidencias de que nada tenía que ver Cienfuegos con el anarquismo y que fue una mera artimaña para atraerse las simpatías del movimiento libertario.
Conscientes del desastre de la deriva autoritaria del régimen castrista, los anarquistas, en 1960 realizaron una Declaración de Principios llevada a cabo por la Agrupación Sindicalista Libertaria (siglas que escondían, por miedo a la represión, a la Asociación Libertaria de Cuba) en la que se atacaba al Estado de todas las formas posibles, al centralismo agrario propuesto por la Reforma Agraria Gubernamental, así como al nacionalismo, al militarismo y al imperialismo. Los anarquistas hacían énfasis una vez más en la libertad individual (como base para la libertad colectiva), en el federalismo y en la educación libre. Era un sincero y feroz ataque ideológico a la llamada Revolución Cubana, y las acusaciones a sus autores de estar a sueldo de los Estados Unidos no tardaron en llegar. Después de aquello, el anarquismo y el anarcosindicalismo no pudieron ejercerse al erradicarse la libertad de prensa y no poder hacerse propaganda de las ideas. Pocos militantes quedaron en Cuba, sufriendo un miserable despotismo. A mediados de 1960 comenzó el éxodo de los anarquistas hacia Estados Unidos, país elegido numerosas veces por aquellos perseguidos que lo consideraban un lugar con oportunidad de ganarse el sustento y también por su cercanía para proseguir la lucha. En el verano de 1961, se constituyó en Nueva York el Movimiento Libertario Cubano en el Exilio (MLCE); paralelamente, nació en Miami otro grupo similar. Por otra parte, en agosto de 1961 se publicó en Santiago de Chile un panfleto firmado por la Federación Anarquista Internacional con el nombre de Manifiesto de los anarquistas de Chile sobre la Revolución Cubana ante los imperialismos yanqui y ruso, que tuvo una pobre distribución y sufrió el boicoteo marxista; en él se denunciaba el castrismo por primera vez a nivel hemisférico y seguía la misma línea del publicado en La Habana por los libertarios.
La posición anarquista con respecto al castrismo estaba ya clara, a pesar de las ambigüedades de ciertas figuras del anarquismo internacional, especialmente en Europa. La incansable actividad intelectual de algunos anarquistas cubanos hace que se expongan con claridad meridiana conceptos como los siguientes: "expropiar empresas capitalistas, entregándolas a los obreros y técnicos, eso es revolución"; "pero convertirlas en monopolios estatales en los que el único derecho del productor es obedecer, esto es contrarrevolución". En 1963 vio la luz en Buenos Aires un folleto de cerca de 100 páginas llamado Revolución y dictadura en Cuba, escrito por el anarquista cubano Abelardo Iglesias, donde se especifican la sumisión a la política exterior soviética y la "táctica correcta" que supone la "Guerra revolucionaria". No obstante, a finales de la década, la propaganda del castrismo parecía estar ganando la batalla y demasiados medios libertarios de Europa y América Latina tendían cada vez más a apoyar la Revolución Cubana, teniendo que soportar el MLCE nuevas acusaciones de estar al servicio de la reacción. El historiador Frank Fernández sitúa un punto de inflexión con la publicación en 1976 en Canadá del libro The Cuban Revolution: A Critical Perspective (La Revolución cubana: un enfoque crítico), de Sam Dolgoff, excelentemente distribuido y que "hizo un impacto demoledor entre las izquierdas en general y los anarquistas en particular". El libro constituyó un certero enfoque crítico del castrismo, recogiendo la lucha del MLCE y propiciando su reconocimiento internacional. En 1979, el MLCE inició también una nueva publicación, Guángara Libertaria, que en 1985 tendrá ya corresponsables por todo el mundo; llegará a ser la principal publicación anarquista en Estados Unidos, pero su actividad cesará en 1992 a pesar de que sus miembros seguirán estando muy activos.
A comienzos del siglo XXI, superadas las polémicas del pasado, no existen prácticamente anarquistas que pudieran ya defender ningún tipo de evolución libertaria de un régimen totalitario basado en el control absoluto y en la máxima explotación por parte del Estado y del capital; recordaremos que en la Isla operan empresas del capitalismo internacional, a pesar del bloqueo de los Estados Unidos, el cual dificulta los intercambios comerciales, pero no los impiden. Los anarquistas que abandonan la Isla de los años 70 para acá forman una nueva generación del Movimiento Libertario Cubano en el Exilio, red de la que forman parte ácratas de diversas partes del mundo. Esta organización nada tiene que ver con la reaccionaria oposición de Miami, pero sí le merece el respeto de esa otra, mayoritaria, que tal vez no tengan un proyecto político revolucionario, pero sí cree en el establecimiento de un esquema de libertades elementales y en el respeto a los derechos humanos.
Respecto al interior de la Isla, Cuba Libertaria es el boletín del Grupo de Apoyo a los Libertarios y Sindicalistas Independientes en Cuba (GALSIC), cuyo primer número aparece en febrero de 2004. El GALSIC es un grupo informal, sin una estructura organizativa permanente, que tiene la intención de coordinar de forma puntual para difundir iniciativas e información en apoyo de los libertarios y los sindicalistas cubanos en su lucha contra el régimen dictatorial de los Castro. Octavio Alberola, el veterano anarquista, es uno de los activos promotores de esta iniciativa; él considera que existe una disidencia mayoritaria en Cuba no vinculada con los Estados Unidos, a pesar de no tener presencia mediática, tanto por intereses del régimen cubano como del gobierno estadounidense. El sindicalismo independiente en Cuba sabe que tiene una ardua tarea, primero por la lucha contra el gobierno cubano, luego por combatir mañana contra la implantación del capitalismo cubano muy probablemente aliado con las mafias burocráticas que actualmente detentan el poder en la isla. Como es lógico, el sistema totalitario imposibilita la cuantificación real de los grupos anarquistas en Cuba, los contactos con el exterior son mínimos debido a la feroz represión y a los escasos medios, pero a buen seguro que existirá un nuevo auge tras el fin del régimen autoritario.
Fuentes:
Frank Fernández, El anarquismo en Cuba (Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid 2000).
Cuba Libertaria. Boletín del Grupo de Apoyo a los LIbertarios y al Sindicalismo Independiente en Cuba.
Entrevista con Octavio Alberola sobre la perspectiva antiautoritaria en Cuba.
Entrevista al Movimiento Libertario Cubano en el Exilio.
Después de la dictadura de Machado, los anarquistas no quedan en una buena posición, ya que sus más esforzadores activistas y orientadores habían sido víctimas de la represión estatal. Así, cuando en septiembre de 1933 se produce un golpe de estado, contra un gobierno provisional cimentado por los Estados Unidos que había sustituido al de Machado, los anarquistas se encuentran en un estado preorganizativo. El nuevo es un gobierno de perfil izquierdista y presuntamente revolucionario; el desafío que lanzaron a la embajada norteamericana, junto a su política intervencionista, supuso que no durará más de 100 días. Ante de eso, había promulgado una ley que afectaría notablemente al movimiento anarquista; por la misma, los patronos no podían emplear a más del 50% de trabajadores extranjeros, por lo que muchos militantes libertarios tuvieron que abandonar el país y trasladarse a España, lugar donde les esperaría la cruenta Guerra Civil. En Cuba, los comunistas comenzaban a influir sobre la clase obrera y lanzaban todo tipo de infundios sobre los anarquistas; entre ellos, las acusaciones de ser agentes al servicio de los Estados Unidos, e incluso tildándoles de fascistas, algo que antecederá a las acusaciones que vendrán tras el triunfo de la revolución de Castro. Por su parte, Fulgencio Batista se estaba convirtiendo en el protagonista del régimen, ayudado por los Estados Unidos, por la burguesía y por el capitalismo en general; se estableció una dictadura a la que, por supuesto, se opusieron los anarquistas a pesar de que la situación para ellos no supusiera una gran diferencia. Hay quien menciona cierta dificultad, en el movimiento anarquista, para hacer entender a la nueva generación con los veteranos supervivientes de tan convulsos tiempos, los cuales se habían atrincherado en la Federación de Grupos Anarquistas de Cuba; los jóvenes, por su parte, fundaron en La Habana la Juventud Libertaria de Cuba.
En 1936, al comenzar la Guerra Civil Española, los anarquistas cubanos crean en La Habana la Solidaridad Internacional Antifascista para ayudar a la CNT y la FAI; la solidaridad con los españoles, a pesar de la depresión económica en la Isla, fue considerable y muchos libertarios cubanos acudieron a luchar en el conflicto español. Con la derrota republicana, muchos de los supervivientes fueron repatriados a Cuba, los cuales fueron objeto de la solidaridad de los compañeros cubanos gracias a un notable esfuerzo solidario. Cabe destacar que Cuba fue un lugar que sirvió de trampolín para ubicar en el continente a los anarquistas exilados, desde Chicago a Buenos Aires.
II Congreso de la ALC. |
A partir del comienzo de la década de los 40, los anarquistas se esforzarán a nivel organizativo y se fundarán grupos de acción entre estudiantes y obreros deseosos de paliar la influencia comunista. A partir de 1947, se produce un nuevo renacer libertario y en La Habana se publican algunos boletines de propaganda e información firmados por la Federación de Juventudes Libertarias de Cuba, así como un Boletín de la subdelegación de la CNT de España. Gracias al prestigio y honestidad de los militantes anarcosindicalistas se logra influir sobre el sindicalismo oficial, orientando a numerosos sectores como los de transportes, gastronomía, construcción o plantas eléctricas. Los anarquistas del interior de la Isla crean las Asociaciones Campesinas para que los lugareños más humildes, sin tierra ni recursos, se organicen; ya tiempo atrás, los ácratas habían establecido exitosamente colectividades agrícolas libres en el sur de Oriente.
Un documento importante que salió del mencionado Segundo Congreso de la ALC, en 1948, se publicó ese mismo año en forma de folleto con una serie de dictámenes; se contemplaba en el mismo la creación de una sociedad libertaria en Cuba, apelando a todos los sectores económicos y sindicales, se declaraba el movimiento anticapitalista y antiimperialista (aludiendo, tanto a EEUU, como a la URSS), y se arremetía contra los comunistas de perfil estalinista y contra la Iglesia Católica. Un Tercer Congreso se produjo en marzo de 1950 con la intención de influir definitivamente sobre el movimiento obrero y despojarle de toda deriva burocrática e influencia sectaria; a pesar de querer también orientar la independencia del sindicalismo oficial, representado por Confederación de Trabajadores de Cuba, se trata de crear otra organización independiente, algo que fracasó debido a los numerosos obstáculos reformistas, comunistas y gubernamentales. Merece la pena destacar en aquellos tiempos una publicación anarquista iniciada en abril de 1950, Estudios. Mensuario de Cultura, editada en La Habana; se trataba de una revista moderna con excelente contenido. Por su parte, se continuaba editando El Libertario desde la década anterior, en formato periodístico, el cual se clausuraría oficialmente en abril de 1952.
