Ya hemos dedicado espacio en este blog al concepto de "imaginario social", atribuido a Cornelius Castoriadis; se trata de un término creado para designar las representaciones sociales en sus instituciones. Puede decirse que el concepto de imaginario social contradice el marxismo clásico, o al menos la tendencia excesivamente determinista de algunos de sus herederos, ya que el origen de las instituciones sociales no pueden ser explicadas solo por necesidades materiales.
Eduardo Colombo, desde una perspectiva ya netamente anarquista, opina que las ideas y los valores dan lugar a una especie de "campo de fuerza", el cual atrae y orienta los contenidos de todo un universo de representaciones que se expresa en instituciones, ideologías, mitos o formas sociales. Este autor considera que el anarquismo, fiel a sus orígenes, debe promover un imaginario crítico con toda dominación y explotación, así como reflexionar sobre el tipo de instituciones que se darán en una sociedad libertaria.
El bloque imaginario triunfante desde el fracaso del socialismo de Estado ha sido el que presupone que las únicas posibilidades reales eran la democracia representativa, el liberalismo y la economía de libre mercado; la confusión de toda perspectiva revolucionaria con el totalitarismo ha sido una de las bazas con las que ha jugado este bloque revisionista. Sin embargo, aunque existen imaginarios conservadores, reformistas y cuestionablemente revolucionarios (por autoritarios), conviven con uno auténticamente transformador y progresista, aunque al contrario de aquellos no de una manera unívoca. El bloque imaginario verdaderamente revolucionario, desde nuestra perspectiva, solo puede tener una orientación anarquista: libre examen, crítica radical del poder político (junto al imaginario que lo sustenta) y traslación al colectivo social de la capacidad simbólico-instituyente.
Eduardo Colombo, desde una perspectiva ya netamente anarquista, opina que las ideas y los valores dan lugar a una especie de "campo de fuerza", el cual atrae y orienta los contenidos de todo un universo de representaciones que se expresa en instituciones, ideologías, mitos o formas sociales. Este autor considera que el anarquismo, fiel a sus orígenes, debe promover un imaginario crítico con toda dominación y explotación, así como reflexionar sobre el tipo de instituciones que se darán en una sociedad libertaria.
El bloque imaginario triunfante desde el fracaso del socialismo de Estado ha sido el que presupone que las únicas posibilidades reales eran la democracia representativa, el liberalismo y la economía de libre mercado; la confusión de toda perspectiva revolucionaria con el totalitarismo ha sido una de las bazas con las que ha jugado este bloque revisionista. Sin embargo, aunque existen imaginarios conservadores, reformistas y cuestionablemente revolucionarios (por autoritarios), conviven con uno auténticamente transformador y progresista, aunque al contrario de aquellos no de una manera unívoca. El bloque imaginario verdaderamente revolucionario, desde nuestra perspectiva, solo puede tener una orientación anarquista: libre examen, crítica radical del poder político (junto al imaginario que lo sustenta) y traslación al colectivo social de la capacidad simbólico-instituyente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario