miércoles, 1 de octubre de 2014

Anarquismo y geografía

La relación entre anarquismo y geografía, en el siglo XIX, es más que evidente; dos autores de la segunda generación anarquista tan destacados como Élisée Reclus y Piotr Kropotkin eran geógrafos, pero también existen otros nombres no tan conocidos: Lev Mechnikov (1838-1888), Mijaíl Dragomanov (1841-1895) o Charles Perron (1837-1909). La reflexión sobre la libertad y la dominación, en el ámbito social, pero también en el espacial, estuvieron en el foco de todos estos autores.

Este análisis anarquista estuvo enfrentado, en la segunda mitad del siglo XIX, a dos teorías revolucionarias: el darwinismo, que pondrá en entredicho la teoría religiosa de la creación, y el marxismo, con su visión teleológica sobre el desarrollo histórico de las fuerzas productivas1.
Los geógrafos anarquistas, lejos de legitimar cualquier forma de determinismo biológico o social, o incluso sin adscribirse sin más al evolucionismo imperante en la época, realizan una crítica profunda a dichas teorías aportando su propio y original análisis2.  Frente a la justificación de las desigualdades sociales, promovida por el social-darwinismo, los autores anarquistas se esfuerzan por demostrar que el apoyo mutuo ha sido en la historia un factor de desarrollo tan importante, o más, que la lucha por la existencia. Ambas teorías, aparentemente antitéticas, hay que verlas como complementarias. Kropotkin es el autor más conocido de la teoría del apoyo mutuo, pero hay que considerarla un trabajo colectivo donde Reclus y Mechnikov tuvieron mucho que decir. Estos geógrafos consideraron que el progreso sociológico favorecería la libertad, la voluntad y la anarquía en detrimento de la autoridad, la coerción y la restricción.

Otro de los objetos de crítica de los geógrafos anarquistas, en aquel momento histórico, fue el malthusianismo; se observaba dicha teoría, que considera siempre que habría un mayor número de competidores que de medios de subsistencia, era falsa y habría sido creada al servicio de la clase dirigente y privilegiada con el fin de no compartir las riquezas. Muy al contrario, se consideraba que los seres humanos, incluso en un grado bajo de evolución social, eran capaces gracias a la cooperación de producir alimento suficiente para todos. Dicha visión no se queda en la teoría, ya que los anarquistas publicaron continuos textos científicos e hicieron concienzudos cálculos donde trataron de demostrar que las nuevas tecnologías y la racionalización productiva estaban promoviendo el crecimiento de los recursos planetarios. La observación llevó a los geógrafos anarquistas a considerar que, si se extendía la solidaridad, los recursos de la Tierra eran lo suficientemente amplios como para cubrir las necesidades de todo el mundo. Autores actuales consideran que Reclus, a pesar de no poder prever la explosión demográfica del siglo XX, hizo unos cálculos adecuados3 . Era tratar de legitimar, gracias al estudio y la racionalización del medio, el ideal de justicia socioespacial. Llegamos a un punto crucial, objeto de discusión todavía hoy en día, sobre el progreso tecnológico; lo rechazable no es la técnica o la ciencia, en sí, sino su mala instrumentalización por parte de un capitalismo que tiende a la desigualdad y al despilfarro.

Otra originalidad de los geógrafos anarquistas, que les aparta del marxismo, es que si estudian el desarrollo y dinámica del capital también lo hacen del papel de los Estados; llegamos así a la teoría ácrata del "desarrollo desigual" basada en que la feroz competencia que promueve las industrias de los diversos países conduce a producir barato comprando a precios irrisorios la materia prima y la mano de obra. Se trata de un análisis premonitorio, que también tuvo en cuenta el auge de una nueva clase media, dentro del capitalismo, distanciada de la clase obrera; es una visión, no solo económica, también con una dimensión política que enriquece notablemente el análisis anarquista frente a Marx.
Como es sabido, los anarquistas han promovido siempre el federalismo y la fraternidad universal criticando las fronteras, incluso las llamadas "naturales", que no deben separar, sino afianzar la fuerza colectiva, y el sentimiento de nacionalidad consecuencia de esa falacia. No es solo un ideal ético, ya que en el caso de los geógrafos ácratas está basado en una estricta observación y en la experiencia personal, aunque luego la utilicen de base para la divulgación subjetiva e ideológica4. Su principal apoyo para sostener sus teorías estriba en la ciudad frente al concepto político de Estado; es una concepción del territorio, basada en la federación de municipios, que se haya en Proudhon e incluso ya adelantada en Godwin.

Los anarquistas han deseado siempre una sociedad sin Estado, ni ninguna otra forma de autoridad trascendente, y sin división social ni política entre las personas; tal empeño no es, de forma obvia, sencillo, por lo que, tal y como han señalado compañeros expertos en la disciplina geográfica, requiere de un notable esfuerzo intelectual construir un territorio libertario como alternativa a las instituciones actuales coercitivas. Los clásicos del anarquismo, originales en muchos aspectos, condicionados por la episteme de su tiempo en algunos otros, nos permiten en cualquier caso seguir buscando alternativas al capitalismo, al Estado y a cualquier forma de autoritarismo, promoviendo la solidaridad, la cooperación y el apoyo mutuo, factores que pueden encontrar también su propio camino de desarrollo humano y natural.  Diversos autores contemporáneos, como Myrna Breitbart, Richard Peet, Colin Ward o Murray Bookchin, con su concepto de ecología social deudor de la visión de Reclus y Kropotkin, han profundizado en esa visión ácrata descentralizadora y profundamente ética.  No existe, en cualquier caso, una propuesta única para el territorio desde el ámbito anarquista; como buenos promotores de la pluralidad, hay que tener en cuenta las múltiples experiencias situadas en el espacio-tiempo según el contexto en el que nos encontremos. No puede haber un discurso único en las ideas libertarias, ni mucho menos cerrado, son los movimientos sociales los que deben decidir en cada situación.

Notas:
1.- "En los orígenes de la geografía crítica", de Federico Ferretti y Philippe Pelletier. Publicado en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.11 (enero-junio de 2014).
2.- "Para una lectura espacialmente situada del anarquimo", de Pablo Mansilla. Publicado en Erosión. Revista de Pensamiento Anarquista núm.3 (segundo semestre de 2013).
3.- Así lo expresan Ferretti y Pelletier en el artículo citado.
4.- "Por unas geografías sociales", de Maximiliano Astroza-León. Publicado en Erosión. Revista de Pensamiento Anarquista núm.3 (segundo semestre de 2013).


Referencias bibliográficas:
Anarquía en acción, de Colin Ward
Anarquismo y geografía, de Mirna M. Breitbart
El apoyo muto. Un factor de evolución, de Piotr Kropotkin
Geografía y anarquismo. Escritos, de Onésimo y Eliseo Reclus
La ecología de la libertad, de Murray Bookchin
La geografía contemporánea y Élisée Reclus, VV.AA.

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