En marzo de 1952, Batista había dirigido un golpe de Estado violando el principio constitucional cubano; no obstante, el contexto popular es en general de bastante indiferencia por ser el gobierno anterior extremadamente corrupto. Los comunistas, a pesar de que no recobran su primacía en la CTC, pactan con Batista. Los anarquistas, como no podía ser de otra manera, fueron unos activos combatientes contra la dictadura junto a diversos grupos guerrilleros e incluso participaron en el Movimiento 26 de Julio fundado por Fidel Castro. En marzo de 1955, los anarquistas convocan una denominada Conferencia Nacional Libertaria en la que se confirman los principios de lucha por la libertad frente al régimen dictatorial, algo con lo que serán coherentes hasta el final; destacamos un folleto publicado en 1956, llamado Proyecciones libertarias, en el que se denunciaban los desmanes de la dictadura y se prevenía ante el movimiento de Fidel Castro. Por su parte, Solidaridad Gastronómica, órgano de la ALC, continuaba publicándose defendiendo los principios anarquistas a pesar de las dificultades. En abril de 1957, se celebró la Conferencia Anarquista Americana, en Montevideo, a la que la ALC envió dos delegados; en los acuerdos, se decidió combatir severamente todas las dictaduras en Latinoamérica, incluida por supuesto la cubana. El régimen de Batista perseguirá a los anarquistas, los cuales se unieron a la lucha armada contra la dictadura.
Los intereses norteamericanos y los de la burguesía cubana se consideran en peligro en aquellos momentos y ya no ven a Batista como un aliado, por lo que financiarán al resistente movimiento castrista; el historiador Frank Fernandez considera que, a pesar de la propaganda posterior, la violencia armada contra Batista de Castro nunca tuvo una base obrera y campesina, sino que fue en gran medida obra del capitalismo y de la burguesía. El Partido Comunista empieza a negociar con elementos afines entre los guerrilleros, para hacerlo posteriormente con el propio Castro; éste, pronto firmará en Caracas un pacto con toda la oposición, mientras dice mantener un programa de justicia social y reformismo político al estilo de la Constitución de 1940. En 1958, Batista ya no podía contender a los rebeldes y huyó de Cuba; comenzará otra etapa para la Isla y para el movimiento anarquista.
Recordemos el mencionado folleto Proyecciones libertarias, donde ya se advertía sobre la figura de Castro y su afán desmedido de poder. Los libertarios desconfiaban de Fidel, pero no así la burguesía los políticos y la embajada estadounidense, que esperaban poder manipularle a su gusto. Muy pronto, se creó un gobierno que sentó las bases para la posterior represión; los llamados Tribunales Revolucionarios llevaron a cabo juicios sumarísimos y restablecieron la pena de muerte, llevada a la práctica también por motivos políticos. A pesar de que los elementos anarcosindicalistas serían pronto apartados del movimiento obrero, publicaciones libertarias como Solidaridad Gastronómica y El Libertario se mostraron en un primer momento cautos e incluso favorables hacia el gobierno revolucionario. No obstante, la Asociación Libertaria de Cuba dejó claras sus reticencias hacia el nuevo panorama político y denunciarán la pérdida de autonomía del movimiento obrero y la progresiva influencia del Partido Comunista, que paradójicamente había gozada de privilegios en la dictadura de Batista. Merece la pena nombrar el caso de uno de los barbudos protagonistas de la triunfante insurrección contra Batista, Camino Cienfuegos, hijo de un antiguo anarquista, que desapareció muy pronto en un accidente de aviación en octubre de 1959. La carismática figura de Camilo fue utilizada por el régimen de Castro haciendo creer al anarquismo internacional que era un militante libertario; existen evidencias de que nada tenía que ver Cienfuegos con el anarquismo y que fue una mera artimaña para atraerse las simpatías del movimiento libertario.
Conscientes del desastre de la deriva autoritaria del régimen castrista, los anarquistas, en 1960 realizaron una Declaración de Principios llevada a cabo por la Agrupación Sindicalista Libertaria (siglas que escondían, por miedo a la represión, a la Asociación Libertaria de Cuba) en la que se atacaba al Estado de todas las formas posibles, al centralismo agrario propuesto por la Reforma Agraria Gubernamental, así como al nacionalismo, al militarismo y al imperialismo. Los anarquistas hacían énfasis una vez más en la libertad individual (como base para la libertad colectiva), en el federalismo y en la educación libre. Era un sincero y feroz ataque ideológico a la llamada Revolución Cubana, y las acusaciones a sus autores de estar a sueldo de los Estados Unidos no tardaron en llegar. Después de aquello, el anarquismo y el anarcosindicalismo no pudieron ejercerse al erradicarse la libertad de prensa y no poder hacerse propaganda de las ideas. Pocos militantes quedaron en Cuba, sufriendo un miserable despotismo. A mediados de 1960 comenzó el éxodo de los anarquistas hacia Estados Unidos, país elegido numerosas veces por aquellos perseguidos que lo consideraban un lugar con oportunidad de ganarse el sustento y también por su cercanía para proseguir la lucha. En el verano de 1961, se constituyó en Nueva York el Movimiento Libertario Cubano en el Exilio (MLCE); paralelamente, nació en Miami otro grupo similar. Por otra parte, en agosto de 1961 se publicó en Santiago de Chile un panfleto firmado por la Federación Anarquista Internacional con el nombre de Manifiesto de los anarquistas de Chile sobre la Revolución Cubana ante los imperialismos yanqui y ruso, que tuvo una pobre distribución y sufrió el boicoteo marxista; en él se denunciaba el castrismo por primera vez a nivel hemisférico y seguía la misma línea del publicado en La Habana por los libertarios.
Abelardo Iglesias. |
A comienzos del siglo XXI, superadas las polémicas del pasado, no existen prácticamente anarquistas que pudieran ya defender ningún tipo de evolución libertaria de un régimen totalitario basado en el control absoluto y en la máxima explotación por parte del Estado y del capital; recordaremos que en la Isla operan empresas del capitalismo internacional, a pesar del bloqueo de los Estados Unidos, el cual dificulta los intercambios comerciales, pero no los impiden. Los anarquistas que abandonan la Isla de los años 70 para acá forman una nueva generación del Movimiento Libertario Cubano en el Exilio, red de la que forman parte ácratas de diversas partes del mundo. Esta organización nada tiene que ver con la reaccionaria oposición de Miami, pero sí le merece el respeto de esa otra, mayoritaria, que tal vez no tengan un proyecto político revolucionario, pero sí cree en el establecimiento de un esquema de libertades elementales y en el respeto a los derechos humanos.
Respecto al interior de la Isla, Cuba Libertaria es el boletín del Grupo de Apoyo a los Libertarios y Sindicalistas Independientes en Cuba (GALSIC), cuyo primer número aparece en febrero de 2004. El GALSIC es un grupo informal, sin una estructura organizativa permanente, que tiene la intención de coordinar de forma puntual para difundir iniciativas e información en apoyo de los libertarios y los sindicalistas cubanos en su lucha contra el régimen dictatorial de los Castro. Octavio Alberola, el veterano anarquista, es uno de los activos promotores de esta iniciativa; él considera que existe una disidencia mayoritaria en Cuba no vinculada con los Estados Unidos, a pesar de no tener presencia mediática, tanto por intereses del régimen cubano como del gobierno estadounidense. El sindicalismo independiente en Cuba sabe que tiene una ardua tarea, primero por la lucha contra el gobierno cubano, luego por combatir mañana contra la implantación del capitalismo cubano muy probablemente aliado con las mafias burocráticas que actualmente detentan el poder en la isla. Como es lógico, el sistema totalitario imposibilita la cuantificación real de los grupos anarquistas en Cuba, los contactos con el exterior son mínimos debido a la feroz represión y a los escasos medios, pero a buen seguro que existirá un nuevo auge tras el fin del régimen autoritario.
Fuentes:
Frank Fernández, El anarquismo en Cuba (Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid 2000).
Cuba Libertaria. Boletín del Grupo de Apoyo a los LIbertarios y al Sindicalismo Independiente en Cuba.
Entrevista con Octavio Alberola sobre la perspectiva antiautoritaria en Cuba.
Entrevista al Movimiento Libertario Cubano en el Exilio.
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